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Un año de la masacre en Gaza, y más de 60 de guerra contra Palestina

Fuentes: Rebelión

Julio de 2014, otro mes teñido de sangre en Palestina. Ahora hace un año, el Ejército israelí puso en marcha la feroz Operación Borde Protector que, durante cincuenta días y sus correspondientes noches, convirtió en un infierno la vida, ya de por sí penosa, de los habitantes de Gaza. Y es que en seis años […]

Julio de 2014, otro mes teñido de sangre en Palestina. Ahora hace un año, el Ejército israelí puso en marcha la feroz Operación Borde Protector que, durante cincuenta días y sus correspondientes noches, convirtió en un infierno la vida, ya de por sí penosa, de los habitantes de Gaza.

Y es que en seis años Israel ha llevado a cabo -y los gazatíes han plantado cara- a tres operaciones militantes de envergadura contra este territorio. Ello sin contar el goteo permanente de acciones, declaradas o encubiertas, contra la población de Gaza.

Presentada como una respuesta legítima a acciones contra ciudadanos -colonos y/o soldados- israelíes, la Operación Borde Protector superó todos los límites ya que, tal como han puesto en evidencia organismos humanitarios internacionales, el 70% de las víctimas fueron civiles.

La operación se anunció el 8 julio de 2014 y durante el siguiente mes y medio Israel atacó sin descanso a la población civil, bajo el pretexto de combatir a Hamas.

Si la Operación Tormenta del Desierto (1990-91), primera de las dos invasiones militares para derrocar al ex mandatario iraquí, Sadam Hussein, se presentó como el debut de la guerra televisada en directo, la agresión militar contra Gaza convirtió a la asediada población gazatí en la narradora de su propio sufrimiento. El concurso de las redes sociales, a menudo tan denostadas, permitió difundir en tiempo real a todo el mundo el relato, y sobretodo, la imagen del horror.

En gran medida esa comunicación global permitió poner coto al silencio, a la verdad a medias, a la versión que siempre trata de preservar los intereses del gendarme de Occidente en la región. Si esos miles y miles de tuits, sin las crónicas digitales, sin los vídeos y las fotografías más descarnadas, simplemente no habríamos podido tomar la verdadera dimensión al crimen cometido en Gaza.

Esa comunicación instantánea se convirtió en el antídoto a la censura, ayudó a despertar a ese primer mundo empachado de letargos, canalizó, facilitó y multiplicó el eco de las protestas que recorrieron el mundo y se convirtió en uno de los factores -el primero por descontado fue la capacidad de resistencia y la dignidad de la población palestina- que aconsejaron a Israel avenirse a un alto el fuego, dado el desprestigio creciente que le acarreaba su campaña criminal en Gaza.

¿Qué ha cambiado para Gaza desde entonces ? Si nos atenemos a la persistencia del bloqueo que sufren los 1,8 millones de personas que viven en el territorio más bien poco. La reconstrucción -excusa perfecta para el negocio en otros conflictos regionales- no avanza y, prueba de ello, los escombros son el paisaje de la vida cotidiana de los-as gazatíes.

La comunidad internacional se ha olvidado de la palabra dada, al menos en cuanto a los compromisos de aportar fondos, y el bloqueo sigue imposibilitando la llegada de ayuda humanitaria y hasta de personas solidarias con la causa palestina, como lo demuestra el reciente bloqueo a la Flotilla internacional Libertad para Gaza. Aunque éstas no sean nuevas, las crecientes desavenencias entre los actores políticos palestinos no ayudan tampoco a mejorar la situación.

Un año después, es cierto, la demanda palestina de un Estado propio se ha hecho un hueco en la agenda internacional y a la cascada de reconocimientos de Palestina que se pusiera en marcha la pasada década en América Latina -bajo el impulso del fallecido comandante Chávez- le ha seguido por fín Europa. Suecia abrió la espita, y distintos estados de la UE se han sumado desde entonces -bien es verdad que con compromisos más modulados- el camino de la diplomacia nórdica.

Al calor de esa campaña, Palestina lograba un segundo y no menos relevante triunfo en la esfera internacional: el ingreso como miembro de pleno derecho, el 1 de abril de este año, en la Corte Penal Internacional, trámite imprescindible para activar la denuncia por crímenes de guerra y contra la humanidad contra el Estado de Israel. La primera denuncia fija la fecha de partida en junio de 2014, por lo que incluye la campaña militar desarrollada el verano pasado contra Gaza, en la que murieron 2.251 palestinos, dos tercios de ellos civiles, y 73 israelíes, en su mayoría militares.

El progresivo respaldo a lo largo y ancho del planeta a la campaña de Boicot, Desinversión, Sanciones (BDS) alentada por la sociedad palestina se ha reavivado en el año transcurrido desde el último castigo a gran escala contra Gaza y es un instrumento válido porque, junto a otras fórmulas de alianzas solidarias, sirve para ahondar en la sensibilización y el compromiso con el final del apartheid impuesto a Palestina. 

En la otra cara de la moneda dos acontecimientos que no alienta al optimismo. De una parte, el señor de la guerra Benjamin Netanyahu logró un incontestable triunfo en las elecciones parlamentarias del pasado marzo; de otra, el gobierno de unidad nacional palestina, conformado en junio de 2014, y que fue interpretado por Israel como una seria amenaza a sus planes de dividir a los palestinos -del mismo modo que ha troceado y segmentado hasta el paroxismo su territorio- para proseguir con la ocupación-colonización, con el objetivo de aniquilar al pueblo palestino y a su sueño de libertad.

Gaza sigue, en este primer aniversario de la campaña militar, bajo los escombres de una guerra larga y dolorosa. Porque no está de más recordar en este primer aniversario de la última operación militar masiva contra Gaza que la guerra de Israel contra Palestina cumple ya seis décadas.

Recordemos que en año 2015 en el que Israel conmemora el 67 aniversario de su creación, el pueblo palestino sobrevive bajo la pesada sombra de la Nakba (catástrofe).

La proclamación de Israel como Estado dio paso a la expulsión masiva de palestinos, que perdieron sus hogares, sus tierras y sus propiedades y se convirtieron en refugiados.

Se cumple un año de la última ofensiva militar contra Gaza, y es hora de revalidar la solidaridad que desde tantos pueblos se activó al calor de aquella masacre. También de renovar el compromiso sostenido que en los distintos ámbitos mantiene el pueblo vasco con la causa mayor: el derecho de Palestina a disponer de un Estado propio y de que sus gentes puedan vivir en paz tras 67 años de agresión a cargo de Israel -por no remontarnos al periodo colonial- contra el pueblo palestino, de una guerra intolerable y, sin embargo, tolerada por la llamada comunidad internacional. 

Maite Ubiria Beaumont, responsable del área de Política Internacional de SORTU.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.