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Carta a Alberto Garzón

Una brizna de concreta realidad

Fuentes: Público

Apreciado Alberto Garzón: Permíteme empezar por lo más importante: me cuento entre los muchos que te admiramos y te hemos leído a menudo. Descubrí tu fulgor teórico en 2014, en un artículo sobre teoría de las crisis en el capitalismo desde la economía heterodoxa, y celebré entonces como tantos otros que una de las figuras […]

Apreciado Alberto Garzón:

Permíteme empezar por lo más importante: me cuento entre los muchos que te admiramos y te hemos leído a menudo. Descubrí tu fulgor teórico en 2014, en un artículo sobre teoría de las crisis en el capitalismo desde la economía heterodoxa, y celebré entonces como tantos otros que una de las figuras que -desde el desconocimiento- podía parecer meramente mediática, surgida del 15-M, fuese en realidad mucho más que alguien cabreado que había sabido utilizar con acierto las redes sociales: un marxista, un materialista sin reparos a considerarse a sí mismo como comunista. Qué gran noticia entonces. Y qué colosal decepción esta semana, al leer tu posición sobre el proceso democrático catalán. La tuya y la de tu partido.

Recientemente tuvimos un breve intercambio de impresiones sobre el referéndum de autodeterminación del 1 de octubre por las redes. Sin ahondar, en síntesis: empecé recomendándote un buen artículo de Jaime Pastor, a lo que contestaste que no necesitabas leerlo porque conocías los argumentos; seguí con un fragmento canónico de Lenin defendiendo el derecho de autodeterminación, a lo que respondiste que eso eran «sagradas escrituras» y que tú eras -¡Qué bien coincidir también en eso!- más del «análisis concreto de la realidad concreta». Hechos:

1. Empecemos por las clases, claro. La burguesía catalana en su práctica totalidad es contraria al ejercicio del derecho de autodeterminación, al referéndum de octubre y (eso es menos importante) a la independencia. Seguro que muchos jóvenes han aprendido contigo la necesidad de abordar el análisis de clases de forma compleja. Has demostrado saber hacerlo recientemente en lo que concierne al Estado, como tan magistralmente hizo también Marx en el Brumario. Me enorgullece reconocer que utilicé de fuente tu clasificación en siete clases de la sociedades capitalistas modernas en la triste carrera de Economía. Pues bien, ¿dónde queda esa complejidad cuando calificas el referéndum con «ir con los pujoles»? Realidad concreta: En Catalunya, el Círculo de Economía, Fomento de Trabajo, La Caixa, el Banco de Sabadell, La Vanguardia… nadie relevante de las tres primeras fracciones de la burguesía que describes en tu artículo (capitalistas parasitarios, de capital ficticio y proveedores de fondos) apoya el proceso democrático catalán, y solamente una parte de los capitalistas activos -parte la pequeña y mediana burguesía- lo apoya. Se trata indudablemente de un movimiento nacional-popular, que es interclasista como ocurre siempre en todas las revoluciones democráticas realmente existentes, como señalan con acierto tus camaradas catalanes. En el ámbito político, sólo una fracción de la derecha catalana dentro del menguante PDeCAT lo aprueba sin matices, la otra -por cierto- fue desmochada por 1.515 galos en una asamblea de la CUP; sin embargo, desde organizaciones libertarias como Embat, pasando por Revolta Global y la izquierda socialista de liberación nacional hasta la socialdemocracia (cada vez más socioliberal en Catalunya, eso sí) de ERC, apoyan el referéndum sin matices.

2. Defendemos potencialidades concretas, tú alternativas abstractas. Ya que exiges análisis concretos, existe una alternativa en el ámbito estrictamente institucional con posibilidades de ser hegemónica en una República Catalana: es la suma de Catalunya en Comú, ERC y la CUP. Fíjate que hasta podríamos permitirnos dejar al margen al PSC-PSOE, a diferencia de lo que puede plantearse a nivel de Estado. Eso no garantiza la eventual construcción del socialismo en Catalunya, claro, porque eso dependerá como siempre más de lo que ocurra en la calle que en las instituciones, pero ofrece una oportunidad (muy concreta) para seguir combatiendo por las alternativas posibles en la actual fase de reestructuración capitalista post-crisis, sin al menos unas instituciones totalmente antagonistas, en una disputa entre la socialdemocracia honesta (CeC y ERC) y el socialismo (CUP), que podría ser ejemplo para muchos pueblos del Estado y del continente.

Recuerdo que Jaume Asens y algún otro compañero que ahora gobierna en el Ayuntamiento de Barcelona defendían en su día el «asalto» institucional como un posible ejemplo para otras grandes ciudades de Europa. Es incomprensible por qué esta eventual y posible alianza que planteo, excepcional en todo el Estado, no puede servir también para eso: de ejemplo. En una Europa plagada de xenofobia y fascismo. Más cuando la alternativa que ofreces es esa tan abstracta defensa del derecho de autodeterminación que pasa por reformar una Constitución que, a la luz de las encuestas recientes, se presenta como un escenario sólo imaginable a décadas vista. Y lo más importante: cómo te ha recordado tu camarada en IU Alberto Arregui, nada tiene que ver con autodeterminarse algo que depende del permiso de Rajoy o el Estado, o de la aquiescencia tuya o de Pablo Iglesias. Eso es heteronomía y dependencia pura y dura. ¿Quién es ahora más concreto? ¿Quién más abstracto?

3. El carril central del movimiento soberanista aspira a la conquista de derechos sociales y políticos, y los elementos chovinistas e identitarios son completamente residuales. Supongo que cuesta entenderlo, pero la hegemonía en este país ha ido virando lentamente a la izquierda desde el inicio del proceso, si uno atiende a la realidad de los hechos y los discursos en la calle y el Parlament y no a los prejuicios de la izquierda jacobina española. Sobran los ejemplos: hasta el mismo Puigdemont afirmó ayer en el Parlament no haber utilizado jamás la funesta expresión «España nos roba», desterrada del imaginario y argumentario mayoritario colectivo; la entidad soberanista de referencia en esta fase (Òmnium) ha presentado recientemente una campaña llamada Libres (de exclusión, de pobreza y de desigualdad) ideada por nuestra estimado David Fernández (anticapitalista y diputado mejor valorado de la pasada legislatura, hecho curioso en un país supuestamente engañado por las élites burguesas convergentes) de la mano de todo el tejido cooperativista vinculado a la principal banca ética y cooperativa del país.

Sigo: aunque tumbada la mayoría por el Tribunal Constitucional, el Parlamento catalán se ha visto obligado, por el sentido común de nuestra época en Catalunya -un zeitgeist, verás, nada derechista- a aprobar leyes contra los desahucios, por la dación en pago, por una (insuficiente, sí) Renta Garantizada de Ciudadanía o por el cierre de los CIE, ha prohibido las balas de goma y ha anulado todos los juicios franquistas que afectaron a 66.000 personas. ¿Te imaginas esas mayorías políticas para legislar eso, aunque sea muy insuficiente aún, en el Estado español? Yo tampoco. Te parece lo bastante concreto, el análisis?

4. No hay alternativa a la resolución democrática de este conflicto, y no hay resolución democrática posible en el seno del Reino de España. Tres pilares fundamentaron la Constitución del 78: el capitalismo como modo de producción, el sistema monárquico y la negación del derecho de autodeterminación de los pueblos del Estado. Después de 18 peticiones formales para celebrar este referéndum, después de siete años de movilizaciones masivas sostenidas, después de haber reconducido -desde el sentido común de la CUP- la absurda hoja de ruta del bloque de Junts pel Sí hasta consolidar el referéndum de octubre como punto de encuentro y solución, no existe alternativa alguna al ejercicio de nuestro inalienable derecho de autodeterminación en base a nuestra capacidad de resistencia y lucha. Tampoco existe forma alguna de ser realmente federalista en este Estado autoritario que no implique ser primero independentista; como dice nuestro querido David Fernández, si no existe una vía democrática a la independencia, habrá una vía independentista a la democracia para todos los pueblos del Estado. Es ese análisis materialista el que nos lleva a muchos no nacionalistas a luchar por este referéndum y a solicitar (posteriormente) el voto por el sí. No te quepa duda que si el veredicto popular es contrario a la independencia, vamos a seguir apoyando a gente como tú en tu empeño a reformar este Estado de podredumbre que es España. Sólo exigimos reciprocidad.

5. La izquierda debe exigir garantías, sí. Pero al Estado. Lo más esperpéntico de la posición que mantiene IU es que reivindicáis un referéndum pactado y con todas las garantías pero las exigís al Gobierno de la Generalitat y a la mayoría social catalana que pretende autodeterminarse y no al Estado demofóbico que las impide. Olvidando, además, que toda revolución democrática se construye contra la ley, y no conforme a ella.

6. El referéndum tiene una capacidad clarificadora incuestionable que es urgente activar. Ese argumento, por cierto, es de tu camarada Manuel Delgado, de Comunistas de Catalunya, no mío. Clarifica porque precisamente rompe con las divisiones antinaturales de clase que impone el no reconocimiento del derecho de autodeterminación en el Estado. Muchos anhelamos un proceso constituyente precisamente para seguir disputando, con más vigor y sin velos nacionales, la hegemonía a la burguesía de nuestro país. Que el liderazgo en el ámbito institucional en esta fase del proceso de autodeterminación siga en manos del PDeCAT es responsabilidad de todos, pero sobretodo de una izquierda extraviada en su naufragio tacticista, electoralista e idealista, que podría estar liderándolo sin muchos problemas.

Termino. El marxista Kevin B. Anderson, en Marx en los márgenes, afirma que el internacionalismo de Marx no era abstracto sino muy concreto, y su apoyo a la emancipación de irlandeses y polacos son buena muestra de ello. Ojalá empieces a aplicar el rigor que te distingue en Economía Política para analizar la llamada cuestión nacional, siempre compleja, resultado de procesos históricos y que afecta a las relaciones entre las clases sociales, no vaya a ser que por no ascender ese camino a menudo pesado de lo abstracto a lo concreto que exige nuestro método vaya a acontecerse una revolución democrática en tus narices mientras sigues repitiendo «¡Pujol! ¡Pujol!, ¡Pujol!…» en un eterno y trágico balbuceo.

Pau Llonch. Miembro del Seminari de Economía Crítica Taifa y militante de la PAH y la CUP

Fuente: http://blogs.publico.es/otrasmiradas/9534/una-brizna-de-concreta-realidad-carta-a-alberto-garzon/