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Y hoy, al partido

Fuentes: Berria

Traducido para Rebelión por Ramon Bofarull

Hete aquí lo que primero Zapatero y después Rajoy han intentado evitar a toda costa. La maldita palabra innombrable: el rescate. Ha llegado doce días después de que Mariano Rajoy dijera que no habría tal cosa. España, el estado que, además de a los países bajo su dominio, aleccionaba también a sus vecinos, ha tenido que pedir ayuda. Precisamente para tapar las agrietadas raíces ladrilliles de ese éxito. Vale, es cierto que no es el rescate habitual. No es igual que el que recibieron Grecia, Portugal o Irlanda: España recibirá el dinero para salvar a sus bancos (o a algunos, al menos). Pero es posible que las consecuencias sean semejantes. ¿Alguien piensa de verdad que Europa concederá la ayuda a cambio de nada? Por una parte, y nunca está de más recordarlo, España recibirá préstamos, que hay que devolver con puntualidad e intereses. Por la otra, aunque el dinero sea para los bancos, su garante es el Gobierno de España. Si los bancos no devuelven el dinero ―y acaso algunos estarán años sin poder devolver nada―, lo hará el estado. Todos los súbditos del gran cazador blanco, al cabo. Por último, cualquier rescate ―perdón, ayuda― exige hacer algo a cambio. Acaso no vengan los hombres de negro mentados por Cristóbal Montoro. Puede que los burócratas de la troika que deciden dónde, cuándo y cómo hay que poner las tijeras no se alojen en lujosos hoteles madrileños. Pero no vendrán, entre otras razones, porque los gobiernos del PSOE y el PP llevan dos años cumpliendo lo exigido por la troika: han realizado dos reformas laborales para abaratar el despido, han reducido el gasto público, están atando en corto a las comunidades, suben los impuestos… Han cumplido con matrícula cum laude lo aconsejado, si hay que creer los ditirambos de Berlín. Pero, más allá de esa intervención directa, existen formas de sugerir medidas. Bruselas tiene en el punto de mira la prestación por desempleo, las pensiones y el IVA. Puede argumentarse tranquilamente que, con troika o sin ella, en los próximos presupuestos vendrán todas esas medidas, ya que España ha adoptado el compromiso de reducir el déficit al 3 %. Pero ahora Rajoy tendrá más difícil marcar líneas rojas. Ahogado en la incapacidad demostrada con las mentiras que ha dicho en el exterior y en el interior, ¿qué resistencia podrá oponer?

A fin de mitigar la humillación, el Gobierno de España ha destacado que el rescate es sólo para los bancos. Que alivio. Pero ¿qué es peor? ¿Pedir dinero para poder pagar las pensiones o para salvar a los bancos? Los ciudadanos entenderían lo primero, a pesar de ser duro. Pero tragarse lo segundo se les está haciendo cada vez más difícil, visto que aquellos a los que ahora hay que salvar son quienes más inflaron esa burbuja que ellos están pagando con el deterioro de sus condiciones de vida y derechos sociales y que no hay voluntad alguna de investigar ― o al menos de solicitar responsabilidades ― a los banqueros y políticos que actuaron con ellos de consuno.

Otra cuestión es cómo reaccionarán los mercados. Vale, durante los últimos días, a medida que se acercaba el rescate, han aligerado algo la presión sobre el cuello de España. Pero a partir de mañana, ¿qué? Aunque cada vez de modo más apurado, hasta ahora España ha sido capaz de financiarse en los mercados internacionales. Aun con la prima de riesgo por encima de los 500 puntos, no ha llegado a los tipos de interés que tuvieron que pagar Grecia, Irlanda y Portugal. Y sus cuentas públicas, aun estando mal, no han llegado al deplorable nivel de estos tres países. Pero, una vez abierta la puerta del rescate, cuando ha ocurrido lo que no iba a ocurrir nunca, ¿quién puede asegurar que ahora no expulsen a España del mercado y acto seguido venga un segundo rescate, éste ya sin paliativos? Nadie. Pero tranquilos, hoy juega la roja en Polonia, con Rajoy en el palco. Allí los periodistas no le pedirán explicaciones.

Berria, 10 de junio de 2012

Fuente: http://paperekoa.berria.info/harian/2012-06-10/019/001/eta_gaur_partidara.htm