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Carta abierta al Director del Festival Internacional de Cine de Donostia

Excelentes drones y excelentes películas no compensan la violación de los derechos humanos

Fuentes: Rebelión

De nuevo en esta edición del Zinemaldia comprobamos que, a pesar de anteriores conversaciones con la dirección del festival, nada ha cambiado. No encontramos ninguna película palestina – ni tampoco de israelíes y cineastas de otros países que denuncien la ocupación – pero, como viene siendo habitual, participa una película israelí, Barash , producida por […]

De nuevo en esta edición del Zinemaldia comprobamos que, a pesar de anteriores conversaciones con la dirección del festival, nada ha cambiado.

No encontramos ninguna película palestina – ni tampoco de israelíes y cineastas de otros países que denuncien la ocupación – pero, como viene siendo habitual, participa una película israelí, Barash , producida por Lama Films y el Israel Film Fund (Fondo de Cine Israelí ). Barash formó parte además del proyecto Jerusalem International Film Lab, recibiendo mención especial el año 2012. Este proyecto está apoyado entre otros por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel.

El Israel Film Fund, coproductor de Barash, es el responsable de promocionar la marca Israel en el cine. Con un presupuesto anual de 6 millones de dólares, Israel Film Fund apoya, ayuda, asesora y financia proyectos cinematográficos seleccionados, incluyendo la comercialización y distribución. Gracias al fondo participan en las competiciones oficiales de los grandes festivales internacionales de cine.

Llamamos marca Israel al cine israelí que, independientemente de las intenciones y opiniones de sus directores, el Estado de Israel utiliza para mantener su fachada democrática y como cortina de humo que oculte sus crímenes. Eyal Sivan (cineasta israelí) nos recuerda en una entrevista reciente como en 2006, Israel comenzó esta campaña para promocionar una visión positiva del país, de tres maneras: la promoción de la llamada cultura progresiva, utilizar figuras públicas como embajadores de buena voluntad y promoción de Tel Aviv como una ciudad acogedora para los homosexuales.

En su discurso en el Festival de Haifa, Shimon Peres, dirigiendose a los cineastas israelíes: «Estados Unidos ha impuesto su cultura a través del cine, vamos a imponer nuestra imagen a través de las películas, es vuestro deber. » Cualquier cineasta que muestra su película en el extranjero bajo la bandera oficial de Israel, de hecho es recuperada con fines de propaganda aunque exprese una visión crítica.

Según Illan Pappe, historiador israelí, está bien documentado actualmente que los artistas, escritores y otros trabajadores de la cultura que solicitan financiación estatal para cubrir el coste de su participación en eventos internacionales, o de sus productos culturales, deben aceptar contribuir a los esfuerzos de propaganda oficial de Israel.

La «marca Israel» contribuye decisivamente a normalizar a Israel, es decir, a que lo veamos y aceptemos como un país democrático y no como al Israel que viola diariamente los derechos humanos, se ríe de la legalidad internacional, boicotea el cine palestino, destruye la cultura palestina incrementa las agresiones a la población palestina y mantiene el bloqueo ilegal y criminal de la franja de Gaza, con total impunidad gracias a la colaboración de los países occidentales.

Según la Convención de Ginebra, las instituciones y los estados están obligados a actuar para que se cumpla la ley internacional y los derechos humanos, pero la mayoría no imponen sanciones a Israel a pesar de sus crímenes contra la humanidad demostrados, y le premian con acuerdos de colaboración.

Por ello, frente a la complicidad de los gobiernos con Israel, la sociedad palestina llamó el año 2005 a impulsar la campaña internacional BDS ( Boicot, Desinversiones y Sanciones), que exige el fin de la ocupación militar y del apartheid, y la aplicación de la resolución 194 de la ONU sobre el derecho al retorno de los refugiados.

La dirección del Zinemaldi se opone al boicot, en defensa de la libertad de expresión, pero parece ignorar la absoluta falta de libertad (no sólo de expresión) de la población palestina y el boicot permanente de Israel a la cultura palestina. Algunos ejemplos recientes: EE.UU. e Israel prohíben al cineasta palestino Amer Shomali asistir al estreno de su película, en Nueva York, en el Festival Internacional de Cine de Human Rights Watch. También Israel impide a dos cineastas palestinos presentar sus películas en Suiza, y censuró el Festival internacional de marionetas en Jerusalem

La censura ejercida por Israel afecta también a cineastas israelíes críticos con la ocupación. Las películas de directores como Avi Mograbi o Eyal Sivan no se ven en el país, no se distribuyen en el circuito comercial. Y Haim Bresheeth, cineasta y experto en cine israelí , catedrático de Estudios Culturales y Audiovisuales de la Universidad de East London denunciaba en una entrevista lo que define como » terrorismo cultural» israelí contra los intelectuales críticos antisionistas. Dicho «terrorismo» se plasma, según Breesheth, en «censura, boicot mediático y editorial, ostracismo académico y otras medidas destinadas a silenciar al intelectual incómodo», aunque ningún intelectual israelí ha sufrido nunca lo que cada palestino está sufriendo: no hemos sido torturados, no hemos sido puestos en prisión por nuestras opiniones… sino que nos hemos visto obligados a irnos. En su caso se ha exiliado en Gran Bretaña , abandonando su puesto de director de la Escuela de Medios, Cine y Estudios Culturales del Sapir College en el Néguev .

C onsideramos, por todo lo anterior, que hay suficientes razones como para que el zinemaldia deje de promocionar la marca Israel. En apoyo a la campaña BDS, solicitamos por tanto, la retirada de Barash, no porque su directora sea israelí, sino por ser una pelicula seleccionada y financiada por el Israel Film Fund (fondo de cine israelí).

En cambio, no pedimos boicot del cortometraje israelí Kav Hebron/Stationed, de la directora israelí Nitzan Zifrut -de la escuela de cine y audiovisuales Sapir College -por considerar que no forma parte de la marca Israel al no recibir financiación directa del Israel Film fund u otras instituciones gubernamentales similares.

Ignorar el cine palestino es también una opción política, no cultural.