Traducción para Rebelión de María Landi.
Desde que Israel comenzó la ocupación militar de Cisjordania y Gaza en 1967, los sucesivos gobiernos israelíes han aprovechado todas las oportunidades a su alcance para aumentar la población de colonos en los territorios palestinos ocupados (TPO).
La ilegalidad de las colonias israelíes ha sido ratificada por el Consejo de Seguridad de la ONU, el Comité Internacional de la Cruz Roja y la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Bajo el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional, la política de colonización es un crimen de guerra.
Además de constituir una grave violación del derecho internacional -y, como afirmó Amnistía Internacional, «inherentemente discriminatorias»-, las colonias también son un obstáculo sustancial para el establecimiento de un Estado palestino viable y soberano en los TPO.
La colonización israelí de los TPO lleva a muchos a preguntarse si un Estado palestino es todavía posible o no. Pero no es sólo una cuestión de territorio; se trata también de las colonias mismas.
Aproximadamente 400.000 colonos israelíes viven ahora a lo largo y ancho de Cisjordania, y si sumamos los que viven en las colonias de Jerusalén Oriental, el total llega a los 600.000. A pesar de esta cifra enorme, los representantes de Israel en Occidente continúan cacareando sobre la meta final de un Estado palestino. Los aliados de Israel, sin embargo, insisten en que la cuestión de las colonias -y sus más de 600.000 residentes- no es razón para un ultimátum.
Para agregar a la cuadratura del círculo, algunos sugieren distinguir entre colonos ubicados al ‘oeste’ y al ‘este’ del Muro de separación israelí. Es una ironía que ahora se hable del Muro (cuyos defensores insisten en que es una medida temporal de seguridad más que un robo de tierras) casi como de una frontera futura.
Unos 82.000 colonos viven al este del Muro de Separación. Sumándole la población de Ariel (una gran colonia urbana ubicada en el norte de Cisjordania, con una población de 18.000 personas), el total asciende a unos 100.000.
Según una encuesta realizada por Blue White Future, un grupo israelí que promueve la «solución de dos estados» para preservar a Israel como un estado judío, el 40 por ciento de los colonos que viven al este del Muro rehusarían una evacuación voluntaria, «incluso si se llegara a un acuerdo».
Por lo tanto, aun si el Muro -que fue construido en contra del Derecho Internacional y ha anexado un 10 por ciento de Cisjordania a Israel- se convirtiera en parte de una frontera negociada, Israel todavía tendría que retirar y reubicar a unos 100.000 colonos -y a decenas de miles de ellos, por la fuerza.
El pueblo palestino, por supuesto, rechaza en su totalidad la existencia del Muro de separación, que ha destruido sus tierras agrícolas y ha destrozado sus comunidades, y cuya ruta caprichosa fue trazada para incluir del lado ‘israelí’ la mayor cantidad posible de colonias.
Pero ¿es viable evacuar incluso esa cantidad mínima de 100.000 colonos (ni hablar de los 600.000)? Dos líneas de razonamiento sugieren que no.
Si bien todos los gobiernos israelíes -incluso los del partido Laborista- han expandido las colonias, la actual coalición está particularmente dedicada a la empresa colonizadora, tanto de palabra como de hecho.
En marzo de 2015, el Primer Ministro israelí Benjamín Netanyahu declaró: «No vamos a dividir a Jerusalén, no vamos a hacer concesiones, no vamos a retirarnos del territorio». En octubre pasado, la Ministra de Justicia Ayelet Shaked dijo públicamente en Washington D.C.: «No existe y nunca existirá un Estado palestino».
Pero no es sólo retórica. En la primera mitad de 2015, la cantidad de viviendas construidas en las colonias judías de Cisjordania aumentó un 54,8 por ciento comparada con el mismo semestre del año anterior. En noviembre de 2015, las autoridades israelíes dieron luz verde a más de 2.200 nuevas viviendas.
Bajo Netanyahu, las nuevas construcciones en las colonias ubicadas al este del Muro pasaron del 20 por ciento al 35 por ciento del total. Según la ONG israelí Yesh Din, un cuarto de los ‘puestos de avanzada’ -apropiación ‘privada’ de tierras palestinas por colonos judíos con «el apoyo de facto de las autoridades»- han sido aprobados o esperan serlo.
El segundo problema es que la evacuación forzada de los colonos tendría que ser llevada a cabo por el ejército. Pero el aumento del componente religioso dentro del ejército israelí -que se manifiesta en la presencia creciente de nacionalistas religiosos en sus filas- pone en cuestión su capacidad y su voluntad para llevar a cabo semejante evacuación.
En 2009, un general en actividad anónimo dijo al International Crisis Group (ICG) que «la orden de retirarse [de Cisjordania] va a (…) dividir al ejército y a volcar una parte de él contra el Estado. Yo antes devolvería Tel Aviv que Hebrón1«. Y agregó: «Somos (…) un Estado judío defendiendo la tierra que nos fue prometida por la Biblia, por Dios. La tierra es judía. Esta ideología es la columna vertebral del ejército».
Entre 2000 y 2012, según un segundo y más reciente informe del ICG, «la representación del nacionalismo religioso en los cursos de entrenamiento de los oficiales aumentó del 15 al 43 por ciento». Los planes recientes de reducir el poder del rabinato militar -cuya «rama de identidad judía» distribuye materiales y realiza conferencias en las unidades militares- han encontrado «fuerte resistencia por parte de los rabinos, dentro y fuera del ejército».
Retirar a 9.000 colonos de Gaza en 2005 costó 3.000 millones de dólares y requirió 10.000 soldados y policías. Los soldados religioso-nacionalistas fueron intencionalmente apartados de la ‘primera línea’. Según el profesor israelí Yagil Levy, autor de «El comandante divino: la teocratización del ejército israelí«, una evacuación similar de Cisjordania es casi impensable.
En julio de 2015, las autoridades israelíes destruyeron «dos estructuras ilegales vacías, a medio construir» en la colonia Beit El2 -una hazaña que sólo se logró, en palabras del periodista israelí Asher Schechter, «al cabo de años de disputas legales (…) y después de días de tumulto político y violentos disturbios». Esta «saga», dice él, mostró por qué «Israel probablemente nunca será capaz de evacuar la mayor parte de las colonias de Cisjordania».
Una clase política profundamente comprometida con la expansión de las colonias en Cisjordania -incluyendo las más apartadas y los puestos de avanzada-, combinada con la influencia creciente del nacionalismo religioso judío dentro del ejército, hacen que la perspectiva de cualquier evacuación de colonos a gran escala sea una fantasía. ¿Cuándo van a despertar los gobiernos del mundo?
Notas
1 Hebrón (Al Jalil) está ubicada en el corazón de Cisjordania (N. de la T.).
2 La destrucción de estructuras construidas en las colonias sin permiso oficial («puestos de avanzada») se da muy raramente -en comparación con la cantidad que son regularizadas poco después- y es fuertemente resistida por los colonos, que incluso suelen tomar medidas de venganza violentas («price tag») contra sus vecinos palestinos (N. de la T.).
Ben White, Periodista y analista británico, experto en la cuestión palestina y autor de varios libros. Su blog: http://benwhite.org.uk/ Publicado en Newsweek Middle East el 13/1/16.
Traducción: María Landi.