«Decía Marx que el resultado más importante de una movilización es la manera en que transforma a quien participa en ella. Y después del 15M, muchos jóvenes -y no tan jóvenes- ya no serán los mismos» [1] Después del primer año de existencia del 15M la indignación continúa. A pesar de las muchas voces escépticas […]
Después del primer año de existencia del 15M la indignación continúa. A pesar de las muchas voces escépticas hacia la continuidad del movimiento más allá del verano en los primeros meses posteriores a su nacimiento, las movilizaciones producidas a lo largo y ancho de todo el Estado, estos últimos días, certifican su actualidad.
A pesar de su nacimiento poco claro y plagado de distintas teorías (no solo en los medios de comunicación mayoritarios), resulta evidente que la gran acumulación de ataques hacia la situación de la clase trabajadora, en el marco de la primera gran crisis del sistema capitalista a nivel mundial, alentado por los acontecimientos que supusieron los levantamientos populares de Túnez y Egipto, produjeron el estallido de rabia e indignación que sacó a toda la gente que se echó a la calle el 15 de mayo del 2011 a denunciar, a gritar, a acampar, y a manifestarse en contra de un sistema controlado por unos pocos para su propio beneficio en detrimento de lxs demás.
El collage solidario
Desde el primer momento el 15M ha sido un movimiento conformado por gente de lo más variopinto en cuanto a inclinaciones políticas y sociales, formando toda una amalgama de ideologías y visiones del mundo difícil de encuadrar en cualquier otro movimiento sin un origen tan cercano y horizontal. Esto, como es de esperar, no ha sido un factor facilitador en el desarrollo del trabajo de creación de la conciencia del movimiento, aunque sí puede plantearse como un espíritu crítico que a pesar de haber podido ser responsable de bloqueos ocasionales, ha debido ser responsable de un extra en la capacidad crítica para el análisis sobre las actuaciones realizadas.
Partiendo de la base de que en cada ciudad o pueblo el movimiento nace de una coyuntura distinta, que en unos sitios había gente más experimentada políticamente que en otros, gente organizada y sin organizar, distintas costumbres y tradiciones políticas y sociales, lo que no podemos poner en duda es que en todas y cada una de las asambleas que han tenido lugar a lo largo de este año, como logro que debemos atribuirle al 15M, se encuentra la politización de muchísima gente que hasta el estallido de hace un año no se planteaba el salir a la calle para intentar hacer práctica la teoría política. Pero no la teoría de los libros de las facultades universitarias, sino la de andar por casa en el barrio, en el pueblo y en el día a día, la que hace que en un barrio se junten lxs vecinxs para pedir al ayuntamiento que arregle y acondicione las aceras, que se junten las gentes de varios municipios para impedir que se privatice su servicio de agua o que lxs jóvenes de una ciudad se movilicen contra la subida del precio del abono transportes juvenil.
A partir de esta conciencia de la práctica y de parámetros teóricos basados en la justicia, la solidaridad y la lucha, el movimiento se ha hecho visible en los distintos territorios uniéndose y trabajando con otros movimientos sociales y vecinales anteriores dando como resultado el inicio del resurgimiento de la solidaridad proletaria que en otros tiempos se vieran en el estado español y que la propaganda de la competición y el individualismo impulsada por el sistema capitalista nunca deja de intentar arrojar al olvido. >El neoliberalismo aprieta y la represión crece.
La agudización de la crisis del sistema junto con la llegada al gobierno del Partido Popular, han producido, por una parte, que la indignación por la situación tan desastrosa y desesperada crezca en sectores cada vez mayores de la población, y, por otra, el aumento de la represión hacia los movimientos sociales y políticos contestatarios: violencia policial, multas, detenciones por motivos políticos, etcétera.
Estas dos cuestiones a la fuerza van de la mano. Cuanta más miseria se reparte entre la clase trabajadora y menos que perder en la lucha contra las garras de los insaciables capitalistas, más fuerza social contestataria en potencia se genera. Y si a esta ecuación le añadimos un movimiento ciudadano que plantea un contrapoder alternativo, una forma distinta de organizarse fuera de despachos y estandartes con banderas, visible en barrios y pueblos, con sus inicios de teoría y sobre todo con mucha práctica cercana a la gente, más represión intentará ejercer el Estado para poder seguir legitimándose y manteniendo su estatus mientras deslegitima y criminaliza a quien tiene enfrente.
Continuando con esto, es interesante ver como el propio 15M, a medida que ha ido cambiando su discurso del reformismo parlamentario hacia posiciones anticapitalistas mucho más contundentes, analizando y denunciando la más que evidente dependencia estatal de la empresa privada, se ha encontrado con que estos agentes también han ido recrudeciendo su discurso y sus ataques hacia el movimiento. Si durante los primeros meses del movimiento los medios de comunicación capitalistas clasificaban al 15M como jóvenes con desafecto a la clase política que protestan por la corrupción de los dirigentes políticos («No hay pan para tanto chorizo») o la ley electoral, cada vez más las referencias se tornan más hostiles, desacreditadoras y políticas con calificativos como «radicales de ultraizquierda» o «grupos radicales antisistema» [2]. (Esta línea, casualmente, también la emplean miembros del PP o UPyD [3])
Un movimiento anticapitalista
Algo muy remarcable en el ciclo vital del movimiento 15M no puede dejar de ser su conformación como movimiento anticapitalista tanto en la teoría como a través de la práctica que ya quisieran muchas organizaciones políticas supuestamente revolucionarias del estado español para sí.
La conciencia de clase ha crecido y se está haciendo fuerte y manifiesta en lemas como el de «somos el 99%». En las Asambleas, en las movilizaciones, se masca el mensaje de que somos lxs pobres, pero somos más, muchísimxs más, ¿por qué tenemos que mantener al 1% restante nadando en la abundancia y decidiendo por todos y todas nosotrxs? Se acabó lo de que unos piensen y el resto nos dejemos llevar.
Reivindicaciones como la derogación de la 15/97, pugnando por una sanidad pública y de calidad, o referencias como la que sigue, extraída del comunicado de un grupo de trabajo de Sol durante el 12M-15M, no dejan lugar a muchas dudas en cuanto a la naturaleza con que se está identificando el movimiento:
«…El mismo Presidente del Gobierno es el que argumenta sus medidas contra la población diciendo que no hay dinero: no hay dinero para educación, no hay dinero para sanidad…, pero sí hay dinero para mantener los privilegios de la Monarquía y de la Iglesia, como para los beneficios de los banqueros y grandes empresarios, que situaron su poder heredado de Franco por encima de la Constitución otorgada…»
«..La colaboración de clases ha dado lugar a un sistema político que, para cubrir su ilegalidad e ilegitimidad histórica, ha desarrollado un cuadro de unidad nacional en torno a la defensa de la Monarquía…» [4]
¿Un futuro predecible?
Hacer valoraciones sobre el futuro del movimiento, sobre su permanencia o sobre si acabará conformándose como agrupación electoral, es realmente complicado. Si bien podría ser que la represión policial acabara con él, es más probable que sea el hastío producido por la falta de resultados tangibles tras mucho trabajo y planificación lo que pueda ir produciendo el goteo de lxs menos concienciadxs fuera de las plazas. Aunque es solo una hipótesis.
Como cualquier otro movimiento u organización política, el futuro del 15M dependerá de su capacidad de análisis del contexto en que se encuentre en cada momento, de sus propias capacidades y de sus limitaciones. Hasta ahora esta capacidad ha sorprendido a muchxs porque se ha mantenido la capacidad de convocatoria y de copar portadas en los periódicos. Pero, como se plantea más arriba, la represión por desmontar el movimiento se está endureciendo, y no es baladí.
A la vista está que la situación social no tiene aspecto de ir a mejorar, que el paro no deja de aumentar, que cada vez hay más familias viviendo en la calle, comiendo de la beneficencia y cuando no de la basura, que las políticas impuestas por los organismos internacionales y asumidas dócilmente por gobiernos totalmente antipopulares están apretando cada vez más los yugos de la clase trabajadora con pagos de deudas que le son ajenas, que cada vez van a ser más afortunadxs quienes puedan recibir asistencia médica o terminar una carrera universitaria…
El aprendizaje de los desahucios; de las brigadas anti-redadas racistas; los enfrentamientos con la policía en defensa del derecho de reunión, en las movilizaciones contra la reforma laboral o en la huelga general del 29 de marzo; los seguimientos policiales en «prevención de actos delictivos» y otro sinfín más de circunstancias que se han dado a lo largo de los últimos 12 meses como resultado del 15M, sin duda han cambiado la conciencia de muchas y de muchos, que no es poco. El que se mantenga esta forma de lucha en el tiempo solo el tiempo podrá decirlo.
Notas:
[1] «Ya podemos hablar de un gran cambio social» – Carlo Frabetti.
[2] http://www.larazon.es/noticia/7729-los-antisistema-al-acecho-del-15-m
http://www.abc.es/20110807/madrid/abcp-nido-radicales-20110807.html
[3] http://www.publico.es/espana/398478/aguirre-ve-en-el-15-m-el-germen-de-golpes-de-estado
http://politica.elpais.com/politica/2011/10/16/actualidad/1318772866_993949.html
[4] Para leer el comunicado completo: http://madrid.tomalaplaza.net/2012/05/10/propuesta-de-estrategia-comun/
Fuente: http://redroja.net/index.php/noticias-red-roja/opinion/951-15m-de-la-indignacion-al-anticapitalismo