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Un cruzado en la corte del rey Abdala

Fuentes: The People’s Voice

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández


Bush: «Dios bendiga a Israel»

Árabes: «Dios bendiga a Bush»

«Las experiencias del pasado nos proporcionan poca base para confiar en que la razón pueda prevalecer en una atmósfera de fiebre guerrera ascendente. En una lucha entre un halcón y una paloma, el halcón cuenta con grandes ventajas, no porque sea un pájaro mejor sino porque es más grande y tiene garras letales preparadas para matar».

William Fullbright: «On the Arrogance of Power» (Difunto Senador y Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de EEUU)

La Agonía de Gaza mientras el Mundo le Vuelve la Espalda: Sin Luz, sin calefacción y sin pan

Apenas unas semanas después del fracaso de la reunión de Annapolis, Bush se encaminó hacia el Oriente Medio para realizar su primera visita en siete años. Su objetivo: Alistar a los árabes en torno suyo, aunque nunca lo necesitó, para atacar a la amenaza neo-existencial de Israel: Irán, a pesar del hecho de que este país ni tiene armas nucleares ni cometería el suicidio de atacar a Israel ni a los intereses estadounidenses en el Golfo. Cuando se trata de las guerras preventivas de Israel o EEUU y de la ocupación de la tierra árabe, los hechos, las leyes internacionales y los derechos humanos son irrelevantes, como ya manifestara George H. W. Bush, el padre de Bush Junior, quien se considera el cruzado guiado por la divinidad a favor de Israel y la paz en Oriente Medio: «Nunca pediré disculpas en nombre de los Estados Unidos de América, cualesquiera que sean los hechos».

Al llegar a Israel, con el pretexto de dinamizar el «proceso» de paz, las discusiones de Bush y Olmert se concentraron en atacar a Irán y en condenar a los palestinos. A pesar de las fingidas declaraciones de Bush de que la ocupación debe terminar y que los «puestos de avanzada» deben ser desmantelados, Ehud Olmert regañó al Presidente estadounidense diciendo que hay que seguir construyendo asentamientos.

Durante la visita de Bush a Israel, docenas de palestinos fueron asesinados y heridos por el ejército israelí. Bush no dijo ni una palabra sobre esa pérdida de vidas palestinas. Bien al contrario, se dedicó a visitar el Memorial del Holocausto y se emocionó por la persecución de los judíos en Europa, que hoy se erigen en verdugos de los palestinos. Escribió en el libro de invitados: «Dios bendiga a Israel, George Bush». Es duro imaginar a ese Dios bendiciendo la inhumanidad de Israel contra los palestinos o la carnicería de Bush en Iraq y Afganistán. El Sr. Bush, afortunadamente, dejará el poder en menos de un año tras incendiar el mundo para décadas venideras. Sus únicas contribuciones a este planeta son el Calentamiento y la Guerra Globales.

Con total insensibilidad y crueldad ante el acoso diario sufrido por los palestinos, que se ven obligados a peregrinar a través de cientos de controles del ejército, Bush bromeó sobre su paso sin impedimentos a través de un control frente al «Muro del Apartheid» diciendo: «Estarán contentos de saber que toda mi caravana, 45 coches, pudo pasar sin ser detenida. No estoy tan seguro de que ocurra lo mismo con una personal normal». El hombre que trata de vender libertad estaba ciego ante la falta de libertad de movimientos de los palestinos ocupados en su propia tierra.

Gaza lleva bajo estado de sitio alrededor de un año por haberse atrevido a elegir democráticamente a Hamas, un movimiento de resistencia que se fundó con la ayuda y bendiciones de Israel y que lucha legítimamente para poner fin a la brutal ocupación de su tierra. Este superpoblada franja de 1,5 millones de personas se ha convertido en la mayor prisión del mundo, padeciendo una crisis humanitaria masiva por cortesía de la democracia de Israel.

Gaza hoy está bajo un bloqueo total de fuel, electricidad, calefacción, pan, agua potable, medicinas…, y con sus aguas residuales fluyendo por las calles. La única luz que ilumina el cielo de la noche de Gaza son las bombas y cohetes israelíes al explotar. Israel está también bloqueando todos los productos humanitarios de Naciones Unidas para que no entren en Gaza, incluida hasta la leche maternizada; tales castigos colectivos a toda una población es ilegal bajo el Derecho Internacional; pero gracias a EEUU, Israel ha estado siempre por encima de la ley, tanto divina como humana.

John Dugard, Relator de los Derechos Humanos de Naciones Unidas en los Territorios Ocupados llamó «crimen de guerra» a la ofensiva militar israelí en Gaza y pidió el castigo de las partes responsables. John Colmes, Subsecretario General de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios condenó el «castigo colectivo del pueblo de Gaza». Colmes expresó su grave preocupación por el cierre de los cruces de frontera porque «son el salvavidas para la entrega de ayuda humanitaria y otros productos a Gaza».

El Banco Mundial, la Cruz Roja Internacional y muchas organizaciones internacionales y grupos de derechos humanos están lanzando advertencias sobre una catástrofe humanitaria.

Mientras el mundo, las Naciones Unidas y los dirigentes árabes expresan «preocupación» y «condena», Israel descansa seguro mientras tenga en un puño a los estadounidenses, y todas las voces del mundo no sirven para salvar a un solo niño palestino de una bala de un francotirador israelí.

Muchos israelíes y judíos de todo el mundo han conseguido que se empiece a aplicar la analogía de las tácticas israelíes contra los palestinos con las tácticas nazis.

Bush llega al Golfo: El Hogar de los Gobernantes estadounidenses. Petróleo y Bases Militares

Tras bendecir a Israel, Bush se dirigió a los receptivos brazos, lujosas recepciones y regalos extraordinariamente caros de sus compinches, los gobernantes petroleros que vigilan y salvaguardan el petróleo y las bases estadounidenses de EEUU. Desde Kuwait a Bahrain, los Emiratos y Arabia Saudí, Bush fue obsequiado con cenas, alabanzas, danzas en su honor, haciendo toda una gira a través de la vulgar riqueza de una región inundada de petrodólares. (Bush se saltó Qatar, posiblemente para evitar una entrevista con Al Yasira)

Los gobernantes petroleros dieron la bienvenida a Bush con complacientes honores, que reflejaban más su complejo de inferioridad de sirvientes que su cualidad de gobernantes. Abrazaron al mismo hombre que tiene las manos manchadas con la sangre de millones de musulmanes, que describió su guerra contra el terror como una guerra contra el «islamofascismo», que llamó al genocida de Sharon «hombre de paz», que usurpó todas las Resoluciones de Naciones Unidas y la anterior política estadounidense al asumir las demandas de Israel de que sus fronteras no son las fronteras anteriores a 1967, que los ilegales asentamientos son un hecho consumado y que los palestinos no tienen derecho al retorno; el hombre que apoyó con dinero, armas y fuel toda la devastación que Israel causó en el Líbano en 2006. En efecto, el Rey Abdala, el Protector de las Dos Mezquitas Sagradas, obsequió a Bush con la condecoración de mayor rango del Reino, la Orden del Rey Abdul Aziz, el fundador de Arabia Saudí.

Bush recordó a los administradores de su petróleo que los extremistas «odian la libertad y odian la democracia» ignorando la realidad de que los extremistas y la mayoría de los musulmanes se oponen a sus políticas de guerra global, no a la libertad que desesperadamente buscan. Utilizando la lógica de Bush de que los extremistas odian la libertad y la democracia, debe lógicamente inferirse que tales extremistas aman actualmente, no se oponen a los regímenes antidemocráticos árabes que privan a sus pueblos de las libertades fundamentales. Con Chutzpah (*), Bush dijo a los dirigentes árabes que Israel, el asesino de Gaza, debería servir como modelo de conducta para sus democracias.

Bush se fue del Golfo tras presenciar todo el desembolso de petrodólares que hay en marcha dedicados a proyectos inmensos en el desierto que suponen la construcción de islas nuevas, hoteles extravagantes, palacios, parques temáticos, lujosos centros comerciales, campos de golf, incluso ciudades enteras con el nombre de sus egotistas dictadores; todo ello mientras los musulmanes de Palestina, Iraq, Afganistán, Chechenia, Cachemira y otros lugares son asesinados, sufren limpieza étnica, hambre, frío, sed, sin refugio ni medicinas, o viven por millones como refugiados gracias a las armas israelíes y estadounidenses de destrucción masiva. Para los dirigentes árabes esos musulmanes no son tan valiosos como los bonos del tesoro estadounidense.

Qué horrible ironía que las naciones del Golfo Árabe estén inundadas de petróleo mientras los palestinos en Gaza no pueden encontrar petróleo alguno para calentar sus hogares y evitar las muertes por hipotermia de jóvenes, ancianos y enfermos.

De forma inhumana, el Primer Ministro israelí Ehud Olmert, el nuevo socio árabe para la paz, en comentarios sobre la carencia de petróleo, fuel y electricidad en Gaza dijo: «Por lo que a mí respecta, todos los que viven en Gaza pueden dedicarse a caminar si no tienen fuel para sus coches» (Ha’aretz, 21 de enero de 2008)

No es extraño que por culpa de árabes sin amor propio, honor o dignidad, el mundo entero desprecie su fe, sus vidas y su cultura. Para el mundo son bárbaros y primitivos, de ahí los miles de billones de petrodólares que algunos gastan en «modernizar» edificios en vez de cultivarse el intelecto. Como todo lo demás que compran sin recato, esos gobernantes del Golfo están intentando, a su modo y manera, comprar la aceptación de Occidente, sin darse cuenta que Occidente se burla de su existencia y riqueza mismas. Occidente se construyó con rigor intelectual, ciencia, trabajo duro, educación, formación y técnica. Ninguno de estos factores existe en el mundo árabe. Si tan sólo esos jeques pudieran gastar sus riquezas en promover el desarrollo de sus pueblos en vez de dedicarse a enfrentar la agotadora decisión de dónde gastar mil millones de dólares al día…

Según el Instituto de Finanzas Internacionales, un asociación global de bancos con sede en Washington D.C., los países del Golfo Pérsico ganaron 1,5 miles de billones (el equivalente a 100 dólares para cada hombre, mujer y niño musulmán) en ingresos petrolíferos de 2002 a 2006. Esta abrumadora riqueza, debida al aumento de los precios del petróleo, es tan inmensa que para poder absorberla están invirtiendo cientos de miles de millones de dólares en creativos proyectos de construcción en sus países (como los 500 mil millones de dólares de un proyecto saudí para construir nuevas ciudades), o invertir en el exterior para salvar a los bancos estadounidenses, como el Citigroup y Merril Lynch, así como inversiones en compañías de ordenadores, de cine, en propiedades inmobiliarias y corporaciones de hoteles estadounidenses, como el MGM Mirage y el Four Seasons, o en la compra de todo tipo de objetos personales como el nuevo super jumbo del Príncipe Walid bin Talal, el Airbus 380, que será el primer, y el más grande, avión privado del mundo, totalmente equipado con todas las lujosas amenidades que quepa imaginar. El coste ha alcanzado la asombrosa cifra de 300 millones de dólares sólo en el avión.

Si tan sólo pudieran invertir esa riqueza en los medios de comunicación estadounidenses, las instituciones más poderosas para influir en la opinión pública y en la política exterior, esas inversiones podrían ayudar más a la libertad de palestinos, iraquíes y otros musulmanes que cualquier potencial ejército. Los medios son los amos, no los casinos y los hoteles.

Los dirigentes árabes han ignorado, olvidado y oprimido desde siempre a sus propios pueblos, permitiendo por tanto la tormenta de ignorancia, pobreza, frustración y rabia islámica contra ellos y los extranjeros que los manipulan. En ese vacío sectario entre gobernantes y gobernados, entre poseedores y desposeídos, el extremismo y el terrorismo aumentan. Clérigos ignorantes manipulan a su capricho a los jóvenes para que crean que sólo la violencia puede restaurar la gloria islámica y el Califato. Eso es imposible en un mundo musulmán carente de un Islam verdadero, donde el tribalismo ha reemplazado la lealtad hacia Dios, donde la unidad no existe y donde la educación y el desarrollo intelectual casi brillan por su ausencia. El Islam empezó con un mandato intelectual: «LEED», hoy el mundo dice: «CODICIAD».

Irónicamente, con su abandono de los auténticos principios islámicos y de la preocupación por el bienestar general de los musulmanes, los dirigentes árabes y musulmanes están perpetrando su propia violencia contra el Islam.

N. de la T.

(*) Chutzpah, término en yiddish [derivación de la lengua judaica] que significa arrogancia.

Enlace con el texto original:

http://www.thepeoplesvoice.org/cgi-bin/blogs/voices.php/2008/01/23/a_crusader_in_king_abdullah_s_court