«Creo realmente que Yemen es una de las mayores tragedias de nuestra generación» (Joung-ah Ghedini-Williams, Coordinadora de emergencias de ACNUR) Cuando empezaron a llover bombas en la ciudad de Sa’adah, en el noroeste de Yemen, Zahrah, una viuda de 50 años, escapó como pudo con sus ocho hijos. Junto con miles de personas que huían […]
«Creo realmente que Yemen es una de las mayores tragedias de nuestra generación» (Joung-ah Ghedini-Williams, Coordinadora de emergencias de ACNUR)
Cuando empezaron a llover bombas en la ciudad de Sa’adah, en el noroeste de Yemen, Zahrah, una viuda de 50 años, escapó como pudo con sus ocho hijos. Junto con miles de personas que huían de los bombardeos, se asentaron en el campo para desplazados de Dharwan, a las afueras de Saná, la capital del país. Tras más de dos años de escasez de alimentos, agua potable y viviendo sin unas condiciones mínimas de salubridad, a la extensa familia de Zahrah no le ha quedado otro camino que la mendicidad. «Envío a todos mis hijos a pedir comida todos los días», asegura.
La historia de Zahrah, como la de Razaz Ali, que con 75 años también tuvo que huir de Sa’adah a Dharwan con su esposa y sus siete hijos, es la del éxodo masivo que ha provocado la guerra en Yemen.
Atrapados en medio de los bombardeos y los combates entre las tropas gubernamentales y los rebeldes, más de dos millones de personas han tenido que escapar de sus hogares. La gran mayoría sobrevive en campos para desplazados donde la falta de infraestructuras sanitarias y de agua potable ha favorecido un brote de cólera que afecta a más de 500.000 personas en el país. Los desplazados internos se enfrentan ya un promedio de al menos un año fuera de casa y cubrir o no sus necesidades más básicas depende de la entrega de ayuda humanitaria y de la generosidad de los vecinos, que tienen que hacer un enorme esfuerzo para alojarlos durante largos periodos.
EL HIJO PERDIDO DE MOHAMED SEED
La guerra ha llevado al 80 por ciento de la población de Yemen a vivir en necesidad de ayuda humanitaria. Se estima que 1 de cada 2 personas se encuentra en riesgo de inanición a causa de un conflicto generalmente olvidado por los medios de comunicación. Los niños están siendo uno de los grupos sociales más vulnerables a la situación de miseria y violencia que azota al país. Miles de menores se han visto a situaciones dramáticas como el matrimonio infantil, los reclutamientos forzosos, la mendicidad y el trabajo infantil y 370.000 niños sufren desnutrición aguda en el país.
Mohamed Seed, un exingeniero eléctrico de 60 años que había enviudado antes del inicio de la guerra, se vio obligado a escapar de su ciudad, Hajja, con sus cuatro hijos. Tras huir de los combates, comenzó para ellos una situación desesperada que acabó costando la vida al más joven de sus hijos, de tan solo 10 años. «Por esta situación perdí a uno de mis hijos por malnutrición», declara Mohamed. «Simplemente, no tenemos suficiente que comer. A veces hay comida y a veces no, dependemos de lo que los que nos dan las organizaciones humanitarias».
A pesar de llevar desde los años 80 en el país, desde el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), consideran particularmente trágica la situación actual. «Creo realmente que Yemen es una de las mayores tragedias de nuestra generación», declara Joung-ah Ghedini-Williams, coordinadora de emergencias de la agencia internacional. A día de hoy, ACNUR ha conseguido llegar a 660.000 de los 2,18 millones de desplazados internos desde el comienzo de la guerra, pero, según informa la agencia, la falta de fondos está imposibilitando llegar a todas las personas que necesitan ayuda urgente. Hasta ahora habría recibido solo el 43% de los fondos necesarios.
LAS DOS GUERRAS DE AFRAH
Se da la circunstancia de que Yemen ha sido el país de acogida para 260.000 refugiados somalíes que escaparon de la guerra en su país y 2.000 provenientes de Siria. Ahora, muchas de esas familias que cruzaron el golfo de Adén se enfrentan a un nuevo conflicto armado en su país de acogida. Afrah ha vivido ya dos guerras con solo 12 años. Originaria de Somalia, comenzó a estudiar en Yemen con el objetivo de ser médico y ahora no quiere que la guerra vuelva a truncar sus sueños. «Estoy muy asustada por la guerra, pero quiero ir a la escuela», asegura vestida con la túnica verde de la Escuela Asma para niñas.
Otros muchos han optado por retornar a Somalia, como Mohamed Ibrahim, que ya de vuelta a su país de origen se muestra dispuesto a quedarse allí para siempre. «Este es mi hogar, no me iré pase lo que pase», declara el refugiado retornado. Muchos, como Mohamed, pudieron escapar de la guerra por segunda vez, pero el infierno cotidiano continúa para más de dos millones de personas en Yemen que sobreviven, con todo tipo de carencias, gracias a la ayuda humanitaria y a la espera de que la guerra vuelva a darles una tregua para rehacer sus vidas.