Sobre el autor: analista de las transformaciones en el ámbito de la comunicación y de los medios, Vincent Mosco, promotor de la Canadian Social Sciences and Humanities Research Council, ha centrado su atención en las investigaciones de las dimensiones sociales, políticas, económicas y culturales de los nuevos usos tecnológicos, especialmente en el ámbito de la […]
Sobre el autor: analista de las transformaciones en el ámbito de la comunicación y de los medios, Vincent Mosco, promotor de la Canadian Social Sciences and Humanities Research Council, ha centrado su atención en las investigaciones de las dimensiones sociales, políticas, económicas y culturales de los nuevos usos tecnológicos, especialmente en el ámbito de la informática. La nube es un estupendo ejemplo de sus investigaciones, intereses y sus resultados. Uno de sus libros, Fantasías electrónicas, fue traducido al castellano por Paidós y publicado en 1986.
Estructurado en cinco capítulos -1. La nube se comió mis deberes. 2. Del servicio informático a la informática en la nube. 3. El marketing de la nube sublime. 4. Nubes grises. 5. Big Data y la cultura de las nubes-, mas las notas (pocas, apenas cuatro páginas, y al final del libro), la bibliografía y un índice terminológico, la única pega que creo que se puede apuntar a este magnífico ensayo es la ausencia de un glosario al final del libro, la falta de definición de algunos términos (que el autor debe dar por conocidos por todos o casi todos), la extensión -nunca desinformada y en general de interés- con la que se extiende de algunos temas y, acaso, que algunas elucubraciones marginales le alejan en ocasiones un poco de la temática central. Señalado lo anterior, lo único que cabe decir es que vale mucho la pena la lectura y relectura (a poder ser en seminario) de este magnífico ensayo.
La temática del ensayo en palabras del autor: «… la mayoría de los lectores seguramente tenían una idea de la nube como el espacio donde reside la información hasta que se la convoca al ordenador, la tablet o el smartphone; o, en el caso de que haya algún fallo, el lugar donde muere esa información… Para bien o para mal la nube ya esta ahí.. La nube y Big Data son motores que impulsan el capitalismo de la información a la vez que permiten una forma de saber cada vez más dominante. Estos procesos interconectados y las críticas y los desafíos a los que se enfrentan son los temas principales de La nube«.
Como no es posible ningún resumen, son muchos los asuntos desarrollados y las informaciones dadas, me centro en uno de los nudos que creo más de interés desde un punto de vista gnoseológico.
Durante mucho tiempo, señala Mosco, los científicos sociales han estado trabajando con grandes paquetes de datos para hallar vínculos entre variables aparentemente no relacionadas. Pero ahora ha irrumpido algo diferente. El esfuerzo concertado por comunidades de científicos «informatizados» para hacer que esta herramienta -que es eso, una herramienta, potente o muy potente si queremos acotarla- sea singularmente la más importante en todas las investigaciones, su núcleo central por expresarlo de algún modo. Para algunos, en absoluto una minoría, es la «alternativa mágica» a los métodos que han guiado la investigación científica y humanística durante siglos. Desde ese punto de vista, no sería propiamente un instrumento metodológico sino el método, el método de nuestra época. Lo hecho hasta ahora es historia, historia superada.
Aún más, dando otra vuelta de tuerca, «Big Data no es sólo un método; es un mito, una historia sublime sobre cómo hacer borbotar la sabiduría, no de la defectuosa inteligencia de los humanos (con todas las limitaciones que conocemos tan bien) sino de los datos puros almacenados en la nube» (p. 291).
El autor habla, con mucha razón, del positivismo digital. Los hechos informáticos son los hechos informáticos. La teoría es eso.
Proclamando el fin de la teoría, en el sentido usual del concepto, Chris Anderson, recuerda Mosco, dio el primer paso en esta dirección en un artículo de la revista Wired en 2008. El aluvión de datos -es Anderson quien habla- «convierte el método científico en algo obsoleto». Ni más ni menos. Asunto superado.
No sólo eso: para Anderson, y no es el único que piensa en esta dirección, los Big Data suponen nada menos que un cambio de paradigma, una auténtica revolución conceptual sobre nuestra noción de saber. Los Big Data no sólo hacen que la ciencia, la nueva ciencia, sea mejor sino que, de hecho, acaban con la ciencia como tal y como la conocemos y la sustituyen, la están sustituyendo, por una nueva forma de saber «no científico», superador de lo que llamamos y conocemos por ciencia. Para algunos teóricos de esta nueva situación, el nuevo visionario es el científico de datos que obtiene mágicamente la verdad a partir de montañas de información en apariencia no relacionada. Estamos en una nueva era científica, en una nueva época: la era del científico de datos.
Mosco denuncia el mito creado en el interior de esa concepción: la nube y los Big Data consiguen aunar nuestras falsas esperanzas «mediante su promesa de un suministro interminable de información accesible, que se utilizaría para resolver los problemas que aquejan al mundo y permitirá llegar a formas de perfección que, hasta hace poco, sólo podríamos encontrar en el mundo de los sueños» (p. 296). No es ninguna tontería, como puede verse, lo que está en juego.
Robert M. McChesney, autor de Desconexión digital, otro de los libros publicados en Buridán, ha comentado que «una vez más, Vicent Mosco nos marca el camino a seguir para comprender el gran fenómeno de la comunicación de nuestra época: la informática en la nube. Su libro ilumina poderosamente ese fenómeno, educándonos y proporcionándonos un análisis crítico, matizaciones y contexto. Mosco, aquí, nos ofrece recursos indispensables para comprender el sentido de la era digital».
Podrán pensar tal vez que McChesney es un colega o amigo del autor (no lo sé) o que exagera en demasía. No es así: analiza, acierta y nos enseña. Mosco, como señala otra comentarista (Janet Wasko), «mira a través de las nubes para hacerse preguntas acerca de cómo se utilizan estos nuevos sistemas, quién los controla, y cuáles son las consecuencias de su empleo».
Y no sólo pregunta sino que responde satisfactoriamente, por mucho que nos inquiete, en la mayor parte de las ocasiones.
Llamo la atención sobre dos apartados del segundo capítulo -«Del servicio informático a la informática en la nube»- que creo de especial interés: «El servicio informático (casi) llega a Chile» y «La cibernética en la Unión Soviética».
Fuente: El Viejo Topo, diciembre de 2016
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