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Vencer la conspiración contra Palestina

Fuentes: The Electronic Intifada

Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos

 

«Tenga la seguridad de que los últimos días de Yasser Arafat están contados, pero permítanos que acabemos con él a nuestra manera, no a la de ustedes. Y tenga la seguridad de que daré mi vida para mantener las promesas que hice delante del presidente Bush». Estas palabras fueron escritas por el jefe militar de Fatah, Mohammed Dahlan, cuyas fuerzas respaldadas por Estados Unidos e Israel fueron derrotadas por Hamas en Gaza el mes pasado, en una carta enviada el 13 de julio de 2003 al ministro israelí de defensa Shaul Mofaz y publicada en la página web de Hamas el pasado 4 de julio.

Dahlan, que a pesar de su fracaso en mantener de Gaza sigue siendo uno de los principales consejeros del presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas, esboza su conspiración para derrocar a Arafat, destruir las instituciones palestinas y sustituirlas por unos dirigentes colaboracionistas serviles a Israel. Dahlan escribe su temor de que Arafat convoque el Consejo Legislativo Palestino y le pida que retire su confianza al entonces primer ministro Mahmoud Abbas, quien a principios de 2003 fue nombrado ante la insistencia de Bush para frenar la influencia de Arafat. Dahlan escribió que se necesitaba «la completa coordinación y cooperación por parte de todos» para evitarlo, así como «someter [a Arafat] a presión para que no pueda dar este paso». Dahlan revela que «ya hemos empezado a hacer intentos de polarizar las opiniones de muchos miembros del Consejo Legislativo por medio de la intimidación y la tentación para que se pongan de nuestra parte y no de la suya [la de Arafat].»

Dahlan acaba su carta a Mofaz diciendo «sólo me queda expresar mi gratitud hacia usted y hacia el primer ministro [Ariel Sharon] por la continua confianza que han depositado en nosotros, y todo nuestro respeto».

Esta carta es una pequeña aunque gráfica prueba que añadir a la ya existente montaña de ellas de la conspiración en la que está implicado el liderazgo de Abbas. En el mes transcurrido desde el nombramiento por parte de Abbas de un «gobierno de emergencia» al estilo de Vichy y presidido por Salam Fayad, dirigentes históricos de Fatah como Farouq Qaddumi y Hani al-Hassan han hecho constar su oposición a las acciones de Abbas, y han rechazado especialmente su orden de que se desarmen los combatientes de la resistencia palestina mientras que no hay oposición alguna a la ocupación israelí.

Esto pone de relieve que la actual escisión entre los palestinos no es entre Hamas y Fatah, ni entre «extremistas» y «moderados», o «islamistas» y «laicos», sino entre, por un aparte, la minoría que ha sacado partido del enemigo como colaboracionistas y, por otra, aquellos defienden el derecho y el deber de resistir.

Al menos los dirigentes israelíes son absolutamente transparentes acerca de lo que esperan de sus sirvientes palestinos. Ephraim Sneh, hasta hace poco vice-ministro de Defensa, expresa el punto de vista general de la clase dirigente israelí: «En para Israel este momento la misión más urgente e importante es evitar que Hamas tome el poder en Cisjordania. Esto es posible debilitando a Hamas por medio de una visible progresión diplomática; ayudando al funcionamiento efectivo y con éxito del gobierno del primer ministro palestino Salam Fayad; y creando condiciones para el total fracaso del régimen de Hamas en Gaza» («How to stop Hamas» [Cómo detener a Hamas], Haaretz, 17 de julio de 2007).

Sneh deja claro que «para lograr la victoria no basta con las campañas militares y las detenciones; es imprescindible provocar el fracaso público y político [de Hamas] por medio de otro elemento palestino». Este elemento es Fatah. Sneh enumera una lista de medidas diseñadas para lograrlo, entre las que se incluyen emplear en la economía israelí a más palestinos como trabajadores infra-pagados, liberar a prisioneros de Fatah y devolver a los palestinos el dinero de los impuestos robado por Israel;pero no dice absolutamente nada de detener la construcción de colonias exclusivas para israelíes, de acabar con la ocupación militar o de derogar las leyes y las prácticas racistas. Con su característica ambigüedad, únicamente afirma que «es necesario emprender una discusión con el presidente palestino acerca de los principios de un acuerdo de estatus permanente». Catorce años después de [los acuerdos de] Oslo no es muy probable que esto convenza a muchos escépticos.

Desde que se firmaron los acuerdos de Oslo Israel ha hecho cuanto ha podido para minar las posibilidades de que Palestina adquiera la categoría de Estado y ha perjudicado de forma sistemática a la Autoridad Palestina. ¿Qué hay detrás de la determinación de Israel de apuntalar el liderazgo colaboracionista de Abbas? ¿Por qué no dejar simplemente que todo colapse y declarar la victoria?

Los dirigentes israelíes saben que reforzar el apoyo a un «Estado judío» étnico depende de ocultar la realidad de que los judíos ya no son la población mayoritaria en Israel, Cisjordania y Gaza, [esto es] el territorio controlado por el Estado de Israel. Israel necesita la hoja de parra de la soberanía palestina para sacar a millones de palestinos de los registros, el modo como el apartheid sudafricano trató de desplegar la tapadera de «homelands negros independientes» — Bantustanes – para prolongar el dominio blanco y darle un barniz de legitimidad. Si la Autoridad Palestina se colapsa, Fatah, que no tiene base popular, se colapsará con ella.

Por lo que se refiere a Hamas, se encuentra en una encrucijada. Puede sobrevivir al colapso de la Autoridad Palestina, pero, ¿en qué se convertirá Hamas? Si bien creció gracias a un segmento de la sociedad palestina (las masas pobres y movilizadas desde el punto de vista religioso), sin embargo, debido a su resistencia contra Israel, obtiene un apoyo mucho mayor por parte de palestinos huérfanos de sus chaqueteros dirigentes y ávidos de una alternativa basada en unos principios. Hamas tiene al opción de articular una agenda que pueda estar a la altura de la sociedad palestina en toda su diversidad o puede caer en las trampas que se le han tendido.

Los dirigentes de Hamas han hecho declaraciones ejemplares en favor del pluralismo, la democracia genuina y del imperio de la ley, y están orgullosos con toda la razón de la liberación del periodista de la BBC, Alan Johnston. Pero deben ser juzgados por sus acciones y existen indicios desalentadores. El Centro Palestino para los Derechos Humanos ha informado de varios casos de abusos, secuestros y tortura por parte de miembros de la Fuerza Ejecutiva de Hamas y de la muerte de un prisionero que tenía por el ala militar de Hamas. Es cierto que estos incidentes no ocurren en medio de la nada – Israel y sus aliados de Fatah continúan envueltos en asesinatos, tortura y secuestros mucho más amplios de miembros de Hamas y Hamas, a su vez, lo está en un lucha por la supervivencia. Pero Hamas ganó legitimidad prometiendo acabar con las prácticas sucias de las milicias de Fatah respaldadas por Israel. Debe cumplir esta promesa o verá cómo desaparece su apoyo duramente ganado. Al mismo tiempo debe empezar a articular una visión de futuro que tenga en cuenta la realidad de once millones de judíos israelíes y de palestinos que viven en un país pequeño. Sabemos que Hamas está en contra, pero nadie tiene claro para qué sirve.

Hamas está acercándose a aceptar la solución de los dos Estados en el medida en que la realidad está empezando nacer incluso en los incondicionales de la industria del proceso de paz de que la solución de los dos Estados, necesaria para salvar Israel como un enclave de privilegios judíos, se está deslizando fuera del alcance. Mientras la solución de los dos Estados «se vuelve menos probable», observa Aaron David Miller, un veterano con 25 años a sus espaldas en el departamento de Estado y alto cargo de la administración Clinton en la cumbre de Camp David del año 2000, «se habla más entre los palestinos de la solución de un Estado, que, por supuesto, no es en absoluto una solución y que significaría el final de Israel como Estado judío» («Is peace out of reach?,» [«¿Está la paz fuera de nuestro alcance?» ] The Los Angeles Times, 15 de julio de 2007).

El columnista de Haaretz Danny Rubinstein predice que «tarde o temprano Hamas fracasará en su guerra contra Israel. Pero esto no significa que entonces habrá una vuelta a los días de Oslo y a la visión de los dos Estados». Más bien, él teme que «cada vez habrá más peticiones firmes por parte de los árabes palestinos que constituyen casi la mitad de los habitantes de esta tierra y que dirán: en las actuales circunstancias no podemos establecer nuestro propio Estado y lo que nos queda es pedir derechos civiles en el país que es nuestra tierra. Adoptarán las consignas de la lucha de los árabes que son ciudadanos israelíes, que piden igualdad y la definición de Israel como un Estado de todos sus ciudadanos «(«Nothing to sell the Palestinians» [«Nada que vender a los palestinos»], 16 de julio de 2007). Así podemos ver que Abbas constituye ahora la última esperanza de Israel en la lucha contra la democracia. Esta patética coalición no puede erguirse en el camino de liberación.

Ali Abunimah es cofundador de The Electronic Intifada y autor del libro One Country: A Bold Proposal to End the Israeli-Palestinian Impasse.

Enlace con el original: http://electronicintifada.net/v2/article7116.shtml