El cliché de que quién es un terrorista para unos, es un luchador por la libertad para otros, bien podría haber sido escrito para Yasir Arafat, ya que durante su vida y varios años más allá de su muerte ha captado una considerable atención de aquellos que le veneran como un símbolo de la resistencia […]
El cliché de que quién es un terrorista para unos, es un luchador por la libertad para otros, bien podría haber sido escrito para Yasir Arafat, ya que durante su vida y varios años más allá de su muerte ha captado una considerable atención de aquellos que le veneran como un símbolo de la resistencia y aquellos que le desprecian por haber tomado las armas.
Después de saber de su muerte en 2004 el entonces expresidente israelí Shimon Peres dijo: «El mayor error de Arafat fue el uso del terror. Sus grandes logros fueron conseguidos cuando trató de construir la paz». El presidente cubano Castro declaró: «Eterno honor y gloria al heróico e inolvidable combatiente Yasser Arafat. Nada puede borrar tu nombre de la historia de aquellos grandes luchadores que persiguieron la libertad de los pueblos».
Desde cualquier punto de vista, es difícil negar que Arafat es el responsable de llevar el conflicto palestino a ojos del mundo entero y permanece como icono de la lucha palestina; su imagen aparece en chapas, camisetas, pósters y mochilas a lo largo del mundo entero.
Muhammed Arafat nació en 1929, y desde una edad temprana su nombre -que significa «de trato fácil»- ya llamó la atención. Muchos conocidos cuentan que nació en El Cairo pero que el propio líder siempre consideró Jerusalén como su verdadero lugar de nacimiento. Él fue un hermano de siete; su padre era de Gaza y su madre pertenecía a una familia de Abu Said residente en Jerusalén que, de acuerdo con la biografía de Alan Hart, Arafat: Terrorista o Pacificador, aseguraba ser descendiente del profeta Muhammad.
Arafat fue un gran revolucionario desde muy joven, inspirado en la injusticia del imperialismo europeo y la ocupación sionista de la que fue testigo según fue creciendo. Durante su adolescencia protestó contra el rechazo del gobierno de Egipto de proveer de armas a los palestinos y comenzó una exitosa operación para pasarlas él de contrabando a través de la frontera. En 1948 abandonó su graduado en ingeniería civil en la Universidad de El Cairo y marchó a Palestina para unirse a las fuerzas árabes que luchaban contra los soldados israelíes, que se encontraban entonces expulsando a miles de palestinos de sus casas para abrir el camino de la creación del Estado de Israel, en la conocida como Nakba («Desastre») del pueblo palestino.
Más tarde él juntaría a esos palestinos afectados por dicha tragedia bajo el partido político secular Fatah, que se aglutinaba bajo el eslogan: «revolución hasta la victoria». En el caso de Arafat, la victoria era el derecho de regreso a su propio hogar para el pueblo palestino, así como el establecimiento de un Estado propio. Arafat llegó a ser el presidente de la Organización para la Liberación Palestina (PLO), un paraguas bajo el que se encontraban diferentes facciones (de las que Fatah era la más fuerte) y cuyo propósito era liberar Palestina de la ocupación sionista.
Fatah y la OLP apoyaron abiertamente la lucha armada, como una respuesta legítima a la violencia israelí que había expulsado a muchos palestinos fuera de su tierra y como un medio necesario para recuperarla. Arafat extendió esta campaña por la lucha armada a sus países vecinos y la OLP estuvo operando desde Jordania, hasta que el rey Hussein ordenó su expulsón forzosa en 1970. Tras esto, los militantes palestinos se reagruparon en el Líbano pero fueron de nuevo forzados a salir por la invasión israelí a gran escala de 1982 que asesinó alrededor de 17.500 civiles en el camino, y donde se produjeron las tristemente famosas matanzas de Sabra y Shatila. Asediado por Israel, Arafat huyó con otros miembros de la OLP a Túnez.
En 1974, ocurrió la célebre ovación por parte de la Asamblea de las Naciones Unidas cuando Yassir Arafat pronunció la sentencia: «Vengo a veros con una rama de olivo en una mano y un arma que lucha por la libertad en la otra. No dejen que la rama de olivo caiga de mi mano». El propósito de perseguir negociaciones pacíficas a cambio de un Estado Palestino se convirtió en el punto clave de negociación del líder. Pero no todo el mundo accedió a dejar a un lado las armas y la entrada de Arafat en la vía diplomática partió la Organización para la Liberación de Palestina.
Más tarde, Arafat continuó tomando parte en un gran número de negociaciones pacíficas, de las cuales la más notable fueron los Acuerdos de Oslo de 1993, en las que emergió el actual cuerpo de gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Fue elegido presidente de Paestina en 1996, pero en el intento de Fatah de revivir como partido político, e histórico líder palestino empezó a marcar su declive. Arafat fue acusado de nepotismo y corrupción. A través de sus acuerdos, Arafat había fallado en asegurar el derecho de los refugiados palestinos y los asentamientos crecían por doquier, lo que fue un duro golpe para su lucha.
Se dice que Arafat no descansó nunca, él siempre declaró estar casado con la causa y adoptó al menos a 28 niños y niñas hijos de mártires asesinados por la causa palestina. Pero a los 61 años cambió de parecer y se casó con la joven Suha Daoud al Tawil, su asesora económica e hija de un activista de la OLP. Suha ahora vive con su única criatura, Zahwa, en Francia, con una pensión de la Autoridad Nacional Palestina de 8.450 libras al mes.
Arafat ha sido descrito como un hombre cortés, valiente y un líder sensato aunque con un temperamento duro que disfrutaba viendo dibujos y bebiendo té con miel. No era fumador a pesar de que a veces lo hacía de vez en cuando como parte de su imagen pública.
En entrevistas Arafat llevaba su uniforme verde oliva y siempre iba con su famoso kaffiyeh, el pañuelo palestino. Solía responder a preguntas que le resultaban incómodas: «tenías que ser muy preciso a la hora de hablar con Arafat» un indicativo de que le disgustaban los medios occidentales y su cobertura acerca del conflicto palestino, o simplemente de que se trataba de alguien a quien no le gustaban las críticas.
Arafat pasó sus últimos días prácticamente bajo arresto domiciliario cercado por tropas israelíes. En esta entrevista con Christine Amanpour de la CNN, en marzo de 2002, Arafat habla de su reclusión en Ramala, la capital de la ANP, donde se encontraba rodeado y bajo el fuego de tropas israelíes. Se torna molesto con una serie de preguntas que considera al servicio de «las actividades terroristas de la ocupación israelí» y cuelga el teléfono. Después, en ese mismo año, un bulldozer de Israel destroza ese mismo cuartel general mientras que él y otros 200 compañeros se encontraban escondidos en una de sus alas.
Después de una comida en octubre de 2004, Arafat enfermó con nauseas, vómitos y dolor abdominal. Una investigación llevada a cabo por Al Jazeera llevó a la exhumación del cuerpo de Arafat en 2012 y una consiguiente investigación científica. Los comentarios sobre los descubrimientos del investigador forense David Barclay indicaron: «Basándome en mis décadas de experiencia y con las evidencias por delante, no tengo ninguna duda de que una dosis letal de Po210 había sido administrada o había sido ingerida por Arafat en 2004, lo que provocó su muerte.»
Las autoridades israelíes no permitieron que Arafat fuese enterrado en Jerusalén, así que fue llevado a cabo un funeral de Estado en Egipto antes de que su cuerpo fuera enterrado en Ramala. Al contrario que Nelson Mandela, Arafat nunca fue exonerado de su título de terrorista, pero en vida el líder declaró: «Quien quiera que esté al frente de una causa justa no puede ser llamado terrorista.»
Fuente original: https://www.monitordeoriente.com/20171111-perfil-del-monitor-de-oriente-yasser-arafat-24-de-agosto-de-1929-11-de-noviembre-de-2004/