Esta semana se celebra en Glasgow, Escocia, la Conferencia anual de las Naciones Unidas sobre el cambio climático 2021 –COP26. El sistema capitalista, ha llegado a un tope que ya resulta incompatible con la vida misma, pero los depredadores mundiales persisten en sus malas prácticas industriales que ocasionan el calentamiento planetario. Los dueños del mundo, solo están dispuestos a dar dinero para mitigar el problema, pero sin abandonar el modelo que ocasiona el problema. En esta perspectiva, tampoco hay buenas noticias para Perú, como veremos a continuación.
Hay muy poca difusión sobre esta temática y por ello, no se ha generado consciencia social suficiente, para luchar contra los causantes de la desgracia climática. Por eso, vuelvo a llamar la atención sobre lo determinate que es el clima para nuestra vida cotidiana. Mucha gente está pendiente solo del acontecer político y no del clima, mueren familiares y amigos víctimas de la pandemia, pero no lo relacionamos con el cambio climático, los precios suben como el valor del dólar generando inflación, pero piensan que no tiene nada que ver con el clima.
Al común de la gente, no le interesa la cosmovisión, ni el calentamiento global. Transita como cualquier animal, sin procesar los indicativos de la vida. Pasa por los ríos, sin percatarse de nada. No piensa si están en su nivel normal, ni lo relaciona con lo que pasará en los próximos días. El río Rímac, está a la espalda de palacio de gobierno, pero nadie se preocupa de su sequedad porque ignoran la importancia de este detalle.
Entramos al mes de noviembre y si los ríos de la costa no tienen agua, es porque en la serranía no llueve. Tampoco les interesa, pero lo sufrirá más tarde. En cambio, los peruanos ancestrales no dejan de relacionar los hechos de la naturaleza, del universo, con lo que sucederá posteriormente y se preparan para tomar medidas preventivas de adaptación. El retraso y escases de lluvias es una mala señal. Lo sienten al respirar aire seco. Por eso, siempre miran el horizonte y reflexionan, recordando el pasado.
Es que todos los aspectos de la vida, y de la propia existencia humana, dependen de un solo elemento: El agua. Nadie puede vivir sin ella. Nuestro organismo es agua fundamentalmente. Sin agua no hay producción de alimentos ni de insumos industriales. Si no hay lluvias, tampoco alcanzará para el agua potable ni servicios higiénicos. Un día que falte el agua en nuestros hogares, genera innumerables problemas económicos, psicológicos, de salud, higiene, etc. Pero si el problema se prolonga por tiempo indefinido, entonces estallan muchos otros problemas.
Es de imaginar lo que pasaría si en todo el país, la disponibilidad de agua fuese disminuyendo cada día, hasta llegar a un límite insostenible. Pero ya, la disponibilidad de agua es cada vez menor por el calentamiento global que derrite glaciales, mientras la población crece aumentando la necesidad de agua. Aunque no lo hayan percibido todavía, este problema ya empezó hace tiempo en nuestro país. Nuestras fuentes de agua se están secando, no solo por efectos de las malas prácticas humanas que ocasionan el sobrecalentamiento planetario, sino también por la depredación de nuestros recursos naturales.
Las empresas multinacionales latifundistas de la agro exportación, están acabando con todas las reservas de agua superficial y del subsuelo. Pero también nosotros, estamos contribuyendo con el calentamiento global. ¿Yo? Claro que sí. El carbón, es el principal causante del calentamiento por la emanación de gases de efecto invernadero y el pollo a la brasa que tanto nos gusta por millones, usa inmensas cantidades de carbón.
Se calcula que, en Perú existen aproximadamente unas 13 mil pollerías a la brasa. Que en promedio utilizan, cada una, alrededor de 50 kilos diarios de carbón (las grandes cadenas más de 100 kilos diarios). Ello, multiplicado por las 13 mil pollerías, suma unos 2,990 kilos, es decir, 2.9 toneladas al día, aproximadamente. El consumo de pollo a la brasa crece 7% anual, de acuerdo a datos que maneja la Asociación Peruana de Avicultura (APA). La población pollera sigue aumentando y la carbonización árboles también.
Entonces tenemos casos como Pucallpa que (según Bennett-Curry) casi 98% del carbón vegetal producido se destina a los mercados de Lima. En el año 2015 la región Piura, perdió 17.589 hectáreas de bosque de algarrobo por diversos factores, uno de los cuales fue la tala ilegal para elaborar carbón destinado a pollerías. La deforestación es cada vez mayor, aun cuando la vegetación es la que absorbe el gas de carbón para procesar los carbohidratos y reduce el efecto invernadero.
Pónganse a pensar por un momento en lo siguiente: Un árbol de algarrobo necesita unos cinco años para estar en condiciones de ser usado como leña para carbón. Convertido a carbón, este árbol es destruido en pocos minutos. Pero en general, la deforestación nacional en el 2020, según Geobosques del Minam, alcanzó 203 272 has, siendo la cifra más alta en los últimos 20 años. Entre el 2001 y 2020 se han perdido 2’ 636, 585 has. Todo esto contribuye al calentamiento global.
Pero, volviendo al punto, sobre el pronóstico climático negativo, lo que nos dicen los meteorólogos es que habrá escases de lluvias y lo más probable es que en vez del fenómeno de “EL Niño”, tengamos ahora “La Niña”. Es decir, todo lo contrario. Antiguamente, eran los sabios ancianos y pitonisos, los que anunciaban esto. Ahora los focos de nuestra atención son otros y por eso, se ignora el impacto meteorológico en la economía nacional, alimentación, inflación, política y muchos otros aspectos de la vida nacional.
Con el fenómeno de El Niño, ocurren lluvias torrenciales sobre todo en la costa norte. Sucede esto porque los vientos planetarios arrastran las aguas cálidas superficiales del otro lado del océano Pacífico llegando a nuestras costas en el verano, lo que ocasiona alta evaporación. A la inversa, con La Niña, hay un enfriamiento de las aguas que llega a nuestras costas sin generar evaporación. Con El Niño pueden ocurrir desastres naturales como inundaciones, huaycos y destrucciones, pero pasado el susto, el suelo reverdece con mayor vida. En cambio, con La Niña, hay sequía, mueren cultivos, pastos y ganado, dejando sin agua ni ingresos a la población.
El asunto es que la mayoría de agricultores del país, cultiva con agua de lluvias o “secano”, porque carece de instalaciones de riego canalizado. Las comunidades campesinas preparan el terreno en agosto y en setiembre ponen las semillas que germinarán cuando en octubre empiece a llover. Pero si hay retraso o no llueve, se pierde lo invertido, pues cada cultivo tiene su tiempo de siembra. La quinua se cultiva entre agosto y setiembre. Trigo y cebada en diciembre.
La cosecha vendrá dentro de seis meses y lo cosechado debe alcanzarle para todo el año, a falta de otros medios. Pero si no llueve o, no hay cosecha, la familia campesina no tiene de qué vivir. Los campesinos no tienen sueldo ni beneficios sociales, gratificaciones, maternidad, escolaridad, feriados, seguros, ni jubilación. El 97% de las unidades agropecuarias es de agricultura familiar, lo que nos hace pensar en los diez millones de campesinos afectados si las lluvias no llegan.
Pero todo es una cadena, pues si no hay lluvias no habrá producción y eso significa que habrá desabastecimiento de alimentos y, por consiguiente, encarecimiento e inflación. Se recurrirá a la importación lo que significa desabastecimiento de dólares y devaluación, con todos los efectos secundarios, como por ejemplo desprestigio del gobierno, protestas populares, estado de emergencia, etc. En esta cadena pierden los productores, comerciantes, transportistas, financistas, consumidores y gobierno, porque también la disminución de ingresos afecta la demanda y toda la economía se deteriora “por falta de lluvias”.
En artículo anterior, hice ver lo que estaba pasando en el hemisferio norte en la estación de verano, con la más alta radiación solar y calentamiento ambiental. Ahora la inclinación planetaria nos está llevando al verano en el hemisferio sur. El solsticio ocurrirá el 21 de diciembre y podría suceder la cadena de desastres por la alta temperatura ambiental. La presión atmosférica del calentamiento global que ha desatado inundaciones, sequías, reactivación de volcanes y frecuencia de movimientos sísmicos en el hemisferio norte, también podría repetirse en el sur.
La comisión multisectorial-ENFEN, especializada en esta temática recomienda a los tomadores de decisión considerar los posibles escenarios de riesgo climático en el contexto de un posible evento La Niña en el Pacífico central, que podría llegar a nuestras costas en el verano y ojalá sea en estado débil. La sequía sería terrible para el norte peruano, productor de arroz y otros granos.
El objetivo de esta nota es alertar para tomar precauciones apropiadas. Es mejor prevenir que lamentar.
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