La investigación periodística de la agencia Associated Press, que desveló los vergonzosos detalles de la red subversiva Zunzuneo, se resume así: la historia de la guerra de Estados Unidos para la reconquista de Cuba es la de su desprecio a los cubanos. La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), usando dineros públicos, […]
La investigación periodística de la agencia Associated Press, que desveló los vergonzosos detalles de la red subversiva Zunzuneo, se resume así: la historia de la guerra de Estados Unidos para la reconquista de Cuba es la de su desprecio a los cubanos.
La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), usando dineros públicos, estableció una red social móvil en Cuba por medio de un aparatoso e intrincado sistema de empresas fachada en terceros países, bancos fantasma que lavaban dinero federal y ejecutivos mercenarios, a quienes se les ocultó el hecho delictivo de que se involucraban en una operación clandestina del gobierno norteamericano contra el de Cuba.
El equipo de delincuentes cibernéticos creado y financiado por la USAID se introdujo ilícitamente en los bancos de datos de la empresa cubana de telecomunicaciones ETECSA, a fin de recopilar información privada de ciudadanos cubanos. Llegaron a obtener más de 40 mil usuarios, a los que registraron en perfiles por sexos, edades, preferencias y filiaciones diversas. Con esas fichas, obtenidas a espaldas de los usuarios, se enviaron durante dos años mensajes masivos SPAM sobre temas intrascendentes y divertidos, con el plan secreto de repartir propaganda política y, llegado el momento, instigar a los jóvenes cubanos a realizar actos subversivos contra su gobierno.
Los suscriptores nunca supieron que fueron a parar a un registro ilegal con fines políticos. En contra de su voluntad, participaron en un plan de guerra creado por el gobierno de la misma potencia extranjera que, sin dar explicaciones, mantiene la salvajada de Guantánamo y cuyo bloqueo de 50 años obstruye la economía cubana, con el fin declarado de causar dificultades comerciales a veces insalvables, hambre, desesperación, desencanto, desaliento y, a la postre, el derrocamiento violento del gobierno cubano: rebélese, para que otros vengan de fuera y se aprovechen del sufrimiento y el caos.
Esta red subversiva se fabricó violando no sólo las leyes cubanas, sino también las resoluciones de la Unión Internacional de Telecomunicaciones y las propias leyes de Estados Unidos, donde la CAN SPAM act de 2003 prohibe enviar SPAM a destinatarios que no han expresado su consentimiento. Esto pone a los usuarios cubanos, sobre todo a los jóvenes ávidos de la comunicación directa gracias a las enormes posibilidades de la telefonía móvil, en una penosa situación: Washington los vigila y los desprecia; exige su subordinación violando su integridad, su privacidad y su albedrío, que no reconocen. Sólo sirven como peones ciegos a los que hay que engatusar, para que se conviertan en carne de cañón mientras el bloqueo restringe la disponibilidad de ancho de banda e impone altos costos de conexión.
Zunzuneo estuvo activo entre 2009 y 2012, cuando desapareció tan fantasmalmente como había surgido. ¿Por qué este plan clandestino no surtió efecto? Eso debe de saberlo, con seguridad, el gobierno de Estados Unidos. Pero cualquier observador atento puede constatar que los usuarios de Zunzuneo no tenían intenciones desestabilizadoras, ni les interesaba lanzarse a la subversión mediante un golpe suave, como se han implementado en otros países derrocando a sus gobiernos.
Para dar un golpe suave en Cuba se requieren mentes sin amor propio y conciencias desideologizadas que se menosprecien a sí mismas. Las agencias gubernamentales norteamericanas (y algunas europeas) están acostumbradas a repartir dineros entre cubanos alquilados que pertenecen a «la raza vendible» de la que habló José Martí. Esos cubanos están en Martí Noticias, en Diario de Cuba y otras plataformas mediáticas tendenciosas, al servicio de una oficialidad extranjera que no les permite ni el menor margen de pluralismo. Parece que esa mentalidad aún no prolifera en el territorio nacional.
Esta nueva agresión contra la legalidad cubana demuestra varias cosas esenciales. Esta vez, la fabricación de historias falsas y la manipulación política no lograron promover una revuelta en Cuba. Zunzuneo fue una agresión encubierta marcada por el menosprecio, la chapucería y el fracaso, pero también por la amargura de la arrogancia imperial herida ante la resistencia del pueblo cubano. Miles de esos cubanos cayeron en la trampa. Ahora, quien quiera meditar sabrá lo que significa ser enredado en el poder de otros: cómo te roban la volundad para quebrantarte sin que te des cuenta, de modo que esos otros, los Señores del Poder Global; los mismos que te niegan el derecho al bienestar y al desarrollo, usurpen tu interpretación del mundo imponiéndote la suya.
Queda claro ante el mundo que Cuba seguirá siendo blanco de la manipulación de las conciencias y el asedio cibernético, muy en contra de las buenas intenciones de las que ha hablado Obama. Sería ingenuo pensar que el pueblo de Martí lo acepte sin combate.
*Escritor cubano sueco. Su última novela es Ciudades junto al mar, Alianza Editorial, 2011.