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Lo que va del BOE 177/1958 de 25 de julio de 1958 a hoy

55 años de españoladas

Fuentes: Rebelión

Hace 55 años el Boletín Oficial del Estado anunciaba el «Tratado de amistad entre el gobierno del Estado español y el gobierno real de Afganistán», acto político tan monumental en su forma: dos cuartillas con 7 artículos, como en la honra que ha proporcionado a este país: flagrante violación del mismo por parte de España. […]

Hace 55 años el Boletín Oficial del Estado anunciaba el «Tratado de amistad entre el gobierno del Estado español y el gobierno real de Afganistán», acto político tan monumental en su forma: dos cuartillas con 7 artículos, como en la honra que ha proporcionado a este país: flagrante violación del mismo por parte de España.

Se dirá que mucho han cambiado las cosas en poco más de medio siglo y que la España democrática del siglo XXI no es la del siglo pasado. Cierto, aunque en este asunto el ejemplo más contundente que se puede citar es que con Francisco Franco en la jefatura del Estado, la capital de Afganistán se conocía en la piel de toro como Cabul (véase el BOE citado) y con Juan Carlos de Borbón como Kabul.

En cuanto a lo que perseguía España con el tratado salta a la vista que se firmó entonces para ser alguien en la escena internacional y actualmente se ha violado por la misma razón. No se consiguió entonces ni se ha conseguido ahora, aunque algunos patriotas (léase espabilados) ayer y hoy han incrementado su hacienda y su poder

Ser alguien, lo que con grandilocuencia traducen los presidentes del gobierno del PPSOE (sic) y sus ministros de asuntos exteriores para el aborregado público, por ‘estar al altura de nuestra posición en la comunidad internacional’, ‘ser miembros de la mayor alianza militar de la historia’ y otras zarandajas parecidas, significa lisa y llanamente ser un buen vasallo de Estados Unidos, el verdadero rey de España en política y otras cuantas cosas más.

Otra diferencia es que el tratado originó un gasto cercano a cero, ya que no se hizo apenas nada, fuera de uno o dos viajes de altos funcionarios, por no decir nada de nada de interés, entre los dos países durante los 50 años siguientes a su firma.

Por el contrario, su violación nos ha costado cientos de millones de euros en armamento y tropa. Para esto no hay crisis a pesar de que los mismos que nos meten en guerras de agresión (ilegales e inmorales) como la de Afganistán, Iraq, Libia, etc., nos juran y perjuran que no hay alternativa a los recortes en salud, educación, pensiones, etc.

Son millones los españoles que están en riesgo de pobreza o viven directamente en ésta, pero España tiene dinero y arrestos de sobra para ir a Afganistán a derrochar ambos y de paso matar a unos cuantos islamistas y ¡olé!

Ni siquiera hace falta que los que sufren el desempleo, el desahucio, la emigración forzosa y la represión del gobierno se consuelen con el opio que viene de Afganistán, basta con enchufarles el gran hermano, la operación triunfo y la mejor liga de fútbol del mundo para que se evadan de esta realidad, vaya lo uno por lo otro.

Mientras unos miran la tele otros invierten en relaciones internacionales, o sea, hacen contactos para colocarse en un organismo cualquiera de la ONU o directamente en empresas de armamento y sus asociados, bancos, etc., a cada uno lo suyo y miel sobre hojuelas.

El aniversario de la firma del tratado de amistad con Afganistán que literalmente dice en su artículo primero que: ‘habrá perpetua paz y duradera amistad entre España y Afganistán, y ambos Gobiernos asegurarán y fortalecerán sus buenas relaciones’, es una razón más, por si no hubiera ya sobradas, para reflexionar hasta qué punto este país está postrado por el peso de la podredumbre de unos pocos.

Ésta se manifiesta en esta guerra contra los afganos igual que en la que llevan a cabo aquí contra el resto de los ciudadanos: satisfacer mi interés -y el de mi clase social- a costa de todo lo demás, el derecho a vivir en paz de los afganos y el de los derechos humanos, económicos y sociales del resto de los españoles.

No se trata de cambiar de partido gobernante, sino de aplicar a los que han promovido esta guerra -como las otras- el patriotismo y amor al bien de los españoles que predican: enviarlos a Afganistán a trabajar en hospitales de heridos y mutilados afganos sería además un destino muy acorde con el espíritu cristiano del que también hacen gala.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.