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Sindicatos, vecinos, consumidores y activistas del 15-M participan en un debate abierto sobre la huelga general

14-N: muchas caras y ¿una voz?

Fuentes: Rebelión

El 14-N, día de la huelga general, podría definirse antes que como una fecha con sentido cerrado, como un punto de inicio para movilizaciones posteriores, que intenten frenar la ofensiva neoliberal que se vive a escala estatal y europea. En ello coinciden las organizaciones sindicales y sociales que se suman a la convocatoria de huelga […]

El 14-N, día de la huelga general, podría definirse antes que como una fecha con sentido cerrado, como un punto de inicio para movilizaciones posteriores, que intenten frenar la ofensiva neoliberal que se vive a escala estatal y europea. En ello coinciden las organizaciones sindicales y sociales que se suman a la convocatoria de huelga general. Pero más allá de esta convergencia, del rechazo a las políticas socioeconómicas del PP, existe toda una plétora de propuestas, puntos de vista y metodologías a partir de las cuales abordar el conflicto. ¿Cómo ponerlas en común para llegar a una ciudadanía básicamente desmovilizada, a la que la crisis golpea cada vez con más saña? ¿Cómo anteponer lo que une a lo que separa , con el fin de acumular masa crítica ? Esa es la cuestión. Y esa es la gran encrucijada en la que se halla la izquierda.

Con el fin de poner algo de luz a estas preguntas, ATTAC-País Valencià organizó en su sede de Valencia un debate abierto el pasado 8 de noviembre, en el que participaron miembros de sindicatos -mayoritarios y alternativos-, vecinos, activistas de organizaciones sociales y del 15-M, y representantes de asociaciones de consumidores, entre otros. En torno al título del debate, «14-N, antes y después», se aportaron ideas a veces coincidentes, pero en muchas ocasiones discrepantes, incluso antagónicas. ¿Podrán el 14-N y, después, agruparse para luchar por objetivos concretos?

Según Ofelia Vila, de CCOO-PV, «esto no es una crisis, sino una estafa; la crisis no es sino una mera excusa para aplicar terribles políticas neoliberales que llevan a la miseria a la población». Ante algunas de las críticas que reciben los sindicatos mayoritarios, Vila responde que existen diferentes formas de lucha y «cada uno decide dónde organizarse; para CCOO ha sido muy importante, por ejemplo, llegar a la unidad de acción con la UGT y el trabajo desarrollado en la función pública»; pero «no hay que olvidar que los sindicatos de clase reciben críticas terribles por parte del Gobierno y algunos sectores de la sociedad»; y otro gran problema es la «larga tradición antisindical española (en torno al 20% de afiliación en sindicatos frente al 85% de Suecia), además de la falta de gente joven en las estructuras sindicales más consolidadas». En definitiva, «el pacto social se ha roto», «incluso han tumbado la negociación colectiva», apunta la sindicalista.

Antonio Pérez Collado, secretario general de CGT en el País Valenciano, ha recordado que esta organización no ha participado en la «cumbre social» promovida por los sindicatos mayoritarios, «pero llevamos dos años trabajando por una huelga general». «Nos hallamos ante un ataque frontal del capitalismo contra el llamado estado del bienestar que, por cierto, en España apenas hemos rozado, y que en todo caso se ha montado a costa de dos tercios de la humanidad», subraya Pérez Collado. «Y no se trata de volver a 2007 (antes de la crisis actual), ni de hacer un recambio entre los partidos mayoritarios». Lo importante, a juicio del sindicalista es «forjar otro modelo de sociedad y, para ello, hay que buscar ideas nuevas: agrupar las luchas, apoyar al 15-M, los grupos de consumo, bancos del tiempo, la oposición a los desahucios, entre otras muchas».

Amparo, vecina del barrio de Abastos (Valencia), ha insistido en una cuestión que considera básica: el cambio de lenguaje. «La derecha siempre gana porque van todos a una «; por el contrario, «la izquierda utiliza discursos que la gente no entiende». La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) constituiría un buen ejemplo del cambio de paradigma: «vinculan la lucha a favor de los desahuciados con los derechos ciudadanos, y de esa manera pueden llegar a mucha más gente, al margen de las ideologías», explica Amparo. «Si se habla, sin más, del desmantelamiento de los servicios públicos, la gente lo considera paranoias de sindicalistas; hace falta, por tanto, un cambio de enfoque: la izquierda ha de hablar de derechos humanos y ciudadanos», resume.

Juan Ortega, de UGT-PV, ha recordado que la ofensiva privatizadora neoliberal no es algo nuevo. Viene de lejos. «La lucha sindical en el sector público ha logrado, por ejemplo, que la privatización de la sanidad vaya más lenta. Ahora pretenden mercantilizarla completamente pero, de momento, no pueden pues no se les permite aún la gestión del personal», explica Ortega. ¿Es suficiente con un cambio de gobierno? «Seguramente no; aspiramos a un cambio que lleve a una sociedad más justa y participativa; pero lo que no puede admitirse es votar cada cuatro años y que el gobierno, elegido para gestionar el estado, se dedique a desmantelarlo», concluye el representante sindical.

Antonio Maestro, activista de movimientos sociales, ha preguntado a los representantes de los sindicatos mayoritarios si, con la convocatoria de la huelga general, «pretenden realmente ganar algo o, por el contrario, el objetivo es volver a la mesa de negociación para poner algún parche «. En otras palabras, «¿Hay intención de ganar o sólo se buscan migajas ?», se interroga. «Ante el machaque al que nos someten, no caben las medias tintas», afirma. «Los sindicatos mayoritarios tienen que dejar de comportarse ya como mandarines , y convocar asambleas y comités unitarios en la calle; desde los Pactos de la Moncloa han crecido en gran medida los burócratas, los despachos y los teléfonos en las organizaciones sindicales», explica.

En el mismo sentido, Francisco León, del 15-M, ha destacado (a título individual) que actualmente hay «una gran confusión entre bienestar y consumismo ; suele decirse que continúe la producción, el desarrollo y el consumo. Esto es un grandísimo error». Por otra parte, la llamada «cumbre social» se convoca «sólo cuando interesa». «No veo que abandone su cargo ninguna momia política ni sindical; no existe renovación de ningún tipo en estas organizaciones; además, la política se está convirtiendo, si no lo es ya, en una mercancía con unos niveles muy altos de corrupción». En definitiva, «nos hace falta un cambio de estructuras para fomentar la democracia directa y participativa», explica León.

Otro punto de vista es el de los activistas de las organizaciones sociales. Carles Fons, de ATTAC-País Valencià, ha puesto el énfasis en un hecho, a su juicio, decisivo: «la huelga y las movilizaciones del 14-N han trascendido el marco estatal; estamos pasado de la protesta nacional a la supranacional. Y esta es una vía mucho mejor para enfrentarse a las medidas de la Troika , origen de las políticas impulsadas por los estados». El 14-N los sindicatos han convocado huelgas generales en España, Portugal, Grecia, Malta y Chipre (así como una de cuatro horas en Italia); y movilizaciones en países como Francia y Alemania. Además, «hay que apostar por una gran convergencia antineoliberal», con un principio claro «que he aprendido en la lucha altermundista: «da igual de dónde vienes, lo importante es hasta dónde podemos ir juntos».

En representación de la organización de consumidores FACUA-País Valencià, Doménec Bernad ha recordado que el 14-N es también un día de huelga en el consumo. Ha abogado, asimismo, por que los sindicatos de clase cuenten «con una sola voz», como ocurre con la patronal; «y que no digan exclusivamente no a los recortes; hay que proponer además medidas en positivo «; y, sobre todo, apostar por fórmulas de democracia directa, como los referendos vinculantes convocados directamente por la ciudadanía, subraya. Según Bernad, «los sindicatos deberían buscar otras estrategias de movilización, pues el sistema tiene totalmente asumida la huelga general».

Interviene, casi al final del debate, una trabajadora de la Universidad de Valencia: «muchas de las ideas de los participantes me parecen rollos que me entran por un oído y me salen por otro. A mi hija acaba de llegarle una citación judicial por la movida del Luis Vives (en referencia a la denominada primavera valenciana ). ¿Qué hago yo ahora?», se pregunta visiblemente preocupada. De inmediato se le facilitan teléfonos de abogados que se dedican a la cuestión. «Creo, mucho más que en las grandes estructuras, en el trabajo que pueda hacer codo a codo con los vecinos de mi barrio, a los que conozco y puedo poner rostro». Caras y voces muy distintas que confluirán el 14-N. ¿Y después?

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.