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El atentado contra Mouhgnieh en Damasco

Un asesinato que puede cambiar Medio Oriente

Fuentes: IPS

  El asesinato de Imad Fares Moughnieh, segundo en la jerarquía del movimiento chiita libanés prosirio Hezbolá, resonó más allá de las fronteras de Líbano, Siria e Irán, y podría tener serias consecuencias en todo Medio Oriente. A las 22.30 del martes 12 de este mes, un poderoso estallido perturbó al elegante barrio residencial de […]

 
El asesinato de Imad Fares Moughnieh, segundo en la jerarquía del movimiento chiita libanés prosirio Hezbolá, resonó más allá de las fronteras de Líbano, Siria e Irán, y podría tener serias consecuencias en todo Medio Oriente.
A las 22.30 del martes 12 de este mes, un poderoso estallido perturbó al elegante barrio residencial de Kafr Susseh, en Damasco. Los habitantes vieron cómo una camioneta Montero SUV de color plateado se incendió a raíz de la explosión, como atestiguan los restos calcinados esparcidos por la calle.

Las fuerzas de seguridad sirias, varias de cuyas sedes se encuentran en el área, intervinieron rápidamente, sacando los escombros y sellando el lugar. En ese momento, pocos sabían quién se encontraba dentro del vehículo en llamas.

Aproximadamente 12 horas después, el movimiento Hezbolá (Partido de Dios) anunció que Moughniyeh –uno de los terroristas más buscados por el FBI (Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos)–, había sido asesinado en la explosión. Inmediatamente se acusó a Israel.

La vida de Moughniyeh había estado envuelta en un manto de secreto, moviéndose entre Líbano, Irán y Siria.

«Es interesante presenciar el duelo público que Hezbolá le dio a Moughnieh, que previamente se había distanciado del hombre», dijo Amal Saad Ghorayeb, autora de «Hezbolá: Política y religión».

Moughnieh, alias «Hajj Radwan», era un chiita nacido en la meridional localidad libanesa de Teir Dibba. Fue miembro del movimiento palestino Fatah a comienzos de la guerra civil libanesa. En 1982 se negó a abandonar Beirut con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), a la que Israel obligó a irse. Luego Moughnieh se unió a la milicia chiita Amal, liderada por Nabih Berri.

Se considera que Moughnieh estuvo detrás de la creación de la Jihad Islámica, una organización pro-iraní acusada de planear el secuestro y de matar al jefe de la CIA (Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos) en Beirut William Buckley, y del secuestro del corresponsal de la agencia Associated Press Terry Anderson.

Luego se lo catalogó como uno de los miembros fundadores de Hezbolá, junto con el jeque Hassan Nasrallah, actual líder del Partido de Dios.

Según el Instituto Washington para las Políticas sobre Medio Oriente, la primera maniobra terrorista de alto perfil atribuida a Moughnieh fue el ataque de 1983 contra la embajada estadounidense en Beirut, en el que murieron 63 personas.

También se lo vinculó a los atentados gemelos con coche bomba perpetrados en Beirut el mismo año contra barracas de los ejércitos de Francia y Estados Unidos, que dejaron más de 300 muertos.

Sin embargo, tal vez Moughniyeh sea más conocido por su participación en el secuestro, en 1985, del vuelo 847 de Trans World Airlines, que viajaba de Roma a Atenas. Los 39 pasajeros y la tripulación terminaron siendo liberados a cambio de 700 prisioneros chiitas.

Fuera de Líbano, presuntamente orquestó los atentados perpetrados en Buenos Aires contra la embajada de Israel (1992), donde murieron 29 personas, y contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA, 1994), donde hubo 85 fallecidos.

Moughniyeh también estuvo implicado en el caso del buque Karine-A, que en 2002 intentó suministrar armas a la Autoridad Nacional Palestina pero fue interceptado por la marina israelí en el mar Rojo.

En los años 90, el Mossad, servicio de inteligencia de Israel, intentó asesinar a Moughniyeh en un atentado en el sur de Beirut. No logró matarlo a él, pero sí a su hermano.

«Todos estos acontecimientos se le han atribuido a Moughnieh, pero ninguno fue realmente probado», dijo Saad Gorayeb.

«Su contribución con Hezbolá y su resistencia militar en general es significativa. Es evidente que jugó un rol central en el comando de Hezbolá, pero oculto en el secreto», agregó.

Se sabe que Moughnieh actuó como nexo entre Siria, Irán y Hezbolá. Magnus Rantrop, profesor de la Facultad Nacional Sueca de Defensa, declaró hace poco a la revista Le Figaro que algunos creían que el combatiente era Jawad Nouredine, miembro secreto del Shoura al-Karar, consejo de administración de Hezbolá.

También se dice que él planeó el secuestro de los dos soldados israelíes que, junto con el asesinato de los ocho que los acompañaban en una patrulla fronteriza, condujo a la guerra de julio y agosto de 2006 en Líbano.

«Algunos también dicen que él es uno de los fundadores de El Shoura Jihadi, el brazo armado del partido. Pero, de nuevo, todo esto es especulación, que resulta de la falta de información fáctica», expresó Saad Ghorayeb.

El asesinato de Moughnieh en un país conocido por sus impenetrables aparatos de inteligencia plantea muchas preguntas. Según Saad Ghorayeb, Moughnieh, que durante más de 20 años se las arregló para frustrar acciones orquestadas por la inteligencia estadounidense e israelí, probablemente confiaba muy poco en las redes tradicionales de seguridad.

«Apenas unos pocos elegidos, ya sea en Siria o en Líbano, conocían su verdadera identidad. Al ser Siria el vínculo más débil, la brecha de seguridad debe haber ocurrido bien alto en la jerarquía de inteligencia» de ese país, sostuvo.

El 14 de este mes, los chiitas se unieron en torno a Dahyeh, en Beirut, para ofrecer al difunto miembro de su partido un funeral masivo, similar a uno de Estado. Luego hubo un discurso de Nasrallah que fue transmitido por los medios de comunicación.

«Si los sionistas quieren la guerra, la tendrán», amenazó.

Nasrallah agregó que la guerra de 2006 entre Hezbolá e Israel estaba lejos de haber terminado, y que la sangre de Imad Moughnieh contribuiría con la destrucción del Estado judío.

Según Saad Ghorayeb, el discurso de Nasrallah fue significativo en términos de señalar culpables.

«Sayyed Hassan (Nasrallah) acusó a las facciones que apoyaron a Israel en la guerra de 2006 –tal vez señalando a los países árabes– de colaborar en el asesinato de Moughnieh», dijo la analista.

«Este tipo de operación no pudo ser orquestada por una sola agencia de inteligencia, actuando sola, y tal vez fue el resultado de un esfuerzo conjunto entre diferentes países», añadió.

El sitio del asesinato también es de considerable importancia, señaló, especialmente porque Nasrallah insinuó que como «la matanza de Mougnieh tuvo lugar fuera del campo de batalla natural», lo mismo ocurriría con la venganza de Hezbolá.

«Una importante figura de Hezbolá fue asesinada en Damasco, lo que ciertamente vuelve regionales las implicaciones. La presencia e intervención del ministro iraní de Relaciones Exteriores, Manoucher Mottaki, en el funeral de Moughnieh, también subraya el apoyo de Irán a la posición de Nasrallah y a cualquier acción que él pueda acometer en el futuro», advirtió Saad Ghorayeb.

Ella cree que en caso de que haya una intervención militar, esta vez el conflicto será, muy probablemente, regional.

Más especulaciones continúan alimentando las teorías conspirativas en Beirut. El vicecanciller iraní Alí Reza Sheikh Attar había anunciado que su país y Siria realizarían una investigación conjunta sobre el asesinato de Mougnieh. Pero Siria, según la agencia oficial SANA, negó esa información.

¿Qué motivó a Siria a cambiar de opinión? ¿Quién mató a Imad Moughnieh? Las respuestas a estas dos preguntas sin dudas darán forma a los futuros acontecimientos en la región.