Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
El órgano superior rabínico enfrenta una creciente reacción violenta a medida que los críticos comparan las libertades religiosas de Israel con Arabia Saudita y Afganistán
Los legisladores israelíes escucharon la semana pasada que más de uno de cada 10 judíos israelíes no pueden casarse legalmente en su propio país, al tiempo que las autoridades religiosas de Israel se enfrentan a una creciente reacción contra sus amplios poderes.
Los activistas por la libertad religiosa en Israel presentan datos que muestran que a cerca de 660.000 judíos israelíes se les negó el derecho a casarse. Más de la mitad -364 000- son inmigrantes de la antigua Unión Soviética, cuyo judaísmo no es oficialmente reconocido.
Según cifras del Gobierno, la población judía de Israel se sitúa en alrededor de 6,3 millones de personas.
El Gran Rabinato, la autoridad religiosa suprema en Israel para la población judía, tiene el control exclusivo sobre una variedad de asuntos personales, incluyendo la conversión, el matrimonio y el divorcio.
También restringe las horas de apertura de las empresas y el funcionamiento del transporte público en el día de descanso, el fin de semana judío, y sus inspectores controlan la producción de alimentos a través de la expedición de los certificados kosher.
Uri Regev, un rabino que dirige Hiddush, una organización que promueve el pluralismo religioso, al presentar las estadísticas en el Parlamento, dijo que los israelíes estaban hartos de estar «encadenados» a la jefatura del Rabinato.
«El monopolio del Rabinato no sólo socava las libertades religiosas de los israelíes, sino que lleva al público israelí al resentimiento e incluso al odio del judaísmo», dijo a Middle East Eye.
El Rabinato representa una corriente estricta del judaísmo conocida como la ortodoxia. No están reconocidas otras tendencias más liberales dentro del judaísmo.
Uri Regev dijo el que Rabinato se ha vuelto más extremista con los últimos rabinos principales venidos del movimiento ultraortodoxo fundamentalista o haredim. Se reconocen por el uso de solideos y chaquetas negras y vestimenta según los códigos de la Europa del siglo XVIII.
«Con la cabeza enterrada en la arena»
Ofer Cornfeld, jefe de Havaya, una organización que lleva a cabo el matrimonio civil en Israel, dijo: «El Gran Rabinato se ha quedado atascado en una visión del mundo de hace 200 años, cuando el judaísmo era simplemente una identidad religiosa. Pero la realidad en Israel hoy es diferente. Muchos judíos aquí tienen una identidad secular muy fuerte», dijo a MEE. «Los rabinos creen que pueden seguir enterrando la cabeza en la arena, pero están equivocados».
Segúnon un mapa global de los derechos del matrimonio producidos por Hiddush, las políticas de Israel están en línea con las de Estados como Arabia Saudita, Afganistán y Corea del Norte.
Los problemas que enfrentan a quienes se les niega el derecho a casarse han crecido de manera aguda en los últimos años hasta la estadística de que uno de cada cinco matrimonios informa de que su matrimonio se realizó en el extranjero, por lo general en Chipre o Praga, dijo Cornfeld.
Israel reconoce los matrimonios en el extranjero al regreso de la pareja.
En virtud de una ley aprobada en 2013, las parejas judías que hicieron una ceremonia en Israel no aprobada por el Rabinato, corren riesgo de una pena de cárcel de dos años, al igual que los oficiantes.
Aliza Lavie, miembro del Parlamento que organizó la reunión de la semana pasada, dijo: «Israel es el único país del mundo que condena a la gente a la cárcel por colocar un palio nupcial y llevar a cabo una ceremonia de matrimonio».
Los que tratan de convertirse -a menudo como preludio del matrimonio- se enfrentan a graves obstáculos del Rabinato también. Se requiere de los aspirantes adherirse a un estilo de vida estrictamente ortodoxo, asegurándose de que sólo unos pocos cientos se cualifiquen cada año.
Incluso para los que se casan en una boda civil fuera de Israel, los tribunales rabínicos conservan competencias exclusivas en el proceso de divorcio, dijo Cornfeld.
Desalentar la asimilación
Los poderes de los rabinos se originan en el sistema del Imperio Otomano, que asignaba el control de los asuntos civiles de la población, como el matrimonio, a las autoridades religiosas de cada grupo confesional. Israel dio estatus legal a ese sistema en su creación, en 1948. No fueron creadas instituciones civiles paralelas.
Cada ciudadano israelí tiene asignada una identidad religiosa -por lo general es un judío, musulmán, cristiano o druso- haciendo casi imposibles los matrimonios mixtos a menos que una de las partes acepte convertirse.
Los académicos han argumentado que el sistema confesional ayudó a los otomanos a hacer cumplir una política de divide y vencerás en todo su imperio.
En Israel el sistema parece haber sido adoptado en parte para desalentar la «asimilación», el temor de que judíos pudieran casarse con no judíos, especialmente personas que pertenecen a la minoría palestina, que constituyen una quinta parte de la población.
Carolina Landsmann, comentarista del diario Haaretz, ha escrito: «Al tiempo que los judíos seculares fueron puestos en cargos de la vigilancia de las fronteras físicas del Estado a través del servicio militar, la vigilancia de las fronteras de la identidad del Estado fueron puestas en manos de los ultraortodoxos».
El Gran Rabinato, sin embargo, estaba más preocupado porque el carácter judío de Israel fuera debilitado por una interpretación liberal de lo significa ser judío, dijo Seth Farber, un rabino ortodoxo que dirige Itim, una organización que ayuda a los inmigrantes en sus luchas con el rabinato.
Judíos «intocables»
La crisis del matrimonio que enfrentan cientos de miles de israelíes es producto de los cambios producidos por la llegada de cientos de miles de inmigrantes de la antigua Unión Soviética en la década de 1990.
Estos recién llegados fueron aceptados bajo los términos de la Ley del Retorno, la legislación que permite que cualquier persona con un abuelo judío reclame la ciudadanía israelí y pueda llevarse consigo a su familia más cercana.
Pero el Rabinato ortodoxo se basa en las enseñanzas rabínicas tradicionales, conocidas como halajá, que reconocen como judío sólo a quien puede demostrar que tiene madre judía.
Como resultado, unos 360.000 de estos inmigrantes han sido clasificados «sin religión», imposibilitándoles el matrimonio en Israel.
«Esto está creando una crisis social», dijo Cornfeld. «Israel define identidades religiosas y nacionales de sus ciudadanos sin consultarles y nada pueden decidir al respecto».
También se niegan los derechos de matrimonio en Israel a 13.000 judíos cuyas conversiones en el extranjero son rechazadas por el Rabinato; a 80.000 cohanim masculinos, descendientes de una casta sacerdotal judía a quienes no se les permite casarse con conversos o divorciados y a otras 284.000 personas LGBT.
Hay otros 5.000 israelíes clasificados como equivalentes a los «intocables». El año pasado se reveló que los tribunales rabínicos mantienen una «lista negra» de las mujeres que no tienen permiso para casarse o para volver a casarse después del divorcio, sobre la base de una evaluación de su historial sexual.
Los rabinos tienen un control adicional sobre otros derechos relacionados con el matrimonio, como la custodia. En un caso de alto perfil en 2014, a una madre se le negó el contacto con sus hijos después de que iniciase una relación lésbica. Los rabinos dictaminaron que el contacto podría causar «daño psicológico irreversible» a los niños.
En ambos casos, el alto tribunal secular se negó a intervenir, al parecer temeroso de provocar una ruptura con el público religioso de Israel.
Controles humillantes
De acuerdo con cifras de Hiddush, unos 400.000 israelíes pueden enfrentarse a restricciones en el matrimonio, a pesar de que no estarles prohibido por completo.
Cornfeld dijo que el Rabinato llevó a cabo controles intrusivos en historias personales y familiares de las parejas para demostrar su judaísmo. Estos podrían incluir investigaciones sobre si una abuela materna hablaba yiddish o fue enterrada en un cementerio judío.
Se les podría requerir a las parejas testimonios de rabinos en el extranjero que confirmen su judaísmo.
«Para algunas parejas judías [según la halajá] esos controles pueden tardar meses o años y muchas no están dispuestas a soportar las demoras y la humillación», dijo Cornfeld.
Frente a estos obstáculos, añadió, muchas parejas prefieren casarse en el extranjero o cohabitar. «La nueva tendencia es hacia la convivencia», dijo. «Si usted no quiere a la jefatura del Rabinato en su vida, es el único camino».
Farber, de Itim, dijo a MEE que las autoridades religiosas habían puesto trabas a sus esfuerzos para hacer que sus procedimientos sean más transparentes.
En seis ocasiones en los últimos dos años, dijo, el Rabinato no respondió a sus solicitudes de una lista de los rabinos en el extranjero cuyos testimonios son aceptados para determinar si un inmigrante es judío.
Sin ese testimonio los inmigrantes no pueden casarse o ser enterrados en un cementerio judío.
Este mes, el Tribunal Supremo de Israel ordenó al Rabinato un plazo para emitir dicha lista dentro de los próximos meses. La jueza Nava Ben-O dijo que estaba «conmocionada» por el comportamiento del Rabinato. «Me da vergüenza que en un Estado que funcione no se pueda proporcionar esta información. Es un escándalo sin precedentes», dijo.
Daniel Bar, un portavoz del Gran Rabinato, dijo a MEE que las críticas eran injustificadas. «El matrimonio es una cuestión religiosa, así es la ley en Israel. No hay nada más que decir al respecto».
La oposición pública
Michal Reshef, una abogada, se casó en una ceremonia no reconocida organizada por Havaya el mes pasado. A ella y a su esposo estadounidense, Benjamin, se les negó una boda reconocida en Israel porque él no es judío.
El estado civil de la pareja sólo se reconocerá en primavera cuando regresan de una segunda boda en EE.UU.
«Era importante para mí tener una boda en Israel», dijo a MEE. «No tiene sentido que el centro de nuestras vidas sea Israel y tengamos que ir a los EE.UU. para casarnos. No debería ser así, tendríamos que poder elegir».
Recientes encuestas de opinión muestran que la mayoría de los judíos de Israel están de acuerdo.
En una encuesta del pasado mes de mayo cuatro de cada cinco judíos seculares israelíes dijeron que habrían rechazado una boda ortodoxa si les hubieran dado la oportunidad. Dos años antes fueron dos tercios de los encuestados.
Otra encuesta, en septiembre pasado, mostró que el 64 % de todos los israelíes querían la disponibilidad de matrimonios civiles.
Alrededor del 95 % de los judíos seculares estaban insatisfechos con el Rabinato, oponiéndose a su monopolio sobre el matrimonio y el divorcio, sus restricciones del shabat y su negativa a reconocer las conversiones de los rabinos reformistas y conservadores.
La Reforma, un movimiento progresista, es la corriente más popular del judaísmo en los Estados Unidos, pero no tiene reconocimiento oficial en Israel.
El número de israelíes religiosos que rechaza la ortodoxia ha crecido considerablemente en los últimos años, un 7 % ahora declara su pertenencia a la Reforma y otros movimientos conservadores.
Con las manos atadas
A pesar del estado de ánimo del público vuelto contra el Gran Rabinato, el Parlamento israelí ha rechazado una serie de proyectos de ley de unión civil que habrían permitido el matrimonio civil. El último fue en julio pasado.
No obstante, dijo Regev de Hiddush al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, le resulta cada vez más difícil hacer caso omiso de la opinión pública en Israel, así como a las crecientes críticas de las comunidades judías en el extranjero, especialmente en los EE.UU.
Netanyahu se vio obligado a pedir disculpas el año pasado después de que su ministro de Servicios Religiosos, David Azoulay, cuestionase el carácter judío de cientos de miles de judíos reformistas.
En noviembre el primer ministro se comprometió a fortalecer tanto la Reforma como a otros movimientos conservadores en Israel.
Bajo la amenaza de la intervención de la Corte Suprema, el Gobierno también acordó, hace dos años, nombrar un puñado de rabinos de la Reforma en la nómina estatal, aunque sus sueldos son pagados por el ministerio de Cultura en lugar del ministerio de Servicios Religiosos.
Los críticos han puesto en duda la capacidad de Netanyahu para hacer cambios más sustanciales. Dicen que los dos partidos ultraortodoxos -Shas y Judaísmo Unido de la Torá- que Netanyahu puso en la coalición tras las elecciones generales del año pasado le han atado las manos.
«Los partidos religiosos son necesarios para cada coalición entre la izquierda y la derecha y eso les da poder para silenciar a la oposición en los asuntos que más les importan», dijo a MEE Tomer Persico, investigador de asuntos religiosos en el Instituto Shalom Hartman en Jerusalén.
La creciente corrupción
Persico dijo que en la población secular en Israel, en particular, ha crecido la exasperación por el comportamiento del Gran Rabinato, no sólo debido al abuso de sus poderes, sino también porque perpetúa un sistema de corrupción y nepotismo.
«El Rabinato quiere mantener sus estatus, la jurisdicción, los presupuestos y los poderes», dijo.
Yizhar Hess, jefe del movimiento conservador en Israel, estimó que el Gran Rabinato recibe más de 1.000 millones de dólares al año del presupuesto del Estado para administrar sus escuelas religiosas, los tribunales y los consejos locales rabínicos.
El año pasado un grupo de rabinos ortodoxos, encabezado por David Stav, estableció un tribunal de conversión alternativo. Aunque sus conversiones no son reconocidas, el hecho de que el movimiento haya llegado desde el interior de la comunidad ortodoxa es visto como un gran desafío al monopolio histórico de los rabinos.
Como una señal de los altos riesgos que corre, la policía puso a Stav guardaespaldas después de que recibiera amenazas de muerte.
Farber dijo que el Rabinato se enfrentaba a una «rebelión» no sólo de los laicos y los movimientos judíos progresistas, sino también dentro de sus propias filas.
Persico estuvo de acuerdo. «El Rabinato es terco y poco dispuesto a cambiar. En última instancia, eso acelerará su desaparición».
Fuente: http://www.jonathan-cook.net/2016-01-22/rabbis-deny-1-in-10-jews-the-right-to-marry-in-israel/
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión como fuente de la traducción.