«Cheikh Munis no es el nombre de un santo, ni de un príncipe feudal, ni de un emir del petróleo. No es más que parte del nombre de un pueblo palestino cuyos habitantes fueron expulsados y sus casas destruidas como sucedió con cientos de pueblos similares. Sobre sus ruinas se establecieron colonias sionistas después de […]
«Cheikh Munis no es el nombre de un santo, ni de un príncipe feudal, ni de un emir del petróleo. No es más que parte del nombre de un pueblo palestino cuyos habitantes fueron expulsados y sus casas destruidas como sucedió con cientos de pueblos similares. Sobre sus ruinas se establecieron colonias sionistas después de la guerra de 1948.
Sobre la tierra de Cheikh Munis se alza la Universidad de Tel-Aviv, «Faro de la civilización colonial en el Oriente desconocido, bárbaro y desértico», como les gusta a decir a ellos. … Al señalar con el dedo las ruinas del pueblo de Cheikh Munis y las de sus olivares (que continúan, pese a todo, dando frutos todavía en los patios de la Universidad de Tel-Aviv) lo que hacemos es poner al descubierto las raíces del conflicto entre el movimiento sionista y el pueblo palestino. (Editorial del periódico de los estudiantes árabes de la Universidad de Tel-Aviv, que fue construida sobre las ruinas del pueblo palestino de Cheikh Munis. Junio 1976).
Las fiestas de Navidad están bañadas por la sangre de los y las mártires del pueblo palestino porque el gobierno de Israel no les deja vivir en paz. El pueblo palestino ama a su patria y aspira a la paz y a la justicia en su tierra. No hay ningún palestino o palestina que, respondiendo a sus raíces históricas, culturales, religiosas, sociales y políticas, no haya defendido su mundo natural frente a la colonización, poniendo por delante una rama de olivo igual que las que crecen en la antigua Cheikh Munis, hoy Universidad de Tel Aviv.
Palestina es la cuna del cristianismo, pero los cristianos no se encuentran a salvo de las consecuencias de las guerras que practica el imperio y su protegido el sionismo. Por desgracia, la mayoría de los cristianos palestinos ya no viven en Palestina, porque fueron condenados a refugiarse en otros países desde 1930 aproximadamente, y la población palestina que ha quedado sufre el racismo, el colonialismo y la represión, no sólo en su propia carne, también en sus lugares sagrados, los más importantes en la historia del cristianismo, Belén, Jerusalén, Nazaret, … La vida de los cristianos palestinos se vió enfrentada en Jerusalén a constantes persecuciones económicas, sociales y religiosas que llegaron a afectar tan profundamente a la comunidad que en parte se vió obligada a refugiarse en otros países.
Según un estudio de Bernard Sabila, miembro del Consejo Nacional Legislativo Palestino y profesor de sociología en la Universidad de Belén, el número de cristianos va en retroceso continuo desde el siglo XIX: en 1894, la población cristiana de Palestina era el 13,3% del total de sus habitantes, pero en 1948 tan sólo quedaban el 7,6 %. Los palestinos cristianos que buscaron refugio lo hicieron en América Latina, América del Norte, Australia, … la mayor colonia se constituyó en Chile.
El número de refugiados y refugiadas creció de manera exponencial debido a las arremetidas represivas sionistas que formaban parte de su racismo, a la inseguridad que imprimían, a los daños económicos que causaban, al cerco a Gaza, al muro ilegal, a los asentamientos, a los continuos crímenes, … En la actualidad viven unos 47.000 cristianos y cristianas entre Cisjordania y Gaza y las tierras del 48. En Gaza hay aproximadamente 3.000. En Jerusalén casi desaparecen por la política israelí de ocupación, y aún quedan 14 iglesias cristianas.
El arzobispo Atala Hana, de la iglesia cristiana ortodoxa dice: «Lo peor de ésta situación es el retroceso numérico de la población cristiana por la política de guerras constantes, el bloqueo israelí y el surgimiento del fundamentalismo islámico.»
En la guerra de 1948 había 117.000 cristianos que se repartían entre católicos romanos, ortodoxos, con la presencia de 15 iglesias, arameos y bizantinos. En Cisjordania la mayoría de los cristianos viven en Belén, Jerusalén, Ramala, y los pueblos que quedan alrededor.
Mediante la persecución continua contra la población palestina después de la 1ª Intifada, el ente israelí impuso la prohibición del reagrupamiento familiar a ésta, con ello también limitaban los recursos para la reconstrucción de viviendas, aumentaron los impuestos, denegaron los permisos de residencia, entre otros a los sacerdotes, se emplearon a fondo en el muro de separación racial, suprimieron la libertad para la práctica de rituales religiosos, llevaron a cabo la intromisión continua y la represión en los lugares sagrados cristianos, los controles, y añadieron la expulsión de buena parte de la población cristiana de Belén, Hebrón, …
En estas fechas navideñas miles de cristianos visitan sus lugares sagrados para celebrarlas, pero las autoridades de ocupación que desde entonces cierran el paso a cristianos y cristianas de otras zonas, actualmente tan sólo permiten el paso a los mayores de 35 años.
Hemos contactado con una familia de cristianos ortodoxos de Gaza para que nos contasen cómo pasan estos días, y nos dicen que se reúnen las familias para cantar, para interpretar obras de teatro el día 24, y pasan la noche en las iglesias. Nos indican aquello por lo que más sufren, que es la negación de Israel para dejar pasar a Gaza a sus familiares. Quienes se reúnen cenan juntos, se felicitan el año, hacen belenes, entregan los regalos a las niñas y los niños, como se hace en cualquier parte del mundo, con una particularidad, el pueblo palestino no olvida a sus mártires caídos por la liberación de Palestina, y pone sus fotos en el árbol y en el belén.
En estos días en que el pueblo palestino celebra la paz en medio de la guerra desatada por el colonialismo sionista, hemos sabido que Israel ha bombardeado Gaza, ha condenado a cinco chicos a penas que van de 15 a 25 años tras secuestrarlos en sus casas de madrugada, y comprobamos cómo mantiene la presión informativa sobre el mundo a través de sus periódicos y restantes medios hablando de banalidades, conforme, siguiendo sus principios racistas, xenófobos y coloniales, deshace los Derechos Humanos.
Lectora, lector, no se olvide de Palestina, la cuna de Cristo, la de los olivos como los de Cheikh Munis.
Ramón Pedregal Casanova es autor de «Dietario de crisis» y de «Gaza 51 días». Presidente de la Asociación Europea de Cooperación Internacional y Estudios Sociales AMANE.
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