Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Carlos Sanchis
Ayer por la tarde dio inicio el Día Conmemorativo de Israel, un día que yo detesto, porque me trae a la mente todos lo hombres -apenas niños, muchos de ellos – que murieron por nada, luchando por una causa injusta, creyendo que estaban defendiendo su país, cuando, de hecho, podría haber habido hace mucho tiempo, un cese de la guerra si los líderes israelíes así lo hubieran querido.
Más deprimente es todavía el pensamiento de que no hay ningún final a la vista que el de vivir en constante guerra y más muertes. Solo este año unos 130 jóvenes soldados ha se suman a las tumbas -algunos de los cuales se hubieran convertido en músicos famosos, o científicos, o sólo en corrientes doctores, o maestros o mecánicos – sencillamente personas que de un modo grande o pequeño podrían haber contribuido a la sociedad. Verdaderamente, cualquier cosa que ellos pudiesen haber sido, su contribución habría sido mayor de lo que es ahora. Ellos habrían contribuido más barriendo las calles que yaciendo en sus tumbas. Todavía la mayor parte de las madres de Israel están satisfechas de que sus úteros sean mecanismos para producir soldados, porque creen lo que tan a menudo profieren: «no hay ninguna otra opción.»
¡Ciertamente! ¿No hay realmente ninguna otra elección sino sacrificar a tu joven hijo que diste a luz, amamantaste, alimentaste, nutriste y abrazaste y le limpiaste las lágrimas y levantaste hasta que a la edad de 18 le llevaras de la mano la oficina del alistamiento? ¿Ninguna opción? ¡Por supuesto que tienes elección! Pero tristemente, la mayoría de las madres israelíes tienen el cerebro lavado, y (como sus hijos), creen que sacrificando a sus chicos, también ellas, están sirviendo a su país.
Si estas madres supieran cómo algunos de sus jóvenes hijos tratan a otros seres humanos, ¿qué dirían o pensarían estas madres? Si realmente lo supieran, ¿Cómo se sentirían por el incidente descrito abajo, estas madres que han estado por lo menos una vez embarazadas? ¿Pensarían en la madre embarazada del incidente como en un ser humano, o pensarían en ella únicamente como un ser palestino o árabe? ¿Estarían orgullosas de la conducta de sus hijos si supieran en la forma que se han comportado? ¿Cómo se sentiría una madre si descubriera que fue su propio chico, al que ella crió para ser un ser humano moral, el inmoral e insensible del caso?
Esta tarde acabó el Memorial y empezó el Día de Independencia. Mi marido y yo nos unimos a los amigos durante una tarde en la Nakba (es decir, la Tragedia Palestina, causada por Israel al convertirse en estado- una Nakba porque en 1948 condujo a los palestinos fuera de sus tierras, originó que muchos se convirtieran en refugiados, y produjo la demolición de más de 500 pueblos palestinos). Mañana mi esposo y yo nos uniremos a otros para visitar el sitio de uno de estos pueblos, aprenderemos sobre eso, y después participaremos en la marcha conmemorativa anual del Día de la Nakba. Mi esposo y yo, como otros que conocemos, no tenemos ganas de celebrar una Independencia ganada a costa del sufrimiento de otro pueblo que fue conducido fuera de sus tierras. Ni nosotros podemos celebrar actos que mataron a tantos jóvenes israelíes y palestinos.
¿Acabaran aquí alguna vez las matanzas y los memoriales?
Dorothy
——————————
Hace dos días en el puesto de control militar de Beit Iba
El viaje a Nablus es una pesadilla para todas las personas que van allí. Desde el principio de la Segunda Intifada voy a Nablus tres o cuatro veces por semana. En los primeros tres años, tuve que explorar todos los sucios caminos y a través de las montañas para llegar a mi trabajo. De camino a Nablus, yo he visto a personas morir o ser asesinadas, a las mujeres dar a luz y niños llorando por que los soldados los aterrorizan. Estos caminos son temerosos y arriesgados, ya sea por los disparos de los soldados o por la insegura conducción por vías empinadas y muy agrestes. Cada vez que descubren tales caminos, llegan las excavadoras y los cierran y tenemos que encontrar rutas alternativas. Esto se aplica también a miles de personas que tienen que viajar diariamente a, o desde, Nablus por su trabajo, como yo, o por los estudiantes que estudian en la Universidad de Al-Najah, o a los hospitales o para ir de compras. Siempre tenemos que correr, escapar, o volver de regreso a casa antes de llegar a Nablus.
Aproximadamente desde estos años, los soldados han cambiado el sistema y han creado tres importantes puntos de control militar para ir a Nablus; uno de ellos es Beit Iba. Tres años atravesando estos puntos de control militar significan una tremenda pérdida de tiempo y una rica experiencia de humillación y sufrimiento. Estoy seguro de que cada uno que haya pasado este punto de control militar tiene cientos de historias de malos tratos y castigos opresivos. Durante los tres primeros años sufrimos físicamente las largas distancias a pie y los caminos temerosos o arriesgados, pero pienso que ellos crearon estos puntos de control militar para destruir psicológicamente a las personas. Todos los días tenemos que enfrentarnos a dos puntos de control militar volantes por lo menos y esperar. Después viene Beit Iba como un punto de control militar fijo. El tiempo para llegar a Nablus desde Jayyous es de unos veinte minutos pero ahora comporta un promedio de dos horas y media.
Puedo decir muchas más cosas, pero permítanme ceñirme al título.
Hace dos días salí de mi trabajo en Nablus a las tres de la tarde, llegué a Beit Iba a las 3:20 y como la mayoría de las veces, había dos filas; una para varones jóvenes y la otra para las mujeres y las personas mayores (anciano es un término flexible: un día significa un doctor o un discapacitado o por encima de los cuarenta o de los cincuenta y al día siguiente es modificado según el humor del soldado y sin consideración a ancianos, profesión o caso). ¡Me hallé a mí mismo de pie en una larga fila de señoras y ancianos! y me costó alrededor de una hora y media llegar hasta los dos soldados que están verificando esta fila (uno verifica y el otro restalla).
Entonces me di cuenta de una señora que parecía embarazada del último mes y llevaba a otro niño de dos o tres años durmiendo en sus brazos. Fue directamente hacia los soldados desde un estrecho pasaje para las personas que entran a Nablus. Estaba muy cansada y exhausta, pidiéndole al soldado «por favor permítame pasar, he estado durante mucho tiempo en la línea y mire lo cansada que estoy; aquí está mi documento de identidad» El soldado le gritó que se fuera y que retrocediera y que no regresara ni por asomo, entonces otro hombre mayor pasó a través de la misma vía y pidió ayuda similar. El soldado empezó a hablar con el hombre viejo, entonces yo le dije a la señora «venga a mí lado yo hablaré con él» El soldado terminó con el hombre mayor y lo empujó hacia atrás, a la fila. A ella le gritó «¡Le dije que para atrás!» Entonces le dije «Mire, he sido quien le ha dicho que se pusiera a mi lado, ¿no ve usted que ella puede estar embarazada de nueve meses y que también lleva a su hijo? Mire, parece que va a desmayarse en cualquier momento como le ha sucedido a otra señora hace pocos minutos». El soldado dijo: «deme su documento de identidad». Pensé que quería verificarme, pero entonces me di cuenta que quería enseñarme una lección de cómo escuchar y obedecer las órdenes y decisiones. Dijo » aquí yo soy el comandante y el único que decide, no usted». «Esta bien» ,le dije, » le estoy pidiendo que la ayude». Dijo «regrese también a la fila de los más jóvenes. Usted tiene cuarenta y cinco años, no cincuenta (pensé que no era muy bueno en matemáticas, porque tengo 40). Le dije, «pero hoy usted también dio permiso a los de 45, pienso que usted quiere castigarme»
(El soldado, o comandante, hablaba buen inglés). Dijo «soy el comandante, él que decide (creo que debía de tener alrededor de 22 o 23 años). Tome su documento de identidad o me lo quedo». Lo cogí y le dije «todavía no sé mi error, ( estaba pensando en la mujer de mi lado) iré pero intentaré ayudar a esta señora» Entonces él dijo «ella también regresará» Di unos pasos atrás y le dije «recuerde que un día estuvo usted en el vientre de su madre o durmiendo en sus manos, ayude a su madre» entonces caminé hacía atrás al final de la fila, al volver la cara vi a la señora que me seguía mientras lloraba, exhausta y desesperada.
No conozco a la señora, y no podía hacer nada por ella. Todo lo que sé es que ella es una madre embarazada y la veo como a cualquier madre de este mundo. Siento compasión por esa señora y por su madre también. Después tengo que empezar de nuevo mi suerte en la fila de los más jóvenes a través de puertas giratorias. Finalmente, llegué a Jayyous a las 7:30. De vuelta a casa lleno de tristeza y esperando a mañana para empezar otra vez un nuevo viaje atormentador.
Abdul-Latif Khalid
Carlos Sanchis es miembro de los colectivos de Rebelión y Tlaxcala (www.tlaxcala.es), la red de traductores por la diversidad lingüística. Esta traducción es copyleft.