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Vivencias chilenas y palestinas en el mes de septiembre

Fuentes: Rebelión

Revisado por Caty R

Para nosotros, los chilenos, septiembre, constituye el «Mes de la Memoria Popular Chilena». Por un lado, en septiembre emprendimos el camino hacia la independencia de la corona española, declarando después que el territorio de Chile forma, de hecho y por derecho, un Estado libre, independiente y soberano, que quedó separado para siempre de la monarquía de España y de cualquier otra dominación.

Más tarde, Salvador Allende triunfó democráticamente en las elecciones presidenciales del 4 de septiembre de 1970. Murió tres años después, en el mismo mes, en el palacio de La Moneda, incendiado tras combatir en defensa de su gobierno.

En septiembre, siempre mantengo el recuerdo de mi infancia en el que «los pobres» compraban ropa nueva para lucirla en las fiestas del día dieciocho, donde la memoria mezclada de alegría y dolor se reinstalaba, pese a todo, durante esos días.

La memoria y la historia, son conceptos que «quienes vencen pero no convencen al colectivo «consciente» tratan de aniquilar». Manipulando y negando la historia para intentar borrar de sus conciencias la culpa de los crímenes que han cometido, lo hacen con cinismo o de manera solapada, distorsionando la realidad de los hechos acontecidos.

La memoria es una instancia más de elaboración de las vidas que intentaron arrebatarnos. Con ella, nuestra Patria natal siempre está con nosotros. Sin memoria histórica carecemos de identidad.

Para nosotros, los palestinos, septiembre es el símbolo del terror y el espanto.

Recordamos, una vez más, las masacres perpetradas por los grupos terroristas sionistas en Sabra y Chatila. Recordamos el Septiembre Negro, cuando volvimos a constatar que el pueblo palestino se encuentra solo y aislado, ya que los gobiernos reaccionarios árabes, lacayos y serviles, afines al mantenimiento del imperialismo estadounidense e israelí, sofocaban la resistencia y la lucha palestinas. Rememoramos con orgullo una de las tantas Intifadas, las cuales han consistido en una de las respuestas palestinas a la ocupación militar extranjera kázara-europea-israelí y por ende a la constante implantación de colonias europeas en Gaza y la ribera occidental del Jordán.

Posteriormente, mientras la concentración mundial se abocaba a los «planificados» ataques de las torres gemelas donde, con una alta probabilidad, los organismos de inteligencia estadounidense e israelí utilizaron, una vez más, «la cuestión árabe» para justificar su intromisión en Iraq, el ente kázaro-europeo implantado sobre la tierra palestina, procedió a invadir los pueblos palestinos de Árrabeh, Tamoun y Tubas en el distrito de Yenín. Continuaba con Nablús. Y proseguía el asesinato impune de palestinos, como siempre en su mayoría niños, como el método más eficaz de limpieza étnica.

Las violentas y reiteradas invasiones militares que siempre inicia el ente extranjero van acompañadas, generalmente, de una tendenciosa campaña publicitaria para deslegitimar la lucha palestina en pro del cumplimiento de la legalidad internacional. Así, los helicópteros Apache estadounidenses y los aviones F-16 asesinaban a líderes palestinos, destruyendo sus hogares, mientras la propaganda sionista-israelí utilizaba el ataque a las torres gemelas como un acontecimiento para su política de «ataques preventivos» y para ganar apoyos en favor de los mismos, sobre todo en lo referido a su política de asesinatos selectivos y no tan selectivos, sino masivos, contra la población civil palestina.

Ahora, nuevamente en septiembre, nos encontramos, desde hace aproximadamente 6 meses, con la llegada a nuestro país de 117 refugiados palestinos. Los cuales, huyendo de los grupos terroristas europeos askhenazis, igual que sus padres desde el año 1948, son originarios de las ciudades palestinas de Haifa, Jaffa y Deir Yassin.

El gobierno chileno ha tenido la humanidad y solidaridad de acoger a refugiados palestinos, consciente de su propia historia durante la dictadura, cuando la OLP, de la misma forma y a pesar de que era un gobierno en el exilio, mantuvo una actitud solidaria hacia nuestros exiliados chilenos. Sin lugar a dudas, es una maravillosa reciprocidad de solidaridad.

Hay que recordar que los refugiados palestinos no vivían en calidad de indigentes en Iraq antes de la incursión de EEUU e Israel que los obligó a vivir en el campamento de Al Tanf en condiciones adversas durante los dos últimos años. Al contrario, su estatus de vida correspondía al de una clase media-alta o, mejor dicho, alta.

Hay que rememorar, una y otra vez, que su eterno y reiterado exilio de su patria natal, Palestina, se debe al establecimiento de un Estado cuyo origen es europeo, además de ser terrorista en su implantación y genocida para sus fines de preservación perpetua.

Esperemos que en este 18 de septiembre, fecha de nuestra independencia chilena, extendamos este anhelo de independencia palestina, disperso en este exilio eterno, incluso por estos recónditos rincones de nuestro planeta, «como para olvidar», «como para no desear regresar», o sea, una vez más, hábilmente intencionado por el sionismo internacional y, como siempre, producto de una sangrienta y obstinada ocupación militar extranjera que se perpetúa de manera increíble hasta este 18 de septiembre de 2008.

Nelly Marzouka es psicóloga clínica de la Universidad de Chile y colabora habitualmente en la revista online psicolatina.org, revista electrónica internacional de la unión latinoamericana de entidades de psicología.

Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala.