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Una ley definitoria: la Ley de Reforma Agraria cubana

Fuentes: Rebelión

Antecedentes En 1959 triunfó en Cuba una revolución de liberación nacional y social en el seno de una sociedad capitalista subdesarrollada, es decir, de un capitalismo neocolonial, dependiente de los Estados Unidos. Este capitalismo subdesarrollado se había consolidado durante la primera mitad del siglo XX, asentado en una base económica monoproductora y monoexportadora de azúcar […]

Antecedentes

En 1959 triunfó en Cuba una revolución de liberación nacional y social en el seno de una sociedad capitalista subdesarrollada, es decir, de un capitalismo neocolonial, dependiente de los Estados Unidos.

Este capitalismo subdesarrollado se había consolidado durante la primera mitad del siglo XX, asentado en una base económica monoproductora y monoexportadora de azúcar y algunas pocas materias primas y, por ende, multimportadora del resto de las producciones y servicios que era incapaz de generar. Todo ello centrado hacia y desde el monomercado estadounidense.

A la vez, la monoproducción azucarera se había sustentado en una agricultura extensiva que hizo proliferar el latifundio hasta llegar a convertirlo en el más agudo problema estructural de la sociedad cubana. ¿Por qué?

1) El latifundio es la concentración de la propiedad de la tierra en pocas manos, por lo tanto constituía una aberración económica. En el caso cubano, esta concentración no solo era muy alta sino que una buena parte de esas tierras estaba ociosas. Según datos de 1952, los propietarios de latifundios azucareros y ganaderos se extendían sobre el 75% de la superficie agrícola del país.

2) Más de un millón cien mil hectáreas de las mejores tierras cubanas, es decir, de los latifundios, eran de propiedad estadounidense por lo que semejante concentración constituía uno de los pilares políticos de la dependencia.

3) La expansión del latifundio azucarero significó en Cuba la disminución del campesinado, la proliferación del obrero agrícola y la elevada explotación de ambas clases sociales. Ello daría lugar a la creciente depauperación social imperante en las áreas rurales cubanas.   

En La historia me absolverá [2] , Fidel Castro retomaría las reivindicaciones históricas sobre la cuestión agraria cubana y las incorporaría como uno de los primeros problemas a resolver por el gobierno revolucionario que se constituiría al triunfar la insurrección popular nacida del ataque al Cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953.

Previamente, en su exposición, había caracterizado la estructura de las clases explotadas de la sociedad cubana, esclareciendo que para él, un concepto clave es pueblo, la masa que llevaría a cabo el proceso revolucionario.

Expresa en su conocido alegato:

«Cuando hablamos de pueblo, no entendemos por tal a los sectores acomodados y conservadores de la nación (…). Entendemos por pueblo, cuando hablamos de lucha, la gran masa irredenta, a la que todos ofrecen y a la que todos engañan y traicionan, la que anhela una patria mejor y más digna y más justa; la que está movida por ansias ancestrales de justicia por haber padecido la injusticia y la burla generación tras generación, la que ansía grandes y sabias transformaciones en todos los órdenes y está dispuesta a dar para lograrlo, cuando crea en algo o en alguien, sobre todo cuando crea suficientemente en sí misma, hasta la última gota de sangre» [3] .

Más adelante ofrece datos escalofriantes:

«El ochenta y cinco por ciento de los pequeños agricultores cubanos está pagando renta y vive bajo la perenne amenaza del desalojo de sus parcelas. Más de la mitad de las mejores tierras de producción cultivadas está en manos extranjeras. En Oriente, que es la provincia más ancha, las tierras de la United Fruit Company y la West Indies unen la costa norte con la costa sur. Hay doscientas mil familias campesinas que no tienen una vara [4] de tierra donde sembrar unas viandas [5] para sus hambrientos hijos y, en cambio, permanecen sin cultivar, en manos de poderosos intereses, cerca de trescientas mil caballerías [6] de tierras productivas» [7] .

Al dar a conocer el programa revolucionario que se aplicaría de inmediato, una vez tomado el poder, Fidel explicaba:

«La segunda ley revolucionaria [8] concedía la propiedad inembargable e intransferible de la tierra a todos los colonos, subcolonos, arrendatarios, aparceros y precaristas [9] que ocupasen parcelas de cinco o menos caballerías de tierras.»

El hecho de establecer una ley agraria como segunda acción del movimiento transformador era indicador de la relevancia que el grupo revolucionario concedía a este problema y de la profundidad de su proyección política.

Es importante destacar que la ley agraria que se proponía aprobar el gobierno revolucionario triunfante se sustentaba jurídicamente en el Artículo 90 de la Constitución de 1940, el cual establecía la proscripción del latifundio aunque, como se sabe, nunca fue elaborada la legislación complementaria para aplicarlo.

Con posterioridad, en 1955, ya conformado el Movimiento Revolucionario 26 de Julio se daría a conocer el «Manifiesto No.1 al Pueblo de Cuba»; en él se consignaba como primera cuestión a resolver después de tomado el poder, la eliminación del latifundio [10] .

Iniciada la guerra de liberación en las montañas orientales y con la expansión del Ejército Rebelde en sus diferentes territorios, los frentes de batalla se dieron a la tarea de organizar las producciones agropecuaria y de artesanías, establecer algunos servicios sociales, básicamente la alfabetización y la atención sanitaria y dar respuesta, hasta donde era posible, a las principales demandas de la población rural, entre ellas, sin dudas, la entrega de tierras al que la trabajaba [11] .

Existen, por lo tanto, momentos específicos que a nuestro juicio pueden catalogarse como antecedentes de la ley de Reforma Agraria de 1959. Son los siguientes:

1) La asamblea campesina realizada el 25 de mayo de 1958 en territorio liberado sede de la Columna 4, al mando del Comandante Che Guevara. Asistieron unos trescientos cincuenta campesinos y la misma fue presidida por el Comandante Fidel Castro. El tema a tratar se relacionaba con el café. Un elemento a destacar y que puso de manifiesto ante los ojos de los campesinos el alto espíritu humano y solidario del Ejército Revolucionario fue la propuesta del Comandante en Jefe de que en caso de falta de personal para la recogida del café podría utilizarse parte del Ejército Rebelde y si era necesario trabajarían 12 a 14 horas diarias.
Después de las discusiones, el Comandante Che Guevara propuso crear un sistema de cooperativas para garantizar el abastecimiento de frutos menores y hortalizas con fines colectivos, a la vez crear un Comité de vecinos para el control y fiscalización de la producción y entrega de los abastecimientos al personal que participara en las labores de la recogida y los que habitaran los barrios y cuartones para garantizar una distribución justa. Se creó un comité para ayudar a los campesinos y a la supervivencia del Ejército guerrillero [12] . Según Che Guevara, «cuando iba a cerrar el acto el propio Fidel, comenzó el ametrallamiento» del ejército enemigo [13] .

 2) El congreso campesino del II Frente Oriental «Frank País», territorio liberado al mando del Comandante Raúl Castro. Tuvo lugar el 21 de septiembre de 1958. Asistieron 160 representantes de los siete municipios en que se asentaba el II Frente. Fue presidida por el Comandante Raúl Castro.

3) La Ley Nª 3 del Ejército Rebelde, «Sobre el derecho de los campesinos a la tierra», publicada en el Boletín Oficial del Ejército Rebelde en edición extraordinaria del 20 de octubre de 1958.

Esta ley (…) «que establecía una verdadera Reforma Agraria y aunque no era completa tenía disposiciones muy positivas: repartía las tierras del Estado, la de los servidores de la dictadura y las de quienes las poseyeran con títulos de propiedad adquiridos mediante maniobras dolosas, como los geófagos que se han engullidos miles de caballerías en los deslindes; otorgaba la propiedad a todos los pequeños colonos de no más de dos caballerías que pagaran renta. Todo gratuitamente» [14] .

La Ley de Reforma Agraria de 1959 

Fue firmada el 17 de mayo de ese año por el Primer ministro del Gobierno Revolucionario, Comandante Fidel Castro en la Comandancia general del Ejército Rebelde en La Plata, Sierra Maestra, y puesta en vigor el 3 de junio.

En su Artículo primero, la ley proscribió el latifundio y estableció en 30 caballerías (402 ha) el límite máximo de tierras a poseer por una persona natural o jurídica. Se exceptuaron fincas mayores que demostraran un alto nivel de producción y productividad, aunque el límite definitivo para estas fue de hasta 100 caballerías.

En su Artículo 15, dejó sentado que solo podrían poseer tierras los ciudadanos cubanos o sociedades formadas por ciudadanos cubanos. Estos dos articulados constituyeron un golpe mortal para los terratenientes nacionales y extranjeros, en particular los estadounidenses, que acumulaban enormes cantidades de las mejores tierras cubanas.

La ley decidió la distribución de tierras a los campesinos no propietarios (arrendatarios, colonos, subcolonos, aparceros y precaristas) y de esa forma consolidó la pequeña propiedad agrícola, al eliminar por primera vez en Cuba los arrendamientos de tierras en dinero y en especie. Aproximadamente 200,000 mil familias campesinas fueron beneficiadas con la distribución de un poco más de cinco millones de caballerías.

También decidió que en las tierras no distribuidas fueran organizadas cooperativas agrícolas. No se consideró pertinente la fragmentación de los antiguos latifundios so pena de un retroceso histórico.

La ley reconoció, en su Artículo 29, el derecho constitucional de los latifundistas expropiados a recibir indemnización. Para ello fueron creados los Bonos de Reforma Agraria como valores de la República que devengaban un interés anual del 4,5% y cuya redención se fijaba en veinte años, más un período de gracia de diez años eximidos de pagar impuestos sobre la renta.

Las indemnizaciones fueron calculadas sobre la base de los valores de amillaramiento con que cada terrateniente o compañía había inscrito sus tierras en los registros de propiedad de la nación. Esto constituyó también un fuerte golpe a los latifundistas pues era perfectamente conocido que los amillaramientos siempre fueron consignados en valores mucho menores que los reales; ello permitía a los propietarios pagar impuestos bajos.

Las tierras expropiadas al capital estadounidense estuvieron, por supuesto, contempladas en las indemnizaciones pero el gobierno de ese país, aunque reconoció el derecho de Cuba a nacionalizar su propiedad, exigió que la expropiación fuese pagada de forma justa, pronta, adecuada y efectiva [15] .

Como parte de su articulado, fue creado el Instituto Nacional de Reforma Agraria (INRA), a cuya gestión se adjudicó la aplicación de la ley y el fomento del desarrollo agropecuario del país. Para ello se le dotó de una organización específica, destacándose la creación un departamento de créditos así como de centros de investigación y de ayuda técnica para los campesinos y cooperativistas que comenzarían a desarrollar sus producciones. El INRA creó también las Tiendas del Pueblo en las zonas rurales, eliminándose así las tiendas adscritas a los centrales azucareros (y propiedad de estos), una de las más antiguas e inhumanas formas de explotación de los obreros agrícolas y del campesinado cubano.

Afirmar que la decisión de destruir a la Revolución Cubana por parte de la potencia del norte comienza con la promulgación de la ley de Reforma Agraria del 17 de mayo de 1959 es históricamente erróneo. En noviembre de 1958, la CIA realizó dos intentos por impedir que las fuerzas revolucionarias encabezadas por Fidel Castro tomaran el poder político en Cuba.

El primero se remonta al acuerdo con la Asociación Montecristi de Justo Carrillo [16] cuyo objetivo era desplazar a Fidel como su principal dirigente y frustrar la victoria revolucionaria y el segundo, cuando William Pawley, embajador de Estados Unidos en Brasil y Perú, con el apoyo del Centro de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en La Habana propusieron a Batista la creación de una junta de gobierno a la que éste entregaría el poder [17] . La traición del general Cantillo [18] fue la última de las alternativas fallidas para frenar el triunfo de la Revolución.

Una vez promulgada la Reforma Agraria, comenzaron a instrumentarse medidas contra la Revolución. Roy Rubotton, subsecretario de Estado para Asuntos Interamericanos del Departamento de Estado, afirmó en enero de 1960: «El período de enero a marzo (de 1959) puede ser caracterizado como la luna de miel con el gobierno de Castro. En abril, se hizo evidente un giro descendente en esas relaciones (…). En junio, habíamos tomado la decisión de que no era posible alcanzar nuestros objetivos con Castro en el poder (…)» [19] .

Como se conoce, acciones contrarrevolucionarias fueron desencadenadas desde entonces, entre las cuales destaco solo unas pocas: la promulgación del «embargo» por parte del Presidente Kennedy en 1962, la invasión mercenaria por Playa Girón (Bay of Pigs) y su derrota en menos de 72 horas por las fuerzas armadas revolucionarias, la Crisis de los Misiles en octubre de 1962, los cientos de intentos de asesinato a Fidel Castro, el apoyo logístico y financiero a los bandidos que proliferaron en zonas montañosas del país, la última conocida como Lucha contra Bandidos en las montañas del Escambray del centro del país, definitivamente derrotadas en 1965..

Sin que pueda ser calificada como una disposición legal de carácter socialista, la Ley de Reforma Agraria de 1959 constituyó la primera medida revolucionaria que inició la transformación de la estructura económica dependiente de Cuba y por lo tanto, el primer paso efectivo en su proceso de desarrollo.

Notas:

[2] Su alegato de defensa por las acciones del 26 de Julio en la antigua provincia de Oriente ha sido conocido con ese nombre, ya que al finalizar expresó: «Condenadme, no importa, la historia me absolverá».

[3] Castro, Fidel, «La historia me absolverá». Edición anotada. Edición y notas de Pedro Álvarez Tabío y Guillermo Alonso Fiel. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana, 1993, p.53.

[4] La vara es una medida española de longitud equivalente a 0, 836 metros. Tomado de Castro, Fidel, «La historia me absolverá», Ob. Cit., p. 174.

[5] En Cuba, se denomina «viandas» a los tubérculos tales como yuca, boniato, papa y otros productos agrícolas.

[6] La caballería es una unidad de superficie muy común en Cuba, equivalente a 13, 43 hectáreas. Tomado de Castro, Fidel, «La historia me absolverá», Ob. Cit., p. 170.

[7] Castro, Fidel, «La historia me absolverá», Ob. Cit., p. 58. Las cursivas aparecen en la obra citada.

[8] La primera ley revolucionaria devolvía al pueblo la soberanía y proclamaba la Constitución de 1940 como la ley suprema del Estado cubano. En Castro, F. , «La historia me absolverá», Ob. Cit., p. 55.

[9] Colonos eran los agricultores que producían caña para un central; por lo general trabajaba una tierra arrendada a un hacendado o a una compañía latifundista. Los subcolonos arrendaban la tierra a un colono. Los arrendatarios pagaban renta en dinero al dueño de la tierra; aparceros eran los que pagaban en especie por el uso de la tierra y los precaristas eran campesino u obreros agrícolas que se asentaban con sus familias en parcelas ociosas y vivían bajo el permanente acoso del desalojo por parte de los terratenientes. Descripciones tomadas de Castro, F., «La historia me absolverá», Ob. Cit., p 170.

[10] Otras leyes revolucionarias atenderían graves problemas sociales que afectaban a todo el pueblo cubano, tales como la salud pública, la educación, la seguridad social, el empleo, la vivienda.

[11] Che Guevara se refirió a esto en su charla denominada «Proyecciones sociales del Ejército Rebelde«: » Se hizo allí [después del fracaso de la huelga del 9 de abril] el primer ensayo de reparto de tierras con un reglamento agrario redactado fundamentalmente por el Dr. Humberto Sorí Marín [después traicionó a la Revolución], por Fidel Castro y en el cual tuve el honor de colaborar. Se dieron revolucionariamente las tierras a los campesinos, se ocuparon grandes fincas de servidores de la dictadura, distribuyéndose, y todas las tierras del Estado se comenzaron a dar en posesión a los campesinos de esa zona». En Bell, López, Caram, Documentos de la Revolución Cubana, 1959, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006, p.32. La aclaración entre corchetes es de la autora.

[12] La información sobre esta asamblea campesina está tomada de EcuRed.cu. que a su vez usó como fuente la del Museo Municipal Bartolomé Masó Márquez. Recuperado en 2018.

[13] Guevara, Ernesto Che, «Interludio» en Pasajes de la guerra revolucionaria. Cuba 1959-1969. Edición Anotada. Editora Política, La Habana, 2000, p. 242. En este artículo, publicado en 1964, en Verde Olivo, el Che refiere que en ese momento había sido sustituido como jefe de la Columna 4 por el Comandante Ramiro Valdés y él había sido nombrado responsable de la escuela de reclutas de Minas del Frío.

[14] Guevara, Ernesto Che, «Proyecciones sociales del Ejército Rebelde». Ob. Cit., p.35.

[15] En 1974, Naciones Unidas aprobó la Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estados en el que aparece el concepto de que una compensación es «apropiada» conforme a la ley del Estado nacionalizador. Los Estados Unidos no aceptaron la legislación cubana sobre la compensación económica a sus propiedades nacionalizadas, sin embargo, el resto de los gobiernos cuyos nacionales habían sido afectados, sí negociaron y fueron compensados.

[16] Justo Carrillo formó parte del grupo de jóvenes universitarios opuestos a la dictadura de Gerardo Machado. Fundó la Asociación Montecristi durante la tiranía de Fulgencio Batista pero sus objetivos no rebasaban los de sustituir al dictador y mantener la república neocolonial.

[17] Jacinto Valdés-Dapena, Operación Mangosta: preludio de la invasión directa a Cuba. Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2002, pp. 10-11.

[18] Eulogio Cantillo Porras . Jefe del Estado Mayor Conjunto del ejército batistiano. En diciembre de 1958 ante la derrota eminente de las fuerzas armadas por el Ejército Rebelde se comprometió con Fidel Castro a finalizar la guerra, pero regresó a La Habana y urdió un golpe de Estado que ayudó a escapar a Batista y sus más cercanos secuaces.

[19] Department of State: Foreign Relations of United States, 1958-1960. Cuba, United States government printing office, Washington, 1991. Vol. VI, p. 742. Citado por Andrés Zaldívar en, Bloqueo, el asedio económico más prolongado de la historia, Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2004, p.45.

Delia Luisa López es profesora titular de FLACSO Cuba, Universidad de La Habana.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.