Traducido del inglés para Rebelión por Sara Plaza.
Hace casi exactamente dos años la Unión Europea fue acusada de provocar un «terremoto» en Israel.
La denuncia del «terremoto» la hizo un funcionario anónimo al que se citó ampliamente en la prensa. El funcionario había expresado su disconformidad ante las nuevas «directrices» de la UE, según las cuales la Unión no concedería subvenciones a las empresas e instituciones israelíes con sede en la Cisjordania ocupada (incluido Jerusalén Este).
Yo recibí con escepticismo la noticia. Aunque el primer ministro Benjamin Netanyahu presentó dichas directrices como una amenaza existencial para Israel, mi percepción era que básicamente mantenían las políticas oficiales de la UE.
Dado que esas directrices no parecían ir acompañadas de un sistema de control adecuado, pensé que a las instituciones y empresas israelíes que funcionaban en Cisjordania no les resultaría difícil sortearlas.
Los últimos datos disponibles sobre Horizonte 2020, el programa de investigación científica de la UE, demuestran que mi escepticismo estaba bien fundado.
Después de navegar por una hoja de cálculo que estaba en las antípodas de ser una herramienta fácil de usar, calculé que la Universidad Hebrea de Jerusalén había recibido hasta la fecha cerca de 14 millones de euros (unos 15 millones de dólares) de dicho programa. Una parte importante de esta universidad está situada en Jerusalén Este. Tono condescendiente
El hecho de ponerme a rastrear la hoja de cálculo vino motivado por la respuesta condescendiente que recibí cuando denuncié ante la Comisión Europea que la UE seguía subvencionando a la Universidad Hebrea.
El director general de Investigación e Innovación de la Comisión, Robert-Jan Smits, me dijo que «podía estar seguro» de que los proyectos en los que participaba la Universidad Hebrea habían sido sometidos a un «proceso de revisión ética».
Smits explicó que se exige a la Universidad Hebrea que cada vez que solicite subvenciones de la UE haga una declaración de que no realizará ninguna de las investigaciones en cuestión en el territorio conquistado por Israel en 1967. «Según nuestros registros oficiales y su propia declaración, el lugar donde se ubica la Universidad Hebrea de Jerusalén se encuentra dentro de las fronteras anteriores a 1967», escribió Smits.
Si Smits y sus colegas examinaran las publicaciones de la Universidad Hebrea, encontrarían detalles que contradicen esa «autodeclaración».
Una «guía del estudiante» publicada por esa institución señala que antes de 1967 la sede original en el Monte Scopus de la Universidad Hebrea era «un enclave israelí en la parte oriental de la ciudad, entonces bajo control jordano». El folleto explica que «la ampliación del campus comenzó» con la «reunificación de Jerusalén en 1967». Robo descarado
«Reunificación» es el término que emplea Israel para referirse a la brutal ocupación militar y la anexión de Jerusalén Este por parte de dicho país. La UE se ha negado a reconocer ese robo descarado de territorio palestino.
La Universidad Hebrea usurpó los terrenos que rodean el Monte Scopus, tierras que fueron confiscadas a los palestinos en las primeras etapas de la ocupación de 1967.
Por lo tanto, la «autodeclaración» a la que Smits hizo alusión no sirve de nada.
De igual modo, es difícil creer en el «proceso de revisión ética«, del cual me dijo que «podía estar seguro». Un abogado familiarizado con este proceso me explicaba hace poco que es básicamente un mero ejercicio de «marcar la casilla». En la mayoría de los casos implica una «revisión» de las solicitudes más que una evaluación rigurosa.
No hay ninguna razón para creer que quienes están a cargo de supervisar este proceso hayan puesto en tela de juicio la veracidad de la «autodeclaración» de la Universidad Hebrea. Israel participa en pie de igualdad con los países de la UE en los proyectos de investigación de la Unión.
La Universidad Hebrea fue la principal beneficiaria israelí del anterior programa de investigación científica de la UE, el cual se desarrolló entre 2007 y 2013.
Las directrices de 2013 de la UE tampoco han afectado a la financiación de la industria armamentística israelí. Más de 70 representantes electos de la Unión pidieron hace poco la expulsión de Elbit Systems, una empresa israelí líder en el sector, del programa Horizonte 2020.
Tras una búsqueda en los registros de la UE, encontré al menos una subvención de Horizonte 2020 concedida a Elbit. La empresa ha recibido 400.000 euros (436.000 dólares) para participar en un proyecto de seguridad aeroportuaria.
La organización social palestina Stop the Wall (Paren el Muro) ha documentado que Elbit ha presentado nueve solicitudes de financiación con cargo al programa de la UE, que abarca desde 2014 hasta el final de la década.
Beneficiarse de los crímenes de guerra
Elbit e Industrias Aeroespaciales de Israel (IAI) fueron los dos principales proveedores de los drones que se utilizaron para atacar a los gazatíes en los meses de julio y agosto de 2014.
Además de beneficiarse de los crímenes de guerra, IAI ha recibido al menos dos subvenciones de Horizonte 2020 hasta la fecha. Su valor conjunto alcanza más de 2 millones de euros (2,2 millones de dólares).
Por su parte, Elta Systems, subsidiaria de IAI, también participa en Horizonte 2020.
La Comisión Europea forma parte de la «troika«, cuyas políticas están causando enormes sufrimientos al pueblo griego, y entre cuyas decisiones no está respetar el rechazo de los votantes griegos al programa de austeridad de la Unión, expresado tanto en las elecciones de enero de 2015 como en el reciente referéndum.
Teniendo en cuenta su desprecio por la democracia dentro de Europa, nadie debería extrañarse de que la Comisión esté en desacuerdo con la opinión pública sobre Palestina.
Los ciudadanos de la UE han demostrado su solidaridad con los palestinos manifestándose en contra de los ataques a Gaza y negándose a comprar productos israelíes. Smits, sin embargo, ha alentado a Israel a exprimir el programa científico de la UE.
En 2014, en un acto de presentación de Horizonte 2020, afirmó que la cooperación científica entre Israel y la UE había sido «un éxito para ambas partes».
Repitiendo mecánicamente la propaganda sionista, alabó a Israel como «incipiente nación».
La ofensiva israelí contra Gaza en 2014 sirvió como escaparate de la «incipiente nación». En aquel momento los drones más avanzados se probaron bombardeando a la población asediada.
Esos drones habían sido desarrollados por las mismas empresas armamentísticas a las que la UE está encantada de subvencionar. Hasta que no terminen esas subvenciones sería ingenuo «estar seguro» de algo.