Un palestino que conducía una excavadora arremetió contra todo lo que se encontraba a su paso en la céntrica calle Jaffa, en Jerusalén, matando a tres israelíes e hiriendo a otros 45 antes de que la Policía le matara disparándole. Mientras, en Gaza, miles de palestinos se acercaron al paso de Rafah, que comunica este […]
Un palestino que conducía una excavadora arremetió contra todo lo que se encontraba a su paso en la céntrica calle Jaffa, en Jerusalén, matando a tres israelíes e hiriendo a otros 45 antes de que la Policía le matara disparándole.
Mientras, en Gaza, miles de palestinos se acercaron al paso de Rafah, que comunica este territorio con Egipto, con la esperanza de cruzarlo para aprovisionarse de los productos de primera necesidad a los que no tiene acceso debido al bloqueo sionista. El Cairo anunció que permitiría el paso a los palestinos que cumplieran ciertos requisitos. Ante ello, miles de palestinos trataron de acceder a la terminal, ante lo que los policías egipcios respondieron disparando con cañones de agua para retener a la multitud.
Dos expresiones del conflicto que enfrenta a palestinos e israelíes salieron a la luz en la misma jornada.
Por lo que se refiere al atentado de Jerusalén, el conductor de la excavadora, que trabajaba en la construcción del tranvía (una obra que ha provocado las críticas palestinas porque supone consolidar la ilegítima ocupación del este de Jerusalén), arrolló un autobús, algunos vehículos y a varios viandantes. Entre la treintena de pasajeros que viajaban en el autobús volcado, muchos de los cuales resultaron heridos leves, se encontraba la hija del alcalde de Jerusalén, el ultraortoxo Uri Lupolianski.
«He visto al tractor volcando coches en la calle Jaffa. La gente ha comenzado a gritar. He salido del banco y he comenzado a dispararle», relató Shmuel Abukiya, un vigilante de una entidad bancaria situada en las inmediaciones del lugar de los hechos.
Un periodista de France Presse presente en la calle Jaffa vio cómo agentes de la Policía subían a la cabina de la excavadora y disparaban cinco o seis tiros al conductor.
La Policía israelí calificó inmediatamente los hechos de «ataque terrorista» que atribuyó a un palestino residente en la Jerusalén ocupada. Era un hombre de 30 años que vivía en la aldea de Zur Baher, casado y padre de dos niños, con antece- dentes policiales por ataques a intereses sionistas.
Un grupo de palestinos de los territorios de 1948 denominado Ahrar al-Jalil (Brigadas para la Liberación de Galilea) reivindicó el ataque, añadiendo que su autor se llamaba Hussam Taysir Dwayat y confirmando que era originario de Zur Baher.
Ahrar al-Jalil también reivindicó el atentado contra la yeshiva ultraortodoxa de Merkaz Ha’rav, registrado en Jerusalén en marzo y que se cobró la vida de ocho miembros de esta escuela rabínica. Sin embargo, la Policía israelí no ofreció demasiada credibilidad a esta reivindicación.
Tanto el presidente de EEUU, George Bush, como Gran Bretaña y el Estado francés condenaron el atentado, mientras que Hamas lo consideró «una respuesta lógica a las agresiones sionistas», aunque puntualizó que no tenía ninguna información sobre los autores del ataque.
El ministro israelí de Defensa, Ehud Barak, señaló que responderían inmediatamente al ataque de Jerusalén. El primer ministro, Ehud Olmert, ordenó a sus ministros que analizaran la posibilidad de derribar la casa del autor del atentado y de suprimir los subsidios de asistencia social que pudiera recibir su familia.
Disturbios en Rafah
Mientras la parte judía de Jerusalén se veía sacudida por el atentado de la excavadora, en Gaza el problema seguía siendo sobrevivir.
Miles de palestinos trataron de cruzar la terminal de Rafah, en la frontera con Egipto, con el objetivo de pasar a ese país para aprovisionarse de productos de primera necesidad a los que no tienen acceso por el bloqueo israelí.
El Cairo había anunciado que permitiría el paso por Rafah, con restricciones, como consecuencia del alto el fuego en Gaza alcanzado por Israel y Hamas. En principio, únicamente estaban autorizados a cruzar la frontera los palestinos con permiso de residencia en el extranjero, además de los estudiantes y los enfermos, pero ante las penosas condiciones de vida que padecen los gazatíes fueron miles los que trataron de cruzar a Egipto para aprovisionarse, tal y como hicieron en febrero, cuando derribaron la valla.
Las fuerzas de seguridad egipcias usaron cañones de agua para tratar de contener a los palestinos que querían cruzar a Egipto y que arrojaron piedras contra los policías, provocando heridas de carácter leve a seis de ellos. Fuentes egipcias añadieron que Hamas contribuyó a normalizar la situación mediante sus servicios de seguridad en el lado palestino.