Aunque a veces pueda parecerlo, esto no es un artículo doctrinario sino un memorando sobre el qué y el cuánto hemos acumulado los-abajo-firmantes sobre la matanza de Gaza 08-09. Prestando atención al Oriente Próximo durante todo un mes siniestro (28.XII.08 – 28.I.09), hemos conformado un archivo personal. ¿Cómo y de dónde?: seleccionando recortes de la […]
Aunque a veces pueda parecerlo, esto no es un artículo doctrinario sino un memorando sobre el qué y el cuánto hemos acumulado los-abajo-firmantes sobre la matanza de Gaza 08-09. Prestando atención al Oriente Próximo durante todo un mes siniestro (28.XII.08 – 28.I.09), hemos conformado un archivo personal. ¿Cómo y de dónde?: seleccionando recortes de la prensa española y de Internet. Conviene subrayar de antemano que nuestro criterio clasificatorio no es universal sino que depende de nuestros intereses particulares. Por lo tanto, huelga añadir que, no habiendo cubierto todas las opciones, malamente podríamos aspirar siquiera a satisfacer todas las expectativas.
La presente narrativa quiere recapitular el contenido de este archivo explicitando, a veces, las enseñanzas que nos depara su escrutinio. Además del fichero cibernético, el registro en papel se desprende en veinticuatro carpetas (dos de ellas, privadas) Hoy no las comentaremos todas. Esta glosa incluye, fuera de archivo, unos Antecedentes, un párrafo sobre las Ausencias y una Conclusión.
ANTECEDENTES (fuera de archivo)
Menos el Cosmos, todo tiene un origen. La matanza de Gaza 08-09 también. Pero no nos conformamos con encontrarlo en tal o cual plan sionista o en algún incidente inmediatamente anterior al ruin sabbat 27 de diciembre -fecha en la que comenzaron los bombardeos pese a que, para la religión judía, trabajar en sábado es sacrilegio- ni tampoco admitimos que su principio esté en la formalización del Estado de Israel. La Naqba tendrá como fecha convencional 1948 pero, a nuestro entender, ese año no fue el comienzo de la Hecatombe palestina sino el final de una primera fase cuyo desarrollo paulatino arranca en el último tercio del siglo XIX. Es fácil comprobarlo:
«Egypt has roused herself for a great effort of national and religious reform; and on all sides Islam is seen to be convulsed by political portents of ever-growing intensity. Cairo has now declared itself as the home of progressive thought in Islam… the basis of a social and political Reformation for all Islam has been laid«.
Así se expresaba en 1882 uno de los raros aristócratas ingleses que habían estudiado el mundo islámico desde la simpatía y no desde la codicia. Traducido y resumido: como primera medida para independizarse del imperio de Estambul, todo el Oriente Próximo había escogido el camino del progresismo y de las reformas religiosa y nacionalista. Las relaciones entre musulmanes y cristianos eran cordiales: «Not only in Egypt,-in Oman and Peninsular Arabia, generally there is a real feeling of cordiality between the Mohammedan and his Christian guest». Incluso los lugares sagrados de la península arábiga, hoy cerrados a los infieles, se estaban abriendo a los europeos y Palestina, la también llamada Tierra Santa de los judíos, estaba considerada como cuasi hermana de Arabia (ver The Future of Islam, Wilfrid Scawen Blunt, Londres, 1882, disponible en Internet)
¿Qué potencia maligna intervino para romper tan idílico horizonte? Pues la mano peluda del imperialismo europeo. En esos mismos años en los que Blunt escribía rebosante de optimismo, los huevos de la serpiente empezaban a eclosionar. Dicho sea en fabla más bestial y menos zoológica, los europeos iniciaban la destrucción de Palestina -por no hablar del resto del planeta-. Masas de europeos depauperados pero provistos de un arma decisiva -la ametralladora-, invadían el Oriente Próximo so pretexto de «librarlo del yugo otomano». En 1882, sus desmanes ya eran corrientes en Palestina pero todavía tuvieron que transcurrir casi veinte años hasta que T. Herzl, el más famoso de los teóricos del sionismo, se percatara de las posibilidades que la expansión imperialista le ponía en bandeja, las resumiera en su folleto Der Judenstaat (El Estado judío, 1896) y se las ofreciera, primero a sus amigos banqueros y después al Kaiser y al Sultán terminando en la Queen Victoria, un itinerario que ilustra sobre su arterioesclerosis política -compensada, desde luego, por su desvergüenza a la hora de poner una vela a dios y otra al diablo-.
Pero, en fin, una vez aclarados los verdaderos antecedentes de la última hazaña sionista, pasemos a observar un detalle que algunos creerán técnico: cuando de genocidios y matanzas se trata, los primeros informes a consultar deben provenir de fuentes militares. En este caso de Gaza 08-09, no ha sido necesario inquirir en nuestros voluminosos archivos. Ha bastado con seleccionar entre los documentos de las think tank gringas la descarga en Internet del informe de Sherifa Zuhur titulado Hamas and Israel: Conflicting Strategies of Group-Based Politics (Strategic Studies Institute por contrato con el Depto. de Defensa, EEUU, diciembre 2008; 91 páginas) Este documento -inmediatamente anterior a la matanza-, viene a decirles a los militares gringos varios hechos aplastados por la censura de los media sionistas occidentales: a) Israel despreció las numerosas treguas ofrecidas por Hamas, b) los israelíes están muy divididos sobre la conveniencia de atacar a Irán, c) Hamas ha reformado radicalmente su carta constitutiva de 1988, d) los milicos sionistas creen que los palestinos ya no son un problema de seguridad –bitchonist, en hebreo-, sin negar por ello la posibilidad de una rebelión masiva, e) Hamas es mucho más popular que Fatah, incluso en Cisjordania y, f) lo que es más significativo: a largo plazo, el fracaso en reconocer sólo a Fatah, puede llevar a Israel a reconquistar Gaza pero así no se derrotará a Hamas (Harakat al-Muqawama al-Islamiya, Movimiento de Resistencia Islámica)
Leyendo entre líneas: en diciembre 2008, Israel ha obtenido el permiso de los EEUU para invadir Gaza pero bajo la condición de que no podrá ser una reconquista total. El papá deja que su niño mimado haga una travesura y, en consecuencia, el niño se apresta a jugar al fútbol con las cabezas de los palestinos -así lo ha hecho, literalmente- pero sabiendo que no debe romper los jarrones chinos.
A todo esto, ¿por dónde empezamos a archivar? Evidentemente, por la economía. Las guerras cuestan dinero incluso al ganador pero, sobre todo, sabemos que tanto los EEUU como su niño tremendo son idólatras del dios Dinero. Para hacernos una idea de la nigérrima alma de los genocidas, grandes y chicos, es necesario echar una ojeada, aunque sea psicologizante, a los datos económicos. Por ello, a la hora de comenzar la selección de las noticias que han de ser registradas, la primera carpeta tiene que ser la económica.
1. ECONOMÍA
La economía palestina no existe. Palestina es una cárcel y en las cárceles no circula otra mercancía que el odio y otro trabajo que el clandestino o el esclavo. Cuatro millones de personas no pueden trabajar oficialmente ni siquiera como cautivos para sus amos -sólo hay 13.000 palestinos de los ‘territorios ocupados’ que trabajen en Israel-. Dentro de sus cárceles o bantustanes, tampoco pueden producir nada porque Israel se lo prohíbe. Han sido relegados a la condición de mercado cautivo de consumo. El dinero que llega desde fuera -remesas de la diáspora y, en menor medida, ayudas internacionales-, es succionado íntegramente por Israel. Los palestinos están obligados a comprar exclusivamente productos israelíes -sobra decir, a precios abusivos-. Y esto es válido incluso para la harina o el aceite por lo que la cautividad llega al nivel de los artículos de primerísima necesidad. Por lo tanto, la ayuda humanitaria -medicinas incluidas- que se envía a Palestina se convierte en un sobresueldo que reciben los milicos sionistas.
Independientemente de que pudiera hacerlo a mayor velocidad, Israel aplica con lentitud la Solución Final por dos razones: a) porque disfruta sádicamente regodeándose en la agonía del pueblo palestino; y b) porque gana dinero a costa del sufrimiento ajeno -un proceder muy propio de esta época de humanitarismo espectacular-. El mecanismo del expolio es tan inicuo y desesperante como sencillo: los palestinos reciben euros o dólares que Israel decomisa para cambiarlos a su moneda (el shekel); con semejante ingreso de divisas, el Banco Central de Israel bien puede presumir de contar con una jugosa reserva y de manejar una saneada balanza de pagos. Visto así, el bombardeo de los túneles que comunican Gaza con Egipto no tiene nada que ver con el inexistente tráfico de armas sino que fue una miserable operación contra el ‘contrabando’ de alimentos -miserable por la escasa cuantía de las mercancías que escapaban al control sionista-.
Por otra parte, la matanza ha servido para gastar armamento y dinero, única manera de que papá USA los reponga -amén de que Israel ha recibido una propina por experimentar la efectividad de las nuevas armas gringas-.
Todo esto es bien sabido. Sin embargo, lo que viene a continuación es tema de altas finanzas, materia incógnita salvo para los iniciados y, por ende, único conocimiento realmente esotérico: la prensa económica ha publicado que «se dice que», durante el verano del año 2008, los bancos gringos que poco después serían declarados en bancarrota, enviaron 400.000 millones de US$ a Israel; más tarde, el ahora famoso estafador Bernard Madoff desvió al mismo destino una cantidad cuyo importe exacto es todavía desconocido pero que osciló entre 50 y 100.000 millones de US$. De ser ciertos ambos datos, resultaría que Israel recibió medio billón de US$ -el triple de su PIB anual o el equivalente a varias guerras locales-. Ahora bien, suponiendo que «se dice que» es una fuente fiable -y lo es en igual medida que el resto de la prensa económica-, el dato se puede interpretar de varias maneras, todas ellas igualmente especulativas: a) los bancos quebrados y Madoff (BQM) enviaron esa millonada a Israel en concepto de depósito pues lo consideran un refugio seguro y un paraíso fiscal fiable; b) BQM son sionistas de corazón -sí, los financieros también tienen corazón, a la extrema derecha pero músculo cordial al fin y al cabo- y la remesa fue su contribución voluntaria a la Tierra Prometida; c) lo mismo pero en su variante «contribución obligada» o pago por favores inconfesables; d) otras variables más difíciles de descubrir -y no digamos de demostrar-.
Sea como fuere, está absolutamente demostrado que Madoff estafó a tantos judíos gringos como para merecer que su caso haya sido bautizado como «la segunda Noche de los Cristales» o como una «limpieza étnica» (ver «It’s Kristallnacht Two!» An Ethnic Cleansing in America, por Alex Cockburn, Counterpunch, 19-21.XII.2008). Los damnificados más famosos fueron la Universidad Yeshiva, la Fundación Elie Wiesel, Hadassah -la organización gringa de mujeres sionistas-, el American Jewish Congress y el más famoso de todos, Steven Spielberg, al que algunos humoristas han propuesto de haga una película cuyo título debería ser The Swindler’s List -un juego de palabras con la lista de Schindler y swindler, estafador, como Madoff-.
Pero, volvemos a lo mismo: ¿seguro que Madoff ha timado a todos esos tiburones de las finanzas? ¿no será que se han ‘dejado estafar’ en cuyo caso el delincuente pasará a ser un chivo expiatorio o una cortina de humo para ocultar transferencias a Israel? Nos maliciamos que Madoff ha podido estafar a unos cuantos gentiles cuyos caudales han sido encubiertos por los caudales del lobby judío; continuando esta hipótesis, el dinero total habrá ido a Israel pero con el compromiso de reintegrar la parte correspondiente al lobby con lo que, a la postre, los únicos estafados habrán sido los perros incircuncisos. Cosas más raras se han visto y en este terreno de las altas finanzas es más cierto que nunca aquello de que la realidad siempre supera a la ficción.
En resumidas cuentas, todo gira alrededor de una hipótesis bushiana: el gang Bush, no contento con vaciar las arcas estatales -no otra cosa es la archi-mentada Crisis-, decidió ayudar a su hijito preferido con las moneditas que le permitieran gozar con su juego preferido -el genocidio-. Y lo hizo como corresponde a quien ha detentado durante ocho años un poder que creía omnímodo: a lo grande. Una simple obra de ingeniería financiera que podríamos denominar «Operación Cortesía con Sombrero Ajeno».
2. ARMAS PARA EXPERIMENTAR
Antes que como una carpeta técnica, ésta debe ser entendida como una subcarpeta económica pues, en las relaciones papá-niño malcriado, así es clasificada (ver arriba, la destrucción como fuente de ingresos para los sionistas). Soslayado este enfoque, desde el mismo instante en el que supimos que la matanza había comenzado y puesto que todo lo demás era obvio, nos aplicamos a observar qué nuevas armas estaba ensayando el Tsahal -o ejército sionista, por cínico nombre Fuerza de Defensa Israelí-. Tel Aviv nos lo puso difícil pues, en matanzas anteriores -Líbano 2006, por ejemplo-, ya había empleado armas químicas, uranio empobrecido, fósforo blanco, minas antipersona, buster bombs -bombas de gran penetración-, las bombas de racimo, el DIME (Dense Inert Metal Explosive o bomba de tungsteno, ver Wikipedia pero con reparos pues suele ser bastante sionista) y, en general, todo el catálogo de armas prohibidas por las convenciones internacionales, sea contra ejércitos, sea contra aglomeraciones urbanas; es decir, civiles, única población gazatí pues la Palestina esclava ni tiene ni ha tenido nunca ejército sino milicianos que son lo contrario de soldados.
Las estrellas mediáticas de esta matanza han sido el DIME -que mata por microheridas y, además, causa neoplasias en las células osteoblásicas, vulgo cáncer seguro- y, sobre todo, el fotogénico fósforo blanco. Este último, antes de tocar el suelo estalla en 116 metrallas incandescentes que matan todo en un radio de 50 mts. y abrasan en un radio de 200 mts. Si circulaban en tanques, los invasores podían acercarse hasta 250 mts. de la diana para, desde allí, rematar a placer a los fugitivos. Desde hace años, el Tsahal tiene prohibido el término «fósforo blanco»; en sus comunicaciones internas, lo llaman «humo explosivo».
Nos duele decirlo pero, una de dos: o en estos dos últimos años los científicos gringo-sionistas no han trabajado lo suficiente para descubrir nuevas formas de genocidar o bien somos nosotros los que no hemos investigado lo suficiente en Gaza. En cualquier caso, en el acápite siguiente damos noticia de alguna novedad asesina -no tipo hardware sino variedad software-. Por lo demás, no hay que ser profeta para pronosticar que los miles o millones de minas y de bombas de racimo que seguirán estallando durante las próximas décadas aumentarán todavía más el genocidio.
Por su parte, los palestinos no han experimentado ninguna nueva arma pues los afamados cohetes Qassam son viejos como la vida misma. Dejemos aparte si los dispara Hamás o, como parece más probable, son obra de algún minúsculo grupo como la Yihad Islámica y centrémonos en la descripción de esta terrorífica arma. Según un ex-analista del Pentágono, los Qassam no tienen ningún sistema de guía. Su cabeza explosiva contiene entre medio y diez kilos de TNT mezclado con nitrato de urea, un fertilizante común. El combustible es azúcar y nitrato de potasio -otro vulgar agroquímico-. El detonador lo fabrican con un cartucho de escopeta, un muelle y un clavo. Las aletas estabilizadoras son simples trozos de lata, por eso dejan en su vuelo ‘esa estela como de sacacorchos enloquecido’ (ver Chuck Spinney, Should the US Pull the Plug on Israel? Hosing Obama Israeli Style, en Counterpunch, 20.I.2009) Pese a que los sionistas gritan que los Qassam han matado en veinte años a una docena de esos que llaman «colonos», vista su peligrosidad, es más razonable suponer que los muertos han sido dos o tres a lo sumo, alguno de ellos por infarto o por caída de cascotes. Evidentemente, los palestinos causarían un mayor daño si los ladrones de sus casas se pusieran a tiro de honda.
3. FRANCOTIRADORES (SNIPERS)
Como avanzábamos en el acápite anterior, si bien no hemos conseguido identificar las armas que indudablemente han experimentado (hardware), sí hemos encontrado la nueva táctica (software) empleada en esta matanza por el Tsahal: el uso masivo de francotiradores. El modo más corriente consistió en ocupar una casa, amontonar a toda la familia para que sirviera de escudo humano y esperar a que alguien se pusiera a tiro. Por lo tanto, no estamos en el escenario relativamente impersonal de una batalla en la que unos soldados drogados hasta las orejas salen en turbión disparando a tontas y a locas (con un resultado calculado en 300 disparos por diana) sino ante el panorama de un trío de individuos drogados de otra manera que ven la niña de los ojos a su próxima víctima (resultado: 1,5 disparos por diana) y que la graban con la cámara de video incorporada al fusil -si es una niña, doble premio-. La diferencia es obvia aunque no lo sea tanto el grado de racismo absoluto y colectivo que presupone el empleo de una táctica así.
Durante otras masacres, los joviales soldados sionistas hacían una muesca en la culata de su fusil cada vez que ‘neutralizaban’ a un palestino. Cuando el asesinado era un niño, grababan el símbolo Smile -ya saben, el círculo sonriente, don’t worry be happy-. Pero en esta matanza ha surgido un problema: buena parte de las culatas son de puro armazón abatible. Entonces, ¿cómo dejar ahora constancia de su puntería? Muy sencillo: incorporando una cámara de video a sus fusiles. Al finalizar su horario laboral, pasan la cinta-prueba a sus oficiales y recogen sus medallas. Problema resuelto.
Pero, aun dentro del racismo absoluto, hay diferencias. No es lo mismo el racismo cibernético del aviador que apunta la bomba contra una pantalla que el racismo del francotirador que apunta contra unos ojos. El primero es un oficinista de clase alta que, una vez terminado su (corto) horario laboral, vuelve a su casa, contempla en la tele los efectos de su acción y los comenta orgullosa y jocosamente con sus niños. El segundo es un paria con galones que disfruta viendo retorcerse a su víctima. El rico es virtual y asesina industrialmente en serie; el pobre es carnal y cree que puede asesinar en serie pero, en la práctica, no pasa de ser un artesano.
De cualquier modo, un racismo que se ceba en los niños planificada y sistemáticamente y con la precisión de un tirador de élite no es el racismo de los regímenes racistas al uso: es el propio de una sociedad que ha dado un paso más allá en las psicopatías colectivas que conocemos por la Historia. ¿Porqué ésta matanza de santos inocentes? Nos lo explica una sionista con un cinismo antológico: «Sólo haremos la paz con los árabes cuando ellos amen a sus niños más de lo que nos odian a nosotros. No podemos perdonarles que nos obliguen a matar a sus niños» (Lala Susskind, presidenta de los judíos berlineses; citada en Europa y Gaza, por Rafael Poch, La Vanguardia, Rebelión, 23.I.09)
[Si alguien duda de los extremos aquí descritos, que vea Z 32, el documental sobre un soldado que mantiene el anonimato bajo ese clave, dirigido por el israelí Avi Mograbi; ya más específicamente, que baje de Internet el documental One Shot (Con una sola bala, año 2004) de Nurit Kedar; en él, los francotiradores israelíes se vanaglorian de sus hazañas y las certifican adjuntando los videos grabados desde su fusil. También en Internet se pueden descargar otras proezas muy detalladas; por ejemplo, cómo el sargento Sholmo Penski mató en el año 2.001 a su primer niño. Fue con un disparo a 200 mts., con viento de 22 kph, usando un fusil Galil con telémetro Bausch&Lomb de 4 a 12 aumentos; todo ello documentado por el propio sargento; ver http://judicial-inc.biz/IDF_
4. DIARIOS DESDE GAZA
Nada sustituye el valor de los testimonios recogidos in situ. Por eso, concedemos la mayor importancia a las palabras de las víctimas gazatíes -o gazanas- aunque, un tanto paradójicamente y por motivos que mencionamos en otro párrafo, dejamos su testimonio para una ocasión menos perentoria. Por otra parte, prestamos mucha atención a la propaganda sionista puesto que, al estar basada en el efecto espejo, podemos conocer lo acaecido simplemente leyéndola al revés. Por ejemplo, ¿propala que Hamás se escuda en los niños?: pues obviamente la verdad es lo contrario -véase arriba el ejemplo de los francotiradores apostados detrás de rehenes-.
Al parecer, en Gaza sólo había ocho europeos al comenzar la masacre, entre ellos Alberto Arce, un español veterano en la Franja. Su diario puede complementarse con el de Leila El-Haddad «una madre desde Gaza». Leyendo éstos y otros diarios, comprobamos que el Tsahal secuestra indiscriminada y sistemáticamente y utiliza como escudos humanos a los secuestrados, además de emplearles como exploradores en los campos de minas y frente a cualquier eventualidad. No sólo lo ha hecho en Gaza sino que lo perpetra a diario en todas sus fronteras, especialmente en la libanesa -por lo demás, el secuestro aleatorio es una vieja táctica empleada por todos los ejércitos-. Además, si un día un batallón no cosecha el suficiente número de asesinados, los rehenes pasan automáticamente de viandantes a terroristas, se les ‘neutraliza’ y así se cumple el cupo de terror asignado.
Los diarios también nos enseñan que a un obús suele seguir un segundo proyectil cuyo objetivo es la gente que acuda a salvar a los heridos por el primero. Y que los sionistas atacaron por primera vez a la hora de salida de los colegios. Y que los soldaditos están de farra todo el día pero, como son pacifistas, cuando se aburren de matar, pintan en las paredes de las ruinas «Haz el amor, no la guerra». Y que roban todo lo que encuentran -¿y para qué invadir sino es para matar, saquear y violar?-. Y así sucesivamente. Mejor dejamos la academia militar y nos distraemos con algunas ‘anécdotas’:
Distrito de Abed Rabbo, es mediodía. Un tanque estaciona frente a una casa. Por medio de un megáfono, conmina a que salgan sus habitantes quienes obedecen con las manos en alto. Dos soldados comen papas fritas. De improviso, un tercer soldado surge de la torreta y sin mediar palabra, apunta a las niñas y dispara 12 balas. Mata en el acto a Amal (2 años) y Suad (7); destroza la columna vertebral de Samer (4) y también hiere a la abuela (60). La familia es obligada a permanecer inmóvil. Dos horas después, les permiten marchar a pie en busca de un hospital inexistente. A los soldados se les habían acabado las papas fritas.
El canal 2 de la TV israelí emite el programa Eretz Nehederet (Un país maravilloso) El presentador retransmite la matanza exactamente como si fuera un partido de fútbol. «Ya van 500 contra 4», resume. Acaba el partido y comienza una final de Eurovisión. Conecta con unos corresponsales ficticios que informan sobre el número de palestinos muertos -de puntos- que otorga cada país. «Alemania da 6.000 puntos».
Atia Samuni es padre de una familia numerosa; el Tsahal llama a su puerta y, cuando abre, le acribillan en silencio; prohíben a la familia que le toquen; su cadáver es recogido 17 días después.
La policía egipcia tortura a toda persona sospechosa de trabajar en los túneles que alimentan a los gazatíes. Algunos egipcios justifican el cierre de la frontera que mantiene el gobierno de Mubarak argumentando que «si dejamos entrar a los fugitivos, los israelíes creerán que pueden expulsar a los palestinos de sus tierras». El Vaticano no lo hubiera expresado con mayor untuosidad.
Y un rayo de razón: cuando se dirigen a los extranjeros -judíos, gringos y británicos incluidos-, la frase más repetida por los gazatíes es: «Somos gente con sueños para nosotros y para nuestros hijos. Somos como ustedes«. Repito: «Somos como ustedes» (ver abajo, # Conclusión) Por lo tanto, los palestinos saben perfectamente que los sionistas no les consideran humanos. Saben que, por su condición de pueblo indígena, sufren un genocidio que no es de este siglo sino de tipo seudo-renacentista. Un lento genocidio conceptualmente afín pero más retrógrado que el padecido por aquellos amerindios sobre los que la Iglesia cristiana dudó durante décadas antes de admitir -a regañadientes- que eran algo humanos; poco humanos y por ende susceptibles de exterminio -previo Requerimiento- pero gente al fin y al cabo. Israel ni siquiera llega a la modernidad del siglo XVI.
Por ahora -y a los bombardeos me remito-, los sionistas ni siquiera reconocen a los palestinos esa pizca de humanidad. En el año 2.448, cuando se cumpla el Quinto Centenario de la Hecatombe de 1.948, ¿habrán logrado los sionistas alejarse de su impiedad actual y habrán progresado lo suficiente como para acercarse al antiguo concepto de genocidio reconociendo que los palestinos de la Naqba también eran un poco humanos?
4.1. La instructiva ausencia de canibalismo
La apoteosis racista manifestada por la inaudita crueldad del Tsahal, nos obliga a un esfuerzo extra para analizarla. Así pues, nos aplicamos a olisquear los rincones en busca de cualquier detalle que tenga posibilidades de convertirse en significativo. En esta búsqueda por debajo de las alfombras, hemos tropezado con un dato que a algunos les parecerá extravagante pero que a nosotros nos parece analíticamente promisorio: no se han reportado casos de canibalismo.
[Para nada nos referimos a un canibalismo entre los gazatíes parecido al de los rusos sitiados en Leningrado aunque la carencia de alimentos pueda ser similar. Descontamos por obvia que tal es la meta que se ha propuesto el sionismo; el bloqueo prolongado y absoluto de la Franja apunta indudablemente en ese sentido y suponemos que el plan cuenta con la asesoría de algunos judíos rusos inmigrados en los años 90’s, buenos conocedores del caso leningradense]
¿Por qué los soldados sionistas no se han comido a algunos gazatíes? Dada la ferocidad física derrochada en la masacre, la pregunta no es capciosa ni baladí. Ahora bien, conviene aclarar a aquellos que sólo son anti-sionistas -y que, por ende, estarían predispuestos a creer en la perversidad esencial del Tsahal-, que damos este dato por cierto basándonos en que no se han dado casos del estadio previo al canibalismo, a saber, el desmembramiento de la víctima. Por supuesto que el holocausto de Gaza ha sido un descuartizamiento masivo y que ha habido muchos casos de soldados que han desmembrado incluso a niños pero siempre lo han perpetrado por máquina interpuesta -o, al menos, eso queremos creer-. No es ese el desmembramiento pre-canibalístico. El que nos interesa es el acto de destazar con las propias manos y todo indica que el Tsahal no ha llegado (todavía) a ese punto. Y conste que nos estamos refiriendo al canibalismo físico, no a la antropofagia simbólica presente en las hostias eucarísticas comunión -«comed de mi cuerpo, bebed de mi sangre»- o en la venganza de los bóvidos escondida tras la enfermedad de la vacas locas -mítico retorno del Minotauro-.
Se puede argumentar que la ausencia de canibalismo es índice de que los sionistas desprecian tanto a los gazatíes como para no querer contaminarse el tracto digestivo con carne impura, palestina. Continuando con la Vulgata antropológica, considerarían los soldados que no hay ganancia en apropiarse de la fuerza del enemigo vencido, tan exigua es ésta -y, si nos circunscribimos a la inanidad de la fuerza bélica palestina, no les faltaría razón-. Abundando en el manual etnológico, podríamos colegir que el gazatí ha sustituido al cerdo en su papel de animal impuro.
Llegados a este punto, empieza a ser necesario apuntalar las teorías al uso con algún dato etnohistórico. Por ejemplo, sabemos que la tradición judía está plagada de canibalismo; no tienen más que ojear el Antiguo Testamento y se encontrarán con docenas de anécdotas en las que la víctima humana no es condenada a la hoguera sino «pasada por el fuego» -es decir, cocinada, obviamente para ser consumida por el vencedor-. De ese trance no se libraban ni los familiares y si no, que se lo pregunten a Manasés, un reyezuelo de Judá cuya acendrada espiritualidad -«observaba los sueños»- no le impedía «pasar a sus hijos por el fuego» (Paralipómenos, 33: 6)
Ahora bien, en la fase de transición a la modernidad en la que se encuentra Israel, el sionismo sabe que, preferiblemente después que antes, deberá abandonar algunos de los alambicados tabúes gastronómicos que incorporó a su religión -suponiendo provisionalmente que el proceso no fuera el inverso-. En la Europa salchichera la suidofobia le servía para distinguirse pero, en el futuro globalizado, será una incongruencia antieconómica. En consecuencia, el sionismo se están preparando para la transición al cosmopolitismo -huelga añadir, laico- y una de las maneras de comenzarla es diversificando el antiguo tabú transfiriéndolo a los palestinos como primera medida para abandonarlo.
Actualmente, este proceso se encuentra en el estadio de desmembramiento quirúrgico -o sea, con las manos pero enguantadas y empolvadas-. Todavía no ha llegado a la masa bárbara de los soldados en acción. Por hoy, se limita al saqueo de órganos para trasplantes, una macabra costumbre que, según nuestro archivo de prensa española, se hizo pública en 1.997: el 15 de noviembre de ese año, el Tsahal fusiló en Belén al niño de siete años Alí Mohamed Jawarish. Todavía vivo, fue rechazado por tres hospitales pero, una vez muerto, el hospital Hadassah decomisó su cadáver y le vació de «la mayor parte de sus órganos» para trasplantarlos -añadiendo el agravio a la injuria, la familia fue obligada a firmar que la cesión había sido voluntaria-. Posteriormente, los sionistas no se recataron apenas a la hora de hacer publicidad de esta categoría de sus desmanes: en julio 1998, el cuerpo del gazatí Farid Bawadi fue desguazado para revivir a cuatro israelíes; en junio 2001, el farmacéutico Mazen Julani fue asesinado por un colono sionista y sus órganos perduran en cuatro de sus asesinos; en agosto 2003, corrieron igual suerte los restos de Qaher Aoude, de 11 años. Y así sucesivamente.
Otra muestra de que la barbarie sionista ha llegado al extremo de que debemos considerar como un progreso humanitario todo lo que signifique reconocer a los palestinos algunos signos -así sean anatómicos- de algo parecido a la Humanidad, es que los catedráticos sionistas secuestran los cadáveres palestinos para utilizarlos en sus clases universitarias. Incluso cuando los soldados cortan la cabeza de un palestino y la clavan en un palo y se fotografían con ella muertos de risa, lejos de considerarlo un escándalo, a nosotros nos parece un signo esperanzador porque, al menos, agarraron la cabeza con sus manos (todo ello fue publicado no por ningún medio hitleriano sino por el periódico israelí Yediot Aharonoth, ver noviembre del 2004)
Hay otra señal de que el sionismo comienza a dar (sinusoidales) señales de cambio: ya califica a los palestinos como bestias lo cual es un adelanto humanitario pues, en un país más nuclearizado que tecnificado, bien hubiera podido derivar a considerarlos como desecho nuclear -meros agregados de plutonio inservible- antes que como tuercas o grúas -útiles en suma-. En palabras literales de los príncipes sionistas, los palestinos son ahora «bestias de dos patas» (two-legged beasts) lo cual significa que han conseguido otro adelanto -el bipedismo- pues hasta hace poco, concretamente los gazatíes carecían de patas y Gaza era un «nido de serpientes» (meharat nashahim, ahora lo vuelve a ser), aunque después los palestinos comunes progresaran hasta ser equiparados con la artrópoda langosta o plaga de varias patas, «saltamontes cuyas cabezas deben ser aplastadas contra las peñas», en expresión tomada directamente de los Salmos.
El problema radica en que Israel no se decide a progresar en los hechos -i.e., en los bombardeos- por el camino del reconocimiento del bipedismo palestino puesto que todavía pesan en su imaginario las admoniciones del Libro Sagrado. La sacralización del alfabeto hace que sea fácil presa del delirio persecutorio y de la paranoia que le inoculan sus lecturas. Las letras le succionan hacia la Solución Final porque el dichoso Libro es una sistemática incitación al totalitarismo. Por lo que dice de los enemigos en esos Salmos que inspiraron a los príncipes sionistas el símil artropódico, deducimos que los mandos del Tsahal pueden sostener que ellos son inocentes porque la matanza de Gaza ya estaba escrita -más aún, ¿acaso Gaza no es Filistea y los palestinos no son los filistinos?-.
Veamos lo que realmente dicen esos Salmos que algunos toman por seráficas e idílicas pastorellas [hemos suprimido las expresiones abstractas y las repeticiones; hemos seleccionado sólo las veintiséis (26) maldiciones más plásticas y las citamos en orden de lectura]:
Yavé a los enemigos de Israel, «los rompe como vasija de alfarero (Salmos, 2: 9), «rompe los dientes de los impíos» (3:8), «si no se convierten, afila tu espada» (7:13), «arroja, ¡oh, Yavé!, sobre ellos el terror» (9:21), «lloverán sobre los impíos carbones encendidos, fuego y azufre» (11:6), «los dispersaba cual polvo cara al viento, y cual lodo de las plazas los hollaba» (18:43), «los pondrás como en un horno de fuego, los consumirás en tu ira, el fuego los abrasará / borrarás de la tierra su progenie» (21:10-11), «esparcirás los huesos del que te asedia y los cubrirás de ignominia» (53:6), «tú, ¡oh, Dios!, los harás descender a la fosa de la pudrición / hombres sanguinarios y dolosos no llegarán a la mitad de sus días» (55:24), «rómpeles las quijadas / sean como el caracol, que se deslíe caminando / como aborto de mujer que no ve el sol / el justo bañará sus pies en la sangre del impío » (58:9,11), «serán pasto de chacales» (63:11), «que la lengua de tus perros tenga parte en los enemigos» (68:24), «oscurézcanse sus ojos y no vean / asoladas sean sus moradas y no hay quien habite sus tiendas / que sean borrados del libro de la vida» (69:24,26,29), «cómo Yavé obró en Egipto / mudando sus ríos en sangre para que no pudieran beber de sus canales, mandando contra ellos tábanos que los devorasen y ranas que los infestasen, dando sus cosechas al pulgón y los frutos de su fatiga a la langosta, devastando con el granizo sus viñas y sus sicómoros con la piedra, dando al pedrisco sus ganados y al rayo sus rebaños / y abandonó sus vidas a la peste» (78:44-50), «les envió las tinieblas y se hizo oscuro, convirtió en sangre sus aguas y mató a sus peces» (105:28-29), «y las aguas les sumergieron no escapando ni uno solo» (106:11), «sean pocos sus días y otro ocupe su empleo, sean huérfanos sus hijos y su mujer viuda, vaguen errantes sus hijos y mendiguen, sean arrojados de sus casas arruinadas, enrede el acreedor cuanto tiene y róbenle extraños el fruto de su trabajo, no tenga a nadie que le favorezca ni quien tenga compasión de sus huérfanos, sea dada su posteridad al exterminio, bórrese su nombre en una generación» (109:8-13), «vístase con el vestido de la maldición que penetre como agua en sus entrañas y como aceite en sus huesos» (109:18), «juzgará a las gentes llenando la región de cadáveres» (110:6), «tienen boca y no hablan, ojos y no ven, orejas y no oyen, narices y no huelen, sus manos no palpan, no sale de su garganta un murmullo» (115:5-7), «craso está como sebo su corazón» (119:70), «sean como la hierba de los tejados, que se seca antes de granar» (129:6), «y mató a reyes poderosos porque es eterna su piedad» (136:18), «¿cómo no odiar, ¡oh Yavé! a los que odian? Los detesto con odio implacable» (139:21-22), «tus enemigos afilan su lengua como serpientes, tienen bajo sus labios el veneno del áspid» (140:4), ¡oh Yavé!, «toma venganza de las gentes y castiga a los pueblos, para aprisionar con grillos a sus reyes y encadenar con hierros a sus príncipes» (149:7-8)
Y como colofón de este ramillete de delicadas florecillas, hemos desgajado sólo un versículo, aquél que señala que, si alguna queja tienen los de religión judía de sus antepasados, es porque «no exterminaron a los pueblos, como se lo había mandado Yavé» (106:34) ¿Qué se puede esperar de una civilización como la judeo-cristiana que exige y sacraliza el genocidio?
Pero, volviendo al huevo modernizador que anida en el bulbo raquídeo, es de señalar que no es ineluctable pero sí posible que, en el futuro, coincidan los dos procesos -el general de la modernización y el particular del canibalismo-. Cuando el palestino adquiera tanta fuerza como para ser un verdadero peligro bélico, del trasplante se pasará al desmembramiento manual en el campo de batalla y, poco después, al ágape antropofágico. Sólo entonces Israel habrá vuelto a su Tierra Prometida, sólo entonces podrá decir que ha recuperado la gloria de sus antiguos reyes -Manasés el primero-. El sionismo no sólo es una anomalía y un anacronismo sino también algo que discurre por otros negociados: una psicopatía social. Por ello, sus métodos de modernización no son los normales -en este caso, nos conformaríamos con la suspensión de la teocracia, más optimistas no podemos ser-, de manera que Israel será moderno el día que abrace el canibalismo. Cosas veredes y más raras se han visto.
Claro está que la descripción del proceso anterior parte de la base de que, en el más oscuro rincón del bulbo raquídeo sionista, se está incubando el huevo de la modernidad. Como hay estudiosos que albergan serias dudas -y razones no les faltan- sobre la existencia de ese huevo, trataremos de explicarnos:
Israel es el arquetipo de un Occidente cuyo eje de coordenadas gravita sobre la ética bífida y el supremo victimismo. En Israel y en contra de los dictados del imaginario popular, este victimismo no procede del Holocausto sino de bastante más atrás, del siglo XIX, de cuando Occidente devastaba medio mundo pero decía hacerlo a disgusto y sólo para cumplir con el mandato divino de civilizar a los salvajes -la pesada carga del hombre blanco, the Burden of the Whiteman, en expresión de aquella época siniestra-. Por ello, intentar comprender la sociedad sionista tomando como punto de partida la supuesta esquizofrenia de quien -supuestamente- no sabe si es víctima o verdugo, es creer en la piedad del tirano. No se puede empezar con peor pie. No hay tal esquizofrenia porque no hay dicotomía alguna: el sionismo jamás se ha pensado a sí mismo como verdugo.
La sionista es una sociedad que no se decide a resolver su polarización entre dos extremos irreconciliables: la tradición y la modernidad. Si nos limitáramos a esta disyuntiva, el caso no tendría nada de peculiar pues, hoy, tal polarización es un fenómeno casi universal. El problema comienza cuando apreciamos que los dos extremos del espectro también están escindidos en sus respectivos interiores. La tradición nacional sionista, tan voluntarista como cualquier otra, se debate entre lo rural -el culto a la zarza ardiente, hoy transmutado en kibbutz- y lo urbano -idolatría por Jerusalén o hagiografía jerosolimitana hoy sustituido en la práctica por sus bombas nucleares, paradigma de la densidad porque también lo es de la dispersión-. Por su parte, la modernidad sionista no sabe si es cosmopolita -resultado de la diáspora- o étnica -persistencia del Pueblo Elegido-. Huelga añadir que si ya es muy confuso el entorno creado por la indecisión, el problema se complica todavía más cuando los polos de deshilachan en opciones a cual más artificiosa: los kibbutz no existen -sólo son un par de decorados para turistas-, Jerusalén siempre fue un corral de cabras -y más si lo comparamos con las urbes mesopotámicas-, la diáspora judía fue una más entre cientos y en cuanto a lo de «pueblo elegido», todos creen serlo.
En resumen, sólo nos quedan dos hechos como puños: a) el pueblo judío ha existido de varias maneras pero, con gran diferencia, la más real adopta la forma habitual de las minorías expatriadas -que suelen ser lo contrario de apátridas-: una mafia financiera. Claro está que hay alguna diferencia entre las míseras ajorcas de oro que llevan encima los perseguidos -los gitanos, sin ir más lejos- como precaución ante el siempre inminente progrom y la transmutación de los diamantes o de ese metal amarillento en dinero cosmopolita -la ingeniería financiera no es kábala sino la verdadera alquimia-. b) en la actualidad, la riqueza acumulada por la forma plurisecular ha superado la imaginación de los mafiosos financieros por lo que se han visto obligados a invertir los excedentes de la manera más rutinaria imaginable: en lujos. El mantenimiento del niño mimado o ‘Estado de Israel’ les parece una excelente solución porque obliga a más lujos -por ejemplo, la guerra nuclear- y, sobre todo, porque les suministra el mejor engrudo que se ha descubierto para mantener la cohesión nacional: un enemigo interno -obviamente, los palestinos-.
Por desgracia, nos tememos que el deshilachamiento del imaginario sionista es demasiado grave como para que lo cure un remedio tan repetido como es el recurso al Ogro casero, máxime cuando lo enmarañan hasta lograr que la única salida modernizadora sea que los niños se coman al Ogro.
5. INSIDIAS
Esta carpeta reúne documentos que revelan la manipulación subliminal -o representación torticera de un fragmento de la realidad- que han programado los media. Para hacer el cuento corto, nos centraremos en cómo la orquestó El País, diario español que presume de global. ¡Ojo!, citaremos no la tergiversación -o mentira pura y dura- de las noticias de cada día puesto que la damos por descontada, sino sólo aquellas gacetillas, colaboraciones o reportajes que pueden salir cualquier día pero que, ¡oh casualidad!, fueron pautadas para ser publicadas escalonadamente en fechas clave.
La campaña comenzó a lo grande el 09.I.09 con un artículo a toda página sobre Paul Celan, «el gran poeta judío», y su arranque nos resultó especialmente odioso porque, en efecto, Celan fue un gran poeta. El mensaje que quería transmitir la edición de ese artículo era que los sionistas quizá sean malos pero tienen alguna razón psicológica para permitirse algunos excesos. Celan era «el moribundo enamorado que consiguió escapar de la persecución nazi pero su vida estuvo dañada por la experiencia del genocidio y por el sentimiento de culpa del que ha sobrevivido» (nuestras cursivas). En estos párrafos, la insidia no radica sólo en la palabra ‘dañada’ -no ‘influida’ ni ‘determinada’ que son vocablos más neutros y menos psicologizantes- sino en sugerir que, por su calidad de fugitivo, era plausible que Celan hubiera emigrado a Israel (algo que nunca intentó) y que alguno de sus (imaginarios) nietos fuera hoy aviador o sniper. No olvidemos que se trataba del primer eslabón de la campaña por lo que podemos describirlo como equivalente al bombardeo que «ablanda las defensas del enemigo» -dicho sea con el organicismo al que recurre de tarde en tarde el lenguaje militar-.
Por pura ley del contraste, si la primera andanada ofrecía la mejor cara del pueblo judío, la segunda tenía que dirigirse no directamente contra los gazatíes -hubiera sido «de mal gusto»- sino contra la peor cara de los árabes. Titular: «El gran muftí saudí bendice las bodas de niñas de 10 años» (El País, 15.I.09) Foto: el muftí tocado con la «kefiya palestina» -pañuelo que no es exclusivo de los palestinos- ríe exhibiendo una dentadura sucia y caballuna. Mensaje: los judíos son dulces poetas enamorados mientras que los palestinos -alter ego de los árabes- son feísimos clérigos fundamentalistas y misóginos.
La tercera descarga adoptó el formato de una entrevista con un imán que predica en Madrid. «Los saudíes me pagan, pero me respetan» (ibid, 16.I.09) Conclusión buscada: ‘¿cómo van a respetar unos sátrapas que abusan de la infancia?, este imán es un hipócrita y un peligro para las niñas madrileñas’. En otras palabras, de lo exótico -Arabia saudí- a lo castizo para demostrar que la plaga fundamentalista se ha colado en nuestra casa.
Si la anterior era local, la siguiente descarga tenía que ser global. Y, en efecto, estaba destinada al populacho planetario: «Amenaza mundial contra Madonna. Un grupo islamista quiere decapitar a la cantante por su apoyo a Israel. «Ella nos insulta con su amor a los judíos», dicen los radicales» (ibid, 19.I.09). Leyendo entre líneas: los moros son una pandilla de terroristas que pululan por todo el planeta y son alienígenas medio marcianos pues no aprecian el arte de una gran cantante famosa en todo el planeta.
Y para redondear la tarta sin aburrir con más ejemplos, un reportaje a todo color en el suplemento dominical sobre el retorno de los judíos a Berlín: «¿Se está superando el pasado a los 70 años?» (ibid, 25.I.09) O, lo que viene a ser lo mismo: olvidemos el pasado antisemita ya que lo han olvidado ¡incluso los alemanes! pero mediante una indemnización a los supervivientes que debe traducirse en apoyo a Israel.
Frente a tanta congruencia dialéctica -de lo global a lo particular, etc-, la nota discordante del integrismo católico. Puesto que El País se vanagloria de laicismo, no quiso perder la ocasión de hacer cosquillas -cosquillitas- al Vaticano: «El Papa reabre la herida judía. La decisión de revocar la excomunión de los obispos lefebvristas distancia aún más a judíos y católicos» (ibid, 26.I.09) Dejando aparte la enésima constatación de que, cuando le pete, el rey absoluto Benito 16º hace de su capa (pluvial) un sayo, con esta medida el Vaticano no hizo otra cosa que seguir su propio ritmo y su tradición popular, esa que se manifiesta en la conocida cantinela infantil «Cuando llueve y hace sol, / sale el arco del Señor. / Cuando llueve y hace frío, / sale el arco de los judíos». Por su parte, El País se las apañó para difundir la imagen de un Vaticano integrista oponiéndola a la modernidad de Israel. Se les puede perdonar porque todavía no habían leído este memorando en el que, esperamos, queda claro que Israel ha conseguido lo que parecía imposible: ser aún más retrógrado que la Santa Sede. De moderno, nada; de antediluviano, todo.
Y dejamos para el acápite #11. Venezuela, otra curiosa insidia. Terminamos esta carpeta pero no sin ofrecer una celada futura. Aviso a los navegantes: en breve aumentará la ola de películas con árabes malencarados, todos ellos terroristas. Así lo han decidido los amos de Hollywood -Eisner, Levin, Levy, Bronfman, Murdoch, Weinstein, todos judíos sionistas-.
6. IMÁGENES
Este es uno de los tópicos en los que más se nota la diferencia entre los media e Internet. La Red es (todavía) imposible de controlar por los magnates de los primeros y, además, es incomparablemente más rica; de ella hemos archivado en un CD una selección de cien imágenes no necesariamente truculentas. En cuanto a los media, se equivocan quienes suponen que los sionistas han obstaculizado en ellos la difusión las imágenes más sanguinolentas -tampoco es que las hayan priorizado-.
No, la censura ha ido por otros derroteros; huelga decir que los media han sido escandalosamente parciales pues las imágenes que nos han inyectado pretenden adornar la inmensa potencia destructiva de Israel simultaneándola con los sufrimientos de los pobrecitos colonos israelíes -no menos modernos y, por ende, opulentos-. El mensaje no puede ser más obvio: Israel es rico porque, en orden aproximado, es limpio, laico, escaso de población, ordenado, modernísimo, ponderado, democrático… y, last but not least, guerrero. Los moros son sucios, gritones y se les caen las casas porque rezan mucho pero mal. No ha habido imágenes de mezquitas o sinagogas destruidas ergo ésta no ha sido una matanza religiosa -al contrario, han tenido buen cuidado de ofrecernos imágenes de minaretes intactos-.
Pero recordemos lo de «guerrero». Una vez más, la propaganda sionista ha seguido el mismo rumbo que escogió en 1948: buscar un equilibrio entre la admiración por la ciencia militar sionista… y, sobre todo, provocar el Terror lo cual, traducido a imágenes, significa no esconder la sangre de las víctimas, niños incluidos -según la conveniencia, incluso preponderados-. Así lo constata un párrafo de la carta abierta en la que A. Einstein, H. Arendt y otros sabios judíos protestaban contra el fascismo que se había apoderado de Israel:
«The terrorists [dirigidos por M. Beguin], far from being ashamed of their act, were proud of this massacre, publicized it widely, and invited all the foreign correspondents present in the country to view the heaped corpses and the general havoc at Deir Yassin» (The New York Times, 04.XII.1948; nuestras versalitas)
Es decir, que los máximos dirigentes de Israel, con Beguin a la cabeza -quien, como primer ministro firmaría el acuerdo de Camp David en 1978 y luego obtendría el Nobel de la Paz-, desde el principio se consagraron con fruición no sólo el terrorismo sino también a darle la máxima publicidad a sus matanzas. Por ello, cuando G.W. Bush denominó Shock and Awe (Susto y pavor) a su invasión de Irak, no hizo otra cosa que seguir las enseñanzas de la propaganda sionista.
Por último, si para ejemplificar la manipulación de las imágenes tuviéramos que escoger una sola, es posible que eligiéramos aquella con la que, pequeño detalle, los diarios españoles inauguraron el año 2009. Se trata de una foto firmada por la agencia Reuters -de propiedad sionista, dicho sea de paso-, en la que se aprecia el estallido de una bomba «sobre el norte de la franja de Gaza». Lo llamativo de esta foto es que la bomba explota en segundo plano sobre un remoto descampado mientras que, en el primer plano, destaca una aglomeración de buenos edificios con sus terrazas atestadas de antenas parabólicas. Y, otro pequeño detalle, a la derecha de la imagen podemos observar un minarete -huelga añadir, intacto-. Lectura rápida inducida: los gazatíes viven en lujosos apartamentos y las bombas caen solas en el vacío; no hay genocidio. Entonces, ¿dónde está el Terror?: pues en otra imagen -de Getty- bastante más pequeña que muestra la aniquilación de todo un barrio. Es lo que se llama poner una vela a dios y otra al diablo. Y todo ello para ilustrar una crónica titulada «La aviación israelí mata a uno de los principales dirigentes de Hamás» (El País, 02.I.09) A lo que deberíamos añadir: pues que puntería más errática ésta de los aviadores sionistas, lo mismo bombardean la nada que atinan a un jeque en mitad de un hacinamiento.
7. SIONISTAS NO ISRAELÍES
Por otro nombre, la gentuza que más detestamos. El equivalente actual a los «verdugos voluntarios» del nazismo con el agravante de que los buenos ciudadanos que ayudaron a Hitler estaban en guerra mientras que éstos de hoy se refocilan ante la televisión de sus mansiones con lo que ellos llaman «guerra». Sobra decir que esta canalla ocupa la inmensa mayoría de los media tradicionales -periódicos en papel, cine, tv y circuitos de conferencias-. Pero tenemos la suerte de los media cibernéticos son tan numerosos que podemos escoger.
Antes de continuar, una precisión terminológica: no son logorreicos -como algunos han definido a Bernardo Enrique Lévy- sino verborreicos. En el habla coloquial, la diferencia es clara: logorreico sería el que defecara argumentos líquidos, abundantes y malolientes mientras que los verborreicos sólo defecan sonidos o letras que, juntos y juntas, parecen palabras. Verdugos militantes como B-H Lévy sólo cagan palabras en melena así pues mejor los definiríamos como vulgarísimos verborreicos.
Dicho lo cual, comenzaremos con generalidades: Israel tiene buena prensa en Occidente porque aparenta ser occidental así que, en el peor de los casos, son «nuestros hideputas». Como ejemplo tanto de máxima repercusión mediática como de desprecio por la geografía, pese a ser un ejemplo cabal de despotismo oriental -asiático-, sus equipos juegan en las Copas de Europa. Y ello porque, en un mundo globalizado, las tendencias aldeanas adquieren formas regionales, extensas: Europa sataniza a toda la región islámica -incluyendo de paso continentes como África y Asia-, cuando santifica a Israel. Toda una flagrante exhibición del provincianismo occidental. Pero Occidente no repara en gastos porque Israel es el único que les proporciona un enemigo claro -el pérfido sarraceno- y una estrategia no menos clara para acabar con él sin pagar penitencias -el genocidio lento-. Europa prefiere las lecciones para el futuro que le proporciona el sionismo al deterioro de una imagen que se pretende paradigma del cosmopolitismo pero que, satanizando a medio mundo por estado interpósito, demuestra ostentosamente su cobardía y su verdadero carácter: cominero, tiquismiquis, pueblerino y, como no podía ser menos, eurocéntrico.
Ante un genocidio tan obvio como el de Gaza, esta chusma de intelectuales paniaguados pretende nada menos que racionalizar el crimen. ¿Acaso no saben que introducir la razón en un genocidio sólo sirve al verdugo? Háblenles a las víctimas de razón, háblenles de que el mal es banal y recítenles otros pareados por Navidás. Y lo que es peor, les parece que, en este caso, la Razón -pragmática pura- actúa por grados de aproximación al problema. Por rutina mecánica, de la graduación saltan inmediatamente a la equidistancia -ahora también llamada «ponderación» y mañana, cuando gasten esa pieza de repuesto, cualquier diccionario de sinónimos les ofrecerá otras opciones-. Maldita equidistancia. Y conste que los equidistantes más insufribles ni siquiera reconocen su equidistancia como una herramienta de análisis funcional sino que, incontaminados por los hechos, levitan hasta alcanzar el plano moral; son los que se permiten sustituirla por la piedad pero siguen el infecto precepto de que «en el término medio está la virtud». El centro, el centro… ¡el centro está vacío! -por definición dinámica-.
«Perro no come perro» pero, aun así, en algunos conflictos, es plausible estar contra las dos partes. En este que hoy nos ocupa, si pudiéramos hablar de una guerra entre Israel y Hamás y ésta última fuera confesional -lo fue pero ya no lo es o, al menos, lo es menos que Israel-, de hecho nosotros estaríamos contra las dos. Pero no hay tal. Incluso aunque Hamás retrocediera a su confesionalidad, la matanza nos seguiría obligando a oponernos -por religiosas- a ambas banderías aunque siempre respetaríamos las proporciones: si Yavé mata a mil, pues nos opondríamos a Israel con mil unidades de fuerza; si Alá mata a dos, pues nos opondríamos a Hamás con dos unidades de fuerza. Guardaríamos, entonces, el debido orden cronológico por lo que jamás podríamos llegar a la censura contra Hamás. Nunca nos alcanzaría el tiempo y sería una desgracia porque eso significaría que las fuerzas se habrían equilibrado -tendría, pues, cierto sentido hablar de «guerra»-. Sin embargo, todos estos cálculos son ridículamente fútiles porque los sionistas no nos dejan opción: ante un genocidio, sólo se puede ser maniqueo. En caso de genocidio -y sólo en este caso-, introducir el factor religioso no es bizantinismo infantil: es criminal.
Cuando el hampa equidistante se digna descender de su olimpo, es para proponer dos medidas que brillan por su originalidad y que se resumen en: exigir la destrucción de Hamás y «crear comisiones para depurar las responsabilidades del Tsahal» -el colmo de la imaginación-. En otras palabras, lo de siempre: exterminar directamente al movimiento social que ha ganado las elecciones. En cuanto a la segunda medida -indirecta-, ya se sabe: si quieres añadir el agravio a la injuria, crea varias comisiones para esclarecerlo puesto que, cuantas más comisiones, más hostigamiento para las víctimas y más impunidad para los verdugos. Algunos manifiestamente abyectos -como A. Elorza, con quien volveremos a tropezar en el #16-, llega a exigir «bombardeos selectivos» a lo que podríamos preguntarle: puesto que, según este piadoso profesor de ciencias políticas, ETA es tan terrorista como Hamás, ¿también habrá que bombardear Euskal Herria? El doctor Elorza, ¿pide bombardeos tan matemáticos como el de la foto que antes comentábamos? En cuyo caso, los pilotos españoles, ¿deben apuntar al descampado o al barrio entero? A lo que, regresando a Gaza y por si les entra en la mollera a los equidistantes, podríamos añadir un pequeño detalle: si el Mossad es tan efectivo, si secuestra sistemática y exactamente desde Argentina -Eichmann- hasta Italia -Mordechai Vanunu-, ¿porqué no secuestra en Palestina a los lanzadores de cohetes?
No debemos terminar este acápite sin aludir a un caso de equidistancia especialmente hiriente: el personificado por Tomás Hirsch, líder del Partido Humanista chileno -acotación para españoles: un Rosa Díez espolvoreado con incienso esotérico-, y, para colmo de la confusión, ex candidato presidencial por una alianza de grupúsculos izquierdistas. El señor Hirsch, se permitió el lujo de escribir un artículo que nos resulta deleznable desde el mismo título: «Los pacifistas israelíes y palestinos son el ejemplo para el mundo entero» (ver www.alainet.org/active/28315, 06.I.09) Aclarémosnos: los pacifistas israelíes -loados sean- son una tan gloriosa como ínfima minoría que puede escoger día a día su posición política. Entre los palestinos no hay pacifistas porque todo el pueblo palestino lleva más de un siglo pidiendo paz. Los primeros rigen su volición por la razón. Los segundos no pueden llegar a ese estadio porque están constreñidos a la más simple de las voluntades -sobrevivir-; para ellos, la razón es una floritura innecesaria. Parafraseando la conocida respuesta de Laplace a Napoleón -«no necesito a Dios para explicar el Universo»-, los palestinos no necesitan la razón para tener razón.
Item más, si leemos más allá del título, encontraremos que repudia «la violencia del estado de Israel» en una sola ocasión mientras que exige tres veces a Hamás que «detenga sus ataques». El resto del artículo -corto, de unas 500 palabras-, se va en adulaciones para la juventud -¿no hay adultos pacifistas?- y en propagandear un brindis al sol denominado «Marcha por la Paz». Y, para colmo, desliza en su panfleto que «todas las religiones» convergerán en la tan mentada Marcha. Pues que comience por pacificar a sus correligionarios cristianos -pero de base, eh?-.
8. MANIFESTACIONES
9. BOICOT AL CÓDIGO DE BARRAS «729»
10. AMÉRICA LATINA Y OTROS PAÍSES
Venezuela, Bolivia, Qatar y Mauritania han sido los únicos países que han roto sus relaciones diplomáticas con Israel; pero no ha quedado claro si se trata de suspensión -medida provisional que suele durar pocos meses-, o de ruptura -medida ‘definitiva’ que suele durar escasos años-. Esta vaguedad nos lleva a temer lo peor -que vuelvan en breve los embajadores sionistas-. En cuanto a la Unión Europea, Grecia prohibió el uso de sus puertos para los barcos que transportaran armas para el Tsahal y Portugal puso ‘alguna’ dificultad al empleo de sus aeropuertos para el tráfico militar con Israel.
11. VENEZUELA
Venezuela merece un lugar de honor por haber sido el primer país en romper relaciones con los sionistas. Huelga añadir que ello no supone caucionar ni desacreditar ni siquiera comparar con el resto de la política bolivariana -en la cual, hoy, ni entramos ni salimos-. Sin embargo, más de uno rezongará musitando que sólo fue un acto simbólico y de cara a la galería. Pues bueno; y si así fuera, ¿qué?, ¿no es la política -y más la internacional- puro símbolo y puro espectáculo? Pero hay más: en América latina en general y en Venezuela en particular, Israel es toda una potencia. Son testigos desde los generales argentinos, guatemaltecos, etc. a los que tanto asesoró el Tsahal hasta las innumerables empresas controladas por el sionismo, sea en su versión financiera, sea en la comercial e incluso en la industrial y en la agropecuaria. Por ello, el gesto de Venezuela ha tenido una benéfica e inmediata repercusión en toda América Latina así que bienvenido sea.
Pero en todo plato de leche siempre cae una mosca. En Venezuela, la imprudente mosca ha sido encarnada por Jerónimo Carrera, presidente del Partido Comunista venezolano y firmante de un artículo cuyo título lo dice todo: «Entre dos fuegos». Hay que ser no sólo sionista sino también estúpido para, en un país tan polarizado como Venezuela, pretender ser neutral y, encima, al mismo tiempo oponerse furiosamente a la ruptura de relaciones diplomáticas con Israel. Por lo demás, no nos extraña ni la postura de este preboste criollo ni que difiera de las posturas de otros partidos comunistas: desde que se les apagó el faro moscovita que les guiaba, andan desnortados -al menos en cuestiones internacionales-. Y, más aún, prisioneros de su creencia en que el Progreso es ineluctable y necesario, quieren ver en la «democracia» israelí una fase histórica -se les ha olvidado el término que antes usaban: dialéctica– superior al «feudalismo» sarraceno. No tienen remedio porque, como sucede con todos los simplísimos organismos partenogenéticos, el moho nutricio que acumulan es inmortal.
Por lo demás, como ya mencionábamos en #5. Insidias, sólo en Venezuela hemos encontrado un recordatorio de que la manipulación sionista comenzó poco antes de la invasión. Nos referimos a un artículo de José Canache en el que se denuncia la «complicidad del National Geographic en la campaña de agravios contra el pueblo palestino» (ver Aporrea.org, 15.I.09) Para este autor, la publicación de dos reportajes sobre «el verdadero rey Herodes» en el número de diciembre 08 de esa deletérea revista demuestra una vez más que «la máquina de guerra del Imperio trabaja al unísono con las máquinas mediáticas». Canache centra su crítica en una fotografía a doble página de uno de los susodichos reportajes en el que se aprecia a un hombre enmascarado con la kefiya. El (supuesto) palestino es «un saqueador» de tesoros arqueológicos y su foto abre el segundo reportaje -justo el que titulan inocentemente «El pasado robado»-.
El autor venezolano ha puesto el dedo en la llaga pero, si recordamos que toda esa revista es un corpus purulento de la cabeza a los pies, es fácil encontrar muchas más llagas. Por mor de brevedad nos limitaremos a la conclusión: en el citado número, se nos enseña que Herodes era «un general brillante que gobernó con generosidad y dejó un importante legado arquitectónico, símbolo de la prosperidad de su reinado» para, a renglón seguido, meternos por los ojos beeellas fotografías de sus palacios y fortalezas. Es decir, Herodes fue simplemente un gran arquitecto. Podríamos estar de acuerdo si, en lugar de gran, le calificáramos como grande pues, en efecto, enormes son las obras que levantó. Ahora bien, no son obras de interés público -canales o carreteras, por ejemplo- sino cuarteles y mansiones que, evidentemente, sólo podían servir para defenderle de su propio pueblo o para humillarle con lujos inalcanzables. Por lo tanto, no vemos dónde pudo estar la «generosidad» de su gobierno ni tampoco qué carajo tiene que ver la magnificencia de sus pedruscos con una indemostrable «prosperidad de su reinado». Él sería próspero pero su pueblo perdía lastimosamente la vida construyendo los instrumentos de la opresión general.
Pero donde mejor se manifiesta la esquizofrenia gringo-sionista -divididos entre el judaísmo y el cristianismo- es cuando el Nat.Geog. se hace eco de las declaraciones de Ehud Netzer, el arqueólogo que -dicen- ha descubierto la tumba de Herodes. Asegura este famoso profesor que «difícilmente puedo Herodes ordenar la matanza de los Santos Inocentes pues murió en el año 4 a.C., mucho antes de la matanza. Tal vez la perpetrara alguien de su familia». Olvidemos esa cuchufleta de la familia y veamos: la fecha de la muerte de un «rey» como Herodes puede establecerse con relativa precisión pero, ¿cómo fechar el nacimiento de un paria perdido en un pajar? Netzer sabe de sobra que Jesús alias el Cristo es una entelequia que mitifica -que da nombre- no sólo a un santón concreto de Galilea sino a muchísimos santones más. El mesianismo era una costumbre de la época y, si difícil resulta identificar individualmente a los incontables mesías y datar algún episodio de su vida adulta, es imposible de toda imposibilidad fechar el nacimiento de ninguno de ellos, máxime cuando generalmente se trataba de rústicos analfabetos y anaritméticos que ni siquiera sabían su propia edad. Como judío o persona que no cree en que, precisamente un tal ‘Jesús’, fuera El Mesías, Netzer también sabe de sobra que hay tantas fechas del nacimiento de ese mesías colectivo al que, siglos después, pusieron un nombre -‘Jesús’- como eruditos se han ocupado del tema. Otra cosa es que esos investigadores estén presionados para certificar lo indemostrable y todavía otra que Netzer no quiera desbaratar las alucinaciones de sus mecenas gringos. En cualquier caso, la arqueología sionista no nos merece ninguna credibilidad pues se dedica exclusivamente a borrar la huella palestina y, en el desierto del Neguev, la beduina.
[Por otra parte, si alguien quiere lavar la honra de Herodes, el villano, puede consultar en Internet un artículo sintético y divulgativo de Uri Cohen («Stand Up for Herod!», en Counterpunch, 29.XII.2006). Para Cohen, el monoteísmo fue impuesto a la ciudad-estado de Jerusalén por los persas, allá por el año 500 a.C. Hasta entonces, los antiguos palestinos -hoy llamados antiguos hebreos-, eran politeístas aunque pudiera ser que Yavé y su esposa Ashera fueran algo más dioses. Que la adopción del monoteísmo no fue automática, lo demuestra que Yavé se llamara también Elohim –dioses, en hebreo-. Pues bien, siempre según Cohen, Herodes fue el único jerarca que se atrevió a tolerar el politeísmo más o menos larvado, en otras palabras, la bestia parda del estamento sacerdotal judío]
Finalmente, cabría razonar que el Nat.Geog. planifica sus reportajes con meses o años de antelación; en tal caso, que el trabajo sobre Herodes saliera precisamente el mismo mes en el que comienza la matanza de Gaza sería pura coincidencia. Claro, como también sería una casualidad que el genocidio se desatara en los últimos días de G.W. Bush. Pero, toda vez que la invasión de Gaza estaba planeándose desde hacía un año y teniendo en cuenta las íntimas relaciones existentes entre las maquinarias asesinas de los EEUU e Israel, dejamos las casualidades para el que juegue a la lotería. Además, baste con subrayar que, desde sus orígenes, el Nat.Geog. ha sido un instrumento de la industria bélica gringo-sionista. Y el que lo dude, no tiene más que revisar los números que publicaba esa revista en los años de la guerra de Vietnam o, recientemente, en los meses posteriores al desencadenamiento del genocidio irakí.
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13. DEPORTE
14. JUDÍOS NO SIONISTAS
Al igual que la obra de los conquistadores españoles que se pasaron al bando amerindio es una prueba terminante de que la Invasión era inmoral según los parámetros morales de aquellos siglos -y una demostración de la imbecilidad patente en la sempiterna excusa de que «no podemos juzgar los hechos de ayer desde la moral de hoy»-, también la obra de los judíos no sionistas es un poderoso argumento contra la pulsión genocida que domina al Estado de Israel. Por ello, la opinión de estos héroes nos merece la mayor consideración. Puede decirse que la idea que nos hemos formado del genocidio de Gaza se apoya básicamente en dos pilares: el testimonio de las víctimas -cuya reproducción y comentario dejamos para otra ocasión por motivos tácticos- y el de los judíos no sionistas.
No es necesario recordar que algunos de los críticos más agudos del sionismo son judíos -ver Chomsky et al en el parágrafo siguiente-. Y son ellos, los que poseen la (más que) suficiente autoridad moral y científica para concluir que Israel es una tiranía. Sin embargo, algunos papanatas creen que Israel es una democracia porque celebran unas elecciones de las que salen unos parlamentos que, a su vez, crean unos aparatos institucionales que, a su vez, etc. Es la única razón que pueden aducir para concederle su patente de corso. Para rebatir tan funesta ilusión, no vamos a recurrir al manido argumento de las votaciones obtenidas por Hitler pero sí al hecho de que hasta en el Vaticano hay comicios -por ese prurito de originalidad que reconcome a la sacra gerontocracia, allí los llaman cónclaves-. Y tampoco vamos a enumerar la lista de manipulaciones que sufren incluso las elecciones más transparentes sino que nos limitaremos a definir la votolatría: grado superior de la votitis; se manifiesta como epidemia que brota cada cuatro años y que daña gravemente al cerebro con pérdida duradera de la volición; a veces, tiene la misma etiología que su contraria, la anavotosis o carencia de votos -una enfermedad todavía más grave-.
Por muchas elecciones que celebren, Israel no es una democracia por la simple razón de que el mundo sería inviable si el modelo sionista deviniera universal. Un mundo que progresa lentamente hacia la sustitución del sistema de castas -vigente en India, esa que llaman «la mayor democracia del mundo»-, por el de servidumbre voluntaria, involucionaría gravemente si se generalizara el modelo sionista puesto que se trata de un sistema que acumula y condensa todas las discriminaciones inventadas por los tiranos. Simplificándolo, podemos definirlo como una teocracia de doble segregación, a saber:
1ª) una rama de castas dominantes unidas por el judaísmo pero jerarquizadas en sus privilegios que, a su vez, se subdivide en: a) una infinidad de subcastas -sefardi, mizrahim, sabra, etc.-, todas ellas esclavizadas por la casta ashkenazi. b) unas castas intermedias: drusos, los llamados «árabes israelíes», los cristianos, etc. 2ª) una rama de parias intocables compuesta por beduinos, gitanos y palestinos.
Si ordenamos todas ellas según su grado de poder, encontramos que, entre los ashkenazi y los palestinos, hay aproximadamente una decena de castas. Ante un sistema tan rígidamente compartimentado, hablar de clases sociales supondría una simplificación y, además, una injustificada modernización del modelo. Además, si recordamos que por encima de todas las castas gravita la losa teocrática, introducir en el análisis vocablos como igualdad, humanitarismo, sufragio universal o democracia -aunque ésta sea «burguesa»-, es un ridículo intento de discutir el sexo de los ángeles.
Por si ello fuera poco, quizá convenga subrayar que, en Israel, todos, absolutamente todos, sus ‘ciudadanos’ son militares -los viejos y los niños, militares en la reserva-. Todos, amas de casa incluidas, tienen tatuado a fuego algún grado militar y dependen de un superior inmediato. Por ende, Israel no es un Estado sino un Cuartel. Peor aún, es una sinagoga-cuartel. Israel es una teocracia militar, con perdón por el pleonasmo. Que Israel es una teocracia lo demuestra que, cuánto más fanático es un creyente, más privilegios obtiene. Serán fundamentalistas o integristas y serán fariseos y/o hasidim, pero su oscurantismo siempre será edulcorado por esa propaganda que les etiqueta como simples «ortodoxos». Y, lo que más importa: consiguen todas las cabezas que piden yendo siempre mucho más allá de su famosa ley del Talión -no ojo por ojo sino «ciento por uno»-. Para algunos, será una ley bárbara -opinión que no compartimos- pero no cabe duda de que Israel se modernizará el (lejanísimo) día que la adopte.
Item más, estamos acostumbrados a la continua manipulación de la palabra ‘democracia’ pero el caso israelí es excesivo. Es físicamente imposible comulgar con las groseras ruedas de un molino que tritura las convenciones igualitarias más elementales. Por aludir solamente a los aspectos formales de cualquier democracia: ¿cómo se atreven algunos leguleyos a denominar ‘democrática’ a una Constitución que no ha firmado ningún convenio humanitario internacional y que, además, legaliza el apartheid, la tortura incluso contra niños, el secuestro internacional, las discriminaciones étnica y religiosa, el robo de propiedades y la posesión clandestina de cientos de bombas nucleares por no hablar del genocidio? Israel no es una democracia ni siquiera en las formas. Y lo que es peor: no lo oculta sino que está orgullosa de su barbarie.
De todo ello, quienes mejor nos pueden informar son los que viven en las entrañas del monstruo: héroes como el antropólogo Jeff Halper o como el ex diputado y escritor Uri Avnery. En homenaje a éste último, no resistimos la tentación de reproducir un chiste que contó al ciberespacio hace poco tiempo: «Una madre judía conversa con un hijo suyo que acaba de alistarse en el ejército del zar para luchar contra los otomanos: -Hijito, no te esfuerces demasiado, mata a un turco y descansa, mata a otro turco y descansa.. -Pero, mamá, ¿y si me matan los turcos?. La madre, horrorizada, -¿Matarte? ¿Porqué tendrían que matarte los turcos si tú no les has hecho nada?».
15. OPINIONES EN EL EXTRANJERO
En realidad, este memorando estaría de más si tuviéramos la certeza de que todos los interesados en parar los genocidios orquestados por la pareja fatal EEUU-Unión Europea y ejecutados por el sionismo tienen acceso a dos espléndidos documentos colgados en la página web de la revista Z (www.zcommunications.org/znet/ ): el de Stephen Shalom (Question and Answer on Gaza, 16.I.09) y el de Noam Chomsky («Exterminate all the Brutes»: Gaza 2009, 20.I.09; traducción al castellano en www.rebelion.org , 27.I.09). El primero es un prontuario que plantea y responde pormenorizadamente a 34 cuestiones de este genocidio facilitando, además, una excelente serie de vínculos cibernéticos; el segundo tiene un carácter más general a la par que doctrinario [Puesto que ambos autores son judíos, esta apostilla bien podría estar incluida en el parágrafo anterior, #14, Judíos no sionistas]
16. OPINIONES EN ESPAÑA
Hemos desglosado esta carpeta en: a) «Opiniones de sionistas no israelíes», donde, por orden de malignidad para españoles, destacamos los artículos de Antonio Elorza (Errores comunes, El País, 10.I.2009), de Joan B. Culla i Clará (Pero, ¿cuál es el camino de la paz?, El País, 09.I.2009) y, por supuesto, el de André Gluksmann (¿Qué significa ‘desproporcionada’?, El País, 06.I.2009) Esta subcarpeta incluye todas las editoriales del diario El País. b) Opiniones de israelíes sionistas; y c) Opiniones humanitarias.
17. OPINIONES EN ESPAÑA (obtenidas en internet)
18. OTROS PUEBLOS
No sólo han padecido los palestinos. En su vesania, los sionistas han aprovechado la ocasión para arremeter por enésima vez contra los verdaderos y únicos indígenas del desierto del Neguev: los Beduinos.
Asimismo, añadamos que en Gaza habitan desde siempre los gitanos domari . ¿Cuántos de estos «otros gazatíes» han sido aniquilados por el Tsahal? Nos gustaría saberlo pero, por ahora, no hemos encontrado ninguna información fidedigna. Mientras la hallamos, bien podemos subrayar en trazo grueso que, el día 27 enero, la ONU celebró el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto. Está digamos que bien… pero estaría mejor que la ONU no excluyera de las conmemoraciones de ese Día a los gitanos. A tan ampulosa alianza global se lo han demostrado millones de veces: del millón de gitanos que habitaba en los países arrasados por el nazismo, una cuarta parte (220.000) fueron gaseados.
Por lo demás, no es extraño que los gitanos sean sistemáticamente «olvidados». El racismo contra este pueblo está tan arraigado en Occidente que permea incluso los manuales académicos. Por ejemplo, en el conocido Diccionario Ideológico de la Lengua Castellana, vulgo «el Casares», puede leerse: «Hampa: género de vida de los antiguos pícaros de España, que unidos en una especie de sociedad, como los gitanos, se empleaban en hacer robos y otros desafueros» (nuestras cursivas)
19. POEMAS Y OTRAS OBRAS DE ARTE
20. NO DISPONIBLE (archivo privado)
21. NO DISPONIBLE (archivo privado)
22. HUMOR
Carpeta compuesta por viñetas de humor gráfico en papel (aprox. 52 y, además, un centenar de aportaciones cibernéticas) entre las que destacan, tanto artística como conceptualmente, las 14 obras de «El Roto».
23. PRENSA ESPAÑOLA EN PAPEL (ACONTECIMIENTOS)
Simple acumulación de recortes de dos periódicos españoles que narran las crónicas cotidianas. En otras palabras, los acontecimientos puros y duros. Es la carpeta más gruesa pero también la menos interesante puesto que «las noticias» diarias suelen ser de agencias de prensa -ya hemos visto la credibilidad que nos merece alguna como Reuters pero las otras grandes agencias no le van a la zaga en materia de mentiras-, o de corresponsales a los que no han dejado entrar en Gaza. Cuando, finalmente han obtenido permiso para ingresar a la escena del crimen, sus crónicas han ganado en significación y, de paso, se ha notado con mayor claridad la ideología de cada periodista. Un ejemplo: tras los bombardeos y los allanamientos, desde Gaza El País nos cuenta un día cualquiera que ‘aprovechando la guerra, Hamás ha asesinado a cientos de colaboradores con Israel y, de paso, a cientos de opositores de Fatal’. Pues bien, al día siguiente, Público incluye un categórico y fundamentado desmentido: preguntado directamente por el corresponsal de este diario en Gaza, ‘un alto cargo de Fatah sólo puede recordar el nombre de un asesinado’.
24. MISCELÁNEA
Archivo que contiene documentos sueltos de dudoso encaje en cualquiera de las carpetas anteriores. Por ejemplo: mapas, el número de referencias que tal o cual día ofrecía Google sobre tal o cual tema, actividades de otros poderes religiosos, reacciones de los medios académicos -mejor dicho, ausencia de reacciones-, etc.
Alguna de estas piezas sueltas, merece unas líneas: como mencionábamos en #Antecedentes, poco se habla de que Israel nace como una gota en la ola del imperialismo occidental que, en el siglo XIX, arrasaba media Humanidad. Esta ineludible profundidad histórica y etnográfica, la hemos encontrado en escasos sitios y (cibernéticos) sites. En estos aciagos días, uno de ellos, la Qawem Coalition, ha definido al sionismo como «una ideología blanca, supremacista y colonial«. Y añade:
«La resistencia palestina es la continuadora de la tradición de muchos otros pueblos autóctonos que se vieron obligados a sobrevivir y a defenderse contra el colonialismo. Los primeros pueblos pobladores del continente americano, los africanos esclavizados en Usamérica, Canadá, el Caribe, América Central y América del Sur, los zapatistas en México, los herero en Namibia, el Mau Mau en Kenia, los aborígenes en Australia, los árabes en Irak y los macheteros en Puerto Rico» (ver http://qawemcoalition.org , reproducido en www.rebelion.org, 19.01.09)
Esta Coalición es también una de las pocas instancias que nos han recordado la tragedia del otro pueblo mártir: los Beduinos, expulsados por el sionismo de sus territorios tradicionales en el desierto del Neguev y, por tanto, hermanados en la represión y en la desgracia con el pueblo palestino (ver arriba, #18).
El futuro: No es necesario poseer dotes proféticas para colegir que, en el futuro inmediato, se repetirá esta matanza. Israel jamás reconocerá a un Estado palestino propiamente dicho aunque nadie puede descartar que haga la comedia de reconocer como tal unas cárceles a cielo abierto a cuyo lado los bantustanes creados por la Sudáfrica del apartheid eran jardines de infancia. Tampoco cesarán los secuestros y torturas del Mossad et al; próximos candidatos a la desaparición forzosa: todos los que se hayan distinguido en la denuncia del genocidio, irrespective de su nacionalidad. Menos aún disminuirán los esfuerzos sionistas para dividir al pueblo palestino creando si todavía fuera necesario líneas de fractura hasta que rocen la extravagancia (Hamas vs. Fatah, islamistas vs. laicos, pro-iraníes vs. pro-egipcios) Durante los primeros meses, abundarán en la condescendencia e incluso en la conmiseración y hasta se permitirán proclamar su «amor a ese pueblo palestino engañado por algunos vividores» -después de la zanahoria para consumo occidental, volverán al garrote para consumo palestino-.
Hablando de escaso futuro, los sionistas ya podrían demostrar su amor por los supervivientes del Holocausto que todavía residen en la Tierra de Promisión. A fin de cuentas, les deben la fundación de su Estado. Pero, demostrando una vez más que Israel no nació como refugio de los judíos, es público que esos pocos ancianos constituyen ahora una clase marginada. Son perdedores en un país de ganadores. Sus musculosos herederos creen que pecaron de debilidad. Subsisten en la miseria y dependen de las ayudas alemanas. Ese Estado que les homenajea como ciudadanos fundadores, aporta sólo el 4% de los fondos de la Fundación del Bienestar (creada en fecha tan tardía como 1995), entidad fantasmagórica de la que dependen. En el año 2006, así protestaba uno de ellos, Leopold Rosen: «¡Nosotros ayudamos a construir este país y ahora nos olvidan!». Por su parte, Fortuna Castro (n. 1930), declaraba: «No sé qué es más difícil, si sobrevivir a los nazis o llegar a fin de mes en Israel». Esta superviviente búlgara, enferma de cáncer, no tiene los 1.000 shekels mensuales que le cuesta la quimioterapia y, encima, debe cuidar a un hijo inválido (ver El País, 26.IV.2006) Un año después, el gobierno sionista optó por escuchar a los cada día más escasos supervivientes y, en un alarde de generosidad, propuso enriquecerlos con una pensión mensual de ¡83 shekels! (= 14 euros). Una de las afortunadas beneficiarias de semejante dispendio, Jenny Rozenstein (n. 1935), declaró que «Israel se ríe de los supervivientes, nos trata como basura» (ver ibid, 09.VIII.2007) En verdad os digo que ni siquiera los escapados de la Shoah tienen presente ni futuro en Israel.
A la postre, Israel continuará estimulando la autonomía personal de sus soldados -perdón, ciudadanos- porque la educación que les ha inyectado en estas últimas décadas le permite ese lujo. En otras palabras, porque han creado el suficiente número de individuos perversos -los antisionistas que sobreviven dentro de sus fronteras, verdaderos héroes, no llegan a las decenas de miles-. El horizonte no puede ser más dantesco. Su Constitución, pese a consagrar la teocracia y pese a los disparates que la trufan -por ejemplo, la promoción de la tortura-, ha conseguido lo impensable: que sea una estructura legal más humanitaria que los bípedos con kipá a los que rige.
AUSENCIAS (fuera de archivo)
Por propia voluntad: Hay dossieres que no merece la pena ni siquiera comenzar, tan escasas son las posibilidades de que, aunque sea en fechas posteriores, lleguen a tener algún sentido -no digamos alguna información-. El mejor ejemplo de vacuidad nos los proporciona siempre la ONU, instancia insignificante de la que hacen chistes los sionistas -una expresión muy repetida en argot hebreo es UN-Shmum, «Naciones Unidas, igual a cero»-. Por ello, tampoco en esta ocasión hemos abierto un «expediente ONU». ¿Para qué gastar papel si la ONU se repite más que el ajo aunque con peor aliento? Por lo demás, sabemos de sobra cómo entender sus comunicados. Por ejemplo: si, como ha ocurrido en este enero 09, los EEUU y sus aliados permiten que se discuta una tregua humanitaria pero votan en contra, eso equivale a señalar que la matanza tiene fecha de caducidad. Si se abstienen en una segunda votación, el mensaje a Israel es evidente: «tienes mi visto bueno pero acelera porque próximamente tienes que entregar el trabajo».
[Por cierto, el primer ministro sionista, Olmert, se ha vanagloriado de que obligó a G.W. Bush a regañar a su ministra de Exteriores, C. Rice, por sólo haberse abstenido -es decir, por no haber votado en contra del alto el fuego-. ¿Cómo es posible que una pulga obligue a un elefante? Pues sólo es posible cuando el parásito es vástago del proboscidio. Israel es el niño mimado de los EEUU y como tal se comporta: caprichoso y tiránico, se cree el rey de la casa -a veces, lo es-, le tira de las orejas al progenitor, a éste le sale una sonrisa bonachona y todos contentos]
Por motivos ajenos: Ningún archivo está completo sin mención a las ausencias significativas. En el caso de Gaza 08-09, son estruendosos los silencios de esos opinadores profesionales que están de salsa en todos los guisos… menos en éste. Ejemplo para consumo español: el ubicuo partido Circo de Tránsfugas (UPyD) en el que actúan Rosa Díez y Fernando Savater.
En cuanto al consumo europeo: ¿dónde se han escondido Tory Blair y Javier Solana? La ausencia del primero tiene especial delito puesto que fue nombrado mediador entre «árabes y judíos» -curioso mediador que nunca visitó Palestina-. Por su parte, el otrora flamboyante ex secretario de la OTAN y hoy avieso geronte Javier Solana ni siquiera se ha atrevido a jugar el papel de policía bueno -el de policía malo le tocó en las guerras de la ex Yugoslavia, de ahí su apodo Carnicerito de Serbia-.
Otro que tal ha bailado es el habitualmente parlanchín Benito 16º. Está visto que los Papas sólo enmudecen cuando hay moros en la costa; le pasó a Juan Pablo 2º cuando el ayatola Jomeini -otro Papa-, dictó la fatua contra Salman Rushdie y ahora le vuelto a ocurrir al pastor alemán. No nos parece un comportamiento correcto para el Gran Pescador, máxime cuando el río, más que revuelto, está ensangrentado. Su obligación es no callar ni bajo el agua puesto que sólo Él puede hablar de todo-lo-divino-y-humano. Estamos considerando denunciarlo ante su Jefe por dejación de funciones, cobardía extrema ante el enemigo -¿habrá llegado hasta la connivencia, es decir, la traición?-, ausentismo laboral y, por ende, lo peor de todo: violación del contrato.
Y, por cierto, ¿se han acordado los sionistas de que su soldadito Gilad Shalit sigue prisionero de guerra? ¿acaso rescatarle de las garras de Hamas no ha sido durante años su excusa para bombardear a diestro y siniestro? ¿habrá muerto aplastado por fuego amigo? ¿se habrá pasado al enemigo?
Claro que todas estas ausencias son insignificantes al lado del estruendoso mutismo de los otros palestinos -Fatah y su presidente, Mahmud Abbas-. Una doble y anti-natura conspiración de silencio se ha extendido sobre este pormenor: los izquierdistas callan porque no quieren reconocer que ha habido una fractura en el pueblo palestino -profunda o episódica, el tiempo lo dirá- mientras que los sionistas -bien porque lo mantienen en reserva bien para que se note menos su mano peluda en la escisión- ni siquiera lo han utilizado como argumento para subrayar la maldad esencial de Hamas. Más aún: tampoco se han oído voces abundando en el tópico retrato de la -supuesta o real- incompatibilidad entre un Hamas religioso y un Fatah nacionalista e incluso laicizante. Obviamente, Israel no tiene ningún empeño en que se hable de este tema porque saldrían a relucir sus apoyos clandestinos a unos y otros -una táctica elemental: divide et impera- pero, ¿porqué los izquierdistas tampoco quieren mencionarlo? Probablemente porque, infectados como están de teólogos liberados -curas, muftíes, gurúes, etc- y de nacionalistas ilustrados o asilvestrados, siempre temen topar con la Iglesia o con la Patria.
CONCLUSIÓN (fuera de archivo)
Una última pregunta: ¿porqué un archivo de Gaza 08-09 y no de otros genocidios más numerosos, actuales, preteridos y no menos impunes?: en efecto, por sólo citar un ejemplo, el genocidio del pueblo congoleño es incomparablemente más sangrante pero es que, en Europa, nadie lo defiende aunque lo haya instigado, lo alimente y se aproveche de él -o del coltán que le interesa mucho más que las vidas de los africanos-. Por el contrario, la matanza de Gaza es perdonada cuando no aplaudida por los jerifaltes de esa misma Europa y, más escandalosamente si cabe, por una parte de su intelligentsia. Razón suficiente para concederla especial atención -lo cual no excluye archivar materiales de otros genocidios como, por supuesto, también hacemos-. Además, esta matanza se perpetra contra un pueblo prisionero de una antigua guerra. No es lo mismo matar en la calle que matar a los presos dentro de una cárcel. Lo que Israel hace es aplicar una colosal pena de muerte sin formalismos penitenciarios, sin abogados defensores, sin fecha fija, alternando las ejecuciones masivas con las individuales -o la «guerra» de alta y de baja intensidad, dirán los amantes del eufemismo-. No es un genocidio más: es el genocidio más frío, planeado, racionalizado y racista que conoce la época contemporánea. Y, por ende, prefigura los genocidios del futuro.
Y una última reflexión: Israel es uno de los tópicos que menos requiere de memoria. Por una simple razón: el propósito de un archivo activo -o sea, activista- es disponer de documentos que ilustren en su debido momento sobre los cambios en el discurso del enemigo o, mejor aún, sobre los deleznables orígenes de su poder actual. Ambos aspectos sobran en el caso del genocidio palestino puesto que los sionistas no han variado un ápice su pulsión criminal mientras que el origen de su poder es evidente -los EEUU-. Hace más de un siglo dijeron que exterminarían a los ocupantes de su Tierra Prometida y en ello siguen. Si acaso, convendría guardar memoria de algunos detalles secundarios. Por ejemplo: que el genocidio comenzó como uno más de los perpetrados por el imperialismo europeo a finales del silo XIX, que hubo algún momento en el que estuvieron pensando en ubicar su Estado de Israel en geografías tan estrambóticas como Uganda o Canadá, que simultanearon desde el principio la amenaza de genocidio con el lema de que la tierra de Israel estaba vacía -recuerden, «unos hombres sin tierra para una tierra sin hombres»-. Por ello, aportar pruebas contrarias al sionismo es tarea tan inútil como ingrata puesto que el sionista es hombre de fé. Ortodoxo o laxo, informado o ignorante, rufián o caballero, ‘equidistante’ o parcial, judío o gentil, el sionista propio o el arrimado, es absoluta y literalmente intratable.
Además, el sionismo ha triunfado en su propósito de no dejar ni siquiera un resquicio de neutralidad. Durante décadas, ha priorizado la eliminación física de los palestinos laicos; de esta manera atroz, ha logrado su objetivo de incrustar la cuña religiosa en una batalla que comenzó siendo vulgarmente decimonónica -lucha por el territorio- para «modernizarse» en un delirio de exterminación por la exterminación -«una tierra sin hombres»-. Pero conste que no lo ha conseguido por su pensamiento sino por la fuerza, por el rotundo hecho de haber alcanzado su meta: el genocidio palestino lento y perpetuo. ¿Cómo ser neutrales o meramente dialogantes cuando de genocidio se trata?
Dice mucho de la hipocresía occidental que intente mantener una discusión más o menos académica sobre el sionismo cuando éste parte de un dogma que parecerá posmoderno -un dogma discutible-, pero es dogma puro -«no hay genocidio»-. No hay ninguna posibilidad de que, mañana, algún sionista intente transformar ese dogma en postulado; es decir, se vea en la obligación de demostrarlo. Por lo tanto, no hay debate posible sobre Israel ni lo habrá. Entonces, ¿para qué archivar? Pues por esa costumbre racionalista de acumular argumentos, una manía inútil cuando el oponente es religioso o redomado canalla. Y, sobre todo, porque Israel no necesita memoria pero Palestina, sí.
Vamos terminando. En cuanto a la archivística: queda incorporado al Archivo General un nuevo dossier en papel y memoria cibernética; cubre desde el 28.XII.08 hasta el 28.I.09; ha sido almacenado con la signatura **** en dos cajas de cartón; tiene un grosor de unos 15 cms. Los (hipotéticos) futuros interesados en la matanza de Gaza 08-09, podrán encontrar en él otros datos, imágenes, mapas y carteles -no hay archivo sonoro- que nos han pasado desapercibidos, a los que no les hemos concedido la suficiente importancia o, simplemente, que no han sido reseñados en este resumen.
Y una corta respuesta para aquellos futuros estudiosos que confían en las bases de datos, en las hemerotecas y, sobre todo, en Internet: cada una de las dos primeras fuentes tiene una orientación política más que prefijada mientras que, para usar Internet, hay que saber reducir su natural exhuberancia. Además, nos queda el problema de la selección de los materiales: en este dossier, todo lo doméstico que ustedes quieran, la clasificación ya está hecha y anunciada -otra cuestión es el interés que pueda despertar, un interés que dependerá de la congruencia ideológica que intuya el investigador-. Todo ello sin mencionar el principal escollo: que todos ellos, repositorios convencionales y cibernéticos, se evaporan rápidamente. Por ésta última razón, este memorando gusta de incitar a que proliferen los archivos personales; cuando sólo había papel, el hacinamiento en pisos impedía que el súbdito pudiera archivar los documentos de su interés: no tenía sitio para los cartapacios y de ello se aprovechaban los manipuladores de turno. Pero ahora, con la cibernética, por primera vez en la Historia contemporánea, los ciudadanos pueden guardar en una cajita la memoria personal de su época.
Finalmente, debemos expresar que una amiga nos pidió escribir una breve nota sintetizando la matanza de Gaza. Después de releer las declaraciones de los palestinos sobre su condición humana (ver #4, Diarios desde Gaza) y esforzándonos por lograr la máxima concisión en la esquela a la par que la máxima oposición al racismo sionista, la hemos reducido a sólo cuatro palabras: los Palestinos son humanos.
EUCLIDES PERDOMO
Desde las montañas del Oeste español, 31 enero 2009