Cuando el sábado pasado entró en vigencia la tregua en Siria, acordada el lunes 22 de febrero entre Rusia y Estados Unidos -y respaldada por el gobierno de Damasco y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidos- los actores implicados sabían con certeza que algo iba a suceder: ninguno de los grupos terroristas que operan […]
Cuando el sábado pasado entró en vigencia la tregua en Siria, acordada el lunes 22 de febrero entre Rusia y Estados Unidos -y respaldada por el gobierno de Damasco y el Consejo de Seguridad de Naciones Unidos- los actores implicados sabían con certeza que algo iba a suceder: ninguno de los grupos terroristas que operan en territorio sirio, incluidos el Estado Islámico (EI, o Daesh) y el Frente Al Nusra, iba a respetar el alto el fuego.
En las primeras horas del sábado esa certeza quedó confirmada. Por la mañana, el Estado Islámico hizo estallar un coche-bomba en la ciudad de Hama, en el que murieron cuatro personas. Al mismo tiempo, el Frente Al Nusra se atribuyó varios ataques con mortero en las ciudades de Homs y Alepo.
A las pocas horas de que Moscú y Washington anunciaron el acuerdo, el gobierno del presidente Bashar Al Assad reiteró lo dicho en otros períodos de alto el fuego: el Ejército iba a responder cuando se violara lo pactado o cuando los grupos terroristas atacaran al pueblo.
En Hama, las Fuerzas Armadas arremetieron contra el Daesh y ultimaron a 35 terroristas, además de destruir cuatro todoterrenos artillados y un bulldozer. En la provincia suroriental de Deir Al Zur, el Ejército avanzó ayer con su campaña militar y abatió a 20 integrantes del EI.
Las mayores incógnitas en este nuevo intento de resolver la crisis siria es cómo se aplicará un alto el fuego si los grupos irregulares más radicales se niegan a respetarlo. A esto hay que agregar que Arabia Saudí y Turquía -naciones que financian y respaldan a esas organizaciones-, continúan con sus llamados a derrocar al gobierno de Al Assad y atacan a toda la resistencia antiterrorista dentro de Siria.
Ante esta situación, el gobierno sirio pidió la intervención concreta de Estados Unidos para detener a los grupos terroristas. «El secretario de Estado John Kerry había dicho que cualquier grupo que no respete el alto el fuego en Siria será considerado una organización terrorista y será objetivo de los ataques aéreos de la coalición internacional», recordó Bouthaina Shaaban, asesora política y de medios de comunicación del presidente sirio. «El Gobierno sirio espera que Kerry cumpla con sus palabras y tache de terroristas a los grupos que no acepten la tregua en Siria», manifestó la funcionaria.
Staffan de Mistura, enviado especial de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para Siria, había anunciado que un total de 97 agrupaciones aceptaron cumplir con la tregua, entre las que se encuentran la Unidades de Protección del Pueblo (YPG/YPJ), fuerzas kurdas que controlan casi con totalidad el norte sirio.
Denuncian violación de tregua
Transcurrido poco más de dos días del alto el fuego fueron denunciadas nueve violaciones a la tregua, informó el Centro de Vigilancia del Alto el Fuego para Siria de Rusia. En declaraciones aSputnik News, el teniente general y jefe del Centro, Serguei Kuralenko, detalló que una localidad de la provincia de Latakia fue bombardeada y un centenar de terroristas ingresaron a territorio sirio procedentes de Turquía.
Kuralenko puntualizó que la ciudad de Tal Abyad, en la frontera norte con Turquía, fue atacada desde suelo turco. Ante esta situación, las milicias de las YPG/YPJ repelieron la agresión e hicieron retroceder a los terroristas. Tal Abyad es un paso fronterizo estratégico, porque permite al Estado Islámico recibir armamento desde Turquía, además de ser una ruta que une la frontera con Raqqa, ciudad siria considerada el bastión del Daesh.
El Observatorio Sirio para Derechos Humanos (OSDH) también confirmó el ataque sobre Tal Abyad y señaló que «los combatientes de las YPG se han hecho con el control de las zonas de la ciudad de Tal Abyad que habían perdido este sábado en un ataque de Daesh».
El portavoz de las YPG, Redur Xelil, había declarado con anterioridad que las fuerzas kurdas lograron repeler el ataque y ultimaron a «todos los miembros» del Daesh. En el ataque al menos cuatro personas murieron, dos de ellas civiles.
Por su parte, desde el Centro de Vigilancia ruso indicaron que «en términos generales la tregua en Siria se cumple».
Los Saud contra Assad
Si existiera una novedad de importancia para resolver la crisis en Siria seguramente tendría que ver con medidas concretas para detener el financiamiento que Arabia Saudí y Turquía brindan a los grupos terroristas. Por el momento una medida de ese tipo se vislumbra por demás de lejana. Lo que sí existe es la confirmación de que la monarquía de la familia Saud y el gobierno de Recep Tayip Erdogan intentan en todo momento derrocar al presidente Al Assad. En el caso concreto de Erdogan, se suma su obsesión por atacar y desbaratar a las fuerzas kurdas en el norte de Siria, que mantienen liberado el territorio y en las últimas semanas avanzaron hacia Alepo, dando duros golpes a los terroristas.
Este fin de semana, el canciller saudí Adel Al Yubeir volvió a cargar contra el presidente sirio. En una rueda de prensa en Riad, el funcionario afirmó que «Bashar Al Assad debe dejar el poder o través de la opción pacífica o a través de la opción militar. Tiene que elegir entre estas dos opciones». Al Yubeir consideró que «no hay lugar para Bashar en Siria». Aunque Arabia Saudí busque la caída del gobierno sirio y sostenga a los grupos irregulares, el ministro argumentó que «el respeto a la tregua sería un importante indicador de la seriedad para llegar a una solución pacífica a la crisis siria, que incluiría la creación de una autoridad de transición y la transferencia del poder de Bashar a ese consejo».
Erdogan contra todos
Por su parte, el gobierno de Erdogan ya cruzó toda frontera territorial y diplomática y desplegó bombardeos en el norte de Siria, con la necesidad de detener el avance de las organizaciones populares, encabezadas por las YPG/YPJ. Días atrás, el mandatario justificó los ataques en Siria porque considera «terroristas» a las fuerzas kurdas, vinculadas al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). En la actualidad, el gobierno de Ankara sostiene una sistemática represión en el sureste de su país contra el pueblo kurdo, bombardeando ciudades, además de mantener en Estado de sitio a varios poblados. Debido a esta política de aniquilamiento ordenada por Erdogan, hasta el propio presidente Barack Obama criticó al mandatario, aunque la alianza entre la Casa Blanca y Ankara se mantiene firme y latente para responder a quienes consideren actores díscolos en Medio Oriente.
El jueves pasado, el primer ministro turco Ahmet Davutoglu justificó que «Ankara no está obligado a respetar la tregua si hay una situación que amenaza la seguridad de Turquía». El premier agregó que su gobierno no pedirá permiso a nadie para desplegar fuerzas o realizar ataques militares.
La complicidad de Turquía con el Estado Islámico se confirma con el transcurso de los días. La semana pasada, el diario turco Cumhuriyet reveló la existencia de frecuentes llamadas telefónicas entre militares turcos y Mustafa Demir, una figura destacada de Daesh en la frontera sirio-turca. El periódico señaló que «las transcripciones y los documentos de la investigación han revelado que Demir recibió dinero de los contrabandistas de la frontera y cooperó con los oficiales en el cruce transfronterizo». Según el diario, en las llamadas el miembro del Daesh consulta con los militares la posibilidad de reunirse con comandantes y tenientes del Ejército turco.
Al mismo tiempo, la ONG británica Investigación de Armamento en Conflicto (IAC) emitió un documento en el que afirma que «Turquía es el actor más importante en la transferencia de componentes utilizados por Daesh para fabricar explosivos». La investigación indicó que Turquía posee una gran industria agrícola y minera en las que se emplea material químico que termina en manos del grupo terrorista. La ONG reveló que al menos 51 empresas en más de 20 países -incluidos Estados Unidos, China, Brasil, Japón e Irak-, están involucradas en la cadena de suministro de componentes utilizados por el Daesh. En mayo pasado, el diario turco Hurriyetadvirtió que el gobierno de Erdogan envía sacos de nitrato de amonio a Daesh a través de las fronteras con Siria, para que los terroristas construyan bombas.
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