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Una colección sabatina de Pensamiento Crítico en Público

Fuentes: Rebelión

Se lo aseguro. No mantengo ningún tipo de relación con el departamento de ventas de Público. No he girado 180 grados para transitar por caminos publicísticos. No hago cálculos para situarme en futuros encuentros guiados por la ley de la oferta, la demanda y la claudicación. Nada de eso. Y no sólo eso. No crean […]

Se lo aseguro. No mantengo ningún tipo de relación con el departamento de ventas de Público. No he girado 180 grados para transitar por caminos publicísticos. No hago cálculos para situarme en futuros encuentros guiados por la ley de la oferta, la demanda y la claudicación.

Nada de eso. Y no sólo eso. No crean que soy un entusiasta cegado de Público. Me sobran páginas e imágenes postmodernas. El espacio dedicado a «Deportes», sin ninguna arista crítica hasta la fecha, es excesivo y, en general, masculino. Las páginas sobre política española son, básicamente, narración de los comentarios y réplicas insustantivos y electoralistas de los partidos institucionales. No es frecuente encontrar críticas a la Monarquía borbónica. Las páginas iniciales y la portada suelen estar orientadas por la perspectiva política de la, digamos, izquierda moderada del PSOE. Siguen sin estar claros los motivos de la sustitución de Escolar, el antiguo director. Sus regalos de fin de semana son, a veces, simple e impuro consumismo innecesario. Su suplementos son netamente mejorables. La izquierda comunista aparece de en letra pequeña, en sección escondida y de uvas a uvas. Etc, etc.

Pero hay también en Público, un diario que no incluye anuncios de prostitución ni información sobre boxeo ni sobre la franquistamente denominada «fiesta nacional», otras cosas de interés. Estas por ejemplo: sus páginas de ciencia y sus colaboradores en este ámbito; su difusión de la cultura republicana española; su, en general, democrática mirada en asuntos de política internacional (Honduras es un ejemplo reciente); las columnas, entre otros y otras, de J. M. Naredo, Martín Seco, Rafael Reig, Nazanin Amirian Antonio Izquierdo, Isaac Rosa, y las benditas apariciones de Francisco Fernández Buey, Santiago Alba Rico, Belén Gopegui y Pascual Serrano.

Hay, por lo demás, una anunciada arista de interés que merece ser destacada por su frescura, riesgo e infrecuencia. A partir del próximo sábado, Público pone en circulación, creo que a un precio muy reducido, la que llama «mejor colección de Pensamiento crítico». No lo es, no puedo serlo, no existe seguramente «la mejor colección» de ese tipo de pensamiento. Se incluye, además, en la colección un autor, Arthur Schopenhauer, de cuya penetración filosófica nadie puede dudar, pero que difícilmente encaja en esa casilla clasificatoria dado su conocido reaccionarismo político.

Es igual, pelillos a la mar. A partir del próximo 3 de octubre, podremos adquirir semanalmente ensayos de Umberto Eco, Karl Marx, F. Engels, Susan George, Rosa Luxemburg (no Luxemburgo como se indica en la información), Lenin, Bakunin, Simone de Beauvoir, Trotski y Susan George. Ni más ni menos. El Manifiesto Comunista, Reforma o revolución, El Estado y la revolución, La mujer rota, La revolución permanente,… con algunos de los títulos anunciados.

Déjenme que comente con algo más de detalle uno de los libro anunciados: Pacificismo, ecologismo y política alternativa. Su autor es Manuel Sacristán y fue editado por su discípulo y amigo Juan-Ramón Capella dos años después de su fallecimiento. Les señalo algunas -sólo algunas- de las joyas que pondrán encontrar en este imprescindible (no es una exageración) volumen, todo un clásico de la izquierda marxista hispánica:

Una comunicación de 1979 a unas Jornadas sobre ecología y política celebradas en Murcia que fue esencial para la introducción del ecologismo comunista en nuestro país.

Uno de los grandes trabajos de filología marxiana y marxista publicados por Sacristán: «Algunos atisbos político-ecológicos de Marx».

Una de las mejores entrevistas que se le realizó, la que en 1983 le hicieron Gabriel Vargas Lozano y dos amigos más para la revista mexicana Dialéctica.

Ocho o más artículos esenciales del antimilitarismo español de los años 80 que deberían estar presentes en cualquier aproximación al pacifismo ibérico. Entre estos escritos, el inolvidable «La salvación del alma y la lógica».

Uno de los textos más agudos que se escribieron sobre el decisivo V Congreso del PSUC.

Intervenciones puntuales y punzantes sobre los grandes temas de la transición (transacción) española, donde el realismo político está acompañado siempre de la defensa de principios básicos de la tradición.

La también inolvidable carta de la redacción del primer número de mientras tanto y aquel lema imperecedero: «por una humanidad más justa en una Tierra habitable, en vez de un inmenso rebaño de atontados en un ruidoso estercolero químico, farmacéutico y radiactivo».

Una nota precisa y documentada sobre el realismo lukácsiano.

Finalmente, por no cansarles, su presentación a la edición, en traducción de Miguel Candel, del undécimo Cuaderno de Gramsci en la cárcel, el último artículo publicado de Sacristán

A propósito de Gramsci. Con él y La política y el estado moderno se inicia la colección. Mejor imposible.

A propósito de Gramsci también. Así hablaba de él Sacristán en una entrevista de 1979 (¡en 1979!) con Jordi Giu y Antóni Munné. No pierdan detalle:

    Eso tiene que contar mucho entre los factores de mi inhibición. A mí me parece que la historia de Gramsci es la historia de una catástrofe. Por eso, entre otras cosas, no me puedo poner ahora a cultivar la moda Gramsci. ¿Cómo va a haber esperanza de nada en la historia de una catástrofe? Uno puede tenerle mucho amor a Gramsci; yo se lo tengo, desde luego; es un figura muy digna de amor; pero no porque sea una perspectiva de éxito del movimiento obrero, sino que como cualquier mártir es digno de amor.

Y así hablaba también Sacristán del revolucionario sardo en la presentación del undécimo cuaderno que acabo de indicares:

    El proceso de Gramsci, que terminó con una condena a 20 años, 4 meses y 5 días de presidio, estaba destinado a destruir al hombre, como redondamente lo dijo el fiscal, Michele Isgrò «Hemos de impedir funcionar a este cerebro durante veinte años». Por eso los Cuadernos de la cárcel no valen sólo por su contenido (con ser éste muy valioso), ni tampoco sólo por su contenido y por su hermosa lengua, serena y precisa: valen también como símbolos de la resistencia de un «cerebro» excepcional a la opresión, el aislamiento y la muerte que procuraban día tras día sus torturadores. El mismo médico de la cárcel de Turi llegó a decir a Gramsci, con franqueza fácilmente valerosa, que su misión como médico fascista no era mantenerle en vida. El que en condiciones que causaron pronto un estado patológico agudo Gramsci escribiera una obra no sólo llamada a influir en generaciones de socialistas, sino también, y ante todo, rica en bondades intrínsecas, es una hazaña inverosímil, y los Cuadernos son un monumento a esa gesta.

¿A qué esperan entonces? ¿No han reservado aún ejemplares? Bueno, bueno… ustedes mismos.

PS: Por lo demás, y en cuanto al título de la colección: ¿realmente es necesario adjetivar el sustantivo Pensamiento con el calificativo «crítico»? ¿Puede haber un pensamiento que tome asiento y se aposente en el acriticismo? ¿No es redundante entonces el nombre de la colección?

No, no lo es. Existe, como es sabido y padecido, y aunque un oxímoron o una contradicción, el pensamiento cautivo, entregado, interesado, que ha doblado la rodilla, ha abierto los bolsillos y ha cultivado a un tiempo un Ego siempre insatisfecho.

Pero ya saben: es mejor vivir de pie con un non serviam que gatear o arrodillarse con un «sí amo».

Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.