Juani Rismawi habla con serenidad de cosas importantes. Aunque lo ha visto todo muy de cerca, tiene la perspectiva que da el tiempo. Esta española lleva 34 años viviendo en Palestina, actualmente en una aldea cercana a Belén. Llegó en una época en la que, dice, había «más mano izquierda». Se notaba que un palestino […]
Juani Rismawi habla con serenidad de cosas importantes. Aunque lo ha visto todo muy de cerca, tiene la perspectiva que da el tiempo. Esta española lleva 34 años viviendo en Palestina, actualmente en una aldea cercana a Belén.
Llegó en una época en la que, dice, había «más mano izquierda». Se notaba que un palestino no era exactamente igual que un israelí, pero ella y su marido, palestino, todavía se podían mover. «Incluso fuimos a Tel Aviv», recuerda. Rismawi tardó cinco años en obtener la residencia, y en ese tiempo debía viajar al extranjero cada tres meses para renovar el visado. «Los israelíes nos decían que por qué no cogía a mi marido y nos íbamos». Cuando obtuvo la residencia, pasó a ser tratada como lo que ahora es: una palestina más, a la que se le aplica la ley militar.