Traducido para Rebelión por J. M. y revisado por Caty R.
La democracia israelí ya hizo aguas, el barco se escora, el agua lo va inundando y amenaza con hundirlo. Y los capitanes están «coordinando».
El Costa Concordia era un crucero de lujo nuevo y sofisticado, el máximo exponente en su categoría. Tenía 290 metros de eslora, más de 2.000 camarotes de pasajeros y había de todo: restaurantes, piscinas, gimnasios y salones de baile. Sus sistemas de seguridad eran una obra de arte de la tecnología.
Según los expertos, estos enormes barcos nunca naufragan. El capitán, Francesco Schettino, dijo una vez que aunque no habría querido ser el capitán del Titanic, «con una preparación adecuada se puede superar cualquier situación».
Sí, claro, pan y circo, sólo pan y circo. Los turistas del primer mundo lo disfrutaban mientras los marineros del Tercer Mundo lo hacían navegar. Navega, navega, barco mío.
La última cena del Concordia también fue maravillosa. Dicen que el capitán italiano susurraba al oído de una mujer en el bar mientras brindaban por ellos. Natan Alterman también propuso una vez un brindis por un capitán de barco italiano: «El viento azotaba el mar y el mar azotó la nave, sin embargo, la tarea se completó. Bebemos por usted, capitán, y levantamos alto la copa, vamos a cumplir. Nos encontraremos nuevamente en estas aguas» (de A Response to an Italian Captain). Sin embargo no queremos encontrarnos con Schettino en las aguas bajo ninguna circunstancia.
Antes de la medianoche, los pasajeros oyeron un golpe fuerte. La tripulación del barco se apresuró a anunciar por megafonía que no había razón para el pánico porque era un problema eléctrico. Sólo después de oírse el segundo golpe el pequeño grupo de pasajeros israelíes corrieron a por sus salvavidas y su dinero. Se dieron cuenta de que no había mucho tiempo. Así lo hicieron todos los demás pasajeros y la tripulación. Schettino corrió más que ninguno, fue uno de los primeros que abandonó el barco. Y su vergüenza quedó grabada para que la oiga todo el mundo.
«¿Schettino? Escuche Schettino, hay personas atrapadas a bordo. Usted debe volver con su bote salvavidas», gritó un oficial de la Guardia Costera. Sin embargo, Schettino ya estaba tomando café en la costa.
Guardia Costera: «¿Qué está haciendo?»
Schettino: «Estoy coordinando el rescate»
«¿Qué está coordinando allí? ¡Vuelva a bordo!»
«No voy a volver; estoy con mi subcomandante, Dmitry… ¿se da cuenta de que está oscuro y no se ve nada?»
Guardia Costera: «Usted ha estado diciendo que por una hora… ¡vuelva allí ahora!
Fin de la cita.
Este incidente se ha producido justo cuando la gente está haciendo reservas para los cruceros de verano. Las autoridades del crucero israelí mantienen la calma, «no hemos visto ningún cambio en la demanda», dijeron. El Concordia se hunde, una docena de muertos, decenas de personas desaparecidas y hay daños por un importe en torno a los mil millones de dólares. Fin de la historia.
Justo cuando estábamos seguros de que habíamos usado hasta el desgaste el cliché de que Israel es como el Titanic, navegando a ciegas hacia los témpanos de hielo sin abrir los ojos para ver los peligros, viene el Concordia, que encalló en un arrecife a causa de la arrogancia de sus dirigentes. Es tan familiar, tan similar.
Pero nuestros líderes no tienen que huir para salvar sus vidas, como Francesco y su primer oficial Dmitry. Están bien protegidos, aun cuando a bordo del barco no paran de huir de sus responsabilidades.
Benjamín Netanyahu y Ehud Barak, igual que Francesco y Dmitry, sólo quieren sobrevivir, y al diablo con su barco. Nuestro Concordia está en riesgo de resquebrajamiento debido a su arrogancia.
También nos dicen que no hay razón para el pánico, después de todo Israel, como el Concordia, es el mejor equipado y el más avanzado. También quiere impresionar a los que viven en las islas circundantes con lo grandes y fuertes que somos, y también es probable que encalle. Hasta entonces pan y circo, y la vanidad.
¿Qué mejor analogía para describir la situación de Israel en 2012? El capitán dice que está «coordinando» pero la verdad es que está tomando café y no hace nada. Como Schettino, no ve nada. El barco está firme, la ocupación continúa y ya no hay ningún proceso diplomático, mientras los científicos iraníes mueren asesinados misteriosamente sólo para demostrar el largo alcance de alguien. La democracia israelí ya hizo aguas, el barco está escorado, el agua lo inunda y amenaza con hundirlo. Y los capitanes están «coordinando».
¡Aquí tiene, capitán! Vamos a hacer un brindis al capitán italiano, que no es muy diferente del nuestro.