La vida de los 1,4 millones de palestinos que se hacinan en la franja de Gaza empeoró desde el desalojo de los asentamientos judíos por parte de las autoridades de Israel en agosto pasado, advierten observadores. Gaza, un trozo de tierra de 44 kilómetros de longitud sobre el mar Mediterráneo y entre seis y 12 […]
La vida de los 1,4 millones de palestinos que se hacinan en la franja de Gaza empeoró desde el desalojo de los asentamientos judíos por parte de las autoridades de Israel en agosto pasado, advierten observadores.
Gaza, un trozo de tierra de 44 kilómetros de longitud sobre el mar Mediterráneo y entre seis y 12 kilómetros de ancho, ha sido descripta como una gran cárcel tras el comienzo en septiembre de 2000 de la segunda intifada, la insurgencia popular palestina contra la ocupación israelí.
Las autoridades de Israel optaron entonces por practicar el virtual cierre de los cruces entre Gaza y su territorio.
Gaza sufre una volátil combinación de problemas: falta de funcionarios a cargo de la seguridad, grave desempleo, escasa industrialización, riesgo de infiltración de organizaciones terroristas y acciones militares israelíes, con frecuencia en respuesta a ataques palestinos.
En los últimos días, la prensa de Medio Oriente ha destacado las ejecuciones extrajudiciales de combatientes palestinos denominadas «asesinatos selectivos», práctica oficial del gobierno israelí condenada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) e instituciones humanitarias por su impacto en la población civil.
Militares israelíes mataron esta semana a dos dirigentes de la organización radical Jiahad Islámica acusados de lanzar cohetes Qassam contra colonos judíos. Pero el ataque se cobró también la vida de tres niños e hirió a varias otras personas.
«Esto no es un videojuego», dijo a IPS la directora de la organización israelí de derechos humanos B’Tselem, Jessica Montell. «Están disparando misiles contra una ciudad. El hecho de que no tengan la intención de matar civiles no lo hace una práctica correcta.»
Desde 2000, 329 palestinos murieron como consecuencia de los asesinatos selectivos, según cálculos de B’Tselem. De ese total, 213 eran los integrantes de organizaciones radicales a los que se pretendía ultimar.
Las críticas al uso de la fuerza letal por parte de Israel no terminan en Gaza: el área que rodea el muro que Israel construye entre su territorio y Cisjordania «es considerada zona de asesinato», dijo Montell, quien basa su afirmación en informes de los propios soldados israelíes.
Israel construye el muro, que incluye elevadas paredes de concreto, vallas metálicas y avanzados mecanismos de seguridad, con la excusa de impedir el ingreso a su territorio de palestinos con intenciones de cometer atentados.
«Las órdenes impartidas a los soldados no son claras. Deben disparar a cualquiera que se acerque a la cerca», sostuvo Montell.
Nueve palestinos fueron asesinadas en los alrededores del muro desde la retirada israelí de Gaza, entre ellos algunos que intentaban ingresar en Israel en busca de trabajo, niños extraviados y una persona que cazaba palomas, agregó.
Pero también los palestinos son responsables por la atmósfera de inseguridad en Gaza.
Elena Qleibo, investigadora del Centro de Refugiados y la Diáspora Palestina con sede en la ciudad cisjordana de Ramallah, consideró que «niños de la intifada», así como extremistas del partido laico Fatah y grupos islamistas son los principales culpables de la violencia que sufre Gaza, y que incluye tiroteos y secuestros.
Qleibo dijo a IPS que la mayoría de los enfrentamientos se registran entre facciones políticas y familias, y que, por lo general, no son al azar. La comunidad internacional, sostuvo la experta, «cree que es como un pueblo de cowboys».
La investigadora atribuyó que la criminalidad hoy predominante en Gaza al desempleo y al repliegue israelí.
«Las instituciones colapsaron luego de 30 años de ocupación israelí en Gaza», advirtió. «La única fuente de asistencia y protección para cualquier persona es la familia.»
La clave del histórico repliegue de Gaza era acabar con cualquier posibilidad de que los palestinos adquieran poder suficiente para desafiar al ocupante, explicó. Eso significa socavar organizaciones, entre ellas los sindicatos, dispuestas a trabajar en la sociedad civil.
La franja de Gaza cuenta hoy con un amplio sector de servicios, una industria agrícola y una tradición de subcontratación de los sectores israelíes textil y de calzado, pero la mayor parte del territorio sufre la falta de desarrollo estructural.
El Buró Central de Estadísticas de la Autoridad Nacional Palestina ubicó el desempleo en Gaza el año pasado en 28 por ciento, y la proporción de familias pobres en 84 por ciento.
La Autoridad Nacional Palestina tampoco ayudó a aliviar el sufrimiento económico, pues se ha convertido en un poder autocrático plagado de corrupción, lo cual desmoraliza a la población civil, según Qleibo.
Los problemas económicos se agravan por el cierre arbitrario del cruce de Karni, única puerta para las exportaciones e importaciones de Gaza.
El continuo control israelí sobre los cruces «reduce las posibilidades de que la economía palestina reviva, encarece los productos básicos y restringe el acceso a los servicios médicos», dijo a IPS el coordinador del Centro de Derechos Humanos Al-Mezan de Gaza, Samir Zaqout.
El cruce de Karni ha estado cerrado más de 60 días desde el 1 de enero. El Centro Comercial Palestino estimó las pérdidas de los exportadores de Gaza en varios millones de dólares.
Pero para la mayoría se trata de otro detalle más de la vida diaria en Gaza, 90 por ciento de cuya población se concentra en ocho campamentos de refugiados de la ONU.
Qleibo dijo que la asistencia internacional en los campos permite a sus habitantes el acceso a educación gratuita y atención sanitaria, además de proveerles una seguridad adecuada. Lo que escasea, añadió, es alimento.
De todos modos, la vida se vuelve insostenible en los periodos de cierre de cruces por parte de Israel, pues los padres no pueden encontrar trabajo para alimentar a sus hijos.
El Movimiento de Resistencia Islámica (Hamas), al frente de la Autoridad Nacional Palestina tras las elecciones parlamentarias de enero, ha ayudado a aliviar las dificultades a través de su red de organizaciones caritativas y de clínicas de salud, indicó Qleibo.
«No entiendo por qué existe tanto temor respecto de Hamas. El partido se limita a tratar de poner raciocinio en una situación que era realmente insostenible», concluyó la experta. (FIN/2006) http://www.ipsnoticias.net/nota.asp?idnews=36873