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Un Estado de palestinos enjaulados

Fuentes: Palestine Think Tank

Traducido para Rebelión por S. Seguí

La retórica estadounidense está llena de un lenguaje político engañoso. La secretaria de Estado, Hillary Clinton, en una entrevista con Al Jazira, de 19 de mayo, confirmó que «Estados Unidos va a impulsar la solución de dos estados, que, como su nombre indica, implica el establecimiento de fronteras que habrán de determinarse.»

Ahora bien, ¿por qué las fronteras han de negociarse y determinrsase? ¿Acaso no están ya fijadas por las resoluciones de la ONU? ¿Acaso estas resoluciones caducan en razón del tiempo transcurrido? ¿Acaso no deberían Estados Unidos y sus aliados impulsar el cumplimiento del Derecho Internacional como hicieron en los casos de Iraq y Líbano? ¿Y quién habrá de negociar con quién? ¿Con el corrupto, aprovechado, incompetente e ilegítimo gobierno de Abbas y Salam Fayyad? ¿Tendrían la CIA y el presidente Obama que confiar sólo en este último como impulsor del nuevo gobierno palestino? Con ello, tenemos que agradecer al actual gobierno estadounidense que las actuales conversaciones sobre la unificación se hayan convertido de nuevo en hostilidades. Les va de maravilla tanto a Israel como a Estados Unidos para mantener sus eslóganes propagandísticos de que «No hay un interlocutor real para la paz» y de que «Los palestinos son incapaces de gobernarse.» Pero, ¿debería sorprendernos todo esto? ¿No fue acaso el gobierno Bush el que azuzó la división entre los palestinos según el viejo dicho de «divide y vencerás?» Según Vanity Fair, una iniciativa secreta para provocar la guerra civil entre palestinos fue aprobada por Bush y puesta en práctica por la secretaria de Estado Condoleezza Rice y el asesor adjunto de Seguridad Nacional Elliot Abrams. El plan consistía en que los gobiernos árabes moderados crearan una fuerza para deponer el gobierno democráticamente elegido de Hamás. Por consiguiente, ¿por qué deberíamos creer la mendaz reclamación de Estados Unidos y los denominados árabes moderados de una posterior unidad palestina?

La prédica de la secretaria de Estado Clinton continuó así: «Estoy convencida de que Hamás debe cumplir no sólo con los principios del Cuarteto sino también con los principios de base de la Iniciativa Árabe de Paz.»

La ministra estadounidense de Asuntos Exteriores extrae de la Iniciativa lo que le conviene y descarta lo que no le gusta. La Iniciativa pide la retirada completa de Israel de todos los territorios árabes ocupados desde junio de 1967 y el cumplimiento de las Resoluciones del Consejo de seguridad 242 y 338. Pero parece que estos puntos fueron dejados de lado adecuada y voluntariamente cuando le preguntaron por las fronteras de dicha solución de dos Estados.

La secretaria de Estado Clinton continuó: «No podemos esperar que tanto Al Fatah como los israelíes o los árabes que desean ver resuelto este asunto con la solución de los dos Estados colaboren con un grupo que no cree en el resultado de este empeño.»

La honorable dama volvió a su ceguera sobre algunas cuestiones que sería necesario evocar si su gobierno está realmente preocupado por el futuro de los niños palestinos, como dijo más tarde durante la entrevista. En primer lugar, Hamás no es un simple grupo sino que cuenta con la elección democrática de la gente. En segundo lugar, no es cierto que los israelíes deseen de corazón resolver el asunto. Los hechos y las políticas de atrocidades lo han demostrado más allá de toda duda. En tercer lugar, Al Fatah y los árabes no representan a los palestinos. Clinton olvida que 11.000 personas, entre ellas un tercio de los miembros del Parlamento palestino, están en las cárceles israelíes. Si estuviesen libres, el terreno político palestino sería probablemente muy diferente. En cuarto lugar, si los niños palestinos son una preocupación para el gobierno estadounidense, no permitiría éste que Israel hiciese pedazos sus pequeños cuerpos cuando se refugiaban en sus escuelas, ni tampoco que bombardease sus hogares cruelmente con armamento estadounidense durante 22 días, ni que les impusiese un sitio inhumano durante más de dos años. ¿Cómo vamos a creer a la señora Clinton, cuando su gobierno ha sido el socio político y el apoyo en la sombra que ha privado a los palestinos de sus derechos humanos básicos de reconstruir sus casas bombardeadas, cuando muchas familias siguen viviendo en tiendas sin instalaciones apropiadas para la vida humana? Basándose en este llamativo silencio, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu tiene la desvergüenza de manifestar con insolencia: «Nos piden que permitamos mejores condiciones de vida para la población, y que dejemos entrar bienes y equipos, pero tenemos otras prioridades en la Franja de Gaza.»

 

¿Cómo se puede seguir en silencio y racionalizar el acto político de un bloqueo impuesto a millón y medio de personas en Gaza?

 

Pero, seamos inocentes u optimistas -llamémoslo como queramos- e imaginemos que la política exterior estadounidense está en plena transición y decentemente preocupada por encontrar un remedio político. Imaginemos que el presidente Obama tiene buenas intenciones para resolver el conflicto, no como una estrategia de cooptación de las insurgencias que han salido a la superficie en la región y que tienen apoyo y legitimidad popular. Imaginemos que las premisas no son sólo de reforzar el poder estadounidense y validar la fachada moral que tan sujeta a grave deterioro ha estado desde el gobierno Bush.

¿Qué clase de Estado palestino permitirá Israel que se establezca?

 

Con ocasión del aniversario de la Naqba -la Catástrofe-, el distinguido historiador israelí Ilan Pappé dio respuesta a esta pregunta en una conferencia, cuya filmación merece una visita:

http://www.youtube.com/watch?v=VpxHdAhZRxQ&eurl=http%3A%2F%2Fwww.palestinechronicle.com%2Fvideos%2FviewVideo.php%3FfileID%3D223&feature=player_embedded-

Desde su perspectiva sionista, en junio de 1967, el gobierno israelí representado por todo el espectro político de Israel decidió su estrategia en relación con los territorios palestinos ocupados. No pudiendo llevar a cabo la expulsión masiva de 1.5 millones de palestinos y la limpieza étnica cometida en 1948, el gobierno ocupante decidió que Cisjordania y Gaza formarían parte de Israel para siempre. La anexión de los territorios ocupados a Israel, sin embargo, era imposible debido a factores demográficos. Así, la solución fue que los palestinos tuvieran, en el mejor de los casos, una cárcel abierta, o, en palabras de Pappe, «una megaprisión abierta o subprisiones.» La prisión puede ser abierta y los palestinos tener autonomía para vivir sus vidas, siempre y cuando acepten el principio de la prisión y sean obedientes y no ofrezcan resistencia. Unos «palestinos verdes (enjaulados)», por decirlo así. En caso de resistencia, el gobierno israelí pasa inmediatamente al nivel de máxima seguridad con todas las medidas punitivas consiguientes. Por amargo y doloroso que suene, se espera que los palestinos, dentro de esta estrategia, vivan, en el mejor de los casos, con arreglo a condiciones ecológicas similares a las de los animales.

 

Aun cuando llamemos Estado a esta prisión, a los israelíes no les plantea problema alguno siempre y cuando los palestinos acepten el control total de sus vidas por medio de una maquinaria burocrática que rige todos y cada uno de los aspectos de su existencia, y siempre que colaboren con el aparato burocrático. Lo que importa es la esencia, no la terminología. Las políticas de atrocidades que perpetúan el sufrimiento de los palestinos desde entonces se consideran de máxima importancia para fortalecer los muros mentales de la prisión.

Las decisiones estratégicas tomadas en junio de 1967 siguen vigentes hoy en múltiples gestos de crueldad. La última masacre militar y el largo e inhumano sitio de Gaza son sólo algunas muestras palpables. La manipulación de los medios de comunicación, el control del lenguaje y el discurso, la propaganda, los grupos de presión, la legalización, la segurización, el victimismo y el chantaje político mediante el uso del Holocausto y la retórica antisemita son sólo algunos medios visibles del modo cómo se mantiene el relato israelí y su apoyo internacional. Imposible saber qué otros medios se utilizan en secreto.

No habrá un Estado palestino soberano en el sentido real de la palabra en el marco de la actual estructura de poder en Oriente Próximo.

La estrategia diseñada en 1967 se pone de manifiesto en la Plataforma del Likud que afirma: «El Gobierno de Israel rechaza de plano la creación de un estado árabe palestino al oeste del río Jordán. Los palestinos podrán vivir libremente en el marco de una autonomía, pero no como un estado independiente y soberano. Así, por ejemplo, en asuntos de relaciones exteriores, seguridad, inmigración y ecología su actividad estará limitada con arreglo a los imperativos de existencia de Israel, y su seguridad y necesidades nacionales.»

Para realizar la prisión que les han construido se procede a la confusión de los términos: terrorista, en lugar de resistente; moderados, en lugar de colaboradores y subordinados; y estímulos económicos en lugar de soberanía y aspiraciones políticas. Los proyectos de connivencia para mantener el statu quo en su perspectiva política siguen adelante. El proyecto Nuevo Oriente Próximo, orientado a la exterminación del movimiento de resistencia es uno de ellos.

En la perspectiva de los gobiernos israelíes, la única Autoridad Palestina legítima y pacífica es aquella que acepta actuar como contratista de seguridad, o perro guardián de su propia gente para controlar la resistencia en todas sus formas, so pretexto de combatir la violencia y el terrorismo, y promover una cultura de moderación.

En su Plataforma, el Likud exige con todo descaro que «La Autoridad Palestina deberá librar una batalla sistemática contra las organizaciones terroristas y sus infraestructuras. La AP deberá no sólo intensificar sus esfuerzos para prevenir los ataques sino también actuar con decisión para impedir potenciales actos terroristas, desmantelando para ello la infraestructura terrorista que se ha desarrollado y extendido en las zonas de la AP desde los acuerdos de Oslo.» Entre líneas, este texto se refiere a la resistencia a la ocupación en todas sus formas.

Lo que sí es de importancia como finalidad política para Israel, Estados Unidos y sus aliados es que se perciba la seguridad del Estado de Israel con arreglo a la enfermiza perspectiva de los sionistas, que conciben la simple existencia de los palestinos como una amenaza. No contamos ni con las afirmaciones ni con las visitas realizadas por la élite política estadounidense. En su discurso de hoy en la Universidad de El Cairo, el presidente Barack Obama comenzó pulsando la fibra sensible de los musulmanes y los árabes, su próspera historia, las civilizaciones de la región, y la tolerancia y el perdón inscritos en el Corán y el islamismo, lo que tuvo un efecto enternecedor para todos los presentes. Se diría que quien escribió su discurso había estudiado a fondo la psicología y la mentalidad árabes. Pero su discurso, en el fondo, no aportó nada que no fuera retórica vacía. Las políticas estadounidenses ya no pueden descansar en la inocencia de la gente. Cuando pronunció la frase Los palestinos deben evitar la violencia supimos que los estadounidenses siguen siendo un generoso socio político y campeón de los intereses de Israel. Se trata de una lectura totalmente errónea de la realidad.

Si la visita de Obama fuera acompañada de un levantamiento inmediato del cerco de Gaza, podríamos creer que el actual gobierno estadounidense está en vías de establecer una política más justa. Pero lo que resulta particularmente importante para el presidente estadounidense, según se desprende de su campaña electoral y su actuación política hasta hoy, es su aspiración a seguir en el poder y ser reelegido para un segundo mandato presidencial. Obama no podrá tomar una posición que moleste al lobby sionista al que tanto deben él y su partido. Pero, para verificar que somos amantes de la paz, por favor, demuéstrennos con hechos, no con palabras, que estamos equivocados.

http://palestinethinktank.com/2009/06/07/lina-suleiman-state-of-caged-palestinians/