«…sólo una crisis -real o percibida- da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente. Creo que ésa ha de ser nuestra función básica: desarrollar alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que […]
«…sólo una crisis -real o percibida- da lugar a un cambio verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente. Creo que ésa ha de ser nuestra función básica: desarrollar alternativas a las políticas existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente imposible se vuelve políticamente inevitable».
Milton Friedman
En La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre, Naomi Klein cuenta cuál fue el último acto, casi testamentario, de Milton Friedman, un año antes de su muerte. El «gran gurú del movimiento en favor del capitalismo de libre mercado»,»el responsable de crear la hoja de ruta de la economía global, contemporánea e hipermóvil en la que hoy vivimos», como le describe la autora canadiense, pese a su avanzada edad y delicado estado de salud, aprovechó las catastróficas inundaciones ocurridas en Nueva Orleans cuando la furia del huracán Katrina venció la resistencia de los diques, y entre muchas muertes y destrucciones, dejó prácticamente sin escuelas a la ciudad. El autor de Capitalismo y libertad, esa biblia de la privatización, la desregulación y recorte del gasto social, consideró que la ocasión era digna para solucionar de una vez el «problema» de la educación pública en aquella ciudad. Cita Naomi Klein de ese artículo de Friedman publicado en The Wall Street Journal apenas «tres meses después de que los diques se rompieran»:
«La mayor parte de las escuelas de Nueva Orleans están en ruinas -observó Friedman-, al igual que los hogares de los alumnos que asistían a clase. Los niños se ven obligados a ir a escuelas de otras zonas, y esto es una tragedia. También es una oportunidad para emprender una reforma radical del sistema educativo»
Aprovechar la «oportunidad», es decir, aquella crisis, consistía para Friedman en que, según Naomi Klein explica:
«en lugar de gastar una parte de los miles de millones de dólares destinados a la reconstrucción y la mejora del sistema de educación pública de Nueva Orleans, el gobierno entregase cheques escolares a las familias, para que éstas pudieran dirigirse a las escuelas privadas, muchas de las cuales ya obtenían beneficios, y dichas instituciones recibieran subsidios estatales a cambio de aceptar a los niños en su alumnado. Era esencial, según indicaba Friedman en su artículo, que este cambio fundamental no fuera un mero parche sino una «reforma permanente».
Esa misma receta póstuma se aplicó en Chile, convertido en el gigantesco laboratorio vivo y sangrante de las teorías neoliberales, después del golpe de estado que derrocó al presidente electo Salvador Allende, y cuando, como recuerda Naomi Klein, ningún otro gobierno del mundo se atrevía al riesgo de su nefasto y traumático experimento. La historia en bien conocida, y sólo se recuerda aquí que la crisis, aprovechada entonces después de 1973 en Chile para aplicar la terapia mortal a los pueblos, fue entonces impuesta a punta de bayonetas y con un enorme saldo de pérdidas humanas y conquistas sociales.
Sin embargo, la violencia silenciosa y «pacífica» que provoca la crisis de la abismal desigualdad entre la enorme riqueza concentrada en una minoría escandalosa de la población mundial con respecto a la inmensa mayoría de la humanidad, siguió su curso nefasto, y ya fueran mediante eventos bélicos catastróficos inducidos, como la destrucción de Irak y Libia (y ahora Siria y el Oriente Medio) u otros fenómenos como desastres naturales de diverso tipo, ha seguido siendo la ocasión aprovechada por los herederos y discípulos de aquel tristemente célebre premio nobel para aplicar las «soluciones» de siempre en favor del gran capital: privatizar, desregular, confiar en las fuerzas oscuras y automáticas de los «mercados», recortar los recursos públicos, estrechar y adelgazar la gravitación y responsabilidad de los estados para garantizar la «libertad» de la competencia del capital, todo lo cual se vive hoy en la ilustrada Europa como un verdadero austericidio y en América Latina como una ofensiva contra el último período de gobiernos progresistas.
Uno de los ilustres continuadores, o discípulos espirituales del neoliberalismo, visita hoy Cuba y recibe una nota de bienvenida en el blog de un periodista que nada recuerda de los lazos teóricos y prácticos del visitante con la historia esbozada más arriba. Mientras, ciertas «ideas (…) flotan en el ambiente», y puestas en circulación, acentúan sesgada y unilateralmente los tintes de la problemática cubana, con énfasis preferente en el concepto de la «crisis» y el «fracaso» del socialismo. Quizás sea el momento adecuado para ensayar viejas y nuevas «soluciones», para continuarlas situando en la «atmósfera» social y «mantenerlas vivas y activas», según el consejo del extinto gurú, y de manera tal que, cuando «lo políticamente imposible se vuelva políticamente inevitable» ya no haya tiempo de reacción. Y el personaje adecuado, entre otros internos y externos al país, pudiera ser Jeffrey Sachs.
Si el lector no avisado sólo lee, como nos informa Fernando Ravsberg, que es «Sachs, director del Instituto de la Tierra de la Universidad de Columbia, del Proyecto del Milenio de las Naciones Unidas y asesor especial de Ban Ki-Moon para los temas ligados a Objetivos de Desarrollo del Milenio.» recibe una información cuanto menos muy parcial, y habría que hasta congratularse con euforia de que tan altos visitantes se preocuparan por Cuba. Pero veamos lo que no nos informa el objetivo periodista en una escueta información, donde sí le sorprende y lamenta el «ausentismo oficial» a la convocatoria del alto personaje.
La fría y muchas veces sesgada información pública que se puede consultar en la Wikipedia nos informa que:
«Sachs ha sido asesor de algunos gobiernos de (sic) latinoamericanos, como Bolivia, Argentina y Venezuela; Europa del Este (Polonia, Yugoslavia, Rusia,…), Asia y África. Es reconocido como experto en situaciones de crisis económicas graves y difíciles. Colabora con agencias internacionales (Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y otras) en la lucha por la reducción de la pobreza y la enfermedad.»
El libro de Klein documenta ese amplio itinerario global por tan variados rincones del mundo, pero apuntemos de entrada que Sachs es uno de los defensores, otros dicen que el definitivo creador, de la «terapia del choque económico» y ha sido criticado, entre otros, por economistas como el norteamericano William Easterly, profesor de Economía en la Universidad de Nueva York, quien señala que de acuerdo a la visión de Sachs, «los países más pobres están empantanados en la miseria y no tienen escape sin la ayuda masiva de los países más ricos.» Es decir, el clásico argumento del mundo al revés: cuando se ha demostrado hasta la saciedad que la causa primaria y original de la miseria de los países pobres radica en la sobreexplotación y el saqueo, ya ahora globalizado, a que los países ricos someten incluso a sectores de sus mismos pueblos y a los de sus periferias, entonces se propone un modo dudoso de ayudar, retrocediendo hacia una mayor dependencia y, por lo tanto, un ahondamiento de la desigualdad y la miseria. El panorama que ahora tenemos a la vista, en la misma Europa, es un sur europeo (Grecia, Portugal, España) que va desmantelando al paso de la pérdida de sus soberanías bajo el poder de la Troika y a pasos firmes, su otrora «estado del bienestar», precisamente bajo la aplicación de las medidas neoliberales, sufridas esta vez en carne propia, por las políticas sociales y monetarias del austericidio y que ha sido uno de los detonantes del reciente Brexit. Pero conozcamos un poco sobre Jeffrey Sachs.
Según Alexander Cockburn, «El neoliberalismo de «la terapia de choque» realmente no está asociado demasiado de cerca con Milton Friedman, sino más bien con Jeffrey Sachs.» (1) (consultar del autor en: «Sobre «La doctrina del choque» de Naomi Klein»: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=56793, para luego agregar que «Sachs introdujo primero la terapia de choque en Bolivia a comienzos de los años noventa. Luego fue a Polonia, Rusia, etc., con el mismo modelo de terapia de choque. La frase contagiosa de Sachs en aquel entonces era que «no se puede saltar sobre un abismo paso a paso,» o palabras en ese sentido. Es realmente donde se conformó el neoliberalismo contemporáneo.»
Después de tan amplio pedigrí ahora en Cuba Jeffrey Sachs hace una advertencia dudosa a la luz de su trayectoria: que no se encamine el país hacia la economía del siglo XX.
En el libro La apuesta por la globalización: la geoeconomía y la geopolítica del imperialismo euro-estadounidense, considerado un instrumento indispensable para comprender la geopolítica y la economía del mundo contemporáneo, su autor, Peter Gowan (2), dedica el capítulo IX (La teoría y la práctica del neoliberalismo en Europa del Este) a realizar la exposición y el análisis del modelo propuesto por Jeffrey Sachs para conducir los destinos de los países del este europeo, luego de la desintegración del bloque socialista, a la vez que hace una valoración de las consecuencias de las terapias de choque allí donde fueron aplicadas. Peter Goman afirma que el profesor de Harvard «está reconocido como el fundador de una nueva disciplina: la teoría económica de la transición».
Al comparar los principios que sostenían el modelo de transición de Sachs con el que entonces se le oponía, Peter Goman constata que «Él expone sus ideas en sintonía con las de los gobiernos estadounidense y británico acerca de cómo transformar Europa del este regionalmente». Y sigue: «El enfoque estadounidense alternativo, defendido con pasión por Sachs, implicaba», por ejemplo, «desmembrar la región del COMECON» (CAME) «rompiendo toda la conexión existente entre los países de Europa central y oriental y la URSS». En este punto, la alternativa que se le oponía, defendida entonces por Francia, era en cambio, según cita Goman, «Alentar a la antigua región del COMECON, incluyendo a la URSS, a que mantenga sus vínculos económicos».
El segundo requerimiento del modelo de Sachs es sumamente aleccionador y tiene un no muy sorprendente punto de contacto con los tiempos que corren, pues se refiere a «efectuar un cambio radical encaminado hacia una forma específica de estructura institucional capitalista en cada uno de los Estados, como requisito para alcanzar unas relaciones normalizadas con cada uno de estos Estados». No podemos comentarlos todos, pero como dejó dicho Shakespeare, «El pasado es un prólogo». Así, entre las recomendaciones defendidas por el teórico de la transición y la terapia de choque en aquel 1990 estaba «Iniciar el proceso de transformación regional en los Estados con gobiernos políticamente más proclives y emplear después incentivos negativos y positivos para extender la combinación adecuada de políticas nacionales al conjunto de la región», abogando en otros puntos por la desmembración de aquellos países cuyo conjunto como un posible mercado común de Europa del Este él descalificaba llamándolo «un club de hombres pobres», para impedir un eventual mantenimiento futuro de la integración en un bloque de países que, naturalmente, no le convenía a los planes imperiales, como después la historia posterior demostró. Ya entonces Sachs colaboraba y asesoraba al gobierno Yugoslavo y en Polonia ya se aplicaba su modelo: «Polonia introducirá en Europa del Este las primeras reformas de gran alcance orientadas hacia el mercado. Yugoslavia adoptará un programa similar.» (3). En Rusia, Sachs también impulsó la terapia de choque y fue el vínculo de Boris Yeltsin con el FMI prometiendo una ayuda de Occidente que nunca llegó.
A Polonia, Sachs llego contratado nada menos que por el multimillonario George Soros, el mismo que acaba de financiar en su Fundación Open Society de Nueva York una conferencia sobre el futuro de Cuba, cuyo primer panel moderó un autoproclamado experto alemán en las transiciones al capitalismo de los países de Europa del Este. Casualmente el proyecto Cuba Posible, organizadores del evento neoyorkino patrocinado por Soros que se proponen un transitional change en Cuba son considerados tanto por el periodista Fernando Ravsberg como por la emisora oficial del gobierno de EEUU Radio y TV Martí a pesar de su raquítica membresía una «nueva fuerza política» en la Isla.
El estudio y análisis del libro y la obra de Peter Goman puede ser muy útil para valorar en sus justas intenciones y con un mínimo de errores los objetivos de los diversos (a)cercamientos que se producen hoy con respecto a Cuba y, en consecuencia, propiciar un mejor control del modo como el país sigue su proceso de inevitable ampliación e interrelación con el mercado mundial. Para no extender demasiado estas notas apuntemos por ahora que Goman devela mediante un análisis pormenorizado de los resultados de la aplicación de la terapia de choque en cada uno de aquellos países del este, el verdadero sustrato de los objetivos de las concepciones de Sachs, sus seguidores, y los grandes intereses que aquella política económica traducía, y que no eran, ni aún, propiciar el desarrollo de un capitalismo pleno e independiente en aquellos países, y en igualdad de condiciones con el Occidente, sino, a partir de una supeditación centro.- periferia, como lo resume Goman, aplicar un modelo muy específico de economía política para conformar: «un estado que se muestre lo más abierto posible a las fuerzas de los agentes económicos internacionales; un Estado con una estructura institucional globalizada, a través de la cual, de acuerdo con su expresión, los recursos de la economía global predominante, puedan fluir». Es decir, la aplicación de un modelo que garantizara a Occidente, la parte del león. La promesa del modelo de Sachs consistía, según sus declaraciones, en que «En efecto, uniéndose al resto de la economía global, ellos [los países implicados] podrán importar parte de la prosperidad del resto del mundo, normalmente mediante la importación de nuevas tecnologías, de modelos organizativos y de financiación.» (citado por Goman). Hoy diversos estudios revelan que en los países del Este otrora socialista, gran parte de la población añora los viejos tiempos del socialismo «totalitario» y la prosperidad prometida por las terapias de choque no alcanzan ni a un conjunto de países de la misma Unión Europea, que se debate en un continuo retroceso de sus estándares de vida bajo la política falsamente llamada de austeridad y que no es más que neoliberalismo a lo Jeffrey Sachs.
En cuanto a las consecuencias de las terapias de choque aplicadas a los países del Este como el vía crucis que debían transitar para que accedieran a la «prosperidad» capitalista, lo resume Goman de modo lapidario: el costo en sufrimiento humano fue colosal. Un amplio análisis estadístico comparativo puede consultarse en su obra que demuestra que aquella catástrofe no fue una consecuencia directa del «comunismo», sino, precisamente, de la terapia de choque aplicada por Occidente y de la cual Jeffrey Sachs era el máximo teórico y creador.
El periodista Fernando Ravsberg, entonces, nos informa sobre la visita de ese «estadounidense (…) promotor de una economía mundial sustentable» y se sorprende de la «ausencia oficial» a su conferencia en la Fundación Antonio Núñez Jiménez de la Naturaleza y el Hombre. Nada nos informa el objetivo y eficaz periodista, ni en una línea, de la saga del personaje bienhechor que nos viene a advertir que cuidemos el entorno. El que ayer promovía la reconversión de países enteros, no apoyaba el mantenimiento de un bloque comercial común, ni siquiera al capitalismo próspero, sino a meros receptores de la abundancia occidental, y cuyas teorías tantas desgracias prácticas produjeron al aplicarse, ahora aconseja prudencia con respecto a una de las mayores catástrofes que produce ese mismo sistema que promovía: la sustentabilidad del crecimiento. Es posible que el visitante haya asimilado las duras lecciones de las terapias que antes propagaba y aplicaba por una ancha geografía mundial, y ahora, como saldo de la amarga sabiduría de los años, le preocupe mucho más la sustentabilidad del desarrollo. Vivir para ver. Mientras, el periodista, fiel a un estilo que a veces roza la subestimación y la ofensa, sigue insistiendo, como al paso, en dar relieve a las ansias consumistas de un pueblo, por encima de cualquier otra consideración, que entre otras pequeñas cosas ha obligado a las instituciones internacionales del caso a reconocer que no tiene niños famélicos y desnutridos, o que ha detenido la trasmisión del SIDA de la madre a sus crías, o que pese a todo lo que se queja, autocritica y exige a partir de lo logrado, tiene el mejor sistema educativo de América Latina. Y ello, sin terapias de choque que el gobierno cubano reiteradamente se ha opuesto a aplicar. Así como Cuba no necesita que se le regale nada, hay lecciones que en verdad no necesita ni el gobierno, ni el pueblo cubano, y hay lecciones del pueblo cubano que otros harían bien en atender.
Bienvenido el debate, incluso con nuestros adversarios ideológicos, pero que no nos disfracen -como hace Ravsberg- el lobo de oveja ni nos traigan el veneno en frasco de antídoto.
Notas:
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De este autor ver: «Sobre «La doctrina del choque» de Naomi Klein»: en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=56793.
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http://www.akal.com/: Peter Gowan (1946 – 2009) fue uno de los más destacados intelectuales de la llamada Nueva Izquierda de los años sesenta. Profesor de Relaciones Internacionales en la London Metropolitan University, también era un importante miembro de la redacción de la New Left Review, así como de la American Discussion Group del Royal Institute of International affair. Sus aportaciones académicas al marxismo sobre el imperialismo y la globalización, las relaciones internacionales o la naturaleza y crisis del llamado Bloque del Este, son sin duda de las más importantes de la generación del 68. Más recientemente, sus investigaciones se centraron en el análisis de las Relaciones transatlánticas y el capitalismo global. En esa línea, en 1999 publicó La apuesta por la globalización, y recientemente, pocos meses antes de su muerte, publicó un análisis sobre la situación de la crisis financiera mundial en su artículo «Crisis en el corazón del sistema» [New Left Review, 55].
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Jeffrey Sachs, «What is to be done?» (¿Qué hacer?), The Economist, 13 de enero de 1990.