Izquierda Unida VIII Asamblea (extraordinaria) Existen diversas formas de analizar esta Asamblea: desde dentro o desde la sociedad. Nosotros optamos decididamente por analizarla desde el proyecto en la sociedad y no situando, como se suele hacer, las diferenciaciones internas como centro del debate político. Es posible constatar ya claramente algunos hechos. El primero y más […]
Izquierda Unida VIII Asamblea (extraordinaria)
Existen diversas formas de analizar esta Asamblea: desde dentro o desde la sociedad. Nosotros optamos decididamente por analizarla desde el proyecto en la sociedad y no situando, como se suele hacer, las diferenciaciones internas como centro del debate político.
Es posible constatar ya claramente algunos hechos. El primero y más importante, que Izquierda Unida no ha sido capaz como colectivo de ofrecer a los trabajadores y trabajadoras, a los ciudadanos de izquierdas, una propuesta política diferenciada y positiva en un contexto donde se necesitan referentes fuertes de la izquierda.
El segundo, que el coordinador general anterior y de nuevo propuesto para el próximo periodo se ha devaluado. Si se quería hacer un plebiscito en torno a él, no se ha conseguido el consenso de una mayoría de delegados y delegadas y, lo que es mucho más grave, ha aparecido sin impulso político y sin perfil propio. A lo que habría que añadir (así ha sido percibido por lo medios de comunicación y las personas que participaron en la asamblea) que durante el desarrollo de la Asamblea, se han modificado las reglas del juego para favorecer a la candidatura del coordinador saliente, afectando al resultado de la elección provisional y deslegitimando a IU como una fuerza que apuesta por la democracia participativa.
El tercer hecho, seguimos constatando evidencias en la degradación de la vida política interna de la propia organización. No es sólo que ésta aparece profundamente dividida, sino que las relaciones personales, la fragmentación de identidad y cultura y la desaparición, en la práctica y en la teoría, de la autonomía política, hacen que la convivencia interna y la capacidad de proyectar en la sociedad una propuesta realmente alternativa, sea extremadamente difícil.
Por último, la Asamblea constata el profundo deterioro que como organización vive Izquierda Unida. Los cuentos de la lechera de unos censos increíbles e incalificables, que se adaptan a las necesidades de las mayorías del momento, reflejan pérdida de sustancia social, asambleas de base poco adaptadas a las cambiantes circunstancias político culturales, predominio exacerbado de lo institucional y del peso de unos aparatos que, aunque cada vez más débiles, han jugado a favor del coordinador general saliente.
Constatar esto es un ejercicio de veracidad del que necesariamente hay que partir si queremos encontrar una salida real a IU como proyecto. Esto hay que subrayarlo: puede haber otras «salidas», pero no serían mas que la prolongación de las tendencias negativas actuales y no representarían el proyecto que todos y todas decimos defender y que en esta Asamblea se ha reafirmado una y otra vez. La propuesta es muy sencilla y evidente para todos los hombres y mujeres, estén o no en IU, y que necesitan un proyecto alternativo, republicano y solidario, de la izquierda: acordar un programa para la acción común (a dos años vista) y un cogobierno de la organización desde los principios reiteradamente afirmados de trabajo colectivo y de colegialidad.
1. Bases para un programa de acción común
Se trataría de encontrar en la práctica y en la teoría, una nueva síntesis de base programática, verificable en el tiempo y capaz de suscitar un acuerdo que permita un amplio respaldo de la militancia y las sensibilidades que conforman nuestra organización, partiendo del respeto a los documentos aprobados mayoritariamente en la Asamblea. No se pretende elaborar un programa electoral sino de concretar aquellos elementos que pueden configurar un programa de acción con un triple objetivo: singularizar una propuesta a la sociedad, echar raíces activamente en ella y reconstruir las bases políticas, organizativas y morales de IU. La cuestión previa es dotarse de una estrategia clara y definida, entendible dentro y fuera de la organización y que dé respuestas al nuevo ciclo político. El objetivo sería construir una oposición de izquierdas, republicana y alternativa, al gobierno del PSOE; la táctica concreta, las formas y los ritmos, las líneas de demarcación deben ser sopesadas, pero desde unos supuestos políticos que afirmen la autonomía y la soberanía de nuestro proyecto.
Los contenidos de una propuesta alternativa deberían de partir de los problemas políticos sociales que consideramos decisivos y que podrían fundamentar una propuesta alternativa. Nos referimos, en primer lugar, a la precariedad y a las políticas de empleo; en segundo lugar, a los derechos sociales entendidos como derechos universales para todos y todas, públicamente garantizables; en tercer lugar, la cuestión básica hoy de los bienes comunes de la humanidad entera, centrados en el medio ambiente, el desarrollo y la lucha contra la exclusión global, la igualdad de género y en una paz basada en la justicia; en cuarto lugar, el compromiso decidido contra la militarización de las relaciones internacionales, la guerra preventiva y las viejas y nuevas formas de dominio imperial.
Elemento decisivo de esta propuesta, en quinto lugar, tiene que ver con la necesidad de definir un nuevo tipo de federalismo y de reabrir en serio la cuestión de la forma de Estado. Se trataría de salir de un debate excesivamente genérico entre federalismos y prácticas más o menos abiertas que se polarizan entre confederalismos y visiones que en poco o nada se diferencian de centralismos. El terreno debe de ser otro: definir un nuevo federalismo que, partiendo de la realidad plurinacional y el derecho de autodeterminación de los pueblos, combine descentralización del poder político con democratización sustancial del mismo y que genere una dinámica que convierta a las poblaciones en protagonistas reales. Se trataría de componer un pacto federal libremente construido entre las distintas partes, sobre los pilares de la democracia participativa, la igualdad social y la solidaridad, huyendo de debates particularistas y definiendo una nueva realidad de un Estado que está integrándose conflictivamente en una entidad supranacional.
En definitiva, dotarnos de una estrategia política para esta «segunda transición», que se ha puesto en marcha sin nosotros.
En este marco, el debate político más importante en la actualidad (y de los próximos años) es de los cambios constitucionales necesarios, con propuestas interesadas de otros partidos. Tenemos que dotarnos de una propuesta de cambios constitucionales, que ponga en el centro del debate constitucional, las cuestiones sociales, además de la reforma del modelo de estado, aprobado en el 78, de carácter monárquico y autonomista.
Necesitamos articular un nuevo proceso de convergencia republicano y socialista, con las centenares de miles de personas, dispuestas a luchar por superar la hegemonía política y social, que hoy detenta la alternancia monárquica, autonomista y neoliberal.
Por lo tanto, toca poner en primera línea de nuestra propuesta, contenidos y formulas de Estado enraizados en nuestra teoría política, en nuestra historia, y en algo muy importante nuestra cultura y nuestros sentimientos: La Republica Federal, Plurinacional y Solidaria, como forma de estado, junto a la Democracia Participativa como forma de gobierno. De forma que demarcaríamos claramente nuestra identidad, como movimiento político y social, republicano y solidario, para defender los cambios necesarios y garantizar el ejercicio efectivo de los derechos sociales, políticos y culturales de la población.
En sexto lugar, y estrechamente unido a lo anterior, apostar decididamente por un municipalismo de izquierdas como terreno más propio para definir formas nuevas de practicar e intervenir en la política como mecanismos reales y concretos de innovación social y cultural y como instrumento para revitalizar electoral y organizativamente Izquierda Unida. Construir un terreno favorable a las experiencias de democracia participativa, nuevos municipios como la base del movimiento alterglobalizador y de las necesidades de las gentes por abajo.
La cuestión europea, por último, debe de ser un elemento central de nuestras prioridades políticas y nuestro compromiso inmediato en el desarrollo de la campaña autónoma y unitaria contra el Tratado Constitucional Europeo. Lo europeo no es algo de política internacional, es algo interno y una gran parte de las alternativas políticas reales se juegan en este terreno. Desarrollar el Partido de la Izquierda Europea, encontrar fórmulas de colaboración entre sujetos políticos sociales diversos, empezando por el Foro Social Europeo deben de ser elementos que caractericen a nuestra política.
2.- Desarrollar IU como movimiento político y social
Si algo se ha podido constatar en los debates previos a esta Asamblea es que los afiliados y afiladas de IU tienen la percepción de que nuestra organización ha ido derivando hasta convertirse cada vez más en un partido tradicional y que los impulsos que nos caracterizaban como movimiento político y social se han ido agotando. Es más, para muchos no se trata de algo casual, sino de una dinámica que conducía a un proyecto distinto de IU, que requería como condición previa una forma de organización que crease las condiciones para otra cosa distinta de la izquierda transformadora, republicana y alternativa que todos decimos defender.
Nuestra convicción más profunda es que existe una íntima y estrecha relación entre propuesta política, forma organizativa y modo de articular y hacer la política. El centro y síntesis de todo ello es la propuesta de movimiento político y social. Partimos de un instrumento que va contracorriente y que requiere innovaciones conceptuales y prácticas nada fáciles de llevar a cabo, pero que consideramos imprescindibles para que nuestro proyecto avance realmente. El centro de gravedad tiene que ver con las asambleas de base de las organizaciones y las Áreas de elaboración e intervención social, como puntos de encuentro con las gentes más activas de los movimientos sociales y el terreno para el desarrollo y el diálogo con los movimientos juveniles. Medios imprescindibles para relacionarse con un entorno social cambiante que exige un nuevo modo de enfocar la política y de mecanismos nuevos de relacionar las demandas sociales con las estructuras institucionales.
Proponemos la apertura de un nuevo proceso de convergencia política y social para la alternativa al neoliberalismo y la guerra, comprometiendo a cuantos se reconozcan y participen en el movimiento altermundializador: partidos, sindicatos, expresiones del movimiento, experiencias de gobiernos locales participativos, asociaciones, comités, revistas y personas a título individual, para unirse en un recíproco y paritario reconocimiento y definir un proceso compartido y unitario de acción. Un nuevo diálogo entre los movimientos sociales y las diferentes corrientes político-culturales del pensamiento emancipatorio, respetando la autonomía de cada grupo y experiencia, avanzando en un programa político común que dispute la hegemonía al capitalismo de hoy y construya una alternativa cultural, social y política,»Otro mundo posible». Es una tarea que exige unidad en la pluralidad y la firmeza adecuada para defender un horizonte distinto a la globalización neoliberal, la guerra y la barbarie. Una tarea que exige que el máximo de experiencias y expresiones políticas y sociales, también del conjunto de Izquierda Unida, se sientan parte cohesionada de ese nuevo terreno común que proponemos.
3.- Una dirección plural para un movimiento político y social
Parece evidente que, en este caso, la virtud coincide con la necesidad: en un contexto en el que la participación y el control democrático se han ido debilitando, IU necesita una dirección colectiva y colegiada e torno a un programa para la acción. No es posible continuar con la dinámica unilateral de la dirección anterior ni intentar imponer un gobierno de la mayoría, que la VIII Asamblea no ha avalado. La idea es clara y distinta: no hay corresponsabilidad sin cogobierno. Hay que conquistar ahora un gobierno de la pluralidad en IU. Esto significa: 1) que el candidato más votado organizará una dirección en la que el segundo más votado sea el coordinador de la presidencia; 2) que las tres listas se incorporen a la dirección ejecutiva colegiada en función de la representatividad obtenida en la asamblea. En la letra y en el espíritu de los estatutos de IU no existe ninguna «prima» al candidato más votado; 3) la configuración de las responsabilidades así como del aparato de profesionales del mismo debe de hacerse desde los criterios antes apuntados. Sólo así será posible que haya corresponsabilidad y que, al final la lealtad a los acuerdos y a los principios de IU pueda ser la norma que permita no sólo la convivencia sino el relanzamiento de IU.