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Un insulto más de Josep Antoni Duran i Lleida, el lobbista pronuclear y homófobo

Fuentes: Rebelión

Para José Romo y Luisa Trueba, que lo hubieran dicho mejor, con más razones y acaso con la misma indignación. Para el democristiano Josep Antoni -José Antonio en castellano- Duran i Lleida, las tesis de la democristiana Merkel sobre la falta de diligencia y el mal hacer de los trabajadores y trabajadoras españoles son razonables. […]

Para José Romo y Luisa Trueba, que lo hubieran dicho mejor, con más razones y acaso con la misma indignación.

Para el democristiano Josep Antoni -José Antonio en castellano- Duran i Lleida, las tesis de la democristiana Merkel sobre la falta de diligencia y el mal hacer de los trabajadores y trabajadoras españoles son razonables. Él si sabe lo que es trabajar duro. Josep Antoni dice entender bien a «los alemanes». Los plagia bien y con mucha frecuencia: no resiste estar tres días sin columna dedicada en alguno de nuestros diarios de (des)información e intoxicación ideológica.

Es posible que eso de estar en «boca de todos» haya sido una de sus motivaciones. Sea como fuere, la última hasta el momento, el nuevo insulto a la ciudadanía del vicepresidente en la sombra del gobierno catalán, el gobierno de los mejores y más expertos privatizadores, tiene la siguiente gastada e infame melodía: «En determinados sitios de España no se toman las cosas en serio; están siempre de fiesta mayor, y esto debe acabarse de una vez para siempre» [1].

Cuando Josep Antoni habla para los suyos, para agitar sus huestes conservadoras y nacionalistas de conveniencia, sus grupos sociales poblados de privilegiadas y neoliberales, y cita el nombre de España, excluye desde luego a Cataluña. No tenemos por qué seguirle en esta determinación geográfica y política que esconde un abyecto Cataluña versus España o su inversa.

¿Tiene razón el lobbista pronuclear Josep Antoni -«José Antonio» en castellano- cuando habla de la España que no va en serio, de la que está siempre en fiesta mayor? Tiene razón, por supuesto, pero las razones e informaciones no apuntan hacia dónde él quiere apuntar: a los sectores más desfavorecidas de la España menos favorecida. No, en absoluto. La España que no va en serio, la que está en juerga permanente en yates y en fiestas de lujo o jugando al golf, es la España que él tan bien representa, la de los políticos serviles, la de los profesionales de la política entregados a las peores causas de nuestra Historia, la España de los grupos sociales que él tan fielmente representa y defiende. Esos son los que permanentemente están en fiesta mayor y que no les tosan, los que no van en serio.

Que un político profesional de estas características, maniobrero, duro, soberbio, servil, sea el político más valorado en Cataluña y uno de los más valorados en el resto de España es claro indicio de la degradación poliética que afecta a muchos sectores de nuestra opinión pública o publicada, como diría el ex asesor de Carlos Slim, el ex Gal, el consejero de Gas Natural. La regeneración moral ciudadana debe adquirir dimensiones inconmensurables en este país de países -sin bicolor ni pachachín-pachachán- al que podemos seguir llamando España o buscar acaso una denominación más afable.

El último enunciado de su declaración -«y esto debe acabarse de una vez para siempre»- no sólo es muestra de la hybris desmedida de este política de derecha extrema de tres al cuarto al que la Historia le tiene dedicado en exclusiva un volumen y medio en las obras completas de la Historia Universal de la infamia, no solo es muestra, decía, de su insoportable soberbia y dureza sino de las similitudes no sólo nominales con el estilo y tono políticos del otro José Antonio. Es sabido: los nacionalistas exacerbados de uno y otro signo de entienden a la perfección cuando llega el día y la ahora. Y es obvio que ellos piensan -erróneamente- que ahora es su momento.

PS. Para que pensemos sobre las distancias siderales entre este político de la derecha extrema, fiel defensor de los sectores sociales más privilegiados, y un luchador antifanquista que, mientras Josep Antoni se dedicada a sus negocios y quehaceres crematísticos, se arriesgaba con detenciones y expulsiones y luchaba por el socialismo y las libertades de todos (sin excluir las libertades nacionales desde luego) copio una reflexión suya sobre esto de «ir en serio» de finales de los setenta, de una entrevista con Jordi Guiu y Antoni Munné:

«Había esta razón emocional y el vivo convencimiento de que, bueno, a mí me gusta intentar saber cómo son las cosas. A mí el criterio de verdad de la tradición del sentido común y de la filosofía me importa. Yo no estoy dispuesto a sustituir las palabras «verdadero»/»falso» por las palabras «válido» / «no válido», «coherente» / «incoherente», «consistente» / «inconsistente», no. Para mí, las palabras buenas son «verdadero» y «falso», como en la lengua popular, como en la tradición de la ciencia. Igual en Perogrullo y en nombre del pueblo que en Aristóteles. Los de válido / no válido son los intelectuales en este sentido, los tíos que no van en serio».

Duran i Lleida, Josep Antoni por supuesto, no es ningún intelectual pero es evidente que es «un tío que no va en serio». Su lengua no es la lengua popular ni abona la tradición de la ciencia ni la de Aristóteles. Cultiva la tradición de Cambó, Gil Robles et alteri. Es uno de los suyos.

Nota:

[1] El País, 31 de mayo de 2012, p. 12.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.