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45 años de los últimos fusilamientos del franquismo, uno de los últimos coletazos más duros del régimen

Fuentes: Público
Foto: Portada de la prensa de la época.

La sentencia que condenó a los últimos ejecutados por el franquismo, suscitó numerosas protestas en contra del régimen. Según los expertos, fue el último intento de demostración de firmeza de un sistema cercado por las constantes movilizaciones que veía en la cercana muerte del dictador la ocasión propicia para conseguir la democracia en España.

Ya les cantó Aute: «No sé qué estrellas son estas, que hieren como amenazas, ni sé qué sangra la luna al filo de su guadaña». Por ellos, por los miles de fusilados durante el franquismo, y también por los cinco últimos, ejecutados el 27 de septiembre de 1975. La dictadura daba sus últimos coletazos de vida intentando transmitir un mensaje de firmeza que, en realidad, tan solo daba una sensación de debilidad a una sociedad cada vez más organizada. Sabían que la muerte del dictador estaba cerca. Y sabían que ese sería el momento propicio para luchar por la democracia en España tras un régimen totalitario que dejó regadas las cunetas de cadáveres de fusilados.

Cinco fusilamientos pasaron a la historia como los últimos del franquismo. Se trataba de tres miembros del Frente Revolucionario Antifascistas y Patriota (FRAP) y dos de ETA político-militar, a quienes les responsabilizaron del asesinato de varis policías. Los primeros se llamaban José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz; los segundos, Juan Paredes Manot y Ángel Otegui. Formando parte de un proceso judicial en el que se vieron imbuidos hasta 11 miembros de estas bandas armadas, finalmente Franco perdonaría la vida a seis de ellos, una noticia que fue utilizada por la prensa de entonces para vanagloriarse de la bondad del dictador.

Esther López, responsable de memoria democrática de Izquierda Unida (IU), recuerda que las personas enviadas como observadores internacionales constataron la «farsa» del proceso judicial. Además, desde su punto de vista, las características del propio caso hacen que el llamarlos terroristas «sea mejor dejarlo en suspenso, porque sí que eran miembros de las organizaciones pero no habría que dar por válida su sentencia ni condena«. El régimen y sus seguidores, deteriorado por la incipiente organización de los obreros en los polos industriales y la efervescencia que se vivía entre el estudiantado, en lugar de recular ante las protestas y huelgas que se repartían por todo el territorio nacional volvió a llenar la plaza de Oriente para mostrar su adhesión al dictador: «En esa aparición pública el rey Juan Carlos acompañó al Caudillo, intentando dar una imagen de firmeza a nivel internacional. Otra cosa más que deja constancia de su deseo de dejar todo atado y bien atado de la mano del sucesor», reflexiona López.

“Volver al horror de la posguerra”

Ella misma denomina lo que supuso una «aberración total», que se fusilara a cinco condenados a muerte de la misma forma en que se efectuaba durante la posguerra, los peores años y más duros del franquismo. Que sus edades fueran 25, 21, 27, 21 y 32 años, correlativamente al orden en que han sido citados con anterioridad, hizo que el revuelo formado se acrecentara. «Creo recordar que les dieron, incluso, el tiro de gracia. Buscaban volver al horror de la posguerra y dar un mensaje de que la dictadura no terminaría con la muerte de Franco», agrega la experta en memoria histórica de IU.

La profesora titular en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y experta tanto en la represión franquista como en la prensa española de aquél tiempo, Mirta Núñez, hace un ejercicio de memoria personal y afirma que «un sector importante de la población sí entendía, aunque no justificaba, la aparición de bandas terroristas que se opusieran mediante las armas a la dictadura». «Durante el franquismo había un sector acomodado y que estaba tranquilo dentro del rebaño feliz, pero también son los años en los que muchos jóvenes empiezan a despertar. Las protestas continuadas en repulsa al régimen fueron resultado de la estrategia orquestada entre las Comisiones Obreras y el Partido Comunista de España (PCE) de cara a repolitizar a la gente; una estrategia muy exitosa pero con un alto coste familiar y personal», declara la docente.

Fue una época en la que la organización popular levantaba cabeza mientras Franco la bajaba, pero el miedo y la militarización del Estado aún persistían. «Estábamos en el tardofranquismo y aún seguían utilizando los mismos modos de siempre: el garrote vil, los fusilamientos… Era algo que ya no tenía tanto que ver con la cantidad de asesinados por el régimen sino por las formas de hacerlo, un mensaje que decía que en esencia nada había cambiado en 40 años«, en los propios términos de la profesora universitaria. Pero no era lo único que se mantenía inmóvil. La promulgación de decretos y leyes orientadas únicamente a endurecer la represión también se daba. Así pues, tras la aparición de diversas bandas terroristas el Gobierno previó la pena de muerte para aquellos implicados en delitos de terrorismo, tal y como aconteció aquél 27 de septiembre tras un gran revuelo internacional.

Repercusión en otros países

Trece países retiraron momentáneamente sus embajadores de Madrid, intentando colocar al régimen en una situación de aislamiento político y moral que no se producía de la década de los 40. En numerosos países de Europa cientos de personas salieron a la calle para mostrar su rechazo a las ejecuciones. Unas movilizaciones que fueron más allá en Lisboa, ya que la sede de la embajada española en el país luso fue ocupada por algunos activistas e incluso incendiada. En palabras de Mauricio Valiente, responsable de memoria democrática del PCE, «fue una señal muy negativa para la época que se avecinaba, como un reducto de fascismo en Europa, que es lo que fue el franquismo, y que ejercía una violencia irracional y sistemática creando una conflictividad social y política en todos los niveles que no había forma de encauzarla».

Poniendo la vista más allá de las fronteras españolas, «con independencia de los hechos por los que se juzgó a estas personas, una dictadura que no respetaba los procedimientos penales, que había normalizado y sistematizado la tortura en sus centros de detención y que hizo oídos sordos a todas las peticiones que les llegaron de clemencia tenía que encontrar una respuesta en el exterior», en palabras de Valiente. López, por su parte, añade que la presión internacional siempre estuvo ahí, y que si no hubiera sido por ella Franco no hubiera virado hacia una apariencia de dictador blando tras la Segunda Guerra Mundial, «aunque el precio que tuvimos que pagar fue que Estados Unidos le acabara apoyando», apuntilla la militante de IU.

Llega la Ley de Memoria Democrática

Con la idea clara de que «es hora de honrar», López alude a la reciente puesta en marcha de la Ley de Memoria Democrática . «Que hayamos llegado 45 años tarde, que sea ahora cuando intentemos reparar toda esa crueldad sufrida, esa vulneración fragrante de los derechos humanos, da buen cuenta de cómo hemos perdido el tiempo estos años, algo que se ha reflejado en cómo la extrema derecha ocupa tantísimos escaños en el Congreso. Hemos llegado tarde, pero no lo suficiente como para que sea irreparable«, narra ella misma. Del mismo modo, la adopción de este nuevo marco legislativo por un Gobierno encabezado por el PSOE hace ver que la sociedad civil está organizada para tal fin, y que por fin las asociaciones memorialistas van a conseguir que sus necesidades se plasmen en una ley», parafraseando a la experta.

Valiente también se congratula de la Ley de Memoria Democrática , que mejora en muchos aspectos la anterior Ley de Memoria Histórica. «Es importante recordar a estos últimos cinco fusilados porque definen el carácter criminal que el franquismo tuvo hasta sus últimos días. La nueva Ley introduce un marco de condena clara y directa del golpe de Estado y de la dictadura. Y es importante hacerlo ahora porque en los últimos años estamos viendo a una derecha que utiliza un discurso que pretende blanquear el fascismo», señala el militante del PCE.

Asimismo, Valiente también considera esencial que la memoria democrática permee todo el conjunto de las luchas sociales: «Cuando se reivindica la educación o la sanidad públicas, tenemos que recordar lo que costó en este país garantizar estos derechos. Es el gran reto del movimiento memorialista, porque no se trata simplemente de una cuestión de víctimas y colectivos que reivindican su pasado, sino que se trata de una necesidad para el conjunto del país en donde entroncan las luchas sociales del presente».

Verdad, justicia y reparación

La responsable de memoria democrática de IU resalta que «la gran mayoría de personas de este país venimos de una herencia que nunca ha dejado de llorar por sus víctimas y tan solo una ínfima minoría heredó el legado de los verdugos«. De esta forma, en un ejercicio de reconocimiento a los últimos cinco fusilados por el franquismo, casi una treintena de colectivos antifascistas y memorialistas han convocado una concentración en el cementerio de La Almudena, en Madrid, el domingo 27 de septiembre a las 12.00 horas, justo unos días después de que Enrique Santiago, secretario general del PCE, consiguiera que el Gobierno central erija un memorial a los ejecutados por la dictadura en el mismo cementerio en el que el alcalde de la capital quiso equiparar a todas las víctimas de la dictadura.

Así concluye López: «No podemos empezar a hablar de una democracia en España si no atajamos la mayor vulneración de derechos humanos que ha existido y que ha dejado en cunetas a miles de desaparecidos forzados, siendo el segundo país con más fosas comunes del mundo después de Camboya. A todos y todas nos interesa que la democracia se asiente sobre la verdad, la justicia y la reparación».

Fuente: https://www.publico.es/sociedad/memoria-historica-45-anos-ultimos-fusilamientos-franquismo-ultimos-coletazos-duros-regimen.html