Cuba atraviesa una coyuntura de la que no hay referente en la teoría del socialismo, ni en ninguna experiencia revolucionaria: Se trata de la viabilidad de un proyecto socialista en un país pequeño de economía abierta, en un mundo capitalista, globalizado neoliberalmente. No hay una respuesta acabada/detallada para el camino que tiene que recorrer Cuba. […]
Cuba atraviesa una coyuntura de la que no hay referente en la teoría del socialismo, ni en ninguna experiencia revolucionaria: Se trata de la viabilidad de un proyecto socialista en un país pequeño de economía abierta, en un mundo capitalista, globalizado neoliberalmente.
No hay una respuesta acabada/detallada para el camino que tiene que recorrer Cuba. Esta se encontrará en el propio camino a recorrer. De ahí la importancia que tiene observar, analizar y teorizar desde la realidad cubana las perspectivas de desarrollo de la Revolución.
Nuestro enfoque parte de una perspectiva que visualiza el desarrollo como un proceso emancipatorio [1] cuyos elementos básicos son:
El sistema capitalista mundial es un conjunto de articulaciones y relaciones que constituyen un sistema histórico complejo cuya lógica de relaciones está basada en la ley del valor y la obtención de plusvalía.
Es una estructura de explotación que funciona en interés y beneficio de las clases burguesas, tanto al interior de los países, como a nivel del sistema en su conjunto.
Como estructura de explotación le es inmanente la polarización económica y social que se expresa tanto en el nivel de las clases sociales, como en el de los países, a este último aspecto corresponde el fenómeno del desarrollo y el subdesarrollo.
A partir de lo anterior:
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Existe una división fundamental del mundo en dos grandes grupos de países y regiones. Una que es denominada desarrollada, metropolitana, moderna, central, imperialista, hegemónica, etc. y la otra, subdesarrollada, atrasada, periférica, satélite, neocolonial, dependiente, etc. Esa división responde a la estructura de explotación que tiene el sistema mundial capitalista.
La polarización económica y social es una ley inmanente del capitalismo, su dinámica, en el proceso de expansión y desarrollo del sistema, da lugar a la relación desarrollo-subdesarrollo.
La jerarquía desarrollo-subdesarrollo no se presenta pura entre dos extremos, pues hay niveles de subdesarrollo y en la dinámica de desarrollo capitalista puede variar la forma de articulación o los niveles de explotación de uno u otro país, pero la jerarquía siempre existe.
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No es posible alcanzar el desarrollo en los marcos del capitalismo. El hecho de que ningún país subdesarrollado ha cambiado su condición dentro del sistema mundial capitalista avala esto. El que se desarrolla es el sistema en su conjunto, provocando el desarrollo del subdesarrollo y el desarrollo del desarrollo, cuyos resultados se expresan en las grandes disparidades entre naciones, la brecha entre países desarrollados y subdesarrollados y la concentración de la riqueza y el poder a escala mundial. El subdesarrollo es el desarrollo capitalista para los países subordinados y dependientes.
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Por consiguiente, para lograr el desarrollo, los actuales países subdesarrollados deben hacerlo a contrapelo del sistema capitalista, salir del sistema, o establecer un nuevo tipo de relacionamiento dentro de este. Sólo así existe la posibilidad de alcanzar el desarrollo. Lo anterior nos conduce a lo siguiente: dadas las características del sistema mundial capitalista, aún para alcanzar los avances que han proporcionado las fuerzas productivas del capital deben instaurarse relaciones sociales que superen/limiten las del capitalismo y que no son otras que las socialistas.
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La lucha por el desarrollo se sitúa en el terreno de la política y esto es así porque detrás de la problemática del desarrollo, se plantea el problema de los medios y los instrumentos para lograr el tipo de sociedad que se quiere tener en el futuro próximo, lo cual implica determinada formas de relaciones entre las clases y determinada forma de distribución del producto social. De lo cual se deduce que al plantearnos un tipo de sociedad determinada nos situamos en el terreno de la lucha de clases, es decir el de la política.
En consecuencia para este autor el desarrollo no es un proceso sólo económico, aunque la economía esté en primer plano, es un proceso social real, político en primer lugar, en que a partir de la relación de poder se persigue un reordenamiento de la sociedad en interés y beneficio de las clases sociales mayoritarias, el pueblo.
Desde el punto de vista de la lucha de clases hay que visualizar el desarrollo como un proceso impulsado por un grupo dotado de poder que responde a los intereses de una clase o una alianza de clases, que tiene los medios y los instrumentos para implementar medidas técnicas con un alto contenido político, que repercuten en las proporciones entre la acumulación y el consumo, la distribución de la riqueza social y el fortalecimiento, debilitamiento y/ o transformación de clases y grupos sociales en función de un proyecto de sociedad determinado, que al no ser capitalista, necesariamente tiene que calificarse de socialista y lo hago teniendo en cuenta el señalamiento de Marx y Engels: «Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de cosas actuales. Las condiciones de este movimiento se desprenden de la premisa actualmente existente» [2] . Es decir, el primer paso en el camino del desarrollo es la asunción del poder por fuerzas que se propongan superar el capitalismo y establecer relaciones sociales que propendan al socialismo.
Ese no es un proceso pasivo, sino un proceso de lucha de clases, que en gran parte toma la forma de lucha ideológica. Por esto es necesaria la participación de las masas en todo el proceso. Sólo así, mientras los hombres transforman la sociedad se transforman a sí mismos. Esta doble tarea está unida indisolublemente porque las relaciones económicas no están aisladas de las demás y todo cambio en ellas se refleja en el conjunto social, de ahí que una de las funciones del poder revolucionario sea forzar la economía, lógicamente dentro de determinados limites, para que tenga una función diferente, esta vez en función de que el hombre se apropie de su propio movimiento social.
Para una comprensión cabal de la posibilidad de desarrollo para los países subdesarrollados es necesario estudiar la dinámica del capitalismo y las leyes y tendencias que lo han conducido a la situación actual y la forma en que hoy se articulan las relaciones entre ambos grupos de países.
El momento actual del capitalismo conocido como de la globalización es el resultado objetivo de la expansión internacionalizada del capital. Desde el punto de vista político, el aspecto más notable del proceso globalizador se encuentra en la extraordinaria concentración del poder que ha generado
Con la globalización alcanza mayor nitidez el carácter clasista del subdesarrollo en tanto explotación de la mayoría de la población de esos países por la burguesía transnacional (tanto del Norte como del Sur) y por tanto, en términos clasistas, el desarrollo en la periferia es el proceso de la liberación de esa explotación. Es decir, la posibilidad para un país subdesarrollado de alcanzar hoy el desarrollo, continúa estando asociada a la ruptura y/o reordenamiento de las relaciones de dependencia. Esa ruptura exige un conjunto de requisitos o premisas que se derivan de las condiciones actuales del sistema mundial del capital
Para aproximarnos a la respuesta tenemos que partir de las tendencias y los factores principales de la globalización y la posibilidad de neutralizarlos o utilizarlos en beneficio de un proyecto social revolucionario
En primer lugar, dado que la Globalización es polarizante tanto al interior de, como entre las distintas sociedades, el poder revolucionario debe desarrollar los medios que limiten estas tendencias.
En segundo lugar, dado que los principales actores de la globalización son los grandes monopolios constituidos en empresas transnacionales, el poder revolucionario tiene que tener la capacidad de negociar con ellas aprovechando las brechas reales abiertas por las contradicciones del sistema.
En tercer lugar, dado que la dependencia de las tendencias de la globalización son beneficiosas para el grupo de Estados y grandes monopolios detentadores del poder en el orden mundial establecido, el poder revolucionario debe ser capaz de construir el orden social que resista las presiones y confrontaciones con los centros hegemónicos del sistema mientras lleva adelante su proyecto.
En cuarto lugar, dado que el desarrollo tecno-científico juega un papel central en los nuevos avances del capitalismo y se encuentra monopolizado por los centros hegemónicos, es necesario crear las condiciones para acceder a él.
En quinto lugar, dado que la globalización, como todo proceso social, no está exento de contradicciones y ningún proyecto político puede vencer sin aliados, es necesario conocer esas contradicciones y aprovecharlas en beneficio del proyecto.
A partir de estos elementos y de los estudios realizados, identificamos/ visualizamos las condiciones que debe reunir un país para proponerse un camino que lo haga menos dependiente y explotado, que lo conduzca a un verdadero camino de desarrollo. Estas son:
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Existencia de un poder político revolucionario y popular, en otras palabras, socialista, con capacidad económica, política y militar, para enfrentar y neutralizar las presiones y confrontaciones de las potencias centrales del sistema.
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Capacidad para poner en función de los intereses nacionales el proceso de acumulación económica, lo cual implica un control nacional de la acumulación.
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Voluntad política y capacidad para desplegar estructuras organizacionales que posibiliten la participación popular, componente importante del consenso hegemónico nacional para llevar adelante el proyecto.
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Materialización permanente, dentro de los límites que el nivel de acumulación y los resultados de la actividad económica permiten, de una política de enfrentamiento y solución de los problemas sociales generados por el subdesarrollo y de distribución y redistribución de ingresos en beneficio popular, es importante señalar que hay una relación estrecha con el punto anterior, esa mejoría no puede ser resultado de políticas asistencialistas con ausencia de participación, en ese caso se crean clientes y no actores sociales.
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Capacidad de absorción y creación de tecnologías para poder competir internacionalmente. Esas condiciones no son fáciles de reunir, ni todos los países, a partir de sus propias estructuras socioeconómicas y el nivel alcanzado por la mayor o menor generalización de las relaciones capitalistas pueden plantearse alcanzarla en el corto y mediano plazos. Este es un complejo proceso sociopolítico a partir de la asunción del poder y de la evaluación por la vanguardia y el liderazgo político de los métodos y las vías para alcanzarlos de acuerdo con el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas del país. La reunión de esas condiciones no garantiza necesariamente el éxito, este será un proceso arduo, de lucha entre las tendencias capitalistas y socialistas, las que llenarán toda una época histórica hasta que prevalezca una de ellas.
En el contexto de la globalización, a partir de esas condiciones, hay que implementar una política de desarrollo. Al igual que la existencia de condiciones para la revolución no implica su materialización a menos que exista una fuerza política que sea capaz de aprovecharlas; la existencia de condiciones para el desarrollo no implica que se avance hacia este si no se establece una adecuada política que sepa aprovecharlas.
Con estos antecedentes podemos abordar el caso de Cuba, que tiene sus particularidades, en primer lugar, es un país en que hace 57 años triunfó una Revolución popular, inicio de un proceso profundo de transformaciones que en corto plazo devino en Revolución Socialista y que en su decurso, se caracterizó por realizar profundas transformaciones, políticas, económicas y sociales del país con una amplia participación popular.
Interesa destacar que los efectos de las profundas transformaciones revolucionarias constituyeron una acumulación social.
Con este concepto identifico la acumulación económica y también los procesos dirigidos a la transformación del ser humano: la educación, la salud, la seguridad social, creación de valores y la participación de diversos modos en el quehacer político cotidiano.
La acumulación social no es la simple suma de los cambios materiales y de los cambios en las condiciones de vida de las personas; Es eso y mucho más, es un complejo proceso en el que se interrelacionan estos dos factores anteriores con una acumulación subjetiva y el inicio de un nuevo modo de vivir, de un nuevo modo de vida. Esta acumulación social está en la base de las razones por las cuales Cuba no repitió el ciclo eurosoviético: crisis y derrumbe del modelo de socialismo real a la transición pacífica al capitalismo [3] y es la explicación del por qué el socialismo continúa siendo una opción mayoritaria en el país.
En la última década del pasado siglo la Revolución cubana atravesó la etapa más difícil de su historia, fue una crisis sin precedentes, al desaparecer en un corto plazo el sistema de relaciones económicas internacionales en el cual Cuba estaba insertada, cayó el PIB en más de un tercio, se paralizó el 80% de la de la planta industrial del país, disminuyó sustancialmente el consumo de la población y el genocida bloqueo implantado por los EE.UU. arreció. La revolución sobrepasó esa etapa y mantuvo el norte socialista en medio de dificultades de todo tipo.
Durante la primera década del siglo XXI, la economía cubana ha presentado dificultades, entre las que se pueden señalar el elevado nivel de la dependencia financiera externa, la baja eficiencia de la producción interna, los efectos de los huracanes que azotaron la Isla y cuyos daños superan los 20 mil millones de dólares, junto al bloqueo económico, comercial y financiero aplicado por los EE. UU., cuyo impacto asciende a más de un billón de dólares.
En este último quinquenio, luego de una amplia y democrática discusión por todo el pueblo, se adoptaron los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución que trazan en lo inmediato un conjunto de medidas cuyo fin es darle un basamento sólido a la economía, el próximo congreso del PCC, su séptimo, hará un balance de lo cumplido y por cumplir de estos lineamientos y trazará el rumbo para los próximos quinquenios.
La política aplicada durante los últimos 25 año, inscrita en la lógica de defender los intereses de la mayoría, con independencia de tensiones y contradicciones que ha generado, ha contribuido a mantener la acumulación social a favor del socialismo.
A partir de lo anterior pueden resumirse las condiciones de Cuba para continuar su proyecto de desarrollo.
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El poder revolucionario mantiene su capacidad de enfrentar la política agresiva de la potencia imperialista hegemónica del sistema, los Estados Unidos, ahora con un nuevo ropaje bajo la administración Obama, que mantiene, detrás de su retórica y sus cantos de sirena, el criminal bloqueo a Cuba y el propósito de destruir la Revolución.
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Existe un entramado participativo, con sus defectos y limitaciones, que junto a la defensa de las conquistas sociales de la revolución, mantiene el consenso hegemónico a favor del proyecto socialista.
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El Estado juega un papel fundamental en la regulación de las relaciones de producción dentro del país, es el eje rector de la economía y ejerce la propiedad sobre los principales medios de producción lo que permite poner en función de los intereses nacionales el proceso de acumulación económica, al establecer las reglas de relacionamiento con el capital internacional, estableciendo una cartera de oportunidades de inversiones de acuerdo a los intereses del país, así como priorizar, invertir y/o desarrollar sectores económicos con perspectivas competitivas a nivel internacional bajo control nacional, sin olvidar, desde luego, aquellos que satisfacen necesidades nacionales, como, por ejemplo, la producción de medicamentos.
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Además, controla mayoritariamente la reproducción de la fuerza de trabajo, mantiene el control de los recursos naturales y negocia soberanamente con los otros actores políticos y económicos del sistema internacional.
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Dispone de un importante capital humano creado por la Revolución, una legión de miles de científicos, ingenieros y técnicos comprometidos con el proyecto socialista y de una infraestructura científica e industrial capaz de absorber y/o crear tecnologías en ramas de punta de la economía mundial.
(Se pueden situar múltiples ejemplos en el área de la biotecnología y la industria químico-farmacéutica).
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Se mantiene un espacio para la equidad, este tiene su campo de acción en la política de mantener gratuitamente y mejorar los servicios sociales básicos, la no existencia de desigualdades extremas, aunque algunas de las medidas tomadas, objetivamente, en lo inmediato, son atentatorias al proyecto, pero necesarias, en función de lograr una necesaria eficiencia económica; no hay exclusión social y se han implementado algunas medidas para proteger grupos vulnerables. No obstante debemos señalar que la ampliación del sector privado y por consiguiente del mercado, presenta desafíos a la equidad en la sociedad cubana y que obligará tomar medidas para neutralizarlos.
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Es sobre esa base que se despliega la política de desarrollo cubana [4], cuyos elementos pueden resumirse sintéticamente [5] en:
a) Una política de conexión-desconexión selectiva con el sistema mundial. Lo puede hacer porque conserva la propiedad y control de los principales medios de producción y ha encontrado fórmulas sui géneris de aplicarlas, tanto para promover el desarrollo de sectores específicos como para protegerlos.
b) Despliega una estrategia competitiva en sectores de punta, sectores emergentes y tradicionales y hay una política agresiva de exportaciones. El problema es que hay que caminar con las dos piernas, la del desarrollo y la del subdesarrollo, es decir, no se pueden abandonar los sectores tradicionales a la vez que se desarrollan sectores de punta, en los cuales el país apuesta, este fue un error del pasado.
c) La constelación científico-productiva de la salud y el turismo aparecen en la dirección principal, se pueden considerar sectores-guía de la economía [6].
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Se trabaja en la creación de una cultura societaria de la innovación. Una economía que se proponga ser de punta, no es sólo es el resultado de factores económicos, sino también la resultante de un determinado nivel de eficiencia social del sistema en su conjunto. En esa dirección se encamina, la creación del Sistema Nacional de Innovación, la Estrategia Nacional de Informatización de la Sociedad, una labor de culturalización general y otras medidas en curso o proyectadas.
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Incorpora un espacio al sector privado nacional en la economía, para aprovechar lo que puede aportar la micro y pequeña empresa en la satisfacción de necesidades de la población, no obstante está pendiente la definición que puede jugar la pequeña y mediana empresa privada en el proyecto socialista.
d) Cuba ha implementado una política para aprovechar las contradicciones del sistema capitalista lo que le ha permitido espacios de maniobras, de ahí el alto perfil que mantiene la política exterior cubana.
e) Existe el propósito de que la búsqueda de la competitividad no anule la búsqueda del nuevo modo de vida. El problema es de la permanente búsqueda de formas y métodos para mantener la acumulación social de la Revolución, de ahí la necesidad de una permanente labor ideológica por lo que el trabajo político ideológico destinado a promover la ideología y los valores de la Revolución es una constante, y es que el dilema es hasta donde ser igual a los capitalistas para poder competir en el mercado mundial y allegar recursos al país y hasta donde ser diferentes para mantener el proyecto revolucionario. La respuesta no aparece en los libros, sino que será producto del ensayo y el error.
Desde luego no todo es camino de rosas, la política de desarrollo cubana no se desenvuelve en un escenario abstracto, sino en uno marcado por el propósito del imperialismo de revertir el proceso revolucionario y por tanto debe enfrentar una amplia panoplia de actividades contrarrevolucionarias generadas por él, que abarcan desde acciones destinadas desilusionar las nuevas generaciones, la captación y robo de profesionales, el mercenarismo de grupúsculos contrarrevolucionarios hasta la imagen en los medios corporativos de difusión de un país congelado en el pasado, entre otros.
A lo anterior se suma que la ampliación del mercado y el espacio a un sector privado limitado, presenta la cuestión de que dentro de esos grupos sociales surjan elementos que pueden asociar su proyecto de vida a la no existencia del socialismo, hacia los cuales, desde ya, existe una política del imperialismo. No se puede ser inocente y también dentro del funcionariado vinculado a los sectores de la economía que funciona con el esquema del capital extranjero puedan presentarse estas tendencias.
Hay que prestar mucha atención a los procesos reales que se van desarrollando en la economía y la sociedad. El tiempo político no es el mismo que el tiempo económico, sus ritmos pueden no coincidir y es posible acelerar o retardar cambios que demanda la economía, o que demanda la sociedad dentro de ciertos límites, más allá de los cuales se corre el peligro de afectar el consenso que debe acompañar nuestro proceso, piedra angular de la resistencia a las agresiones imperiales.
No se puede olvidar que existe una contradicción entre los paradigmas históricos de la revolución y las condiciones materiales que a corto y mediano plazo puede brindar a la población los resultados del funcionamiento económico, como mantener esa contradicción dentro de límites que no afecten el consenso es un desafío permanente.
En resumen, el escenario cubano es complejo y la mezcla de audacia y realismo político que ha caracterizado a la dirección de la Revolución cubana tiene que ser una constante.
Los ilusos y alguna izquierda bienpensante se ilusionan con la posibilidad de una actitud «racional» de los cubanos, una restauración de un capitalismo nacional, con rostro humano, como se refería la UNICEF hace un tiempo a los procesos de ajustes neoliberales, la realidad, y hay que estar claro es que esto implicaría una burguesía dependiente/asociada/subordinada como la clase dominante que desnacionalizaría el país, siguiendo las pautas de los organismos financieros internacionales, además del resentimiento de clase la llevarían a una mayor integración política y social con el imperio.
El socialismo es la condición necesaria para mantener una nación soberana, democrática e independiente.
Por último no nos hacemos ilusiones, las perspectivas de desarrollo de Cuba en las condiciones de la globalización neoliberal tienen un carácter polémico, en tanto su materialización dependerá de circunstancias externas incontrolables y de cursos de acción internos, sujetos a la interpretación de los actores y los responsables de la toma de decisiones. De ahí que hayamos utilizado muy conscientemente la categoría posibilidad para referirnos a esas perspectivas. Para ello lo que hay que tener presente no es la coyuntura actual, – en cuanto a su percepción inmediata, a través de las dificultades de la vida cotidiana y la inserción de tendencias mercantilistas con la fuerza que no tenían en etapas anteriores -, sino aquellos eslabones que pueden permitir el acercamiento a un futuro diferente. No será el socialismo que soñamos en la década de los sesenta del pasado siglo sino el socialismo posible en la era de la globalización.
Finalmente quisiera señalar que lo que hay que tener en cuenta no el escenario de un momento dado, sino los componentes de un escenario implícito en el contexto social actual. Tampoco hay que ver las medidas en curso aisladamente, sino integrarlas en una visión de conjunto; esta articulación es lo que me ha permitido una «lectura» de la perspectiva cubana, a partir de la cual he elaborado los resultados que presento.
Finalmente quisiera resaltar que el caso cubano crea un nuevo horizonte en los estudios de la problemática del desarrollo de los actuales países subdesarrollados al vincular este proceso a la lucha de clases y, por consiguiente a la política, a la superación del capitalismo lo que implica la sustitución de un modo de producción por otro y a la creación de un nuevo modo de vida.
[1] Esta perspectiva, a partir de un enfoque marxista, que no olvida a Lenin y sus trabajos sobre el imperialismo, se nutre, en lo fundamental, de las elaboraciones teóricas desarrolladas por André Gunder Frank, Theotonio Dos Santos, Rui Mauro Marini, Vania Bambirra, Aníbal Quijano, Inmanuel Wallerstein Samir Amin, la experiencia de la Revolución cubana expresada a través de Fidel Castro y Ernesto Che Guevara y el diálogo sistemático con Delia Luisa López, lo que la hace coautora de esta concepción.
[2] Marx, C y F. Engels, La ideología alemana, Edición Revolucionaria, La Habana, 1966. Pág. 36
[3] Esto no significa que en la Unión Soviética no hubiera habido una acumulación social post-capitalista, el problema es que esta acumulación se erosionó por diversos factores. Sintéticamente pudiera repetir aquí que esta se fue perdiendo por la burocracia y el reino del oportunismo, hasta llegar a un punto en que la mayoría quería un cambio, y ese cambio fue liderado por una protoclase -la nomenklatura- hacia el capitalismo. Recordemos que las principales polémicas de la era Gorbachov no eran sobre el socialismo si no sobre el ritmo de transición a la economía de mercado, eufemismo para designar el capitalismo.
[4] Preferimos el término «Política de desarrollo», en concordancia con mi concepción del desarrollo expuesta anteriormente, al más común de estrategia de desarrollo, pues este ultimo envuelve fundamentalmente el conjunto de medidas económicas.
[5] Aquí lo presentamos sucintamente, en nuestro libro desarrollamos más ampliamente cada una de las políticas que a mi juicio integran la política de desarrollo.
[6] Sobre este aspecto ampliamos en nuestro libro «Socialism within gobalization» del cual preparamos una edición actualizada en español.
José Bell Lara es doctor en Ciencias Filosóficas. Licenciado en Sociología. Máster en desarrollo social caribeño. Profesor Titular y Profesor Consultante de la Universidad de la Habana.
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