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Agricultores orgánicos en Eslovenia defienden sus tierras contra proyectos de multinacionales de construir campos de golf para turistas

Viñedos, no campos de golf

Fuentes: Znet

Boris Fras es el José Bové de Eslovenia. No ha atacado ningún McDonalds con un mazo. Tampoco ha llegado a los titulares por destruir cultivos genéticamente modificados. Pero en sus viñedos y entre los olivares a lo largo de la Costa del Adriático, Boris Fras entabla la misma batalla que su compañero de armas agrícola […]

Boris Fras es el José Bové de Eslovenia. No ha atacado ningún McDonalds con un mazo. Tampoco ha llegado a los titulares por destruir cultivos genéticamente modificados. Pero en sus viñedos y entre los olivares a lo largo de la Costa del Adriático, Boris Fras entabla la misma batalla que su compañero de armas agrícola en Francia.

Fras vivía en Yugoslavia pero ahora es oficialmente europeo. El 1 de mayo, Eslovenia se convirtió en el primer estado ex yugoslavo en ingresar a la Unión Europea (UE). Es un pequeño país de sólo 2 millones de habitantes con la reputación de ser tolerante – aunque la privación del derecho de voto a 18.000 residentes no-eslovenos en los años 90 y la ausencia de indignación pública cuando se conoció el problema de los «borrados» en 2002, sugiere que la relativa homogeneidad étnica del país va mano a mano con una intolerancia profundamente arraigada.

A pesar de ello, Eslovenia capeó las guerras de los Balcanes en los años 90 con relativamente poco daño y es ampliamente considerada como la mejor preparada de los diez últimos ingresos a la UE. Cuando se trata de agricultura, sin embargo, el país no tiene muchas exportaciones – un poco de vino, algunos pollos, Ve una posibilidad en convertirse en un jardín de Europa, un sitio en el que alemanes e ingleses pueden caminar por el campo, admirar las espléndidas montañas y cuevas, e incluso pasar unas pocas noches en una granja orgánica.

En su calidad de agricultor orgánico, Boris Fras forma parte integral de este plan. No vive en una casa de labranza, sólo en un ordinario rancho suburbano no lejos del puerto esloveno de Koper, y conduce su camión a sus terrenos para ocuparse de sus viñedos y árboles. No posee mucha tierra y está dividida en varios lotes. Pero la tierra que cultiva es idílica.

Un solar con viñedos se extiende hasta las centelleantes aguas del Adriático. Amapolas rojas mezcladas con jóvenes olivos iluminan otro pedazo de tierra. Todo lo que Fras cultiva y produce es orgánico, incluyendo su vino y su aceite de oliva. Vende localmente y también en el mercado orgánico de la capital de Eslovenia, Ljubljana. No nació en este trabajo, llegó a hacerlo gradualmente. «Comencé a cultivar contra el consejo de todos, decían que estaba loco», dice.

Fras también dirige la Unión de Asociaciones de Agricultores Orgánicos Eslovenos (USOFA, por sus siglas en inglés). Eslovenia, dice, no tiene otra alternativa que ser orgánica. Su geografía lleva a que la agricultura de estilo corporativo no sea rentable. Con sus pequeñas propiedades, los agricultores eslovenos luchan por lograr que sus productos convencionales sean competitivos frente a las importaciones más baratas.

El año pasado, la USOFA se unió a sus homólogas en Austria e Italia y persuadió a los gobiernos de Eslovenia, de la provincia austriaca de Carinthia, y a la provincia del noreste de Italia de Friuli-Venezia-Giulia para crear la primera bioregión orgánica – Alpe-Adria.

El área no sólo estará libre de todos los organismos genéticamente modificados, sino comprometida también a impulsar la difusión de la agricultura orgánica. La cantidad de granjas orgánicas en Eslovenia fue de 48 en 1998 y creció a más de mil cuatro años más tarde. Aunque esto sólo representa un poco más de un 3 por ciento de la tierra de cultivo, los defensores de la agricultura orgánica esperan aumentar esta cifra en los años venideros.

Suena como un plan grandioso. Pero no hay beneficios rápidos en la agricultura orgánica. Los agricultores orgánicos necesitan subsidios de Eslovenia y ahora de la UE. Algunos de estos subsidios caen en el marco «agro-ecológico» que recompensa a los agricultores por iniciativas como reducir la densidad de los rebaños o enriquecer el suelo mediante cultivos de cobertura.

No obstante, la agricultura orgánica no rima exactamente con capitalismo a gogó. «La tierra aquí es extremadamente cara, más cara que en el centro de la capital», explica Fras. Otros intereses se interesan por las propiedades.

Istrabenz, basada en la ciudad puerto de Koper, es la compañía energética más grande de Eslovenia. Está asociada con la compañía austriaca OMV para operar gasolineras en toda la región (más de 100 en Eslovenia, 70 en Italia). Istrabenz también ha invertido en operaciones bancarias, en plantas hidroeléctricas en Bosnia y en grandiosos proyectos de turismo en la costa dálmata de Croacia.

E Istrabenz quiere convertir parte de las mejores propiedades a lo largo de la pequeña costa adriática de Eslovenia en campos de golf. En áreas en las que crecen viñedos y donde hubo operaciones de evaporación de sal desde tiempos romanos, Istrabenz quiere construir instalaciones turísticas.

Los campos de golf, hechos para atraer a una clase más acaudalada de clientela, consumirán agua vital para los agricultores. Los políticos locales ven el desarrollo, y así lo hacen poderosos intereses políticos en la capital, como la camarilla informal de políticos y empresarios de Forum 21, dirigidos por el antiguo presidente Milan Kucan.

«Los políticos locales esperan un retorno a la Edad Dorada del turismo de los años 70 y 80», dijo Fras, cuando llegaban los turistas ricos y repartían su moneda extranjera como si fuera un polvo mágico. Fras está reuniendo un equipo para derrotar los campos de golf – un arquitecto-activista, alguien que pueda trabajar el ángulo legislativo, un antiguo experto de la industria del golf. «Tenemos que movilizar a gente en la capital. Es donde se toman las decisiones», explica su estrategia.

El gobierno esloveno, a pesar de su compromiso sobre el papel con atrevidos proyectos como la bioregión Alpe-Adria, a menudo no pone en primer lugar a los agricultores o al medio ambiente. En 2004, se sobrepuso a la resistencia cívica para ubicar una planta de energía eólica en la cresta de Volovja Reber, un área ecológica protegida. Se podría discutir que en este caso, por lo menos, los eslovenos enfrentaron dos versiones diferentes de desarrollo sostenible.

El plan de los campos de golf, sin embargo, es la antítesis de las políticas de protección del entorno – como ser la bioregión – y agricultores activistas como Boris Fras lo consideran con razón como una amenaza estructural y no sólo oportunista. Su activismo contra los campos de golf ya ha llevado a lo que califica de «acoso» por parte de las autoridades. Recientemente aparecieron inspectores en su operación de embotellamiento de vino e identificaron una serie de cambios que tendrá que realizar, a un costo considerable.

Boris Fras libra una batalla fundamental en el corazón de Europa. ¿Se tragarán la tierra las operaciones multinacionales para un desarrollo dudoso o trabajarán juntos los agricultores orgánicos, los ecologistas, y funcionarios gubernamentales sensatos en planes para un desarrollo sostenible? Boris Fras, José Bové, y miles de agricultores en toda la nueva Europa se mantienen firmes.

* El más reciente libro de John Feffer (www.johnfeffer.com) es «North Korea / South Korea U.S. Policy and the Korean Peninsula» (Seven Stories Press 2003)

Título original: Grapes, not Golf
28 de julio de 2004
Traducido por Germán Leyens
Link: http://www.zmag.org/sustainers/content/2004-07/28feffer.cfm