Recomiendo:
0

Israel amenaza al Líbano

¿Una nueva guerra en Oriente Medio?

Fuentes: Counterpunch

Traducido para Rebelión por LB

Cuando el ministro sin cartera israelí Yossi Peled dijo recientemente que una guerra contra Hizbulá en el Líbano era «sólo cuestión de tiempo» y que ese conflicto incluiría también a Siria, la mayoría de los observadores calificaron el comentario como una mera pose de un ex general derechista. Sin embargo, la amenaza de Peled ha sido respaldada por las maniobras militares israelíes cerca de la frontera libanesa, por las violaciones del espacio aéreo libanés y por el despliegue de un sistema anti-misiles en la frontera norte de Israel.

Los libaneses ciertamente no consideran estas palabras como una mera baladronada del Likud.

«Todos los días oímos amenazas israelíes, y no sólo amenazas«, dijo a la BBC el Primer Ministro libanés Saad Hariri. «Vemos lo que está ocurriendo sobre el terreno y en nuestro espacio aéreo (…) durante los últimos dos meses los aviones israelíes están entrando a diario en el espacio aéreo libanés«. Hariri añadió que la situación le parecía «muy peligrosa«.

La creciente tensión fue el telón de fondo de la reciente visita a Beirut del senador Philippe Marini, enviado especial al Líbano del presidente francés Nicolás Sarkozy. Después de que Marini se reuniera con Hariri, con el líder de las Fuerzas Cristianas Libanesas Samir Geagea y con los líderes de Hizbulá, el emisario dijo que temía que un nuevo enfrentamiento entre Hizbulá e Israel podría degenerar fácilmente en una guerra regional.

La retórica en toda la región se está calentando.

Primero el ministro de Asuntos Exteriores israelí Avigdor Lieberman dijo que Israel nunca iba a devolver el Golán a Siria, lo que provocó que el ministro de Asuntos Exteriores de Siria, Walid al-Muallem, comentara que Israel «no debería poner a prueba la determinación de Siria«. Lieberman respondió apuntando directamente al presidente sirio Bashar Assad: «La próxima guerra no sólo la va a perder, sino que usted y su familia perderán también su régimen«.

Israel atacó el Líbano en 2006 tras una incursión en la que Hizbulá capturó a dos soldados israelíes. La guerra de 34 días costó al Líbano más de 1.000 muertos y decenas de miles de millones de dólares en daños a puentes, carreteras, aeropuertos y ciudades. Pero la guerra también brindó el insólito espectáculo del antiguamente invencible ejército israelí empantanado en un punto muerto sangriento y de un aluvión de unos 4.000 cohetes de Hizbulá aterrizando sobre Israel.

A muchos militares israelíes les encantaría restaurar la reputación del ejército israelí golpeando a Hizbulá, pero las milicias chiíes disfrutan de amplio apoyo en todo el Líbano, como lo demostraron las últimas elecciones. Mientras que el «pro-occidental» Movimiento 14 de Marzo ganó la mayoría de los escaños -en gran parte como resultado de apaños electorales étnicos-, el bloque de Hizbulá obtuvo la mayoría de los votos. De todas formas, el Movimiento 14 de Marzo ha comenzado a desmoronarse tras la deserción del líder druso Walid Jumblatt.

El Líbano es un lugar extremadamente fracturado, pero un ataque israelí podría unir al país como lo hizo en 2006. «Creo que ellos [los israelíes] confían en que podría haber una cierta división en el Líbano si iniciaran una guerra contra nosotros«, dijo Hariri, «Bueno, no habrá una división en el Líbano. Estaremos de pie contra Israel. Permaneceremos al lado de nuestro pueblo«.

El ejército libanés no es rival para Israel. Cuenta con pocos soldados y su fuerza aérea consta de dos cazabombarderos Hawker Hunter de los años 50, además de una variada colección de helicópteros, la mayoría de los cuales no son operativos. En los combates del 2007 contra los extremistas islámicos en Trípoli, los soldados del ejército libanés lanzaban a mano las bombas desde helicópteros franceses Gazelle.

Sin embargo, tal como el ejército israelí tuvo oportunidad de descubrir en el 2006, Hizbulá es un asunto diferente. Por supuesto que una masiva invasión terrestre israelí desbordaría a las milicias de Hizbulá, pero cualquier ocupación del sur del Líbano hace revivir viejas pesadillas en Tel Aviv. Fueron las bombas y emboscadas de Hizbulá las que expulsaron al ejército israelí de la misma zona en el año 2000. Los israelíes amenazan con arrasar todo el país -con «quitarse los guantes», en palabras del analista militar israelí Yisrael Katzover- si estalla la guerra, y ciertamente tienen la capacidad de infligir un daño espeluznante. Pero Hizbulá asegura que también cuenta con algunos truenos propios. Hassan Nasrallah, líder del grupo, promete bombardear el aeropuerto Ben-Gurion de Tel Aviv si Israel bombardea el aeropuerto internacional Rafik Hariri de Beirut como lo hizo en 2006. «Si atacáis nuestros puertos nosotros atacaremos los vuestros«, dijo Nasrallah el 21 de febrero.

Según la inteligencia israelí, Hizbulá tiene 42.000 cohetes, algunos con suficiente alcance como para golpear Tel Aviv y otros objetivos más al sur. No está claro que el grupo disponga realmente de ese número de cohetes. Israel tiende a inflar la amenaza de sus enemigos. En cualquier caso, es indudable que Hizbulá dispone de cohetes, y en el 2006 demostró su capacidad para atacar el norte de Israel. Si hemos de creer a Nasrallah, Hizbulá podría también tener la capacidad de bombardear el centro de Israel.

¿Tiene la guerra potencial para convertirse en un conflicto regional?

Sólo si Israel decide que así sea. Aunque el gobierno de Netanyahu diga que Hizbulá no es más que un peón de Irán y Siria, el grupo tiene profundas raíces en el seno de la mayoría chií del país, largo tiempo reprimida. Hizbulá recibe armas de Damasco y de Irán, y Teherán también le ayuda con cerca de 200 millones de dólares al año, cifra que apenas representa una pequeña parte del presupuesto anual de Hizbulá.

Los chiíes libaneses son también muy diferentes de sus homólogos iraníes. Mientras que los mulás de Irán dominan los asuntos civiles y económicos, los chiíes del Líbano recelan de toda participación directa en el gobierno, pues creen que por esa senda el Islam acaba corrompiéndose. Numerosos chiíes de Iraq, incluido el Gran Ayatolá Ali al-Sistani, provienen de una corriente similar dentro de la secta chií.

Hizbulá es muy consciente del daño que le puede infligir Israel, de modo que es poco probable que incurra en provocaciones. Como escribe en Al-Ahram Azmi Bishara, un palestino israelí ex miembro de la Knesset, «Hizbulá ha dejado clara su intención de evitar darle a Israel cualquier excusa para ir a la guerra«.

En cuanto a Siria, lo último que Damasco desea es una guerra. Su economía florece, su cuidadosa diplomacia ha roto su aislamiento, y durante los últimos meses dirigentes mundiales de Francia y España, junto con gobiernos de la región entre los que se incluyen Arabia Saudí Jordania, Iraq y Turquía se han abierto camino hasta la puerta del Presidente Assad. Cuando el año pasado las fuerzas especiales de EE.UU. violaron la frontera siria a la caza de terroristas de al-Qaida, la respuesta del gobierno de Assad fue una leve protesta. Cuando Israel bombardeó un emplazamiento al norte de Siria, el gobierno de Damasco no hizo nada. En una guerra, Siria no tiene nada que ganar y sí mucho que perder.

Israel ha trasladado a la frontera norte su nuevo sistema antimisiles Cúpula de Hierro, aunque el plan original era desplegarlo en el sur para interceptar los cohetes lanzados desde Gaza. Se calcula que el sistema estará en funcionamiento antes de junio. «Cuando [el sistema antimisiles] Cúpula de Hierro esté operativo se transformará la situación diplomática y de seguridad de Israel«, afirma el director del Ministerio de Defensa israelí, general Pinhas Buchris.

Dado que Hizbulá no ha disparado un cohete contra Israel desde el verano del 2006, ¿a santo de qué Tel Aviv está trasladando [el sistema antimisiles] Cúpula de Hierro a la frontera norte, si no es para asegurar que el público israelí no será atacado cuando estalle otra guerra? En cualquier caso, es poco probable que Cúpula de Hierro modifique en nada la situación, ya que los sistemas antimisiles suelen tener más de sofisticación y expectativa que de rendimiento efectivo.

Existe, por supuesto, la posibilidad de que los israelíes se jueguen el todo por el todo y golpeen al Líbano, Siria y, posiblemente, las instalaciones nucleares de Irán. La retórica que emerge del gobierno de Netanyahu vincula entre sí a los tres países, razón por la que Peled metió a Siria y al Líbano en el mismo saco. La línea argumental estándar que surge de Tel Aviv es que Irán está detrás de todo, incluyendo a Hamas.

Cualquier lectura racional del Oriente Medio resta crédito a esa acusación. Irán no manda ni sobre Siria ni sobre los comandos de Hizbulá, y aunque Teherán podría efectivamente proporcionar armas a Hamas, es poco probable que una organización radical suní vaya a la guerra porque se lo ordene un gobierno chií. El único de estos actores que podría recibir con agrado una guerra contra Israel es Irán, pero sólo en la medida en que el gobierno de Ahmadinejad la pueda usar como excusa para reprimir a la disidencia interna.

Muchos en el aparato militar israelí aconsejan abiertamente atacar a Irán. Danny Yaton, antiguo jefe del Mossad, la agencia de inteligencia de Israel, dijo al Consejo Alemán de Asuntos Exteriores: «El mundo entero debería emprender una acción militar para impedir que Irán consiga la bomba«.

El diario londinense The Sunday Times revela: «Según fuentes bien informadas, Israel está acelerando los preparativos para un posible ataque contra las instalaciones nucleares de Irán«. El diario israelí Haaretz afirma que el gobierno de Netanyahu está pidiendo a la administración de Obama que abastezca a Israel con bombas revientabúnker GBU-28 y con aviones cisterna de reabastecimiento, esenciales para un ataque a Irán.

Sin embargo, algunas personas del aparato militar israelí parecen reacias a lanzar un ataque. El general de brigada Uzi Eilam, héroe de guerra israelí y hombre al que el Sunday Times llama «pilar de la institución de defensa«, dice que Irán está «muy, muy, muy lejos de alcanzar capacidad nuclear«. Eilam acusa a «La comunidad de inteligencia de propalar voces de alarma sobre Irán«, y declara que un ataque así sería «contraproducente«.

Tal vez todo esto no sea más que ruido de sables para lograr que los EE.UU. intensifiquen la presión sobre Irán, Siria y el Líbano. Tal vez, como acusa Eilam, solo se trate de conseguir «un mayor presupuesto» para el ejército israelí. Tal vez sea una estratagema para desviar la atención de las acusaciones sobre los crímenes de guerra cometidos por Israel en su invasión de Gaza, de la construcción de asentamientos en Cisjordania y de la tormenta diplomática que Israel ha cosechado tras asesinar a un funcionario de Hamas en Dubai.

Pero intensificar la retórica de guerra en una región volátil puede conducir -accidental o deliberadamente- a un mal paso, y una vez que los perros de la guerra se liberen de sus correas será muy difícil volverlos a atar.

Se puede contactar con Conn Hallinan en: [email protected]

Fuente: http://www.counterpunch.org/hallinan03302010.html