Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García.
BEIRUT // El domingo, miles de personas se han manifestado por segundo día para expresar su creciente irritación contra los políticos debido a la crítica situación de la capital libanesa provocada por la basura.
Los manifestantes piden a gritos la renuncia del gobierno frente a las oficinas del primer ministro unas horas después de que Tamam Salam prometiera pedir cuentas a las fuerzas de seguridad por el uso de «fuerza excesiva» durante las demostraciones del sábado y que abordaría la prioritaria cuestión de la recolección de los residuos.
El domingo, la policía utilizó cañones de agua, granadas aturdidoras y gases lacrimógenos después de que los manifestantes arrojaran piedras y botellas por encima del vallado de seguridad levantado alrededor del edificio.
La Cruz Roja libanesa dijo que 20 manifestantes resultaron heridos, 13 de los cuales fueron hospitalizados.
Más temprano, Salam había prometido que la solución de la crisis de la basura sería el primer tema de la reunión de gabinete del jueves. Si no se ha progresado en la cuestión, «no es necesario un consejo de ministros», dijo, dando a entender que podría renunciar.
En referencia a la parálisis política del país, en la que los partidos llevan más de un año atascados en la elección de un nuevo presidente, Salam dijo que la crisis de la basura era «la gota que desbordaba el vaso». «Pero la historia es mucho mayor que esa gota. Se trata de la basura política en este país», dijo.
Muchos otros políticos hicieron también declaraciones públicas expresando su simpatía por los manifestantes, entre ellos Saad Hariri, del Movimiento Hacia el Futuro; y el Movimiento Patria Libre, un partido cristiano liderado por Michel Aoun. Sin embargo, los manifestantes atribuyen a todo el espectro político el fracaso a la hora de resolver los problemas que enfrentan los ciudadanos de a pie.
Hasta ahora, el gobierno ha sido incapaz de encontrar una alternativa para deshacerse de los residuos producidos por Beirut y los pueblos a su alrededor después de que el mayor vertedero de basura del país fuese cerrado el 17 de julio.
El mes pasado los desperdicios se amontonaron en las cales de la capital durante casi dos semanas antes de que fueran recogidos en la mayor parte de las zonas y llevados a basureros provisionales, pero la ausencia de una solución definitiva continúa provocando irritación.
Los activistas -que han llamado «Hueles mal» a su movimiento- empezaron el mes pasado a realizar manifestaciones de protesta por la crisis de la basura; no obstante, la del sábado al caer la tarde fue la más grande y violenta hasta ahora.
El sábado se oyeron gritos de «revolución» y disparos de fusiles automáticos en el deslumbrante barrio del centro de Beirut mientras los manifestantes chocaban con las fuerzas de seguridad que trataban de impedirles que se acercaran a las oficinas del primer ministro.
La policía los roció con sus camiones neptuno, les lanzó gases lacrimógenos e hizo disparos al aire mientras algunos de los manifestantes arrojaban piedras, botellas y otros objetos a los agentes. Docenas de personas fueron heridas, algunos de ellas aparentemente alcanzadas por balas de goma.
Vídeos del sábado por la tarde mostraron a los manifestantes chocando contra unidades del ejército, sin embargo la mayoría de los enfrentamientos al anochecer se produjeron con la policía.
Un funcionario de la Cruz Roja dijo que por lo menos 16 personas resultaron heridas en los choques del sábado, mientras que un portavoz de las fuerzas libanesas de seguridad interior dijo que fueron heridos más de 35 de sus agentes.
La violencia decreció cuando alrededor de las 10 de la noche la policía antidisturbios se retiró y permitió que los manifestantes llegaran hasta las puertas del Gran Serrallo, el despacho central del primer ministro. El clima entre los manifestantes pasó a ser jovial mientras algunos activistas montaban tiendas con la intención de permanecer en el sitio hasta que sus demandas fueran satisfechas.
Pero es probable que la solución del problema de la basura, ella sola, ya no alcance para calmar la irritación de la gente. El movimiento de protesta lanzado para condenar la ineptitud del gobierno para resolver la crisis de la basura ha evolucionado hacia algo de más calado.
Los manifestantes dicen que ahora el movimiento está cuestionando todos los males de Líbano y que la crisis de la basura es apenas un catalizador. La lista de reclamos es muy larga y va desde la corrupción hasta el sectarismo de los ex señores de la guerra que dominan la política y el fracaso del gobierno en la provisión de servicios básicos como la electricidad y el agua.
Muchos de los manifestantes del sábado se habían acercado por primera vez a Hueles Mal y se vieron empujados a la acción después de ver las escenas de violencia perpetradas por las fuerzas de seguridad.
Kassem Nurideen, ingeniero, llegó desde un suburbio del sur controlado por Hezbollah. «Estuve mirando la televisión. Yo no quería venir, pero cuando vi que algunos soldados golpeaban a una mujer les dije a mis amigos que debíamos venir», dijo.
El manifestante Elie Bouchebel dijo que lleva mucho tiempo disgustado por los problemas de Líbano y los fracasos del gobierno, pero que al ver que los manifestantes eran atacados se sintió empujado a salir a la calle. «Estamos en 2015; las cosas deberían ir mejor, dijo, sacudiendo la cabeza. «¿Luchamos por la porquería?»
Protestar en el corazón de la capital libanesa -un enclave limpio y de buen pasar, en el que pocos libaneses pueden permitirse ir a cenar fuera o salir de compras- para muchos de los que se reúnen para manifestarse tiene su simbolismo.
Los manifestantes rompieron anuncios de venta de pisos de lujos y les prendieron fuego. Plantas en macetas -una rareza en Líbano- fueron dadas vuelta. Cristales rotos y piedras cubrían las calles.
Las calles que desembocan en la plaza Nejmeh -donde se yergue una icónica torre del reloj de Beirut y abundan los restaurantes caros que prosperaron antes de los años de crisis en Líbano- fueron bloqueadas con vallas colocadas por la policía. En una barrera de hormigón que impide el tránsito delante de una valla alguien escribió con un spray «Muro de Beirut».
«Ellos viven a lo grande y nosotros pagamos la factura», decía Bouchebel de los políticos y sus beneficiarios.
Nurideen dijo que quiere un gobierno en el que los políticos trabajen en beneficio de los ciudadanos. «Yo pienso que no hay gobierno», dijo. «Está lleno de porquería. Eso no es un gobierno. Señaló que también esperaba que el pueblo libanés pudiera librarse de sus sectarios líderes -llamados los «zuama», y suelen ser antiguos señores de la guerra- que están en lo más alto de los partidos políticos y comandan grupos de apoyo formados por fanáticos reclutados entre los de su religión.
«Esa es la gente que alimenta los conflictos entre libaneses y dividen al país», dijo. «Si queremos vivir juntos, tenemos que luchar juntos», agregó.