Traducido por Nadia Hasan y revisado por Caty R.
A pesar del «liderazgo» que te adjudicaron durante tu vida, y te siguen adjudicando los círculos izquierdistas y patrióticos de nuestra nación, nunca me resultó fácil llamarte «líder». Este término siempre tiene connotaciones de clase y de separación entre el líder y las masas. Por eso, respetuosamente, permíteme dirigirme a ti como «combatiente, militante y compañero».
Hay una brecha enorme entre un líder y un combatiente. Es la misma diferencia que hay entre los «líderes» renegados que imploran a los asesinos de la Casa Blanca para que les conceda un Estado y los combatientes que siguen luchando para liberar Palestina. La misma diferencia que existe entre los «líderes» que negocian para que les den un Estado y los militantes que rompen los muros que aprisionan al pueblo palestino en Gaza. La misma diferencia que hay entre los «líderes» que apoyaron la invasión y subsiguiente ocupación imperialista de Iraq y los militantes que están luchando para liberar Iraq y a la humanidad. Y es la misma diferencia que existe entre los corruptos «líderes» [peces gordos] que se quedan quietos mientras las fuerzas de ocupación sionistas invaden el campamento de refugiados de Yenín y los combatientes que sacrifican sus vidas defendiendo el campamento y a sus habitantes. Así que nuevamente perdóname por no referirme a ti como líder, sino como combatiente, militante y compañero.
Cuando alguien muere hay que elogiarlo por su contribución a la sociedad con sus buenas acciones y su generoso trabajo. Pero esas buenas acciones terminan cuando la persona muere. Sin embargo, cuando perece una figura histórica como tú, lo menos importante es elogiarlo por sus acciones pasadas. Un luchador por la libertad, como tú, parte dejando tras de sí sus ideas, un patrimonio y unos proyectos revolucionarios que deben ser recordados, vividos, aplicados y vueltos a aplicar, discutidos, debatidos, cuestionados y sí, criticados.
Estaría traicionando tu memoria si dejara que tus ideas murieran contigo. Por eso seguiré recordando tus ideas. Continuaré discutiéndolas, debatiéndolas y sí, criticándolas.
No recuerdo que mencionases nunca que nuestra bandera, el símbolo de la liberación, sería remplazada por una vela para protestar por la hambruna impuesta por los sionistas askenazíes en la Franja de Gaza.
Nunca me dijiste si de verdad creíste en la «Declaración de Independencia de Palestina» firmada en Argelia en 1988.
Sigo buscando una respuesta de por qué los líderes, incluyéndote a ti, del Movimiento Nacionalista Árabe (un partido panárabe), después de la derrota de los regímenes burgueses nacionalistas árabes en 1967, decidieron disolver el movimiento. ¿Por qué no te diste cuenta de la diferencia entre la derrota de los regímenes y ejércitos burgueses y el hecho de que las naciones no pueden ser derrotadas? Me hice esta pregunta hace muchos años en el panfleto que escribí titulado Arab Socialist Manifesto.
Durante el período de la lucha armada en nuestra nación, los jóvenes revolucionarios árabes se unieron voluntariamente a las organizaciones de izquierda. ¿Por qué la izquierda en el FPLP [Frente Popular de Liberación de Palestina] no aprovechó esta oportunidad para el desarrollo de un movimiento comunista o izquierdista panárabe?
¿Por qué el FPLP, una organización marxista-leninista, que fue creada con una dimensión local, nacional e internacional, desatendió la dimensión nacionalista panárabe y la abandonó completamente por los regímenes clientelistas?
Nadie ha ofrecido nunca una explicación adecuada para esto.
Me pregunto por qué a la mayoría de los que te lloran hoy y te recuerdan como el palestino patriota y nacionalista que fuiste, les da vergüenza decir, incluso de forma indirecta, que eras un marxista.
El discurso marxista o socialista desapareció de nuestra lucha después del colapso de la Unión Soviética y los ataques a la identidad y filiación nacionalistas. ¿Crees que el colapso de la Unión Soviética nos obligó irremediablemente a abandonar el marxismo? ¿O lo abandonamos porque unos compañeros en la República de Ramala se convirtieron en liberales, otros en Gaza formaron una República Islámica, y los otros en los países árabes, especialmente los que tienen canales de comunicación vía satélite, tuvieron miedo de los regímenes clientelistas? Desgraciadamente esto es reescribir la historia y no tiene autenticidad científica.
Una pregunta más, pero más amarga, dime, por favor: si el régimen sionista askenazí me concede un permiso para salir de la enorme prisión -aunque pequeño cantón- de Cisjordania, al que llamo «Oslostan» (1) para visitar Paris, ¿Qué debería decirle a Carlos «el Chacal», que fue traicionado por la Junta Militar y régimen islamista de Sudán? Nadie de nosotros ignora que fue un momento glorioso cuando él insistió en poner su pie en el cuello del ministro del Petróleo.
No tengo ninguna duda de que tu gran corazón se detuvo cuando viste a la realeza saudí bailar al son de George Bush mientras sus soldados violaban a las mujeres iraquíes y torturaban a sus hijos y a sus hombres. Odio molestarte mientras descansas, pero continuaré discutiendo y debatiendo estas y muchas otras de tus ideas con la esperanza de llegar a obtener algunas respuestas.
* Al-Hakim, «el sabio» en árabe, era el sobrenombre con el que se conocía a George Habash.
Nota de T.
(1) Juego de palabras que hace referencia a la Palestina de después de los acuerdos de Oslo.
Texto original en inglés: http://www.kanaanonline.org/articles/01413.pdf
Adel Samara, economista y director de Kaanan Bulletin, es palestino y reside en Ramala.
Nadia Hasan y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.