Mohammed al-Qiq fue secuestrado por las fuerzas de ocupación sionistas con una ley de los colonialistas ingleses conocida como «detención administrativa». El secuestrado es periodista y su escritura ha resultado un altavoz de combate contra la ocupación de Palestina. Está a punto de dejar la vida, a su entrega por Palestina ha sumado los últimos […]
Mohammed al-Qiq fue secuestrado por las fuerzas de ocupación sionistas con una ley de los colonialistas ingleses conocida como «detención administrativa». El secuestrado es periodista y su escritura ha resultado un altavoz de combate contra la ocupación de Palestina. Está a punto de dejar la vida, a su entrega por Palestina ha sumado los últimos 75 días en huelga de hambre. La ley inglesa y los sionistas, uña y carne, dirigen al mundo su amenaza de silenciarlo con su crimen. A Mohammed al.Qiq, que ahora defiende la palabra del mundo, a él se dirige en este momento el poema «Masa», de Cesar Vallejo:
«Al fin de la batalla, // y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre // y le dijo: «No mueras, te amo tanto» // Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. // Se le acercaron dos y repitiéronle: // «¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»// Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. // Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, // clamando: «Tanto amor, y no poder nada contra la muerte» // Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. // Le rodearon millones de individuos, // con un ruego común: «¡Quédate hermano!» // Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo. // Entonces, todos los hombres de la tierra // le rodearon; les vió el cadáver triste, emocionado; // incorporóse lentamente, // abrazó al primer hombre; echóse a andar …»
Desde hace 3 meses han sido asesinados por el ejército de ocupación más de 175 palestinos y palestinas en Cisjordania y Gaza. El silencio internacional de los gobiernos democráticos es el de una tumba.
Más de 100 mujeres, más de 400 niños y niñas, forman parte de los 2.500 palestinos que han sido detenidos a raíz de la revuelta de Jerusalén, que se unen a los 8.000 palestinos y palestinas enterrados en cárceles del mismo Estado ocupante, constructor de un muro que se ha tragado miles de hectáreas a lo largo y ancho de Cisjordania, teniendo una Resolución del Tribunal Internacional de La Haya; el mismo Estado que tiene cercados por tierra, már y aire a 1.800.000 palestinos y palestinas en Gaza desde hace 8 años, y mantiene una guerra permanente contra la población causándo la destrucción de miles de viviendas, el cerco conlleva la falta casi total de luz, de gas, de medicamentos, de alimentos… A ello hay que sumar el estado de la economía, dependiente de los títeres de la Autoridad Palestina o de los gobiernos europeos, que dejan o promueven una geografía fragmentada por los colonos y los controles sionistas masivos. Es el panorama que tenemos, sin que haya esperanza para lo que llaman una «paz en la zona», que seguramente no llegará sin que se resuelva el presente, triste, doloroso, desgarrador de los derechos del pueblo palestino; se ha oido decir esto mismo a algunos líderes occidentales, pero nunca hacen que se haga realidad.
Por eso, yo como muchos, vemos que la única salida que le ha quedado al pueblo palestino ante esa práctica internacional y los contínuos gobiernos de Israel, ha sido la de defenderse como pueda y de mil maneras, ¿ven, escuchan su dolor?, y pongan fin al antojo de matar del terrorismo sionista. Me atrevería a decir que su continuidad es debida al terrorismo internacional y al del Estado de Israel, que marca al pueblo palestino con una estrella en su ropa y en las puertas de sus casas.
La resistencia heróica de la población palestina trístemente nos recuerda a la de antes de 1948. Para poder avanzar y alcanzar cauces positivos se tropieza con errores garrafales dentro del mismo ámbito palestino, con la crisis interna de su dirección y sus partidos mayoritarios. Con eso quería decir, conociendo las dos partes, el agresor Israel, y el agredido, Palestina, que la división que hay entre Al Fatah y Hamas dura y dura de manera exagerada, y da igual de cual de los dos es la culpa: el pueblo palestino no se mrece unos dirigentes que apuestan por las negociaciones que durante 20 años han sido ineficaces, con las que se ha tomado el pelo a los palestinos y que han hecho más colonos; no pueden seguir en vigor los acuerdos de seguridad con el agresor y una economía para unos cuantos basada en los Acuerdos de París.
Por el otro lado el pueblo de Gaza no merece el castigo de los suyos por asuntos meramente partidistas, que los problemas de Al Fatah y Hamas sirvan de excusa para cerrar el paso de Gaza, que es la única salida por Egipto, y que se utilice de moneda de cambio entre uno y otro.
El agresor Israel se frota las manos y actúa a sus anchas, comprobando que no hay respuesta cohesionada por parte de los responsables palestinos, que no están a la altura de los enormes sacrificios de éste pueblo, que nunca ha cesado de defender lo suyo, su tierra y su derecho a vivir en su propio Estado y en paz. También muchos hombres y mujeres de fe judía y gentes que no lo somos, damos nuestro apoyo a la resistencia del pueblo palestino. Dentro de Israel, EEUU y Europa manifestamos nuestra repugnancia y rechazo al terror interminable que lleva a cabo el Estado israelí.
Quizás fracasen las soluciones políticas, pero ¿qué pasa con las soluciones humanas?; me gustaría que me lo explicasen los dirigentes sionistas occidentales y de los EEUU, o el mismo sr. Ban Ki-moon: ¿Que tres meses no es suficiente para que pongan fin a las violaciones de los Derechos Humanos en Palestina?. ¿Es verdad que las dos partes son culpables, el agredido y el agresor, el terrorífico y el terrorificado?. ¿Es verdad que el arma blanca equivale a un F16, a miles y miles de soldados armados hasta los dientes que hacen y deshacen en Cisjordania día y noche?. ¿Es verdad que miles y miles de colonos que gozan de privilegios de 1ª categoría tienen más derechos sobre aquella tierra que los originarios palestinos que permanecen allí?. No quisiera seguir poniendo ejemplos de las vergüenzas que se cometen contra los Derechos Humanos, pero lo que veo en telediarios y prensa escrita es el mundo que deja el orden del imperio y su pasividad, el desprecio que manifiesta por la conciencia social, y cómo lo único que le interesa es sembrar dolor, confiscar territorios, y vender, y da igual si el precio son vidas palestinas, sirias o iraquíes, o pobreza en sus países.
Como seres humanos hemos avanzado mucho, pero siento que en esta cuestión tenemos que continuar manifestando nuestro total apoyo al pueblo palestino, que es un grito, el que ahora simboliza Mohammed al-Qiq, en las conciencias de nuestro tiempo.
Ramón Pedregal Casanova es autor de «Dietario de crisis», «Siete Novelas de la Memoria Histórica. Posfacios», y «Gaza 51 días». Es Presidente de AMANE, Asociación Internacional de Estudios Sociales y Cooperación.
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