Egipto se pone el traje de verdugo. Los tribunales condenaban el pasado 16 de mayo a pena capital al depuesto presidente Mohamed Mursi, primer y hasta ahora único presidente civil de la historia del país y miembro del hoy defenestrado grupo de los Hermanos Musulmanes. Junto a Mursi se condenó a 122 personas a la […]
Egipto se pone el traje de verdugo. Los tribunales condenaban el pasado 16 de mayo a pena capital al depuesto presidente Mohamed Mursi, primer y hasta ahora único presidente civil de la historia del país y miembro del hoy defenestrado grupo de los Hermanos Musulmanes. Junto a Mursi se condenó a 122 personas a la pena capital en dos causas distintas. Una juzgó el espionaje y revelación de secretos de Estado a países extranjeros por parte de miembros de la cofradía de los Hermanos Musulmanes durante su corto gobierno. El otro caso, por el que Mursi recibió la pena capital, se refería a la huida de prisión de miles de presos, él incluido, durante el vacío de seguridad producido durante la revolución que en enero de 2011 forzó la salida del poder del dictador Hosni Mubarak.
Entre los condenados se encuentran destacadas figuras de la cofradía islamista, como su guía supremo Mohamed Badie, el magnate Khairat Shater, Mohamed Beltagi, Saad el-Katatni o el influyente predicador Youssef el-Qardawi. Entre los 122 condenados también se encuentra gente que, como Tayseer Abu Seneima o Hossam el-Sanea, ya estaban muertos antes de los hechos por los que se los condena ahora a muerte o que, como Hassan Salama, llevaban cerca de 15 años en las cárceles israelíes cuando los sucesos de los que se les acusa ocurrieron. Demostrando total ignorancia, la Fiscalía llegó a afirmar durante el juicio que los chiíes de Hezbolá formaban parte del entramado internacional de los Hermanos Musulmanes. Pero poco importaba. A modo de globo sonda y para mezclar las opiniones, al día siguiente de anunciarse las sentencias y convulsionar la opinión pública, se informaba de que se había ejecutado a seis detenidos acusados de formar parte de un grupo islamista dependiente del Estado Islámico que opera en el Sinaí egipcio. Fueron ejecutados dos días antes de que un tribunal pudiera valorar sus apelaciones a la condena. Poco importaba.
Ahora las sentencias deberán ser ratificadas por las autoridades religiosas. Curiosamente, eso será el 2 de junio, exactamente tres años después que los tribunales egipcios condenaran a cadena perpetua a Hosni Mubarak a las puertas de las elecciones que entonces entronaron a Mursi y dos días antes de que el último periplo jurídico del rais Mubarak le vuelva a llevar a la corte de apelación para librarse definitivamente de los cargos que pesan contra él por la muerte de manifestantes durante el alzamiento popular de 2011. Mientras uno está a un paso de la horca, el otro está un paso más cerca de la calle. Los mismos tribunales que están a un paso de volver a dejar impune la muerte de al menos 800 personas en las protestas de enero de 2011 están a su vez dando por buena la teoría de que ese estallido popular no fue más que un complot internacional de Hamás y Hezbolá para liberar a sus presos de las cárceles. Y, con ello, los jueces egipcios, más allá de juzgar personas y nombres, están reescribiendo la historia a base de sentencias. Como la que la misma mañana de las penas de muerte prohibía a los grupos ultras de fútbol y los calificaba de organización terrorista.
Todo esto sucede dos semanas después de la visita del general-convertido-a-mariscal Abd el-Fatah al-Sissi a Madrid, donde se reunió con Rajoy y Felipe VI y donde arrancó el compromiso español de ayudar en la construcción del AVE a Luxor. Ni un solo comentario español sobre los registros en derechos humanos del militar egipcio. Alabanzas, eso sí, a la política antiterrorista en la que el rey español calificó Egipto como un país «clave para la estabilidad y el equilibrio en la región». Recordemos que el general Sisi es jefe de Estado tras unas elecciones con resultados bananeros criticadas por los observadores internacionales y que desde el golpe de Estado en Egipto no menos de 3.000 personas han perdido la vida a manos de las fuerzas seguridad y cerca de 40.000 son consideradas presos de conciencia. Entre el inicio de la revolución y la deposición del islamista Mursi se ejecutó en Egipto a una persona. En 2014 se ejecutó a ocho. Y en lo que llevamos de año ya hay cinco penas capitales ejecutadas.
Fuente original: https://www.diagonalperiodico.net/global/26767-egipto-se-pone-traje-verdugo.html