Traducido del inglés para Rebelión por J. M.
El periodista en huelga de hambre Mohammed al-Qiq, antes de su detención
Los investigadores israelíes amenazaron con violar al prisionero palestino en huelga de hambre, a su esposa y a sus hijos, según su abogado, Ashraf Abu Sneineh.
«En el comienzo de la investigación de Mahommed le dijeron que lo iban a mantener bajo detención administrativa durante siete años si no confesaba», dijo Abu Sneineh a Mondoweiss por teléfono el miércoles por la mañana. El contestó » ‘no tengo nada que confesar y no quiero continuar con esta investigación de esta manera». Entonces lo amenazaron con violarlo a él, a su esposa y a sus hijos».
Después de estas amenazas al-Qiq comenzó su huelga de hambre, según Abu Sneineh.
Un alto tribunal israelí se negó a transferir al periodista del centro médico HaEmek en Afula para recibir tratamiento en la ciudad cisjordana ocupada de Ramala. Después de 86 días de huelga de hambre, el estado de salud de Al-Qiq ha ido deteriorándose y podría morir en cualquier momento. «Una línea delgada le separa de la muerte. Mohammed está luchando por su vida. Está sufriendo calambres en los brazos y las piernas y los latidos del corazón son irregulares», dijo Abu Sneineh.
Un vídeo publicado a principios de esta semana muestra al-Qiq en su cama de hospital en Afula, gritando de dolor severo y pidiendo por su hijo Islam de tres años.
Según Abu Sneineh, Israel no ha acusado oficialmente al-Qiq por falta de pruebas y de confianza en los informantes de inteligencia. «Ellos no pueden dar ninguna prueba contra él e incluso si lo intentasen sería liberado al día siguiente», dijo.
Como señaló Jonás Jeremy Bob del Jerusalem Post, los cargos de incitación suelen ser insuficientes para la detención administrativa.
Faiha’a Shalash, la esposa de al-Qiq, dijo que cuando las fuerzas israelíes allanaron su casa en medio de la noche en la ocupada ciudad cisjordana de Ramala, los soldados primero llamaron a la puerta con armas, luego volaron la puerta con explosivos. «Ni siquiera tuve tiempo para vestirme antes de que volaran la puerta», dijo a Mondoweiss . Luego los soldados interrogaron al-Qiq en su sala de estar antes de llevarlo al asentamiento de Beit El, donde lo dejaron a la intemperie esposado y con los ojos vendados bajo el frío clima de noviembre durante veinte horas y finalmente lo trasladaron a la prisión de Al-Jalame, dice Shalash.
Entre tanta ausencia dolorosa de su marido, ella cree que él está luchando por una causa mayor. «Si Mohammed no hace nada, se va a allanar el camino para poner más palestinos, especialmente a periodistas, en detención administrativa», dijo Faiha’a Shalash.
Casi tres meses de huelga de hambre de al-Qiq ha recibido escasa cobertura en los medios de Estados Unidos y ocurre en un momento de aumento de presión sobre los periodistas. Esta semana el jefe de la oficina de Jerusalén del Washington Post ,William Booth y un colega fueron detenidos por la policía israelí en la Puerta de Damasco en Jerusalén oriental ocupada. Al igual que a al-Qiq, la policía les acusó de incitación. En una declaración inicial, la policía les acusó de «alteración del orden público» para «fines propagandísticos» y más tarde explicó que la acusación original era «sin fundamento». Poco después, la Oficina de Prensa del Gobierno de Israel emitió un comunicado diciendo: «La libertad de prensa es un valor supremo en la democracia israelí». El Washington Post ha cubierto apenas el caso de al-Qiq , utilizando informes de cables de agencias periodísticas.
No es infrecuente que los Interrogadores israelíes amenacen con la violencia sexual. Después de que los interrogadores golpearan sangrientamente a la prisionera palestina Rasmea Odeh, su padre Josef Odeh fue llevado y presionado para tener relaciones sexuales con ella, de acuerdo con Alfred Lilienthal en «The Zionist connection». Después de que él se negase los interrogadores golpearon a ambos antes de «abrir las piernas a la prisionera e introducirle un palo».
Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y a Rebelión como fuente de la traducción.