A cinco meses de un precario cese el fuego entre palestinos e israelíes, la Franja de Gaza es de nuevo, escenario de cruentos enfrentamientos y de los ataques y represión del ejército sionista. Rota la tregua acordada por el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, y el primer ministro de Israel, Ariel […]
A cinco meses de un precario cese el fuego entre palestinos e israelíes, la Franja de Gaza es de nuevo, escenario de cruentos enfrentamientos y de los ataques y represión del ejército sionista.
Rota la tregua acordada por el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, y el primer ministro de Israel, Ariel Sharon, en su primera reunión cumbre en Sharm Al-Sheikh, Egipto, el tronar de las armas y la violencia vuelven a ocupar el lugar de unas negociaciones de paz que después de su segundo encuentro en la ciudad de Jerusalén, en junio pasado, se consideraron fracasadas.
Quebrado el acuerdo, la Franja de Gaza se ha convertido en campo de tiro de los blindados y tropas de Israel, mientras sus aviones y helicópteros sobrevuelan el territorio para localizar a miembros de la Intifada, que en las últimas semanas han lanzado cohetes y proyectiles de mortero contra colonias y poblaciones rurales hebreas.
El reinicio de los asesinatos selectivo de dirigentes palestinos por parte de Israel y las acciones suicidas del movimiento de resistencia Yihad Islámica en Nataniaen Gaza y Cisjordania, han cobrado nuevas víctimas de ambas partes; en medio de cruentos choques armados entre las milicias insurgentes de Hamas y la policía de la ANP, que intenta impedirles atacar objetivos israelíes, acontecimientos considerados por los analistas como un franco desafío al presidente Abbas.
El rompimiento de la tregua, aleja más las posibilidades de la implementación del denominado Mapa de Ruta, estancado proyecto de paz auspiciado desde el año 2003 por Estados Unidos, Rusia, la Unión Europea y Naciones Unidas, que hasta el momento sólo ha representado para los palestinos, por la intransigencia de Israel, un camino de represión, desolación y muerte.
No obstante esta escalada de violencia y de la oposición de miles de colonos judíos y de la extrema derecha sionista, Sharon insiste en llevar adelante, en el mes de agosto, su plan de exclusión unilateral, mediante el cual propugna la evacuación de 21 asentamientos en la Franja de Gaza y de sólo cuatro en Cisjordania, preservando gran parte de ella con la presencia de 280 mil colonos, protegidos por el ejército y un muro de separación de ocho metros de altura y 650 kilómetros de longitud.
La construcción del «muro del apartheid», que la Corte Internacional de Justicia dictaminó, el 9 de julio del 2004, ilegal y violatorio del derecho internacional, y exigió su desmantelamiento; la demolición e viviendas y las construcciones en los asentamientos hebreos han sido aceleradas por Tel Aviv durante los meses previos a la aplicación del proyecto de desconexión.
Esta muralla fortificada segregará a cientos de miles de palestinos en los territorios ocupados, separándolos de sus tierras labrantías, lugares de trabajo y escuelas, e impidiéndoles el acceso a las fuentes de agua, centros de salud, u otros servicios sociales, y aislará a Jerusalén de Cisjordania, como parte del plan diseñado por Israel para extender sus dominios y garantizar su presencia en Palestina.
Esas circunstancias y el recrudecimiento de la violencia israelí hacen más pesimistas las expectativas de una cercana salida negociada al cruento conflicto mesoriental, que se extiende por más de medio siglo.
Porque una solución medianamente justa será imposible mientras Israel se niegue a aceptar las Resoluciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que lo conminan a su retirada de los territorios árabes ocupado, y a reconocer los derechos del pueblo palestino a un Estado independiente, con Jerusalén Este como capital; la libertad de sus presos políticos, el retorno de su cerca de 9 millones de refugiados; y la demolición de un muro segregacionista, que ha convertido territorios de Palestina en guetos o campos de concentración al estilo de los de los erigidos por los nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
Lo contrario, significa la continuación del genocida exterminio de la población palestina por parte del Estado sionista de Israel, y la causa de la heroica Intifada contra el invasor extranjero.
* Periodista cubano