Traducido del inglés para Rebelión y Tlaxcala por Nadia Hasán. Revisado por Paloma Valverde.
En Nu’man, una localidad de 35 familias palestinas ubicada en territorio israelí, se puede escuchar tanto la llamada del almuecín a los fieles de Jerusalén Este, como el tañer de las campanas de la Basílica de la Natividad en Belén. Pero esos sonidos familiares esconden la realidad del aislamiento que deben soportar los habitantes de esta localidad.
Aquí las familias siempre han mantenido estrechos lazos con Belén o con las comunidades rurales vecinas, si no por casamientos, por trabajo, la escuela o la política local -Nu’man y el pueblo hermanado de al-Jas comparten ayuntamiento.
Los hombres de Nu’man suelen casarse con mujeres de la localidad de al-Jas, los niños van a la escuela en Dar Salah, y los comerciantes, médicos y veterinarios vienen desde Belén. Todos los años, en Ramadán, las familias de Nu’man reciben a familiares e invitados de los pueblos vecinos de al-Jas, Wadi al-Arais, Beit Sahour y al-Huyeila. Ya no.
«Un día volvía del trabajo y un guardia fronterizo me dijo: ‘No puedes entrar, tienes un documento de identidad de Cisjordania y esto es Israel'», dice Mohammad Dar’awi, habitante de Nu’man, quien trabaja en la diputación Belén. «¡Sólo volvía a mi casa!»
Israel se anexionó Nu’man después de la Guerra de los Seis Días en junio de 1967 y la integró en la municipalidad ampliada de Jerusalén en 1992. Los habitantes, sin embargo, aún siguen teniendo documentos de identificación de Cisjordania. Por lo tanto, cuando Israel comenzó a introducir restricciones de movimiento aún más duras, los problemas comenzaron a multiplicarse.
A mediados de los 90, un camino de tierra que unía Nu’man con Jerusalén Este se cerró y luego se destruyó. En junio de 2001, otra carretera que llevaba a Nu’man se cerró con un muro de tierra. Luego se instaló un puesto de control militar y finalmente, hace dos años, el Muro de Cisjordania aisló definitivamente Nu’man de sus alrededores naturales -su localidad hermanada, y de Belén- de hecho, del resto del mundo. Desde hace dos años, los no residentes no pueden entrar en Nu’man.
«Cuando vuelves con las compras, es como si [quisieras] buscarte problemas: te detienen en el puesto de control y el guardia te dice ‘No, no puedes traer cinco gallinas, es importación desde Cisjordania. Debes tener un permiso’. Pero desde que no hay tiendas en Nu’man, ya que los comerciantes no tienen permiso de entrada, cuando logras llegar a una tienda intentas comprar más cosas».
Por otro lado, los habitantes de Nu’man, con sus documentos de identidad cisjordanos, no cuentan con la autorización para ir a comprar a Jerusalén. Lo mismo sucede con muchos servicios comunales. En octubre del año pasado se autorizó que el camión de la basura y el camión del gas entraran en Nu’man, después de que la Cruz Roja facilitara su desplazamiento con las autoridades israelíes.
«Aquí los hombres ya no se casan,» dice Muhammad Dar’awi. «Es una tradición que el hombre lleve a su esposa [a vivir] con su familia en el pueblo. Pero, ¿Cómo podría hacerlo ahora, aquí en Nu’man?, e incluso si pudiera, no tendrían un lugar donde vivir -las autoridades israelíes no dan permisos para nuevas construcciones en Nu’man».
Nidal Dar’awi, sobrino de Mohammad, delegado del pueblo y profesor de árabe en Dar Salah, sufrió estas dificultades. Construyó una casa para su familia en su propio terreno, junto a la casa de su padre. Una mañana de enero del año pasado vio como los ahorros de toda una vida se convirtieron en escombros. «[Los soldados israelíes] No nos dejaron siquiera coger un cepillo de dientes», dice Nidal.
Después, Nidal decidió irse de Nu’man, pero sigue regresando con la esperanza de encontrar algún mueble o algún electrodoméstico que valga la pena reparar.
Sin embargo, hasta este momento Nidal es una excepción. «Nosotros nos quedaremos aquí», dice Mohammad. «Nací aquí, igual que mi padre y mi abuelo. No regresé en 1955, después de ser un refugiado, simplemente para volver a marcharme de Nu’man».
Texto original en inglés en: http://electronicintifada.net/v2/article6501.shtml