Traducido para Rebelión de Nadia Hasan, revisado por Caty R.
Quizá tú hayas leído acerca de las detenciones que Israel lleva a cabo en Cisjordania, pero nunca llegas a saber a qué clase de tortura se enfrentan los palestinos en prisión, especialmente cuando la Inteligencia Israelí los interroga para que se autoincriminen. El título de esta historia es un verso del Talmud Babilónico, que claramente ilegaliza la tortura como una forma de obtener confesiones. A Hamza Qa’qour, de 35 años de edad, y residente en la ciudad cisjordana de Jenin, lo llevaron para interrogarlo al confinamiento solitario de la cárcel israelí de Jalama, un mes después de que el Servicio de Seguridad Público Israelí, Shabak, lo haya hecho. Su abogado, Farid Hawash, dijo que el Shabak afirmó que tienen nuevas evidencias contra él. A Qa’qour lo arrestaron en una operación especial israelí en Jenin el 9 de agosto del 2005 y lo acusaron de ser miembro de la organización Jihad Islámica, así como de estar implicado en el reclutamiento de jóvenes palestinos para llevar a cabo ataques contra objetivos israelíes. La familia de Qa’qour se quedó muy preocupada por su hijo. La madre dijo que el ejército israelí estaba persiguiendo a su hijo Hamza en los últimos años. Agregó que dejaron de perseguirlo por un tiempo, pero ahora está preocupada por que abran de nuevo su expediente. La madre trataba de obtener noticias acerca de su hijo por medio de la Cruz Roja Internacional, única fuente por la cual las familias tienen noticias de sus parientes en las cárceles israelíes. Israel lo declaró en busca y captura desde el comienzo de la Intifada de Al Aqsa, dijo la madre, añadiendo que el ejército israelí invadió y registró su casa en innumerables ocasiones buscando a Hamza. Sin embargo, él siempre se las arreglaba para escapar. Los israelíes detuvieron al padre de Hamza, como rehén, para forzarlo a que se entregara, señaló la madre. A los 5 años de comenzada la cacería, el servicio de inteligencia israelí arrestó a Hamza cuando invadieron el área con más de 30 vehículos blindados, incluidos excavadoras y jeeps del ejército. Las tropas destruyeron algunos de los muros del pueblo y arrancaron muchos árboles, despejando el camino para que las excavadoras demolieran la casa de Hamza. Esta vez, los perros policiales se las arreglaron para arrestar a Hamza, que estaba herido en un hombro en el momento de ser capturado. Lo llevaron al hospital Al-‘ffoulah para recibir tratamiento, pero siguió recibiendo golpes y torturas, cuenta la madre. A Qa’qour lo sometieron a interrogatorios a lo largo de 3 meses, durante los cuales no se le permitió reunirse con su abogado o familiares; ni siquiera con los enviados de la Cruz Roja. Por último, después de que su abogado pudiera visitarlo, señaló que la salud de Qa’qour se ha deteriorado mucho, debido a la tortura de que ha sido objeto. Lo obligaron a permanecer de pie durante varios días, atado, de una forma que casi le parte la espalda, dijo el abogado. Qa’qour le dijo a su abogado que aquellos que le interrogaron usualmente presionaban sus manos con los puños hasta que perdía la sensibilidad, además de que trataron de estrangularlo en varias ocasiones. Lo golpearon duramente en su rostro, dijo el abogado, por lo que los interrogadores tuvieron que llevarlo al hospital para que recibiera tratamiento. Sin embargo, regresó para recibir la misma tortura y a la misma celda aislada. El abogado dijo que a su cliente lo acusaron de ser un importante líder de la organización Jihad Islámica, grupo que lleva acabo ataques armados y suicidas contra blancos israelíes. El abogado Hawash señaló que no consiguió obtener un permiso para visitar a su cliente en prisión. Finalmente se lo concedieron, pero sólo para él. Se le denegó a la mujer del preso, que también pretendía visitarlo para que su esposo pudiera ver a su hijo, de 6 meses de edad. La historia de Qa’qour es una de las miles o cientos de miles de palestinos que sufren tortura en los interrogatorios israelíes.
Fuente: Palestine News Network (PNN)
Traducido del árabe por George N. Rishmawi-IMEMC – Martes, 12 de enero, 2006