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Yoani Sánchez y su premio envenenado

Fuentes: Rebelión

El pasado jueves 8 de noviembre, la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa), organización que esencialmente agrupa a los dueños de más de mil 300 medios de comunicación, y que tiene su sede en Miami, designó a la bloguera cubana Yoani Sánchez Cordero vicepresidenta regional por Cuba de la Comisión de Libertad de Prensa e Información, […]

El pasado jueves 8 de noviembre, la SIP (Sociedad Interamericana de Prensa), organización que esencialmente agrupa a los dueños de más de mil 300 medios de comunicación, y que tiene su sede en Miami, designó a la bloguera cubana Yoani Sánchez Cordero vicepresidenta regional por Cuba de la Comisión de Libertad de Prensa e Información, encargada de supervisar la libertad de prensa en la isla.

De modo que una organización patronal, frecuentemente señalada como entusiasta participante en las actividades de propaganda negra, desinformación y guerra sucia de la CIA (Agencia Central de Inteligencia) contra gobiernos y movimientos populares opuestos o insumisos a los designios de Estados Unidos, ha designado a una bloguera calumniosa y al servicio de la propia CIA como guardiana de la libertad de prensa en Cuba.

Este tipo de asociaciones mafiosas trae en seguida a la mente dos perlas del refranero mexicano: «Tal para cual» y «Nunca falta un roto para un descosido». Y es que tanto la SIP como la bloguera se distinguen por desarrollar activamente la agenda de la CIA, ahora centrada en la calumnia y descalificación contra los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Bolivia y la propia Cuba.

Pero bloguera y organización patronal también tienen otras coincidencias, además de sus claros vínculos ideológicos y políticos con la tenebrosa CIA. Ambos se distinguen igualmente por disfrazar de defensa de la libertad de expresión una agenda informativa notoriamente contraria a dicha libertad. Y no sólo por eso. También se distinguen por sus afanes de ganancias dinerarias.

A la SIP, desde luego, no se le puede reprochar que busque el beneficio económico de sus agremiados. Al hacerlo así es consecuente con su carácter de agrupación patronal. Pero sí se le puede reprochar que en aras de ese interés económico, o independientemente de él, sacrifique la verdad informativa y la trueque por la difusión de falsedades, calumnias, tergiversaciones y ocultamientos. Defender y procurar las ganancias comerciales de los asociados no implica, necesariamente, desinformar, mentir, calumniar y ocultar.

Yoani Sánchez, por su parte, también desinforma, miente, tergiversa y oculta. Y también, como la SIP, actúa en concordancia con la agenda subversiva y desestabilizadora de la CIA. Pero en el caso de la bloguera la vía para obtener dinero es la simple servidumbre. Yoani Sánchez cobra por sus servicios infamantes y despreciables.

Se puede dudar, así sea ingenuamente, de la presencia de la bloguera en la nómina de la CIA. Pero no se puede dudar del pago de sus servicios de propaganda negra y guerra sucia contra Cuba por cuenta de la CIA. Estos pagos son públicos y están representados por lo innumerables premios, dotados de generosas asignaciones dinerarias, que le han sido conferidos por organizaciones anticomunistas, de derecha y pro imperialistas de muchos países.

Sus abultados ingresos económicos también son fruto del pago de corresponsalías interesadas en el derrocamiento del gobierno cubano, como es el caso del diario español El País, que sumido en una profunda crisis financiera que le ha costado el empleo a la mitad de la plantilla laboral, mantiene los generosos emolumentos de Yoani Sánchez, su calumniosa corresponsal en La Habana.

El más reciente premio, con salario incluido, ha sido la designación de Sánchez para vigilar, por cuenta de la SIP, es decir, de la CIA, la libertad de expresión en Cuba. Pero se trata de un premio envenenado. Porque nada daña más a un periodista (o supuesto periodista) que encontrarse claramente en la nómina de una agencia de espionaje y con bien ganada fama de asesina. Y ni modo que Yoani alardee ahora de que es periodista independiente.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.