Contra todos los pronósticos tras el escandaloso y torpe asesinato del periodista Jamal Khashoggi, Arabia Saudita aumenta la presión contra Yemen. Ignorando la condena internacional que parece haber descubierto recién, por del caso de Khashoggi, que los sauditas desde marzo de 2015 está perpetrado una guerra que ya lleva casi 60 mil muertos poniendo a […]
Contra todos los pronósticos tras el escandaloso y torpe asesinato del periodista Jamal Khashoggi, Arabia Saudita aumenta la presión contra Yemen. Ignorando la condena internacional que parece haber descubierto recién, por del caso de Khashoggi, que los sauditas desde marzo de 2015 está perpetrado una guerra que ya lleva casi 60 mil muertos poniendo a catorce millones de personas al borde de la crisis humanitaria que amenaza con convertirse en la más extraordinaria que pueda recordar la historia. La coalición sunita ha atacado indiscriminadamente objetivos como hospitales, clínicas, fábricas, barcos pesqueros, sitios de reuniones civiles como mercados, funerales y casamientos, fuente potabilizadora de agua, usinas eléctricas e incluso buses escolares. Como el ataque de agosto pasado en el que murieron 51 persona, de ellos 40 niños que viajaban por una ruta cerca de Dahyan, en la provincia norteña de Saada, epicentro del chiismo yemení. Las autoridades informaron que la caravana atacada se dirigía a un cementerio vecino, uno de los pocos espacios verdes que quedaban en toda esa gobernación. (Ver: «Yemen: Todas las muertes necesarias».) Según UNICEF cada diez minutos muere un niño en el país producto de enfermedades fácilmente controlables.
Yemen, la nación históricamente más pobre de Medio Oriente y ahora devastada por la guerra, resiste inclaudicable a las embestidas de una de las naciones más ricas del mundo, con gigantescos yacimientos petrolíferos y reservas de 700 mil millones de dólares.
Cuándo se conoció la desaparición del periodista del Washington Post, el reino saudita junto a su más activo aliado los Emiratos Árabes Unidos (EAU) estaban frenados en su intento de tomar la ciudad puerto de al-Hodeidah, el más estratégico punto para la resistencia houthies, ya que por allí ingresa la enorme mayoría de los insumos alimentarios, sanitarios y militares, para abastecer a la población y mantener activa a la resistencia (Ver: «Yemen: al-Hodeidah, la batalla decisiva»).
Tras haber sorteado las primeras reacciones tanto de Washington como Londres los principales proveedores de armamento y cobertura política de Riad, las fuerzas invasoras de la coalición han vuelto a incrementar su ataque contra al-Hodeidah una ciudad de 600 mil habitantes, sitiada desde junio último y de hecho el frente de combate más importante de la guerra. Los vecinos de la ciudad han quedado atascados en los combates y allí permanecen sin posibilidades de escapar ya que carecen de transporte y recursos económicos para conseguirlos.
La coalición no solo ha desoído los pedidos del secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, y el secretario de Defensa Jim Mattis, que habían solicitado un alto el fuego y el inicio de negociaciones de paz, sino que han intensificado sus operaciones aéreas. El líder de la resistencia yemení Abdul Malik al-Houthi, basándose en experiencia anteriores, en un discurso difundido por el canal al-Masirah declaró: «sabemos que este es un estilo norteamericano, pedir la paz mientras se preparan para una nueva agresión militar» . Lo que confirma que el frente Ansarolá , no está dispuesto a ceder a las prestaciones norteamericanas.
La Coalición, necesita de manera desesperada la caída de al-Hodeidah, no solo para quebrar a la resistencia, lo que le permitirá una acceso despejado a la capital del país Sanná, unos 150 kilómetros, sino también en prevención que las «sanciones» anunciadas por los Estados Unidos, comiencen a producirse y generar los primeros efectos que podría estancar todavía más el conflicto, sino que tras en papelón de Riad y sus socios, el frente Ansarolá (houthis) resulte fortalecido política y militarmente.
Mientras que la resistencia chiita ha logrado de manera heroica soportar todos estos años de guerra. En una clara muestra de la hipocresía que muchos medios occidentales cubren el conflicto denuncia de manera constante que el frente houthi recibir apoyo militar de Irán, cuestión todavía en discusión, cuando respecto a la coalición no quedan ninguna duda del monumental apoyo que le brindan l os Estados Unidos, Reino Unido, Israel y otras potencias occidentales que ha aportado a Riad inteligencia, logística, entrenamiento militar y el gigantesco abastecimiento de armamento lo que además significa para las potencias occidentales un negocios de miles de millones de dólares.
El creciente número de muertos civiles, a pesar de las promesas de la coalición de ser más cuidadosos en sus objetivos, hizo que se concentrara la atención de los legisladores estadounidenses, que cree necesario quitar apoyo logístico a Riad, como la reposición aérea de combustible y frenar las ventas de armas, poniendo así fin a la participación de Estados Unidos en la guerra de Yemen.
Los constantes «errores» de los bombardeos sauditas sumadas a las declaraciones del general Joseph Votel, jefe del Comando Central, en marzo pasado acerca de que los Estados Unidos, no hace el seguimiento de las municiones vendidas a Arabia Saudita, que se utilizaba operaciones contra civiles, ha obligado en una de sus últimas audiencias al Congreso norteamericano, a exigirle al Pentágono mayor control sobre el punto.
En consecuencia de esto he intentado disimular los efectos acerca de la decisión unilateral del Pentágono de detener las operaciones de abastecimiento en vuelo a los sauditas, en la noche del viernes 9 los altos mandos de Riad informaron que había «solicitado» al Pentágono, que abandonara las operaciones de reabastecimiento aéreo de combustible a sus aviones, ya que sus pilotos están aptos para esa función.
La noticia de esta interrupción de asistencia aérea, en Sanná fue recibida con alborozo tanto por los mandos de la resistencia houthi como por los activistas de derechos humanos y trabajadores humanitarios.
Fuentes cercanas al Pentágono también dejaron ver su preocupación por incremento de los ataques aéreos de la coalición sunita que siguen asesinando a miles de civiles. Las mismas fuentes hicieron conocer que no esperan que, más allá de las restricciones impuestas por Washington, la estrategia del príncipe heredero Mohamed bin Salman, vaya a cambiar de curso, a no ser que las sanciones estadounidense sean de mayor rango.
El reino en crisis
Arabia Saudita que se encuentra en un momento de extrema debilidad política tras las contundentes evidencias de la ejecución del periodista en su propio consulado de Estambul, un mayor deterioro en la guerra bien podría estar confirmando, si bien no una derrota, un estancamiento indefinido de su situación en la guerra. Por lo que hasta ahora, eran solo presunciones, por su fracaso en los intentos de quebrar la resistencia yemení, en una de las guerras más asimétricas que se recuerden, convierta a esa incapacidad militar en una debilidad política hacia el interior del reino, que capitalizara la oposición, que tras el caso Khashoggi no solo ha ganado espacio interno, sino también reconocimiento internacional.
Para los EAU, también su intervención en Yemen esta empezado a generar ciertas resistencias internas. Los emiratíes con una población de un millón de personas, cuenta con un ejército altamente equipado y entrenado, que en el caso de la batalla de al-Hodeidah, son los que están llevando la peor parte en los enfrentamientos con los houthies.
Desde el último viernes los enfrentamientos entre los helicópteros Apaches de la coalición que bombardean de manera constante diferentes barrios de al-Hodeidah intentado forzar un paso para que las tropas terrestres puedan ingresar a la ciudad, son repelidos por los morteros houthis.
Algunos informes insisten que desde el jueves algunos comandos de las bandas armadas habrían logrado ingresar a barrios periféricos de la ciudad, aunque nada de esto está confirmado. El grueso de los hombres que esperan poder ingresar a la ciudad son mayoritariamente mercenarios camuflados como tropa que responde al renunciante presidente yemení Mansour Hadi, quien junto al príncipe bin Salman, son los máximos responsables de este genocidio.
Por su parte la aviación saudita ataca distintos objetivos civiles de la ciudad aunque distantes de los centros de combates, en un intento desesperado de provocar el quiebre moral de la población y alentado a un levantamiento contra los houthis, en una batalla estancada en el horror.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC.
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