En esta entrevista, Nahla Chahal, socióloga y coordinadora de la Campaña Civil Internacional para la Protección del Pueblo Palestino (CCIPPP) analiza la dinámica del proceso revolucionario en Egipto y en el mundo árabe. Contretemps.- Tras la revolución tunecina, las movilizaciones extraordinarias en Egipto y, en menor medida, en otros países como Jordania, Yemen y Siria, […]
En esta entrevista, Nahla Chahal, socióloga y coordinadora de la Campaña Civil Internacional para la Protección del Pueblo Palestino (CCIPPP) analiza la dinámica del proceso revolucionario en Egipto y en el mundo árabe.
Contretemps.- Tras la revolución tunecina, las movilizaciones extraordinarias en Egipto y, en menor medida, en otros países como Jordania, Yemen y Siria, la región parece a punto de conocer un enorme cambio político de amplitud histórica. ¿Es justo a tus ojos situar estas movilizaciones contra regímenes violentamente dictatoriales en una larga linea de revoluciones democráticas de la que el final de las dictaduras en América Latina en los años 1980 y luego la caída de los regímenes del Este en el comienzo de los 1990 fueron momentos importantes?
En esta región del mundo, que es el mundo árabe, las diferentes emancipaciones están lejos de ser acabadas. Se imbrican aquí inextricablemente la aspiración a la liberación nacional (la cuestión de Israel, y más recientemente la ocupación de Irak), la revuelta social y la exigencia de libertad, o si prefieres, de democracia. Estamos ante una enorme obra cuya característica es la globalidad y todas cuyas partes están articuladas. Creo que no se puede hablar aquí de prioridades, sino claramente de articulación. La liberación nacional por ejemplo no era una dimensión a parte en las demás revoluciones, ya sea en América Latina o en Europa del Este.
Después de que una coalición dirigida por Hezbolá se haya impuesto en Líbano en el mes de enero de 2011, es claramente el dominio de los gobiernos occidentales y de Israel sobre la región, vía sus estados clientes lo que parece amenazado. Por quedarnos en el caso crucial de Egipto, este país está en paz con Israel desde 1979 y es apoyado de forma masiva financiera y militarmente por los Estados Unidos. Sin embargo, según el Pew Global Attitudes survey de 2010 /1, solo el 17% de los egipcios tienen una opinión favorable de los Estados Unidos contra el 82% que tiene una opinión desfavorable: es el peor de todos los resultados obtenidos por los Estados Unidos en los diferentes países. En un contexto así, la democratización del país parece, a priori, difícilmente conciliable con el papel de estado cliente… ¿Qué pensar entonces de la actitud de los Estados Unidos que, a través del Presidente Obama, exigen -contrariamente a Israel- un cambio político inmediato? ¿No se trata más que de una cuestión de imagen -como cuando los Estados Unidos condenaron el golpe de estado realizado contra el presidente Zelaya en Honduras en el verano de 2009, antes de reconocer poco tiempo después al poder golpista -o bien hay una estrategia estadounidense de liberalización política que se está esbozando para el mundo árabe?
Obama tiene miedo de ver a todo el régimen egipcio arrastrado por el levantamiento popular, y pienso que su actitud está basada en el objetivo estratégico de salvar el régimen estando dispuesto a sacrificar la cabeza de ese régimen si es preciso. Obama sabe que lo que ha ocurrido en Egipto es profundo e insuperable, contrariamente a Israel que parece en estado de puro pánico, ¡y sueña con borrar el acontecimiento! Intenta preparar la continuación, porque la vuelta al «antes» es imposible. El pueblo egipcio, en dos semanas, ha quitado toda legitimidad al régimen, ¡y en este sentido ya lo ha derrocado! Hecho sin precedentes en el país del culto al jefe (¡faraón era dios!), ha arrastrado a Mubarak por el barro, y cuando Suleiman ha sido designado, en algunos minutos las multitudes no han dudado en decirle «también a tí, no». Recordemos que los 8 millones de egipcios que han salido a las calles hay gritado «el pueblo quiere la caída del REGIMEN», la palabra ha sido utilizada de forma imprevista. No es de la miseria social y de las reivindicaciones sobre el salario o el paro de lo que los egipcios han hablado, no es sobre los acuerdos humillantes con Israel, no es de libertad o de elecciones de lo que han hablado, sino de «régimen»! Es enorme. Y puesto que el jefe aquí es todo, le han dicho «lárgate». No pienso que los Estados Unidos quieran la liberación del mundo árabe, porque son pura y simplemente detestados, y esto no puede ser camuflado. Intentan sencillamente conservar una influencia sobre lo que ocurre y un acceso al nuevo mundo árabe que está naciendo ante nuestros ojos, lo que implica para ellos no empeñarse en sostener regímenes políticos agotados con el riesgo de perderlo todo. Hay también que decir que los Estados Unidos pueden encontrar apoyos en la medida en que una actitud pragmática hacia ellos -es decir no completamente hostil- puede aparecer como muy ventajosa para numerosos actores…
Contretemps.- La dimensión social de estas movilizaciones parece importante. La subida de los precios de los productos alimenticios está en el origen de un fuerte descontento social al que hace eco una fuerte presencia de las organizaciones sindicales en las movilizaciones. Se sabe que en Túnez sindicatos de la UGTT han jugado un papel en el mantenimiento y la duración de la movilización, incluso si hay contradicciones entre la base y una dirección ligada al régimen de Ben Ali. En Argelia, movilizaciones en los sectores de la salud, de la educación y de la banca están en curso cuando una marcha a iniciativa de la Coordinadora por el Cambio Democrático está en preparación para el 12 de febrero. En Egipto, las luchas obreras juegan igualmente un papel importante, particularmente en Suez donde se sitúan importantes actividades industriales y portuarias. Y el 30 de enero, en la plaza Tahrir se ha anunciado la creación de una nueva federación sindical independiente, federación que ha convocado a la huelga general. ¿Cuál es la importancia de esta presencia del movimiento obrero en las coaliciones que animan las movilizaciones? ¿Se inscribe en un ciclo más largo de removilización obrera en la región? La juventud, siguiendo el ejemplo del movimiento del 6 de abril en Egipto, parece haber jugado un papel de desencadenante en el impulso de los procesos revolucionarios, ¿cómo se posiciona en relación al movimiento obrero y a las organizaciones de izquierda?
Desde hace varios años, los obreros de los complejos industriales de Mahalla y de Heluane, cercanos a El Cairo, que son las bases de las industrias tradicionales y de la época naseriana, hacen huelgas y ocupaciones. Han logrado no solo ganar en muchas de sus reivindicaciones sino también llevar a cabo experiencias autogestionarias. Con estas luchas, han aparecido sindicatos autónomos. Su presencia importante en la movilización resulta de esta acumulación de experiencias. En Suez igualmente, existe una larga tradición militante apoyada en una conciencia del carácter estratégico del lugar debido a su proximidad con el canal que es la arteria económica del país: este emplazamiento nacionalizado por Nasser en 1956 genera rentas de al menos ¡4 millardos de dólares por año! ¡Es la tercera fuente de divisas! El turismo y las transferencias de los emigrantes son las otras dos. Mientras que la ayuda de los Estados Unidos aportan al país está totalmente compensada por la entrega casi gratuita de gas egipcio a Israel. Por otra parte, el canal de Suez tiene aún hoy una fuerte carga simbólica, además de su importancia económica para Egipto y estratégica para el mundo entero.
Lo que está ocurriendo en la plaza Tahrir es revolucionario en el sentido propio del término. Los estudiantes, los jóvenes desheredados y los obreros aprenden a trabajar juntos. Es un núcleo duro el que está naciendo aquí, y deshaciendo el entramado en la sociedad que el régimen ha podido poner en pie, incluso en el terreno de la corrupción de las élites intelectuales y políticas. Y es muy importante, pues la batalla va a ser larga y difícil. Estas categorías populares representan la mayoría aplastante de la sociedad. La estructura del régimen actual no es solo oligárquica. Es peor, separada completamente de la sociedad, que «gestiona» mejor o peor, sin ninguna visión, sin ningún proyecto… y consiguientemente mediante el desprecio y la represión. Los hombres del régimen, convirtiéndose sencillamente en ladrones, han llevado al extremo su carácter «despegado del pais». En caso contrario, ¿como un Mubarak habría acumulado una fortuna estimada entre 40 y 70 millardos de dólares? Hay 5 millones de millonarios en Egipto y 35 millones que viven con menos de 2 dólares por día (de ellos 11 millones en barrios de chabolas alrededor de El Cairo). El resto vive en su aplastante mayoría en una verdadera gran pobreza. El país está completamente destartalado. Todas las infraestructuras, los sistemas de educación, de salud, las carreteras, los ferrocarriles, las viviendas, incluso los edificios oficiales, están descuidados mientras la nueva clase de ricos vive y trabaja en zonas aisladas. En cuanto a las organizaciones de izquierdas, hay muchas cosas que decir. El antiguo PC a cuya cabeza se mantiene Rifaat Said, ha calificado lo que ocurre de «motín de críos». Está completamente cooptado por el régimen. Por otra parte ¡es la única organización que calificó las elecciones legislativas de noviembre de 2010 de impecables! Qué decir de esta traición… las demás formaciones de la izquierda son bastante reducidas y su influencia es limitada.
Contretemps.- El otro elemento clave de la situación es el papel de las fuerzas del islam político. Ya se trate de Ennahda en Túnez o de los Hermanos Musulmanes en Egipto, adoptan un perfil más bien discreto pero, ¿qué hay de su papel efectivo en las movilizaciones? ¿Existe en tu opinión una estrategia del islam político a escala regional o bien las dinámicas políticas se quedan a un nivel esencialmente nacional?
Los Hermanos Musulmanes, conocidos por su implantación y su organización, están también totalmente superados por los acontecimientos. Es un hecho. Pero es cierto que un pragmatismo casi oportunista prevalece entre los HM de Egipto. Quieren «existir» políticamente, (en el sentido oficial de la existencia), y están dispuestos a muchos rodeos para llegar a este objetivo. Tienen también miedo, y esperan a ver por donde va el viento para avanzar, guardándose de enfrentarse al régimen… ¡por miedo a que se mantenga y los diezme! Y además, los HM egipcios son liberales económicamente ¡cuando no ultraliberales! Su noción de la justicia social se limita a la caridad. No es el caso de Ennahda en Túnez (y de bastantes otras formaciones del islam político en Medio Oriente) que ha evolucionado en una dirección completamente diferente, con una real apertura a la izquierda y a las teorías e ideas de la izquierda, con una sensibilidad social, y una adopción del pluralismo político. No creo que se pueda hablar de un solo islam político en la región. Es diversificado, e incluso si hay marcos de encuentro, no hay seguramente una dirección unificada. Ni una estrategia común.
Contretemps.- Es muy notable que Mahmud Abbas, con Gadafi y el régimen saudita, haya sido uno de los pocos que han dado un apoyo al régimen en declive de Mubarak…¿Cómo explicar esta actitud? ¿Qué tendría que perder la Autoridad Palestina con un éxito de las revoluciones democráticas en el mundo árabe?
Ya sin raíces por la desaparición de su razón de ser que era la promesa de concluir un proceso de paz, la Autoridad Palestina acaba de terminar de perder todo poder político. La AP se parece cada vez más a esos regímenes, está también despegada del país, ladrona (incluso si son las ayudas occidentales las que roba), corrupta hasta la médula de los huesos, represiva y despectiva hacia su pueblo y su sociedad. Su actitud resulta de pequeños cálculos politiqueros, al sostener Mubarak a la AP contra Hamas…
Traduccion: Faustino Eguberri para VIENTO SUR
Fuente: http://www.contretemps.eu/interviews/noyau-dur-revolutionnaire-nait-place-tahrir