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Intervención en la Mesa redonda “Marxismo, guerra, arte y documentalismo”. 5 de febrero. Madrid

11-S. El día que cambió el mundo

Fuentes: Rebelión

Lo sucedido el 11-S del año 2001 es lo que la CIA denomina Blowback, un término que describe la probabilidad de que las acciones encubiertas de la agencia en países extranjeros pudieran provocar represalias contra norteamericanos civiles o militares, dentro o fuera de sus fronteras. Se podría traducir, por tanto, como contragolpe, repercusión, reacción, efecto […]

Lo sucedido el 11-S del año 2001 es lo que la CIA denomina Blowback, un término que describe la probabilidad de que las acciones encubiertas de la agencia en países extranjeros pudieran provocar represalias contra norteamericanos civiles o militares, dentro o fuera de sus fronteras. Se podría traducir, por tanto, como contragolpe, repercusión, reacción, efecto bumerán, represalia, etc… El militar especialista en Extremo Oriente Chalmers Jhonson en su libro «Blowback. Costes y consecuencias del imperio americano» nos recuerda que las acciones que generan blowback suelen mantenerse totalmente en secreto y no se dan a conocer ni al público norteamericano ni a la mayoría de sus representantes en el Congreso. Eso significa que los civiles inocentes víctimas de un acto de represalia son incapaces de situarlo en un contexto o entender la serie de suceso que han llevado a el. El contragolpe es una reacción a operaciones clandestinas realizadas por el gobierno norteamericano con el propósito de derrocar regímenes extranjeros, intentar ejecutar a personas no deseadas por el gobierno o ayudar a efectuar operaciones de terrorismo de Estado contra poblaciones ajenas. Por tanto, afirma el autor, «hablar de contragolpes es otra manera de decir que una nación cosecha lo que siembra».

«Dada su riqueza y su poder, Estados Unidos será, en un futuro previsible, el destinatario de todas las manifestaciones más esperables de contragolpe, en particular atentados terroristas contra norteamericanos dentro y fuera de las fuerzas armadas en cualquier lugar del mundo, incluido el territorio americano». Esto lo escribía Chalmers Jhonson en la primavera de 2000, año y medio antes de los atentados de Nueva York y Washington. Su obra fue ignorada en Estados Unidos. Fue después de los ataques del 11-S cuando los analistas miraron hacia este autor y su obra, el libro se reeditó ocho veces en dos meses y fue un clamoroso éxito de ventas. Hace unos meses se ha publicado en España.

En septiembre del año 2000 un grupo de pensamiento de derechas de Estados Unidos llamado Proyecto para el Nuevo Siglo Americano (PNAC), que además tienen gran presencia en la Casa Blanca, emitió un informe titulado «Reconstruyendo las defensa de América». En ese informe definen su visión para el control global americano, incluyendo un fuerte aumento en el gasto militar, una falta de disposición a acatar las leyes internacionales y una expansión dramática de la presencia militar americana y el uso de la fuerza en todo el mundo. Hay un problema para todo ello, en opinión del PNAC, la opinión pública norteamericana podría no estar de acuerdo con esa política global totalitaria, a menos que se sienta empujada a estarlo en respuesta a «algún acontecimiento catastrófico y catalizador, como el de Pearl Harbor». Un años después, el 11 de septiembre del año 2001 se producen los ataques al World Trade Center y el Pentágono.

Tras el 11/9, y en consonancia con el plan de la PNAC, Bush da los siguientes pasos:

1.- Anuncia una «guerra contra el terrorismo», invitando a todas las naciones y organizaciones del mundo a unirse a su administración: «O están con nosotros o están con los terroristas». En adelante o se es cooperador o se es adversario.

2.- La Casa Blanca declara que no se ve obligada por ningún tratado o acuerdo previo.

3.- Bush anuncia la salida de Estados Unidos del Tratado de Misiles Antibalísticos.

4.- Bush anula la firma por parte de Estados Unidos del tratado que establece una Corte Penal Internacional.

5.- La Casa Blanca anuncia su derecho a la guerra preventiva. Definen el eje del mal, casualmente todos esos países ya estaban así considerados en el plan de la PNAC: Iraq, Irán, Corea del Norte y Siria.

6.- Inician la guerra contra Afganistán.

7.- Se lanzan a la conquista de Iraq. El informe de la PNAC ya señalaba la necesidad del congtrol militar de la región del Golfo, al margen de la presencia o no de Sadam al frene de Iraq.

8.- Estados Unidos se enmarca en una escalada de gasto militar que contempla 176.000 millones de dólares durante los primeros seis meses de la guerra de Iraq.

Los atentados fueron utilizados como un formidable pretexto para confirmar la voluntad, muy anterior de atacar Iraq y derrocar a Sadam Husein. Ignacio Ramonet recoge en «Irak, historia de un desastre», el testimonio del antiguo oficial de la CIA Robert Steele procedente del documental Le monde selon Bush, de William Karel y Eric Laurent: «Ese era el plan. El gobierno solo esperaba un pretexto. El general Wesley Clarck ha dicho públicamente que el 11 de septiembre, cuando los norteamericano se lanzaban al vacío desde lo alto de las Torres Gemelas dándose la mano, la gente de la Casa blanca le había llamado para decirle: Cargádselo a Irak. No dedicaron un solo pensamiento a nuestros conciudadanos que estaban muriendo, o a los que se suicidaban para escapar de las llamas. Para ellos el 11 de septiembre no era un ataque. Era un regalo.»

Pero el objetivo a largo plazo es que su cruzada contra el terrorismo se convierta en un status sin fin determinado que permita al gobierno norteamericano impunidad absoluta para todo lo anterior. No lo ocultan, Dick Cheney dijo que ésta es «la nueva normalidad» a la que debemos acostumbrarnos, una situación que «se volverá permanente en la vida americana».

Michael Moore ha denunciado de forma irónica todo esto: «Dicen que es una guerra contra el terrorismo. ¿Cómo se puede declarar una guerra contra un sustantivo? Las guerras se declaran contra países, religiones y pueblos, no contra sustantivos o problemas, y siempre que el gobierno lo ha intentado -¿os acordáis de la guerra contra las drogas o la guerra contra la pobreza?- ha fracasado». Es evidente que cuando se dice «guerra contra la pobreza» se quiere decir aplicar una política destinada a acabar con la pobreza, como si se dijera guerra contra la sequía antes de emprender una política de construcciones embalses, es una forma publicitaria de hablar. El problema es que cuando Bush dice guerra contra el terrorismo, es guerra de verdad.

Moore recuerda que «En el año 2000 las probabilidades de que un estadounidense muriese en un atentado terrorista en Estados Unidos eran exactamente cero. En 2002 esas probabilidades fueron, de nuevo, cero. (…) Incluso en el trágico año 2001, la posibilidad de que un estadounidense cayese víctimas de un atentado terrorista en este país fue de 1 entre 100.000».

En 2001 fallecieron más norteamericanos a causa de la gripe o de la neumonía (1 de cada 4.500), el suicidio (1 de cada 9.200), un homicidio (1 de cada 14.000) o un accidente de coche (1 de cada 6.500). sin embargo, nadie se sentía aterrorizado cada vez que se ponía delante de su peligroso coche para ir a comprar un donut que provoca enfermedades cardíacas. El índice de suicidios implica que TÚ supones un mayor peligro para ti mismo que cualquier terrorista.

El objetivo de la psicosis terrorista es meter el miedo en el cuerpo para que aplaudamos todas esas medidas contra nuestras libertades y derechos. Psicosis que constantemente intentan mantener al mayor nivel de actualidad con informaciones que nadie puede contrastar ni confirmar. Hace unos días el gobierno norteamericano informó que había interceptado una comunicación entre Bin Laden y Al Zarkawi en el que el primero le decía al segundo que había que provocar un atentado en territorio norteamericano. Los vídeos de Bin Laden se emiten alegremente con unos párrafos amenazantes y dementes pero no en cambio las declaraciones de la resistencia iraquí explicando sus reivindicaciones.

En EEUU anunciaron en 2003 que los aeromodelos podían llevar explosivos o gas sarín, en octubre de 2002 el FBI informaba que había personas merodeando por las vías de los trenes para hacerlos descarrilar, también esta agencia alarmaba con que se podía ocultar explosivos indetectables en los zapatos, más tarde de nuevo el FBI alertaba que Al Qaeda planeaba provocar incendios forestales en el oeste de EEUU. Y no digamos de la psicosis de los polvos de ántrax. Existe gente en España que no quiere venir a Madrid por el peligro de sufrir un atentado y conozco a un amigo que no entre en El Corte Inglés porque está convencido de que pondrán una bomba cualquier día.

Esa psicosis es la que nos provoca que sea para nosotros una tranquilidad ver un cuartel militar en lugar de un ambulatorio o un colegio. A pesar de que es más fácil que necesitemos una consulta médica o un aula para nuestro hijo en lugar de un soldado con un fusil de asalto. O que seamos comprensivos con una legislación que nos intercepta el correo electrónico a la búsqueda de un terrorista o que nos parezca oportuno que un policía nos pida la documentación un sábado por la noche en lugar de estar regulando el tráfico.

No nos volvamos locos. No nos va a asesinar un terrorista. Estamos perdiendo el sentido de la perspectiva, Y lo están utilizando contra nosotros, y no los terroristas, sino los gobernantes que quieren aterrorizarnos.

Si de verdad hubieran querido luchar contra el terrorismo, doscientos agentes del FBI no se hubieran dedicado en los noventa a investigar la vida sexual de los Clinton. Existe una dependencia del Departamento del Tesoro de EEUU -la Oficina de Valoración de los Activos Extranjeros- cuya misión es investigar las transacciones financieras sospechosas. Parece una acción razonable para luchar contra el terrorismo. Esa oficina dispone de unos 120 funcionarios de los que, según se informó al Congreso en abril del 2004, cuatro estaban dedicados a investigar las finanzas de Osama ben Laden y una veintena aplicados a vigilar el embargo contra Cuba (¡dos años y medio después de los atentados del 11S!). A ellos no les preocupa el terrorismo, les preocupa sembrar la preocupación por el terrorismo.

Y sería una ingenuidad pensar que el retroceso en derechos y libertades se ha limitado a Estados Unidos y no ha afectado a Europa:

En el Reino Unido se aprobó en diciembre de 2001 una nueva ley antiterrorista que permitía practicar detenciones sobre la base de «pruebas secretas», en el caso de ciudadanos extranjeros supuestamente peligrosos. Amnistía Internacional consideró que creaba un «sistema de justicia criminal fantasma, en el que los derechos a la libertad y un proceso equitativo dejan de protegerse».

Leyes similares se aprueban en Francia en 2003.

En Alemania se establecen numerosas medidas de fortalecimiento de la policía, de ampliación de los servicios de información, de endurecimiento de las condiciones de entrada en el país y de agilización de la expulsión rápida de personas sospechosas de vinculación o simpatía con grupos terroristas.

En Italia se inician proyectos de ley que permiten a la policía escuchas y registros domiciliarios sin control judicial.

En Grecia la detención preventiva puede prolongarse nada menos que durante año y medio, en un magma de irregularidades policiales y legales como las pudimos conocer con la detención de los siete activistas antiglobalización detenidos en Salónica en junio de 2003.

En España se han ilegalizado fuerzas políticas y criminalizado a muchos colectivos sociales.

En todo esto se encuentra el objeto de nuestra lucha. En combatir esa ofensiva de terror psicológico, atropello de las libertades y conculcación de derechos en lo que han convertido los ataques del 11-S. En ese combate deben participar desde métodos dialécticos como el marxismo hasta todos los medios y métodos de comunicación entre los pueblos. Este curso, estas mesas redondas y los documentales aquí compartidos son prueba de ello.

Libros utilizados y recomendados:

Blowback. Chalmers Johnson

¿Qué han hecho con mi país?. Michael Moore

Irak historia de un desastre. Ignacio Ramonet

No es lo que nos cuentan. Carlos Taibo