Es verdaderamente asqueroso y, aunque parezca un adjetivo demasiado fuerte, no puedo catalogar de otra manera el terrorismo mediático, la mentira y la ignorancia de la realidad cubana que hoy día están practicando los medios de comunicación occidentales. Sabemos quienes están detrás de cada una de estas entelequias malévolas que aspiran -en muchas ocasiones desgraciadamente […]
Ha sido una constante que cada vez que la política del gobierno de los Estados Unidos y sus aliados ha mostrado alguna posibilidad de flexibilidad o de búsqueda de algún cambio respecto a Cuba, los más acérrimos vividores de la industria anticubana se han movilizado y organizado muy bien para impedirlo. Recordemos durante el período de la administración de James Carter cuando se intentaba algún tipo de entendimiento con Cuba, cuantas crisis artificiales se fabricaron, cuantas campañas propagandísticas se montaron y cuantas mentiras sobre Cuba se divulgaron. Acordémonos también durante la administración demócrata de William Clinton, como accionó la organización contrarrevolucionaria Hermanos al Rescate, para buscar una provocación que pusiera en crisis las relaciones cubano-estadounidenses, cosa que lograron finalmente, sintiéndose realizados cuando el presidente Clinton sancionó la Ley Helms Burton.
Ahora que España ocupa la presidencia semestral de la Unión Europea y que algunas de sus autoridades se han manifestado en varias ocasiones a favor de un cambio de la llamada «Posición Común» -engendro de Aznar por indicaciones de su dios Bush-, varios «artistas e intelectuales españoles» que deshonrosamente han escogido como medio de vida la lucha contra el proyecto cubano, junto a otros verdaderos profesionales y talentos de la cultura española, pero ignorantes de la realidad cubana, se han movilizado en el país ibérico para injuriar a Cuba y tratar de evitar cualquier flexibilización en la política hostil hacia nuestro país.
A ello se le une el hecho de que aspiran a tomar la delantera ante la celebración de la VI Cumbre Unión Europea-América Latina, en la que conocen se levantaran varias voces solidarias con la Revolución Cubana. Temen mucho, pero mucho, cualquier variación, por mínima que esta sea, de la política tradicional practicada por el gobierno de los Estados Unidos con Cuba y, fundamentalmente en este caso, de la llamada «Posición Común» del parlamento europeo. A estos «intelectuales y artistas» de bolsillo -sin referirnos en este caso a los verdaderos creadores españoles que han sido engañados o que realmente no tienen el más mínimo conocimiento de lo que es Cuba- les causa pavor levantarse un día y encontrar que su negocio anticubano ha caído en bancarrota.
Es repugnante, como bien ha señalado la recién Declaración de la Presidencia de la Asociación Hermanos Saíz, la manera en que estos artistas e intelectuales españoles han presentado su llamada «Plataforma de españoles para la democratización de Cuba«, dándole un cariz cultural, cuando lo que se muestra en ella es una total incultura y la politización más burda sobre el tema cubano. Dicho «Manifiesto» constituye además una vil ofensa a la inteligencia humana.
«Cuba está soportando una feroz y dolorosa dictadura que mantiene al país en la miseria», sostiene el documento. Cualquiera con algo de raciocinio y que lea esta expresión se preguntará: ¿Si Cuba es una cruel dictadura, cómo es posible entonces que millones de cubanos hayan desfilado el 1ro de mayo en sus calles y plazas sin ser obligados por las armas o el acoso policial? ¿Cómo es posible que se hayan observado a través de las cámaras de todo el mundo tantos rostros sonrientes y tantas iniciativas hermosas de respaldo a la Revolución? ¿Cómo es posible, si es Cuba una dictadura, que en ese desfile se hayan oído tantos vivas a Fidel, a Raúl y a la Revolución? O podrían preguntarse lo mismo que Silvio Rodríguez: Si este gobierno es tan malo, ¿de donde salió este pueblo tan bueno?
Otros seguramente se preguntaran: ¿Contra, si Cuba es una dictadura porque no aparecen los muertos en las calles, como ocurre en mi país, por qué no se asesinan periodistas como sucede en el bendecido por los Estados Unidos gobierno de Honduras, por qué no aparecen fosas con miles de cadáveres como en Colombia? ¿Por qué la gente, si tiene tantas necesidades materiales, no se lanza para la calle?
Otros cientos de miles se cuestionarán: No entiendo nada, si Cuba es una dictadura ¿cómo es posible que envíe sus médicos, maestros y profesionales de la cultura y el deporte a brindar servicios a mi pueblo sufrido, cuando más nadie lo hecho jamás?
Algunos dirán también: No es posible, Cuba no puede ser una dictadura cuando su gobierno ha logrado una mortalidad infantil, una esperanza de vida, una atención a los discapacitados y unos niveles de educación solo comparables y en ocasiones superior a países del primer mundo.
Es verdaderamente irracional, excepto para los que trabajan por destruir el ejemplo cubano, decir que en la Isla existe una «feroz y dolorosa dictadura«, los cubanos por idiosincrasia no soportaríamos por mucho tiempo ninguna dictadura. Las dictaduras más célebres y sangrientas que ha habido en Cuba fueron las de Machado y Batista y a ellas Estados Unidos no les aplicó ningún genocida bloqueo económico, político y financiero, ni les mató en actividades terroristas más 3 000 ciudadanos, más bien les prestó todo su apoyo material y espiritual en contra de la voluntad de la mayoría del pueblo cubano. Pese a ello, fueron barridas del poder por los históricamente indómitos habitantes de esta isla.
Podríamos decir que la dictadura más feroz y dolorosa que se le ha impuesto al mundo es la del sistema capitalista, incapaz por naturaleza de permitir y de convivir pacíficamente con otras propuestas alternativas desconectadas de su cadenas coloniales, pues servirían de ejemplo sobre todo a los países periféricos, para que estos abandonen su papel de sirvientes de los centros del capitalismo mundial. Está demostrado científicamente que el capitalismo necesita la existencia del subdesarrollo para su propio desarrollo. Necesita además de oprimidos y explotados para que haya ricos y poderosos. Cualquier experiencia liberadora y a contracorriente como la cubana, debe entonces hacerse desaparecer por cualquier vía posible, porque atenta contra el sistema dictatorial impuesto al mundo por el capitalismo. Es una dictadura que por su patrón fundamental de acumulación cada vez más ampliada del capital está conduciendo hoy más que nunca al genocidio ecológico y a la desaparición de la propia especie humana.
«La elección está, sencillamente, entre democracia o totalitarismo», señalan los «intelectuales y artistas españoles» en su manifiesto. Yo entonces les respondería en base a lo señalado anteriormente que la elección está, o de lo contrario no tendremos capacidad ni tan siquiera de elegir, entre socialismo o barbarie. El tiempo se está agotando. Estos «intelectuales y artistas españoles» que hoy nos acusan bien podrían mejor dedicarse a una causa más noble para la humanidad, empezando por ayudar dentro de sus posibilidades a resolver la catastrófica crisis económica a la que nos ha lanzado el sistema capitalista y cuyos efectos se están haciendo sentir hoy con mucha fuerza en la propia España y todo el continente europeo y dejar a Cuba en paz. Podrían dedicarse a exigir al gobierno de los Estados Unidos que juzgue por los crímenes cometidos al terrorista confeso Luis Posada Carriles o a la lucha por la liberación de cinco valerosos jóvenes cubanos que por defender a sus coterráneos de la muerte y el terror hoy cumplen injustas sanciones políticas en cárceles de los Estados Unidos. Eso por solo mencionar algunos ejemplos de lo que sería una lucha verdaderamente digna para los «artistas e intelectuales españoles» que ahora han desatado esta nueva iniciativa mediática contra Cuba. Los cubanos estamos concientes de que, sin injerencias y presiones de nadie -mucho menos de los que no tienen moral para ello-, tenemos muchas cosas que perfeccionar y transformar dentro del socialismo, pero también de que tenemos muchas cosas sagradas que defender y por las cuales estaríamos dispuestos a entregar nuestras propias vidas. No ofendan más con sus mentiras las palabras democracia y libertad, o la humanidad tendrá que buscar otros términos lingüísticos después que a los originales se les ha echado tantas paletadas de fango encima. A nombre de la libertad y de la democracia, lo que se quiere es precisamente imponer la esclavitud de los hombres a un modelo único de pensamiento. Los revolucionarios cubanos no lo permitiremos jamás.